Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14

DEAN ©
Capítulo 14

Se ríe exageradamente, cayendo hacia atrás y atrapando su barriga. El chico que la acompaña, vestido con una bata de hospital, palmea sus muslos y estalla también en sonoras carcajadas que solo logran incrementar las de la niña. Inevitablemente los celos me consumen, aprieto los puños con fuerza y avanzo, cerrando la puerta y dejando atrás el molesto sonido de los enfermeros.

El ruido que produce la puerta les hace dejar de reír y encararme, la sonrisa de la niña se borra para, segundos después, extenderse. Salta de la cama y se acerca, abre los brazos e intenta abrazarme pero antes de que llegue a mi, soy yo el que acorta la distancia. Con ganas atrapo su cara, y sin preguntar, uno nuestras bocas. En un principio se mantiene estática, quizás sorprendida, quizás avergonzada. Pero en cuanto mi lengua roza sus labios para entrar, todo su cuerpo cede a mi. Sus manos atrapan mi nuca, acariciando y arañando, las mías, no dudan en viajar a su cadera, bajar a sus muslos y elevarla. Sin separarnos la obligo a sujetarse en mi cadera, y entonces, atrapo ese culo que tanto me apetece nalguear.

Suspira impresionada ante la impresión, pero no emite queja y tampoco lucha por alejarnos. Sus labios cada vez se sienten más expertos, bailan sobre los míos con intensidad, chupa, saborea y no duda en mordisquear y disfrutar tanto como yo.

—Dean... —susurra, logrando separarse. Su aliento pesado golpea mis labios con fuerza, sus pequeños dedos hormiguean tras mi cabeza y, esta maldita postura, me hace sentirla tanto que la erección ya está presente.

—Mía, niña —recalco celoso, aprieto sus nalgas y la hago suspirar en deseo —. ¿Sí? —asiente con torpeza, sus ojos cerrados y su cabeza nublada —. Entonces qué haces con ese crio —averiguo ronco, molesto.

Inmediatamente sus ojos se abren, la vergüenza se refleja en ellos mientras lucha por separarse, sin embargo, no se lo permito. Así que, gira el rostro con desespero y baña el cuarto, suspira aliviada al darse cuenta de que no se encuentra aquí, entonces, me encara.

—¿Dónde has estado? —cuestiona con dulzura, acaricia la barba de mis mejillas, dibujando pequeños círculos con sus pulgares. Cierro los ojos por unos segundos, agradecido a ese gesto.

—Trabajando.

—Has estado cuatro días sin venir a verme —reprocha, su ceño hundido y los interrogantes en su mirada. Sí niña, quizás tratando de sentirme menos hijo de puta por haber matado a tu padre y ahora querer actuar como si no supiese nada. Niego lentamente tratando de acercarme a sus labios, lo impide presionando la palma de su mano contra mi boca —. ¿Crees que puedes desparecer y después besarme como si nada?

—Ya lo he hecho —elevo las cejas socarrón, causando que se moleste. Evito carcajearme ante su mueca y simplemente nos mantengo pegados.

—Bájame —exige, pataleando.

—Bésame —resuelvo con gracia.

—No voy a volver a besar a alguien me ignora durante días —formula entre dientes, cruza sus brazos y se deja caer hacia atrás.

—¡Niña! —rápidamente tomo su espalda y me encargo de que no se golpee contra el suelo. No suelta sus caderas, así que, aparte de incómodo en caliente. Con una sonrisa elevo una de mis cejas y, lentamente, camino hasta que mis rodillas chocan contra el colchón —. ¿No vas a ponerte bien? —niega infantil, y no necesito nada más; suelto su espalda, chilla asustada pero entonces impacta contra la cama. No le doy tiempo a incorporarse, me coloco entre sus piernas y sujeto sus manos —. ¿Por qué te esfuerzas por hacerte la dura cuando me deseas tanto como yo a ti? —ronroneo sobre sus labios sellados. Ante su negatividad comienzo un movimiento de cadera, sé que me siente, es por eso que, sus piernas se aprietan ligeramente contra mi cuerpo.

—Dean... pa-para —exige en un suspiro.

—Bésame —con ansias eleva la cabeza e impacta sus labios contra los míos. Le dejo llevar el control, me besa como quiere, a un ritmo suave pero jodidamemte caliente.

—Ahora —me aleja y nos conecta —, dime por qué no has venido a verme —repite con molestia —. Prometiste que vendrías todos los días.

—Lo sé niña, lo sé... —rendido pego mi frente a la suya, su suave respiración, ese olor dulzón y la suavidad de su piel consiguen relajarme y hacerme sonreír —. He metido la pata hasta el fondo, solo intentaba arreglarlo.

—¿Te pasó algo malo? —niego ante su preocupación —. ¿A otra persona? —sin querer hacerlo asiento, el silencio que le sigue a mi gesto duele como cien puñetazos en la cara. Ella se esfuerza por verme como un ángel, y por mucho que lo intente creer, siempre acaba cayendo en la realidad de la clase de persona que soy —. ¿Se lo merecía?

—Liberó a la persona por la que ingresé —su cuerpo se tensa. Libero sus manos y dejo que las mías viajen hasta su rostro, la acaricio con suavidad, cuidado, sintiéndome sucio por hacerlo con las mismas manos que arrebataron la vida de su padre.

—Entonces no te sientas culpable —musita, abro los ojos con sorpresa y me alejo ligeramente para observarla —, la persona que hizo eso sabía perfectamente dónde se estaba metiendo. ¿Para qué jugó con fuego?

—¿Defiendes a un asesino?

—Solo digo que, si se metió con el hombre que te disparó, no debía ser mucho mejor que él —se encoge de hombros —. No sé, las personas somos muy estúpidas, pero también lo suficientemente inteligentes como para saber qué consecuencias tendrán nuestras decisiones.

¿Pensarías lo mismo si te dijese que se trata de tu padre?

—Como necesitaba verte —susurro sobre sus labios —. Eres una jodida adicción, la más dulce y placentera —le regalo un casto beso sobre sus labios para desplazarme a sus mejillas y continuar por su cuello.

Ahora que estoy aquí con ella y me siento tan tranquilo, soy capaz de darme cuenta de lo mucho que la necesito. Joder, con sólo verla la angustia pareció disiparse, dando paso a todo lo bueno que ella produce en mi.

—¿Ya puedo entrar? —la voz de un joven la hace incomodarse, se revuelve y esta vez le permito escapar de mi. Se incorpora con vergüenza, dejándome sobre su cama mientras se acerca al muchacho delgaducho.

—Harry —se aproxima y le toma de la mano. ¿Qué mierda? —, él es Dean, mi antiguo compañero de habitación —revela con una pequeña sonrisa, obligándolo a acomodarse sobre su cama de cara a mi.

—¿Así es como te relacionas con tus compañeros de hospital? —inquiere con gracia, haciéndola enrojecer.

—No soy su compañero, soy su novio —interrumpo frío, incorporándome. Los labios de la niña se abren, sus ojos parecen salirse de las cuencas y un extraño tartamudeo escapa de sus labios. Me acerco a ella, atrapo su mano y la siento sobre mis piernas —. ¿Te queda claro, chaval?

—S-sí —asiente, baja la cabeza ante mi escrutinio y retuerce sus manos con nerviosismo.

—Un momento Harry —con torpeza se incorpora, toma mis manos y me obliga a ingresar en el baño. Sonrío cínico cuando me encara y el desconcierto se refleja en sus hermosos orbes. Evito demostrarle que siento lo mismo, porque esas jodidas palabras escaparon sin permiso alguno —. ¿Qué mierda ha sido eso? —farfulle, golpeándome el brazo.

—¿El qué? —hundo el ceño como quien no sabe y esta vez no puedo contener la carcajada que su mueca me causa.

—¡Maldita sea Dean! —exclama en un susurro —. ¿Por qué has dicho eso?

—¿El qué?

—¡Lo de que somos novios, estúpido cavernícola!

—Porque lo somos —me limito. Atrapo sus brazos con fuerza cuando trata de volver a golpearme, tiro hacia mí y junto nuestros pechos —Eres mí novia —susurro, rozando nuestras narices —, yo soy tu novio.

—No lo sabía —susurra de vuelta. La seriedad de su rostro me hace sonreír.

—¿Crees que me beso con cualquiera?

—Exactamente —refuta convencida.

—Mejor dicho, ¿crees que me contengo con cualquiera? —esta vez aprieta los labios, evitando sonreír pero fallando —. Sabes que eres la única, niña.

—Entonces hazlo bien —exige cantarina —, pídeme que sea tu novia.

Niego lentamente. En cualquier otro momento me hubiese reído en su cara, pero en este nuevo presente que ella ha creado para mi, el decir esas palabras es algo que deseo.

—Sé mi novia —rueda los ojos, riéndose.

—¡Hazlo bien! —exclama, pellizcando mi hombro y sujetándose a ellos.

—Va niña, sé mi novia —la hago caminar hacia atrás, hasta hacerla chocar con el lavabo. La acomodo ahí y me coloco entre sus piernas. No duda en rodear mi cintura y atraerme aún más. Mis manos viajan a su espalda baja, y en contra de todo lo que mi cuerpo pide, las mantengo quietas —. Pienso cuidarte como una reina, mimarte como una niña y follarte como una perra.

—¿Era necesario romper el romanticismo? —sugiere, mordiendo su labio.

—Para mi no hay más romántico que querer follarte día tras día, de mil maneras, en mil sitios... Nunca me he acostado con una mujer más de una vez, tú vas a ser la primera y la última.

—Eres especial Dean.

—Lo sé —acaricio sus rosadas mejillas y conecto nuestras miradas —, ¿aceptas?

—¿Cómo te quedarías si digo que no? —hundo el ceño —. Sería gracioso —divaga riendo.

—No tendría ni puta gracia.

—Por suerte para ti, mi respuesta es sí —mi sonrisa se expande como la de un gilipollas, mi pecho vibra y todo en mi parece estallar.

—Has sido un grano en el culo, ahora vas a ser mi novia, y más adelante, serás mi mujer —revelo, incapaz de controlar las malditas emociones que me atacan.

—¿Un grano en el culo? Por qué no mejor la única persona que se ha atrevido a decirte que eres un cavernícola. He sido sincera contigo, estoy segura de que nadie más lo ha sido —gran verdad.

—¿Te has dado cuenta de que he dicho que serás mi mujer y solo te has enfocado en eso? —se encoge de hombros, abre sus labios para replicar pero unos golpes en la puerta la interrumpen.

—¿Amor? —la voz del doctor se escucha fuerte. La niña me mira desconcertada, la ayudo a bajarse y la acompaño a la puerta.

—¿Qué pasa? —pregunto tosco, incapaz de controlar las ganas que tengo de romperle la cabeza. Me observa por escasos segundos antes de centrarse en la niña.

—Tienes unas pruebas pendientes —informa, hojeando los papeles entre sus manos. Sin embargo, la calma que lo suele acompañar parece estar siendo dominada por los nervios.

—¿Yo? —la niña se acerca a él desconcertada —. ¿No eran la semana que viene?

—Sí, pero debes hacer estas antes. Vamos —exige, pero la niña no se mueve.

—¿Sabe una cosa doctor? —me aproximo al ratón, paso mi brazo por su hombro y la pego a mi pecho —. He asesinado a la gente suficiente como para conocer con facilidad cuando alguien me miente.

—¿Disculpe? —baja los papeles y me enfoca con molestia, pero nuevamente veo esa duda en su mirada.

—La niña se queda donde está —sentencio desconfiado.

—Esto no son sus calles Kellerman, estamos en un hospital, y a diferencia de lo que usted acostumbra hacer, aquí salvamos y curamos a la gente —masculle, apretando los puños. Entrecierro los ojos y le observo en silencio, su nuez se eleva con lentitud cuando la saliva pasa por su garganta; nervios. Una fina capa de sudor baña su frente; ansiedad. Su pecho sube y baja demasiado rápido;  miedo.

—¿Por qué no me dice de una puta vez lo que está tramando? —sugiero, perdiendo poco a poco la limitada paciencia que poseo.

—Amor, por favor, ven conmigo —insiste, únicamente centrado en ella. Le regala una mirada asustada antes de aproximarse —. ¿Deberé llamar a su padre?

Mierda. La encaro, niega débilmente antes de separarse de mí y acercarse a él.

»—Volverás en unas horas —toma su brazo y la saca de la habitación. ¿Qué cojones ha sido eso?

Ese hijo de puta tiene algo entre manos, estoy seguro. Giro sobre mis talones y me acerco a la ventana, la ligera brisa que se cuela es reconfortante. Un brillo en el edificio de enfrente capta mi atención, sin embargo, antes de poder averiguar qué mierda es, el grito del doctor me hace voltear.

—¡Amor sal de ahí!

La niña ingresa con una gran sonrisa, corre hacia mí y salta a mis brazos. La rodeo sin dudar, sonriendo como un tonto, disfrutando como un crio.

—No te he dado un beso —suelta en un puchero. Rio ligeramente, atrapando sus caderas.

—Muy mal niña, muy mal —incrementa la mueca, haciendo que me carcajee —. ¿A qué esperas?

Suelta su labio, ese que siempre mantiene atrapado por sus dientes, y se acerca. Sin embargo, antes de poder rozarme, un fuerte ruido estalla en la habitación, seguido sin descanso por cientos más. La niña grita asustada, abrazándome con fuerza. Me dejo caer al suelo de espaldas, sosteniéndola.

—Jodida mierda —mascullo, atrapando su cuerpo —. Ese hijo de puta se va a arrepentir de esto.

¿Intentar matarme doctor? Te creía alguien más inteligente. Pienso ir a por tu familia, matarla frente a tus ojos y dejarte vivo para que, durante toda tu miserable vida, te castigues sabiendo lo que has hecho.

• • •

Vaya, vaya con el doctor...😳 ¿Teníais sospechas sobre él?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro