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Capítulo 9: Regaño

Lissette
Vamos montados con dos trabajadores de Dani, y debo decir que estoy realmente jodida, si me mandaron a llamar y a traerme cuando saben que estoy saliendo de la escuela, es porque van a regañarme, y sólo hay una cosa por la que pueden hacerlo ahora.

Llegamos al taller de Dani, nos indicaron que pasáramos y nos dirigiéramos a su oficina, ahí ya estaba Roberto también, no quiero.

—Ho-Hola —dije tocando la puerta y abriéndola. Tragué en seco, Dani me mira muy molesto mientras que Roberto ni siquiera sonríe, está de pie recostado sobre la pared al lado de Dani.

—Entren, cierren la puerta y siéntense —demandó Dani sin dejar de verme con el ceño fruncido. Yo pasé y Diego cerró, ambos nos acercamos al escritorio y tomamos las sillas para sentarnos—. Mírame a los ojos. Lis.

Está muy molesto. Mantuve mi cabeza baja.

—Mírame —volvió a demandar y volví a tragar—. ¡Lissette! —di un brinco cuando gritó mi nombre, él nunca me llama así. Subí la vista encontrándome con sus ojos verdes.

—Daniel, cálmate —mencionó Roberto separándose de la pared y acercándose al escritorio—. Lis, explícanos qué es esto —giró la laptop que hay en la mesa, reprodujo un video de la carrera que tuve anoche con Santiago, yo sólo palidecí y volví a bajar la mirada.

—Lissette —habló Daniel con perturbación en su voz—. No se ve que eres tú, pero podemos reconocerte perfectamente. ¿En qué pensabas? ¿Competir contra ese imbécil? ¿En serio? ¡¿Ya olvidaste el tema con Emanuel?!

—No —mi voz tiembla—. Es qué yo... Yo no quise... Lo siento.

—¿Lo sientes? ¡Pudiste haber terminado como Emanuel o incluso pudo pasarte algo peor!

—Perdóname —rayos, realmente quería llorar ahí. Puta madre, ahora sí la cagué.

—Esperen, no tienen que ser así con ella —Diego intentó ayudarme—. Ese tipo la provocó.

—¿Estabas ahí? —preguntó Roberto con seriedad

—No, pero Lis no tendría por qué mentirme a mí o a ustedes.

—Lissette —Dani se recostó en su silla y tocaba su entrecejo, clara señal de que estaba irritado y trataba de no empezar a gritar—. Cuéntanos qué pasó en realidad.

Y ahí estaba yo, volviendo a narrar lo ocurrido, mientras les explicaba las cosas Roberto volvía a poner su sonrisa amable hacia mí, pero Dani, aunque se veía más relajado, no dejaba de verme con el ceño fruncido.

—Así que eso pasó —mencionó Roberto tocándome la cabeza.

—No es razón suficiente para que salgas de tus cabales —replicó Dani—  Me preocupaste mucho cuando no te vi más en el vídeo.

¿Le preocupe? Creo que sonreí un poco al escucharlo decir eso. —Mamá se enteró. Me quitó la moto por dos meses excepto para trabajar o para alguna diligencia que requiera usarla.

—¿Dos meses? —habló Roberto dedutivo— Eso significa que el próximo mes...

—Lo sé, no podré participar.

—Bien, no podemos hacer nada. Consecuencias de tus actos. Vamos, los llevaré a casa —mencionó Dani tomando las llaves de su auto.

—No seas tan duro con ella —alcancé a escuchar eso de Roberto, aunque le había susurrado a Dani. Él suspiró y salió con nosotros.

×~×~×~×~×


Diego
Mucho silencio es lo que hay ahora mismo, vengo en la parte de atrás con Lis, y ella tiene la cabeza baja, realmente está triste, algo que no es nada común ver en ella. Cuando al fin llegamos a casa, nos disponíamos a salir, pero Daniel nos frenó.

—Eso no fue gracioso —dijo severo mirando en especial a Lis—. Diego, veo que no tenías conocimiento de esto, pero no la apoyes en sus arrebatos —me molesté, lo dijo así como si nada, vi que los ojos de Lis se cristalizaban, realmente siente que lo decepcionó.

—Para ser alguien que lleva más tiempo de conocerla que yo parece que nunca ha sabido nada de ella.

—¿Diego? —ella me vio confusa.

—Es verdad, es impulsiva, malhablada, a veces desesperante, pero tiene un buen corazón, y es humana y joven. No es perfecta, como todos comete errores y ella aprende de ellos. Y esos arrebatos sólo salen cuando involucran a alguien importante para ella. Pero no debe preocuparse, yo me encargaré de estar a su lado. Tenga buenas tardes, señor.

Tomé su mano y la jalé para llevarla a casa, la cara de Daniel era una de asombro y para ser sinceros, también estoy sorprendido de mí. No había nadie en casa, algo raro, pero poca importancia le di. Subimos las escaleras y entramos a su habitación.

—¿En serio te gusta ese tipo? —refunfuñé molesto.

—Ah… ¿Diego?

—¿Qué le ves? —la miré con el entrecejo arrugado— ¿Sólo el buen parecido que tiene?

—¿Por qué te pones así?

—¡No lo sé! ¡Sólo no me gusta que te hablen así! ¿Eh? —¿Por qué estoy gritando y enojándome de esta manera? En ese momento me di cuenta que aún la tenía agarrada de la mano, la solté de inmediato— Lo siento —hubo un instante de silencio incómodo—. ¿N-No tienes que alistarte para trabajar?

—Sí, el señor Alejandro me mandó un mensaje en la escuela diciéndome que mi motocicleta ya estaba aquí. Iré a revisarla —otro rato de silencio se instaló—. Eh, Diego.

—¿Sí?

—¿Podrías salir de la habitación?

—Ah, sí, lo siento, claro. Hasta luego —dije saliendo rápido hacia mi cuarto.

Lissette
Eso fue raro, no creí que Diego actuara de esa forma, pero ahora, me siento mal, Dani se enojó conmigo por lo que hice, y con justa razón lo está. Mi arrebato pudo costarme más caro que esa multa, incluso pudo costarme la vida. De cualquier forma debo agradecer que Ángel no estuviera ahí, de lo contrario ahí sí no la hubiera librado con él.

Bajé al garaje para encontrar mi moto, revisé cada parte y parece que no sufrió ningún daño serio, aunque la pintura quedó un poco fea. Puedo arreglar eso, aunque descompletaré un poco el ahorro que tengo. Bien, aún así podré salir a trabajar.
Subí de nuevo a la habitación y cambié mi uniforme escolar por el del trabajo. Avisé a Diego que me iba y luego salí más calmada a mi empleo. Por supuesto Marcos preguntó al ver la ralladura en la motocicleta, pero sólo le dije sobre que un imbécil se atravesó y me hizo caer, que básicamente fue lo que pasó.

—Marcos, ¿de casualidad hay un pedido para la última dirección que me diste ayer?

—¿Eh? ¿Y esa sorpresa? ¿Será que…? —se acercó burlesco— ¿Un chico que te guste?

—Sí —puse mis manos en la cintura.

—¡Oh!

—Que me gustaría matar.

—Eso tiene más sentido. Sí hay un pedido. ¿Lo quieres?

—¡Claro!

Marcos me entrega las pizzas y me acomodo en mi moto, él me pide que al menos borre las evidencias de mi asesinato. Río porque amo a este tipo, es quien mejor entiende mi humor después de Roberto y Dani.
Cuando al fin llegué a la casa de Santiago, uno de sus amigos abre. Le pido que salga a quien busco y el estúpido apareció con una enorme sonrisa.

—Vaya, que gusto que estés bien —me dijo el muy descarado

—Antes que nada, págame las pizzas —me dio el dinero y así pude continuar—. ¡Eres un puto desgraciado!

—¿Con esa boca besas a tu madre? —mencionó sin quitar esa cara burlona.

—¡Me entregaste para salvarte! ¡¿Y qué pasa si me matabas?!

—No ibas a morir, lo sabía, después de todo se trata de ti. Además, si dejaras las carreras me sentiría triste, tu eres mi diversión.

—Realmente eres un imbécil.

—¿No puedes decirme otro insulto?

—Es lo que eres.

—Claro —reía bajo mientras me alejaba—. Te veré el próximo mes.

—¡Por tu culpa no participaré! —volveé enseñando el dedo medio.

—¿Qué? Pero si has estado muy emocionada desde que fuiste elegida.

—Pues gracias a cierto pendejo que estoy mirando y que hizo que la policía me atrapara, ahora estoy castigada y no puedo participar en la carrera.

—Oh, que lastima. Ángel iba a estar también.

—¿Ángel? —dije sorprendida.

—Sí. Tiene comprado su lugar.

Bien, creo que es suerte que no vaya a participar.

Sencillamente me largué sin decir nada más. En las carreras que hacemos, a veces suelen haber algunas personas que observan a los corredores para seleccionarlos en sus competencias legales. Podrías decir que son los cazatalentos de los motociclistas. Este año había sido seleccionada para participar, pero ahora estoy castigada, y todo por mis actos irresponsables.
Bien me lo tengo merecido. ¿Quién me manda a ir de peleonera con alguien tan rata como Santiago? Pero ya, no voy a llorar sobre leche derramada, sólo aceptaré las consecuencias de mis actos.


×~×~×~×~×


Diego
Estaba en mi alcoba, y pude escuchar que mi padre y Verónica tenían una charla en su habitación, aunque no sé sobre qué exactamente, pero alcancé a escuchar a la madre de Lis llorar diciendo algo como que lo más probable es que él iba a salir.
¿Quién es él? Parecía ser serio, pues realmente se escuchaba afligida, quería preguntar, pero sería meterme demasiado. Pero… por alguna razón me siento muy inquieto, quiero ver a Lis lo antes posible y no sé por qué.

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