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Capítulo 8: Neon Lights

Ya había pasado más de una semana de la fiesta y James actuaba normal conmigo, lo que significaba que su cuñada no había dicho nada; ni la verdad, ni una mentira, y eso me aliviaba un poco. 

Estábamos en clases de historia, las cuales eran en la una sala normal y por lo tanto, Eiden estaba junto a mí tomando todos los apuntes que podía.

Eiden escribía extremadamente rápido, como si eso fuera una competencia. Cuando el profesor dejó de hablar, Eiden soltó el lápiz y se masajeo la mano derecha, con la cual escribía.

—¿No tomas apuntes? —me preguntó al ver mi cuaderno en blanco.

Yo me encogí de hombros.

—¿Para que?

—Para estudiar —dijo con obviedad.

Yo le resté importancia, nunca había sido una chica estudiosa y sólo había reprobado un año... no tenía nada de que preocuparme.

—Si te va mal en los exámenes...

—No te metas en mi rendimiento académico, ocúpate de ti mismo.

Pude ver como puso los ojos en blanco y volvió su atención al profesor que había comenzado a hablar otra vez.

[...]

Era viernes por fin. La semana había sido un terrible suplicio y lo único que quería era ir a casa.

Tenía mi Facebook abierto, esperando el mensaje de mi madre indicando que me iría a buscar. Ese sería un fin de semana largo, por lo que la mayoría se estaba yendo a sus casas.

Zafiro entró al cuarto después de ir al baño para tomar su bolso.

—Ya me voy, que estés bien —me dijo. Era una de las primeras veces que era tan agradable conmigo.

Yo estaba sentada frente al escritorio mirando mi laptop fijamente.

—Adiós —me despedí sin voltear.

Unos segundos después, sentí la puerta cerrarse a mis espaldas.

Paso una hora y nada. El internado estaba ya casi vacío y eso provocó que me comenzará a asustar. Quería ir a mi casa, no quería quedarme casi cuatro días sola en ese lugar tan deprimente.

Salí de mi cuarto con la laptop y fui a la cancha para sentarme debajo de las gradas.

Hacia un poco de frío, ya que pronto llegaría el otoño, pero prefería estar afuera tomando aire a que quedarme encerrada en mi cuarto.

De pronto, sentí mis ojos aguarse... extrañaba a mi mamá, a mi papá e incluso a mis hermanos; a mis infelices y desgraciados hermanos.

Sentí pasos que cerca, por lo que me limpié las lágrimas de mis mejillas rápidamente y tomé la laptop para fingir que hacía otra cosa.

James apareció.

—Hola... ¿Estas bien? —me preguntó. Supuse que había notado mis ojos hinchados.

—Sí, lo estoy.

—Está bien... —dijo poco convencido y se sentó a mi lado—. ¿Te iras a tú casa?

—No, no puedo.

—Claro que puedes, puedes salir sola de acá.

Abrí mis ojos con sorpresa.

James tenía razón, no sabía porqué estaba esperando a mi mamá como si yo no tuviera pies.

—Quizás, podemos vernos mañana... ya sabes, en Neon Lights.

Yo lo miré extrañada. Neon Lights era un club nocturno al que podían entrar adolescentes desde dieciséis en adelante, pero mientras fueras menor de dieciocho no podías comprar ninguna bebida alcohólica... o ese era el plan. Era el club más popular de nuestra no muy grande ciudad, por lo que yo había ido varias veces desde los dieciséis y había consumido bebidas alcohólicas y éxtasis sin ningún problema.

—¿Vas a ir mañana?

—Todas las clases de último año irán... ¿no sigues la página de Instagram?

James era mucho más sociable que yo, aun cuando todos lo miraban como si fuera un extraterrestre por tener un par de piercings y un tatuaje.

—Ah, no...

—Aún así, tienes que ir —me dijo, dándome una sonrisa encantadora.

—Está bien.

Podía apostar que había sonado algo boba.

—Nos vemos entonces —James se levantó y se fue.

Yo me quedé algo preocupada. Me alegraba en cierto modo que mis compañeros de clase fueran adolescentes normales que iban a fiestas, pero ir a Neon Lights o al "antro de la perdición" como lo llamaba mi amiga Kim, era otra cosa. Fue precisamente en ese club donde ella casi muere debido al éxtasis y quizás lo peor de todo, era que sus padres aún no tenían idea de qué eso había sucedido.

«Me comportaré», me dije a mi misma.

No podía ser tan difícil mantenerse lejos de los desastres y las drogas fuertes.

[...]

Estaba en la fila para entrar a Neon Lights. Traía puesto un vestido negro, corto y ajustado al cuerpo; también unos tacones negros y una chaqueta del mismo color. Me gustaba el negro, ¿qué más podía decir?

Cuando entré, pude ver a varios de mis compañeros del internado. Había unos que había visto alguna vez en los pasillos y que no eran de mi clase, pero aún así los recordaba.

Mis ojos se abrieron en asombro cuando noté a Eiden, Estela y su grupito de amigos lambiscones. Me sorprendía que ellos asistieran a una fiesta cuando solían actuar como ancianos en vez de adolescentes.

De pronto, vi a James con su novia pidiendo unos tragos en la barra y mi ánimo decayó un poco. ¿Era muy cruel desear que terminarán? Sí, no era correcto, por lo que lo mejor era olvidar esa idea.

Quité mi vista para animarme un poco y me topé con alguien familiar: Kim.

—Ay, maldición.

Kim estaba en las mesas del segundo piso con sus amiguitos traficantes de éxtasis, LSD y marihuana; cuando, supuestamente, ella dejaría todo ese mundo al igual que Josh.

Miré hacia todos lados nerviosa, no quería dejar a Kim sola con esos chicos cuando no había nadie de nuestro grupo para vigilarla, pero tampoco podía dejar que en el internado se supiera la clase de persona que era yo.

Fui a la barra para pedir un trago y me quedé observando el segundo piso. Kim se veía muy feliz, quizás producto de alguna sustancia y eso no me gustó.

Comencé a golpear el vaso entre mis manos con mis dedos, nerviosa.

—¡Heather! ¡Viniste! —James se acercó a mí y me dio un golpe en la espalda.

—S-si —respondí algo distraída.

—Tu amiga Zafiro también vino —me dijo.

En ese momento, noté que su novia estaba a su lado, muy sonriente.

—Zafiro no es mi amiga.

—Ah, ¿no? —negué—. Bueno, el punto es que vino.

Cómo si hubiera oído si nombre, Zafiro apareció junto a mí con su novio o lo que fuera.

—Heather... no creí que fueras la clase de chica que asiste a clubes nocturnos.

Yo reí nerviosa... Si tan solo Zafiro hubiera sabido las cosas que había hecho en mi vida.

—No tanto —mentí—, pero ahora tuve ganas.

Para acabar con la poca calma que me quedaba, Estela y Eiden se acercaron también.

—¿Estas bebiendo alcohol? —le preguntó Estela a Zafiro—. Eres menor de edad, no puedes beber.

—Pues mira como lo hago —Zafiro se empinó su vaso con lo que parecía vodka con jugo de naranja y se lo tomó al seco.

Estela quedó horrorizada y Eiden sólo miraba hacia otro lado, como si quisiera evitar ver que alguien infringía las normas.

En eso, vi a Kim moverse con los demás hacia abajo. La seguí con mis ojos, hasta que comenzó a hacer acercarse mucho a la zona donde estábamos nosotros.

—Creo que necesito tomar aire —mentí para salir de ahí.

Estaba por alejarme cuando choqué con alguien, nada más ni menos, que uno de los amiguitos buena influencia de Kim.

—¿Heather? —sentí mi cuerpo comenzar a sudar frío—. ¡Oye, Kim! ¡Heather está aquí!

Noté que los otros seis me miraban confundidos.

«Esto no puede salir bien», aseguré en mi cabeza.

Yo quería mucho a Kim, solo Michel estaba por sobre ella entre mis amigos, pero en ese momento, deseaba que desapareciera. 

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