Decisiones
A Akaashi nunca dejaba de impactarle cómo el mundo seguía igual a pesar de todas las cosas que les pasaban a las personas todos los días. Al salir del hotel él se sentía tan diferente que la idea de que las calles estuvieran prácticamente igual que como habían estado seis días atrás seguía sorprendiéndolo. La nieve caía al igual que en víspera de navidad. Las personas con sus abrigos iban a trabajar apresurados también. Todo era igual, excepto él, claro.
Su apartamento seguía igual también, exceptuando el buzón de voz lleno de mensajes de Bokuto.
Akaashi no quería pensar en lo sucedido, aunque eso no evitaba el sentimiento de plenitud en su pecho ni el que por fin se sintiera parte de algo. Era ridículo ¿no? Lo que él más ansiaba al fin y al cabo era dejar el instinto de lado, era ser más puro y ocultar a su omega, era tener sueños y felicidad más allá de lo que su naturaleza determinara. Y sin embargo estaba ahí, más feliz que nunca por todo lo que había pasado, sabiendo que la experiencia vivida en el hotel había sido diferente a cualquier cosa que antes hubiera experimentado. Que no se comparaba a otro celo, porque no había sido mera satisfacción sexual, porque no era una decisión de su familia, porque había preocupación de por medio... porque había sido Kuroo.
Estaba demasiado cansado como para engañarse a sí mismo y fingir que si se hubiera tratado de otra persona habría sido igual. Todo era distinto porque había sido Kuroo. Su instinto lo había sabido desde siempre, y a pesar de que no le gustaba creer en las tonterías que decía Bokuto sobre tener compañeros predestinados , no veía cómo eso era menos ridículo que la de enamorarse de alguien sin motivo y a primera vista.
Sí, en realidad puede que se tratara del destino. Y el destino debía odiar a Akaashi si hacía que su compañero fuera alguien enamorado de otra persona. Él lo sabía desde hace mucho. No entendía cómo Bokuto no se daba cuenta de ello... Kuroo amaba a Kenma, era solo necesario sumar dos y dos para saberlo. La manera en que lo miraba era distinta a cómo veía a los demás, los detalles y dedicación a su amigo tampoco eran normales. Aunque definitivamente lo más evidente era la mirada de anhelo con la que veía la interacción de Bokuto con él.
La casa seguía oscura. No se había dado el tiempo de abrir las cortinas para que entrara luz. No quería eso tampoco. Recostado en su cama sin siquiera cambiarse se sentía como si a pesar de haber dejado el hotel siguiera en la cama junto a Kuroo. El aroma del alfa impregnado en su piel lo hacía sentir tranquilo, incluso con todos los pensamientos depresivos en su mente.
Se durmió con la sensación de estar envuelto en el abrazo del alfa.
Cuando se despertó, esa misma sensación de compañía lo hizo sentir sucio.
¿¿Qué clase de persona era?? ¿Cómo se había dejado llevar así?
La ducha de una hora junto con la esponja tallando su piel, borrando cualquier rastro de lo que hubiera pasado le dejaron la piel enrojecida.
Cuando Bokuto llegó a su casa el omega ya estaba vestido y relativamente en paz, sin responder aun ninguno de los mensajes o llamadas que tenía. Tenía su móvil apagado y sin la intención de encenderlo pronto. Sentía vergüenza de lo que pudiera pensar el resto, de lo que pudieran creer Bokuto o incluso Kenma; Kuroo era su amigo, no se perdonaría si por lo que había pasado con él, el otro dejara de hablarle como antes. Se sentía asqueado y culpable; nada de esto habría pasado si él no fuera un omega.
Un golpe en la puerta. Su corazón se contrajo pensando en que podía ser Kuroo.
Dos, tres, cuatro golpes. Solo con la insistencia supo que era Bokuto. El sentimiento de decepción mezclado con alivio.
—Bokuto— dijo Akaashi al abrir la puerta, sonriendo. El peligris no tenía por qué saber que en realidad no estaba bien.
—¡Lo siento Akaashi! Es todo mi culpa – se disculpó el mayor en el marco de la puerta arrodillándose.
—No tienes por qué. No te quedes en la puerta – respondió tranquilamente y adentrándose en el apartamento. Bokuto lo siguió pasado unos segundos—. ¿Quieres un té? – cuestionó desde la cocina al otro, quien simplemente negó con la cabeza.
—¿Cómo estás? – preguntó inocentemente y sentándose en una silla del pequeño comedor hasta donde habían avanzado. Akaashi se ubicó a su lado.
—Bien, siento haber faltado tanto a trabajar...
—¡No! ¡¡No te preocupes por eso Akaashi!! Kuroo... yo no sabía, no pensé que él haría algo así.
—Es lo que los alfas hacen con los omegas cuando entran en celo Bokuto... no lo culpo. Y tampoco a ti— finalizó brindándole una sonrisa tranquila.
—No se supone que fuera así Akaashi... él se aprovechó de ti. Antes que ser un omega, eres nuestro amigo. Eres MI amigo y compañero de trabajo. Kuroo no respetó nada de eso.
—Él no pensaba con claridad. Esto no cambia la forma en que pienso de ti, solo es algo con lo que debo tratar. Nada es definitivo hoy en día... podemos arreglar esto.
Bokuto al oír a Akaashi se congeló. Era peor de lo que pensaba. Por supuesto que era peor de lo que pensaba. En un principio no se había dado cuenta porque estaba más preocupado de ver cómo se encontraba el menor de forma general así como de pedir disculpas, pero si se fijaba, podía ver la marca en su cuello.
Iba a matar a Kuroo.
—Él... Voy a matarlo.
—No, no lo harás.
—¡Esto no es solo una violación Akaashi! Él te quitó tu libertad. No se supone que marques a un omega a menos que él te dé su autorización cuando está en sus cinco sentidos, lo que él hizo es... Dios. No puedo creerlo. Yo fui egoísta, esto pasó porque fui egoísta.
El que Bokuto pensara en todo lo que pasó de esa forma tan fría hizo que Akaashi se sintiera peor. Seguía sin culpar del todo a Kuroo. Al fin y al cabo no todos eran como Bokuto, él era especial. No se dejaba llevar tanto como otros. Esto era porque tanto él mismo como Kuroo eran normales, se dejaban llevar por su instinto... eran sucios. Él más que nadie, debería haberlo sabido. Sus recuerdos no eran ilusiones al fin y al cabo, él sabía de esto.
—No digas eso Bokuto. Era tu primera navidad con Kenma, un momento especial para ambos. No puedes culparte por cada problema que ocurra a tu alrededor.
—Quiero ayudarte Akaashi.
—No es necesar...
—Sé que hay una forma para borrar el vínculo. Es un tratamiento, algo muy reciente... dicen que es algo doloroso, pero te prometo que a Kuroo le va a doler más. No han sido compañeros por mucho, quizás eso ayude – dijo Bokuto interrumpiendo al pelinegro.
Akaashi sabía de eso. Así también sabía que solo se llevaba a cabo en caso de abusos. El tratamiento era un martirio... una vez estás unido a un alfa, aun siendo algo de corto tiempo, el lazo que se forma entre ambos es tan fuerte que cuando se rompe se sentía casi como morir. Por eso no estaba recomendado a menos que realmente fuera un caso de violación, e incluso en ellas solo si la relación no funcionaba. Incluso en muchos de esos casos, algunos omegas preferían seguir con su alfa, así de terrible era. Hasta donde sabía Akaashi ni siquiera se llevaba a cabo antes de un examen médico que comprobara que el omega estaba en malas condiciones.
Aun así, lo peor de las palabras de Bokuto no eran el sugerir que se rompiera el vínculo, era el que pensara que todo se había tratado de dolor, de abuso... de no consentimiento. Cada una de sus palabras lo golpeaba con fuerza, cada queja contra Kuroo se sentía contra él también.
Una parte de él, una muy pequeñita, sabía que era irracional pensar así pero no evitaba el sentimiento. No evitaba el que se sintiera miserable.
—Bokuto. Yo... tengo que pensarlo.
—Lo sé, lo sé. Solo quiero que sepas que puedes contar conmigo. Y Kenma— añadió sonriendo.
—Gracias. Ahora cuéntame cómo fue tu navidad con Kenma.
Bokuto comprendió que esa petición era un punto final a la conversación anterior, por lo que dejó los pensamientos negativos de lado y procedió a contarle su desastrosa y maravillosa navidad con Kenma. Cómo se había destruido el pastel que tanto trabajo le había costado hacer cuando la nieve acumulada en una de las ventanas había caído sobre él justo cuando Bokuto entraba al complejo de apartamentos donde vivía su compañero. Así también le contó cómo la comida que Kenma había preparado se había quemado cuando el más joven se vició jugando en medio de la preparación. Le contó cómo ambos terminaron enfurruñados un buen rato antes de sonreír de nuevo y simplemente hacer unos emparedados y mugcakes. No había sido perfecto, pero el sentimiento final había sido de alegría y Bokuto todavía sonreía recordándolo. Esa felicidad del peligris había hecho reír también a Akaashi.
No todo era tan malo. Al fin y al cabo, aunque él había cambiado el mundo no estaba tan diferente.
Bokuto se fue de su casa despidiéndose con una sonrisa, Akaashi también sonreía cuando cerró la puerta.
Un nuevo golpe. Abrió sin dudarlo, Bokuto siempre se olvidaba cosas.
—Ey – saludo Kuroo. Tenía el lado derecho del rostro hinchado y amoratado.
—Kuroo...
—¿Puedo pasar?
"No"
—Sí, por supuesto – dijo entrando junto a él.
El comedor de nuevo tenía a personas en él. Ocuparon los mismos lugares que antes, solo que ahora Kuroo se posicionaba donde había estado Bokuto.
—¿Cómo llegaste acá?
—Seguí a Bokuto – respondió rápidamente, mientras Akaashi seguía observando su rostro—. Sí, eso también lo hizo Bokuto – comentó Kuroo.
—Lo siento –murmuró Akaashi—. Traeré hielo.
Kuroo no dijo nada, solo observó cómo el otro iba hasta la cocina a buscar el hielo. Luego de dejar el hotel había ido a su oficina a ver cómo avanzaban las cosas sin él. Todo era un desastre por supuesto, por lo que intentó ayudar a que la situación se normalizara antes de ir a ver a Bokuto. Cuando llegó a la cafetería, su bienvenida fue un puñetazo y gritos, parecía el padre de una virgen vengando su honor, y Kuroo estaba demasiado irritado como para aguantar todo este espectáculo. Permitió que el peligris le diera un par de golpes más y luego lo arrastró a su oficina para preguntarle por la dirección de SU compañero. Bokuto no cooperó, aunque eso se lo esperaba, por lo que simplemente después de un rato fingió marcharse de la cafetería y esperó hasta que el otro saliera, para seguirlo.
Su amigo era muy predecible.
—Gracias – dijo cuando Akaashi le dio una bolsa con hielo junto a una toalla.
El apartamento era pequeño, no estaba ubicado en un gran barrio y se veía que solo tenía lo necesario para vivir. Le faltaba personalidad al lugar que ya de por sí era austero. Incluso los muebles tenían líneas simples y faltos de color. A Kuroo no le gustó ese lugar para su compañero. ¿Acá llegaba después del trabajo? De alguna forma se sentía demasiado frío, y el imaginarlo acá solo le contrajo un poco el corazón.
—Tenemos que hablar Akaashi...
—Lo sé. No debí irme así – dijo sentándose nuevamente junto a Kuroo.
—No, está bien. Lo entiendo.
El ambiente estaba tenso, aunque no se sentía extraño. No existía esa distancia que ambos pensaron podría estar presente.
—No te culpo de nada – por fin habló Akaashi seriamente—. No tenías cómo saber que yo era un omega... No tienes nada de lo que preocuparte.
Kuroo enarcó una ceja.
—No lo digas como si no me involucrara nada de esto. No fue simplemente que tuviéramos sexo, no es un trámite o algo de lo que podamos olvidarnos o despreocuparnos.
—Solo no quiero hacer las cosas más difíciles.
—No tienen por qué serlas... Podemos empezar de cero. Sé que no debí haberlo hecho sin tu autorización, pero no es un camino de doble vía, tenemos que seguir adelante.
—Hay alternativas.
—¿Tan terrible es la idea de estar conmigo que prefieres eso? Ni siquiera es un método completamente confiable, puede que solo sufras y el vínculo siga ahí.
—No se trata de eso. Nos relacionamos con un círculo de amistades similar...
—¿Y?
—Preferiría que todo siguiera como es ahora.
—¿Por qué?
—Bokuto está en contra de esto... no quiero que sigan peleados.
Una irritación que se estaba volviendo habitual se asentó en su pecho. Su compañero estaba más preocupado de lo que pasara con Bokuto que incluso de él mismo. Estaba preparado para el rechazo basado en que había actuado mal, pero no a esta calma y argumentos ligados a otra persona.
—¿¿Esto se trata de Bokuto??
—No se trata de Bokuto solamente....
—¿Solamente? Es decir que una parte si es por él.
—¡Por supuesto que sí!— habló esta vez Akaashi alzando más la voz y observándolo seriamente—. Es tu mejor amigo y mi jefe, es el compañero de tu amigo de la infancia. No se supone que su relación sea así.
Nada de esto tenía sentido. Solo eran excusas, la voz de su instinto gritándole que todas las palabras del omega no eran más que una manera de esconder algo más. También diciéndole que en realidad el círculo de amistades no importaban... ¿Cómo Akaashi no sentía lo mismo? ¿Era posible que un omega emparejado fuera tan frío? ¿Era porque ya amaba a alguien cuando lo marcó?
—¿Te das cuenta de lo que estás sugiriendo? Aunque quisiera que todo siguiera igual mi instinto no me lo permitiría. Eres MI compañero.
—Yo...
—Sé que es difícil de digerir. Sé que no hicimos las cosas bien, pero solo queda seguir adelante.
Akaashi esta vez no respondió.
—¿Estoy hablando con Kuroo o simplemente con su parte alfa? Al Kuroo que conozco le importaría más su alrededor, lo que pensaran sus amigos. Lo que pensara Kenma— añadió al final y dándole énfasis. Sus palabras se sintieron como un golpe para el otro.
—¿Qué intentas hacer? –preguntó esta vez acercándose más al otro—. Cuando sea tu siguiente celo qué harás. ¿Lo pasarás solo? ¿Nos harás sufrir de esa manera solo porque te molesta herir las sensibilidades de Bokuto?
—Pensaré en algo.
—Bien. Solo tengo una pregunta más.
—¿Si?
—¿Sentiste que abusé de ti?
Kuroo se había alejado del omega nuevamente y emitido la pregunta como si se tratara de algo casual.
—... No— susurró Akaashi.
—Gracias – dijo antes de salir del comedor hacia la puerta. Akaashi siguió sus pasos, recién en la entrada del departamento volvió a mirar a su compañero—. Para hacer que el vínculo deje de existir si no hay pruebas de abuso piden la autorización del alfa.
—Lo sabía.
—No la voy a dar si la pides, incluso si viene Bokuto— . Su rostro demasiado cerca cuando dijo las siguientes palabras—. Ni siquiera si me lo pide Kenma.
—No eres tú el que habla.
—Sí lo soy. No creas que por verme un par de veces en la cafetería me conoces lo suficiente como para decir eso. Entiendo que no quieras saber de mí, pero por motivos que nos envuelvan a ambos no a otro alfa, menos a uno emparejado. Este mes permaneceré lejos, pero te voy a preguntar de nuevo.
—Mi respuesta va a ser la misma – respondió Akaashi con una máscara impertérrita en el rostro.
—Ya veremos.
La puerta se cerró suavemente. No había rabia en las palabras del alfa, pero claramente había una advertencia en las mismas "No me voy a alejar" decía el mensaje detrás. A pesar de ser masoquista, a Akaashi le gustaba ese mensaje, hacía que su corazón se acelerara.
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