Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15

DEAN ©
Capítulo 15

La pego a mi pecho con fuerza, rodeándola con los brazos y tratando de evitar que los cristales caigan sobre ella y la lastimen. La bola de mi pecho bombea furiosa, pero aún más asustada. Han sido tantas las veces que han intentado matarte que ya he perdido la cuenta, sin embargo, esta vez se siente completamente diferente. No solo podían haberme dañado a mi, sino que a ella también. ¿Quién en su sano juicio intenta matarte, y para añadir incentivo, lo intenta cuando estoy con mi reina?

No sé cuánto tiempo pasamos en el suelo, pero si el suficiente como para que la niña deje de sollozar. Su cuerpo tiembla cuando nos hago quedar sentados, ella sobre mi, con su cabeza sobre mi hombro. Ninguno hablamos, su miedo más mi furia están latente en todo lugar y parece ser suficiente.

De un momento a otro la puerta se abre, López ingresa, la preocupación marca todo su rostro, pero se disipa en cuanto me ve.

—¿Quién coño ha sido? —sisea enfadado, aprieta sus puños y sus ojos se hunden. No hablo, me mantengo en un silencio molesto tratando de cerciorarme que la niña está entre mis brazos.

—El doctor —musita, alza la cabeza y me observa. En cuanto sus vidriosos ojos se conectan con los míos, todo alrededor parece desparecer. Acuna mis mejillas con cariño y nos acerca —. Estoy bien —asiente buscando mi aprobación, así que acompaño a su gesto. Sin embargo, no se siente para nada real.

No está bien, aquí, sola, no estará bien.

—Te vienes conmigo —de un rápido movimiento nos levanto, varias cortadas se encuentran repartidas por mis brazos, pero las ignoro. Me dedico, únicamente, a examinar de pies a cabeza a la niña.

—No tengo nada Dean, estoy bien —repite con insistencia.

—¡No lo estás! —bramo, da un pequeño salto y me observa en silencio —. Podías haber muerto, ¿es que no lo entiendes?

—Pero no lo he hecho —se acerca y toma mi nuca, obligándome a mirarla —. Digamos que solo ha sido un susto —sonríe, pero esta vez no me tranquiliza, mucho menos disipa las ansias de sangre.

—Voy a encontrar a ese hijo de perra —comienzo, tomando su cadera y pegándola a mi pecho —, y a matarlo de la manera más dolorosa posible.

—No.

—Sí, nadie daña a mi reina.

—¡Pero es que nadie me ha dañado! —ignoro sus reproches y uno nuestras bocas. La beso con necesidad, tratando de alejar ese miedo que me dominó cuando creí que podían hacerle daño. Me sigue con deseo, luchando por ser capaz de alcanzar mi ritmo, dejándose hacer, entregándose.

—Y nadie, nunca, lo hará —finalizo ronco.

Rendida acaba asintiendo, evito sonreír y nos saco de ese jodido caos. El pasillo, extrañamente, se encuentra sumido en un silencio perturbador. La mayor parte de mis hombres se encuentran aquí, serios, rabiosos, deseando recibir la orden de caza. La niña se pega a mi pecho, probablemente, intimidada; la rodeo con los brazos y tranquilo, nos saco de toda esta mierda. Todos asienten cuando paso por su lado, y no es hasta que llego al final del pasillo que hablo:

—La caza acaba de comenzar.

—¿La caza? —cuestiona cuando las puertas del ascensor se cierran. Bajo la mirada y la enfoco; tan pequeña, inocente y pura. Tanto para alguien como yo.

—Van a encontrar al doctor y me lo van a entregar.

—¿Y qué vas a hacer con él? —vuelve a preguntar, cauta.

—Bailar un tango —siseo, algo molesto ante tantas preguntas evidentes —. Niña, sabes lo que soy, no busques y pretendas encontrar lo contrario.

—Pero no quiero que le hagas daño —musita afligida —. Tiene hijos, ¿lo sabes? Es muy doloroso perder a un padre o una madre. Yo perdí a la mía y no hay día que no me duela —mierda, una y mil veces niña.

—Y yo podía haberte perdido a ti, ¿lo entiendes?

—Ese es un riesgo con el que tendremos que vivir —sentencia elevando la barbilla.

—No digas eso —gruño.

—Dean, sabes en qué clase de mundo te mueves, y sabes lo que eso conlleva —escondo mi cabeza en su cuello, negado a esa jodida realidad. Con su ternura que tanto me gusta acaricia mi nuca —. ¿Por qué querría el doctor ma... matarte?

—No lo sé, pero no tardaré en averiguarlo.

(...)

Que la niña se quedase en mi casa no era una opción; vivirá conmigo y me encargaré de mantenerla a salvo. Mis hombres ya están al tanto, y Tyler se ha encargado de buscar a buenos médicos a los que no les importa recibir dinero negro. Nadie ha puesto queja alguna, aunque también dudo siquiera que se atrevan a hacerlo.

Esto será temporal, ya que tener a la niña junto a todos estos enfermos no es algo que me agrade. Sé que nadie le pondrá un dedo encima, aprecian sus miserables vidas. Pero aún así no es lugar para alguien como ella, y en cuanto cace a ese hijo de perra, me encargaré de llevarla a su sitio.

—¿Te gusta? —inquiero, centrado en cómo analiza todo. Estamos en mi habitación, si bien es el lugar más cómodo y seguro, no se ve demasiado agradada con estar aquí.

—No —revela —. Esa gente no me gusta, tampoco como me han mirado esas mujeres.

—Mis hombres son inofensivos para ti, y las putas solo están ardiendo de los celos.

—Me gustaba el hospital... me sentía cómoda —se abraza a sí misma, y me encara. Una mueca incómoda se mantiene adherida a ella.

—Allí no estás a salvo —repito, aproximándome hasta tomar sus mejillas —. Aquí nadie se atreverá a tocarte, además, seguirás recibiendo tus medicinas.

—No saldré de aquí.

—Bien, avisaré para que te traigan la comida.

—Y tú no me dejarás sola —advierte preocupada.

—No te dejaré sola niña, ni loco.

—Y debes avisar a mi padre, dile dónde estoy, aunque no le dejes que venga a verme... este no es lugar para él —aparta la mirada, incómoda.

—Sé que tampoco lo es para ti, pero hasta que no termine unos asuntos, no podremos irnos de aquí. Tengo una casa a las afueras, a pie de playa... te gustará.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo —beso su frente, sintiendo como se relaja ligeramente —. Ahora vas a acostarte y yo iré a hablar con mis hombres.

—¡No! No me dejes sola —sus ojos caen con preocupación, me atrapa con sus manos y se pega a mi torso.

—Niña —acaricio su corta melena, embriagándome de ese olor dulzón —, estaré aquí al lado. De hecho, toma —rebusco en mi bolsillo trasero y le tiendo la pequeña llave que uso para bloquear el paso a la habitación —. Cerrarás la puerta y nadie podrá entrar.

Pierde la mirada por todas partes, las dudas y la inseguridad reflejándose en sus orbes con intensidad. Pero, finalmente, asiente y me suelta. Evito quejarme por su alejamiento, si por mi fuera la mantendría pegada todo el jodido día, pero tengo perros a los que castigar.

—Volveré pronto, siéntete libre de hacer lo que quieras —susurro suave, como no sabía que podía hablar, beso sus rosadas mejillas y, con demasiada fuerza, consigo alejarme y abandonar el cuarto.

Suspiro con fuerza cuando las paredes del pasillo me rodean. La máscara macabra que me caracteriza toma mi rostro y, mientras avanzo hacia el despacho, más intensas se vuelven las ganas de arrebatarle todo lo que ama.

Ella no quiere que lo haga, y joder que no le pienso hacer caso, ¿perdonarle la vida a alguien que casi arrebata la suya? La mía, desde que entré por la puerta de ese hospital y me tocó esa habitación, dejó de tener importancia. Quedó en segundo lugar para mi, para pasar a tomar el primer puesto la suya. Si alguien la hiere, lastima, o siquiera lo intenta, no tendrá oportunidad de volver a hacerlo.

No pienso perdonar a nadie que se atreva a crear lágrimas en su rostro, dolor en su cuerpo o daños en su interior.

La niña, mi niña, es intocable.

—¿Dónde mierdas está? —de un manotazo hago a un lado la pesada puerta. Mis tres hombres se encuentran aquí, serios, mal humorados y rabiosos —. ¡Es la segunda vez que pasa! ¡Dónde cojones está!

—No hay rastro de él, jefe —el susurro de Tyler solo consigue hacerme arder.

—¿No hay rastro? —sin cuidado golpeo la pared hasta que la sangre empieza a resbalar por mis dedos —. O lo encontráis o estáis fuera —acoto con frialdad —. ¡Quiero a ese hijo de perra y quiero a Abruzzi!

—¿Podrían estar juntos? —sugiere Volkov —. Es casualidad que, en un tiempo tan corto, intenten matarle jefe.

—Buscar todo lo que podáis sobre ese médico, quiero saberlo todo sobre él —ordeno. Apoyo mis puños en el escritorio y dejo que mi cabeza cuelgue hacia adelante —. ¿Encontrasteis a su familia?

—La casa estaba vacía. Estamos vigilando cualquier salida de la ciudad, no tendrán forma de escapar —informa López. La seriedad en su rostro, esa preocupación al verme aclara todas las dudas que pudiese tener sobre él.

—Bien. Ahora, fuera —vuelco mi vista a la oscura madera, dejando que el jodido silencio me rodee y que toda la culpa me golpee por dentro.

—No se lo ha dicho, ¿verdad? —elevo la vista hasta Tyler, se mantiene en su lugar; sus brazos cruzados y esa mueca inexpresiva marcando sus facciones. No me molesto en contestar, simplemente empujo todo lo que se encuentra sobre la madera antes de comenzar a lanzar patadas a la jodida mesa —. ¿Eso sirve de algo?

—Sirve para que no vaya en tu contra y te destroce la cara —rujo, encarándole. Entrecierra los ojos y me estudia con tranquilidad, ni siquiera parece inmutarse ante mis palabras —. Aun no he encontrado el momento —revelo con molestia ante su escrutinio.

—¿Por qué?

—Porque no sé cómo decirle que su padre la ha abandonado, no sé cómo se lo va a tomar y... —sello mis labios de inmediato. Meneo la cabeza, arrepentido por lo que casi suelto.

—Y le da miedo —finaliza. Elevo la cabeza y le observo —. Tiene miedo a no saber ayudarla a llevar ese dolor, al igual que tiene miedo a que alguien la dañe. Hoy se asustó, temió por la vida de esa niña, y está bien. Pero no puede dejar que ese miedo le domine jefe, si quiere encontrar a esas ratas, debe hacerlo con la mente fría. Tiene que ser más listo que ellos, deje que sus instintos le ayuden. Haga las cosas como siempre ha hecho aunque ahora haya descubierto que existe algo en el pecho que nos hace perder el control sobre todo lo que siempre mantuvimos entre nuestras manos —me regala un asentimiento antes de abandonar el despacho.

—¡No podré perdonarme si algo le sucede! —exclamo antes de que abra la puerta —. Toda esta mierda es nueva para mí Tyler, y no tengo ni puta idea de cómo afrontar que, por primera vez, me importa alguien más que yo mismo.

—Sabe dónde la ha metido jefe, y espero que ella también sepa dónde a decidido entrar. Puede tener miedo, pero si la quiere, jamás sé dé por vencido. Es algo de lo se arrepentirá toda su vida —voltea a verme y, por primera vez, puedo ver el dolor reflejarse en sus pozos —. Ella no es la primera que le importa, estoy seguro de que sabe cómo afrontarlo. Quizá solo necesite dejar de cerrar su corazón, solo así podrá conseguirlo —esta vez abre la puerta y no le impido que se vaya.

Mi respiración parece acelerarse, ella no es la primera... Holly lo fue. Y pensar que ella puede acabar igual, solo consigue que no quiera abrir mi corazón. Amaba, adoraba y moría por mi pequeña hermana y a causa de eso su final fue un castigo que me tortura cada día. Si a Amor le pasase algo por mi culpa... no... no podría perdonarme jamás.

Sin embargo, por mucho que luché por no involucrarme con ella fracasé. Y ahora, por mucho que tema destruirla, no me alejaré.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro