capítulo 20
ZION
El trayecto hacia la mansión fue un torbellino de emociones. Debía ir caminando ya que no tenía auto ni dinero conmigo. Cada kilómetro que avanzaba me acercaba a un lugar que había conocido como hogar, pero que ahora se sentía más como una prisión. Aunque, creo que siempre se había sentido así.
Al llegar, la imponente fachada de la mansión se erguía ante mí, con sus altos muros y ventanas oscuras que parecían observarme. Tomé aire profundamente antes de entrar. Sabía que tenía que enfrentar a mi padre, y no sería fácil. La traición de los guardias seguía ardiendo en mi pecho, y no iba a dejar que se quedara sin respuesta.
Así que los delataría.
Cruzar el umbral de la puerta principal fue como entrar a un campo de batalla. El aire estaba cargado de tensión, y cada paso resonaba en el suelo de mármol. Caminé por el vestíbulo, notando la ausencia de los guardias que solían estar siempre presentes. Su falta era inquietante y confirmaba mis sospechas.
—¡Padre! —grité, mi voz resonó en el silencio.
No pasó mucho tiempo antes de que él apareciera, su figura robusta y autoritaria emergió de las sombras. Su mirada se posó en mí, y en su expresión vi una mezcla de sorpresa y desdén.
—Zion. —Sonaba furioso—. ¿Dónde te habías metido?
—Es una larga historia —respondí con voz firme—. Estoy aquí porque necesito hablar contigo sobre lo que sucedió: tus guardias más leales me han traicionado.
Él frunció el ceño, su actitud defensiva ya era evidente. No creía nada de mis palabras.
—No tengo tiempo para tus tonterías. Mis guardias han estado al servicio de esta familia durante años. No permitiré que pongas en duda su lealtad.
—¿Lealtad? —exclamé, sintiendo cómo la rabia comenzaba a burbujear dentro de mí—. ¡Me traicionaron! Los guardias cambiaron mi seguridad por dinero. Me dejaron vulnerable y expuesto.
Lo peor es que fui secuestrado.
Su expresión se endureció aún más, y vi cómo su mandíbula se apretaba. Casi podía sentir la ira recorrer cada una de sus venas. Apretó los puños y mencionó:
—Estás hablando de hombres que han servido a nuestra familia desde que tú naciste. No puedes simplemente acusarlos sin pruebas.
—¡Pruebas! —grité, sintiendo cómo la frustración me consumía—. ¿Acaso necesitas pruebas para creerme? ¿No es suficiente lo que he pasado?
En ese momento, su mano se movió rápidamente, y sentí el impacto de su golpe en mi mejilla. Caí hacia un lado, aturdido por la sorpresa y el dolor.
—¡No me hables así! —gritó—. No toleraré tu insolencia. Estos hombres son leales a mí y a nuestra familia. No permitas que tu estupidez te lleve a la ruina.
Me levanté lentamente, tocando mi mejilla adolorida. La ira burbujeaba dentro de mí, pero también una tristeza profunda. Mi propio padre no solo no creía en mí, sino que estaba dispuesto a golpearme por defenderme. En parte, eso ya lo sabía, pero era doloroso comprobarlo.
—No estoy tratando de desacreditar a nadie —dije con voz temblorosa, aunque decidida—. Solo quiero que entiendas que me han puesto en peligro y no puedo quedarme callado.
Él me miró fijamente, sus ojos se notaban fríos como el hielo.
—Si sigues así, te arrepentirás. No tengo tiempo para tus dramas sin sentido.
Si tú sigues así, padre, perderás todo.
Con eso, se dio la vuelta y comenzó a alejarse. En ese instante, sentí una mezcla de impotencia y determinación. Sabía que no podía rendirme; tenía que descubrir todas las verdades y protegerme a mí mismo.
Subí a mi habitación y recogí mis cosas. Me despedí de Sarahí y de mi hermana pequeña. Me dolía dejarlas solas con ese monstruo que es el gobernador, sin embargo, debo hacer esto.
Por muy doloroso que sea.
Salí de la mansión con el corazón pesado, pero también con una nueva resolución. No podía confiar en mi padre ni en los hombres que había elegido para protegerme. Tenía que encontrar mi propio camino, descubrir quiénes eran mis verdaderos aliados y asegurarme de que nunca más me dejaran vulnerable.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro