capítulo 39
ZION
El tiempo pareció detenerse cuando el médico se acercó a nosotros; mis sentidos estaban alerta mientras trataba de leer su expresión facial. La incertidumbre pesaba sobre mí como una nube oscura amenazante; cada segundo se sentía como una eternidad mientras esperaba saber qué había pasado con Gwendolyn.
Faith se aferró a mi mano mientras nos dirigíamos hacia donde estaba mi padre; sus ojos reflejaban tanto miedo como esperanza mientras esperábamos respuestas sobre la mujer cuya vida dependía ahora del esfuerzo colectivo del personal médico del hospital.
El médico respiró hondo antes de hablar:
—Gwendolyn ha tenido una noche difícil… pero ha mostrado signos alentadores esta mañana —comenzó explicando mientras sus ojos buscaban los nuestros para transmitir confianza ante la adversidad—. Sin embargo, todavía estamos monitoreando su condición cuidadosamente ya que sigue siendo crítica; necesitamos mantenernos alertas ante cualquier cambio inesperado…
El alivio inicial fue rápidamente reemplazado por otra ola de ansiedad al escuchar “crítica”. Sabía que esto no era suficiente para bajar la guardia; cada minuto contaba en esta lucha por mantenerla viva.
Ella tiene que estar bien, no se puede perder la fe.
Mi padre intervino:
—¿Hay algo más que podamos hacer?
—Lo mejor ahora es esperar, aunque también es importante mantener la calma y transmitirle energía positiva cuando sea posible; sabemos que la conexión emocional puede influir mucho en estos casos.
Miré hacia Faith quien seguía sosteniendo mi mano firmemente; entonces comprendí lo crucial que era nuestra presencia aquí hoy tanto para ella como para Gwendolyn misma…
Luego recordé las palabras del médico sobre “energía positiva” y decidí actuar acorde a ello:
—Vamos a hacer algo especial para Gwendolyn… algo bonito cuando podamos verla. —Me dirigí a Faith mientras le sonreía.
Ella asintió entusiasmada:
—¡Sí! Podemos dibujarle algo hermoso... ¡O regalarle flores cuando despierte!
Su entusiasmo era contagioso; decidimos reunirnos nuevamente frente al jardín donde habíamos pasado tiempo dibujando anteriormente; sería nuestro pequeño ritual para enviarle buenas vibras a Gwendolyn mientras esperábamos noticias sobre su estado crítico.
Las horas pasaron lentamente mientras dibujábamos flores coloridas llenas de vida; cada trazo representaba nuestros deseos más profundos para la Damisela: fuerza, amor y esperanza.
Cuando finalmente nos llamaron para entrar a ver cómo estaba ella, sentí mariposas revoloteando dentro de mí; sabía que este sería un momento crucial tanto para mí como para Faith.
Teníamos tanto que decirle.
Al entrar a la habitación donde Gwendolyn estaba siendo atendida nuevamente noté cómo los monitores emitían pitidos regulares pero suaves; había algo reconfortante en ello. Su rostro estaba pálido, aunque sereno al dormir rodeada por tubos conectados a su cuerpo.
Faith corrió hacia su lado dejando caer nuestro dibujo sobre la cama junto a ella:
—¡Mira! ¡Te hicimos flores hermosas! —exclamó, muy emocionada.
Gwendolyn permaneció inmóvil, aunque podía sentir cómo nuestras energías positivas comenzaban a fluir hacia ella desde donde estábamos.
Me acerqué lentamente tomando asiento junto a Faith mientras le acariciaba suavemente el cabello. Tenía tanto miedo, pero también sabía cuánto significaba esto para ambas.
Era hora de enfrentar esta tormenta.
Con cada latido del monitor resonando como un eco constante recordándonos lo frágil e incierto que era todo aquello. Sentí cómo nuestras almas se conectaban más allá del dolor físico e incluso emocional. La lucha no había terminado todavía. Pero, teníamos esperanza. Y eso era suficiente por ahora.
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