capítulo 29
ZION
Mis ojos estaban rodeados de sombras de colores vibrantes, mis labios pintados de un rojo brillante y, para rematar, un toque de purpurina en las mejillas que me hacía parecer un verdadero payaso.
—¡Mira, Zion! —Faith saltó de alegría—. ¡Te ves increíble!
No pude contener la risa. La imagen que reflejaba el espejo era tan ridícula que me sentí como si hubiera sido sacado de una película cómica.
Una comedia realmente graciosa.
—¡Soy el payaso más guapo del mundo! —exclamé, haciendo una mueca exagerada y estirando los labios para mostrar la pintura.
Faith se unió a mis carcajadas, y en ese momento, la puerta se abrió. Archibald apareció en el umbral, con una expresión de sorpresa que rápidamente se transformó en enojo al ver mi rostro maquillado.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —gritó, su voz resonó con fuerza en la habitación.
Faith se encogió un poco, y mi corazón se hundió al ver la tristeza en su rostro.
El padre que tiene no es el que merece.
—Papá, ¡estamos jugando a maquillarnos! —dijo ella, tratando de sonar alegre, pero su voz temblaba.
Archibald frunció el ceño y se acercó a mí con pasos firmes.
—¿Tú? ¿Maquillándote? Esto es ridículo. —Su tono era despectivo, y eso hizo que la sonrisa de Faith se desvaneciera por completo.
—Es solo un juego, Archibald —intervine, intentando calmar la situación—. Faith solo quería divertirse un poco.
Pero él no estaba dispuesto a escuchar.
—¡No tienes que hacer el payaso aquí! —gritó con su voz llena de furia y desprecio.
La pequeña Faith bajó la mirada, y su rostro se tornó triste. En ese instante, sentí una punzada de rabia hacia Archibald. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no podía dejar que su hija disfrutara de esos momentos?
—Archibald, por favor... —Empecé a decir, aunque él me interrumpió.
—¡No quiero verte así! ¡No quiero que estés cerca de mi hija! —Su voz era como un grito ensordecedor.
Faith miró a su padre con ojos tristes.
—Papá... yo solo quería jugar... —susurró, casi con lágrimas en los ojos.
Fue un momento desgarrador. La risa que había llenado la habitación se había desvanecido, dejando solo un silencio incómodo. Archibald pareció darse cuenta de lo que había hecho y su expresión cambió ligeramente, pero no lo suficiente como para disculparse.
—Ve con tu madre, Faith —ordenó con un tono más suave, pero aún firme.
La niña asintió lentamente y se alejó hacia la puerta. Antes de salir, me miró con una mezcla de tristeza y confusión.
—Lo siento, Zion... —murmuró antes de cerrar la puerta detrás de ella.
Ella no merece esto.
Me quedé allí, sintiendo cómo la frustración se acumulaba en mi pecho. Archibald me miró con desdén y yo le devolví una mirada desafiante.
—No sé qué tipo de relación tienes con Faith, pero no te quiero cerca de ella si vas a actuar así —emitió.
—Solo estaba intentando hacerla reír —respondí, sintiendo cómo la ira empezaba a burbujear dentro de mí—. No entiendo por qué no puedes dejarla disfrutar un poco.
Archibald se cruzó de brazos y me miró con ese desdén característico de él.
—Porque no es apropiado. No eres parte de esta familia.
Tiene razón...
Su comentario me dolió más de lo que esperaba. Antes de que pudiera responderle, decidí que no valía la pena continuar esa discusión. Me levanté de la silla giratoria y me dirigí hacia la puerta.
—Quizás no sea parte de su familia, pero al menos puedo ser un amigo para ella —dije mientras salía de la habitación.
Al cerrar la puerta tras de mí, sentí una mezcla de tristeza y rabia. No podía creer lo que acababa de suceder. Pero sabía que haría lo posible por estar ahí para Faith, sin importar lo que Archibald pensara. Ella merecía momentos felices, incluso si eso significaba ser un payaso de vez en cuando.
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