ZION

He arruinado todo. No debí decirle eso. Por mucha verdad que es, no tenía por qué decírselo. Lo mejor era guardarme mis sentimientos. Esto sólo va a complicar las cosas.

Aún sentado frente al sofá me permito suspirar. Las últimas tres palabras de la Damisela se repiten una y otra vez en mi mente. Maldito seas, Caballero. Dios, todo es mi culpa.

Voy a la habitación que me corresponde y me siento en la cama. Me quito los zapatos y la camisa. Dejo todo ordenado. Me acuesto. Un par de minutos después me dejo vencer por el sueño. Despierto a las 9:12 de la mañana. Estoy completamente solo en la casa. Faith debe estar en la escuela. Archibald y Gwendolyn deben estar juntos en algún lugar.

Para no aburrirme continúo mi lectura digital. Me parece irónico que intente resolver los misterios del libro cuando ni siquiera soy capaz de desvelar los que me rodean. Es mejor que al menos me distraiga con un buen libro. Las horas pasan con lentitud. Dejo la lectura para después y me decido a continuar mis investigaciones sobre The Black Cat.

Es lo único que me queda.

Abro redes sociales. Voy al foro en línea en el que descubrí a Archibald Lanchester. Lo único nuevo aquí es la noticia de que dejaron en libertad al hombre que fingió ser el ladrón. Los comentarios dicen que la policía es incompetente al haber encarcelado a alguien que claramente no era el criminal, que debieron investigar más, etcétera. Dicen que el marido de Gwendolyn es sólo un loco que quería atraer la atención y tener sus quince minutos de fama.

Es ahora cuando compruebo que Archibald no lo hizo sólo por la fama del momento. Nadie en su sano juicio querría ir a la cárcel sólo para ser el centro de atención. Él sabe quién es el criminal y nunca lo dirá. Atrajo la atención hacia sí para que el verdadero The Black Cat estuviera libre de sospechas.

El tiempo que el hombre estuvo en prisión es el mismo que lleva el ladrón sin atacar. Creo que es hora de investigar a fondo. Debo visitar las casas saqueadas y hacer un par de preguntas. Los afectados pueden darme información útil o eso creo.

Busco los apellidos de las víctimas. Todos son personajes importantes y son socios de mi padre. Sé dónde están ubicadas las mansiones. Me pregunto si todo se trata del gobernador, de mi familia. No puede ser casualidad que sólo los compañeros de negocios de mi padre sean los afectados. Debe haber una conexión entre todos ellos. En esta ciudad hay más gente rica que en cualquier otra, ¿y sólo los amigos de mi papá?

Es muy sospechoso.

—¡Ya te dije que no me acosté con él! —Una voz me devuelve a la realidad. Es la Damisela.

—¡No te creo nada, maldita zorra! —soltó Archibald.

Me hierve la sangre al escucharlo. ¿Cómo puede hablarle así? Voy a salir justo cuando escucho:

—¡Al menos él sí me trata con respeto! ¡No como tú!

Habla de mí.

Se hace un silencio abrumador. La calma es aterradora y sé que está pasando algo, no puede ser posible que después de tantos gritos las cosas se hayan calmado así como así. Salgo de la habitación.

Actúo por impulso al ver a Archibald estrangulando a su esposa contra una pared de la cocina. Ella lucha, se está quedando sin aire. Aparto al hombre de ella y logro darle un puñetazo en la nariz. La sangre no tarda en salir.

—Gwen, ¿estás bien? —Sueno preocupado. Ella tose y asiente. La ira burbujea en mi interior.