ZION

Había tomado una decisión. No podía quedarme aquí y que mi familia pensara que me habían secuestrado —cosa que sí pasó, gracias a mis traidores guardias—, por lo tanto iría a mi casa. Tomaría un par de cosas y diría que me marcharía.

Muy simple.

La atmósfera en la sala era tranquila, pero podía sentir que la tensión flotaba en el aire. Faith estaba sentada en el sofá, hojeando un libro que había traído de la escuela, mientras que la mujer pelinegra me observaba con una mezcla de curiosidad y cautela. Sabía que tenía que hablar con ella sobre mis planes, pero no estaba seguro de cómo lo tomaría.

—Gwendolyn —pronuncié su nombre, tomando aire para calmarme—. Hay algo de lo que quiero hablar contigo.

Ella levantó la vista, su expresión cambió a una más seria.

—¿Qué sucede?

—He estado pensando... necesito ir a mi casa. Solo para recoger algunas cosas —dije, intentando sonar casual, aunque sabía que no era tan simple.

Gwendolyn frunció el ceño.

—¿A tu casa? ¿No crees que eso es un poco arriesgado?

—Lo sé, pero no puedo quedarme aquí indefinidamente sin tener mis cosas —respondí—. Solo necesito un par de maletas de ropa y algunas cosas personales.

Ella me miró fijamente, como si estuviera analizando mis palabras.

—¿Y después de eso? ¿Vas a quedarte aquí por tiempo indefinido? —No parecía muy contenta.

—Sí —admití, sintiendo que era mejor ser honesto—. No tengo a dónde ir y necesito un lugar seguro.

Gwendolyn suspiró, su expresión se tornó más seria de lo que ya estaba.

—Zion, esto es... complicado. No estoy segura de que sea lo mejor para mí o para mi hija tener a un extraño más tiempo del necesario bajo el mismo techo.

Tiene razón, pero no tengo opción.

Entendía su preocupación. Después de todo, había sido un completo extraño hasta hace poco y prácticamente lo sigo siendo. Sin embargo, una parte de mí no quería ser un desconocido. Esa parte de mí es la que se siente atraído por ella y no tiene caso negarlo.

—No soy un extraño si me das la oportunidad de demostrarte que puedo ser confiable —aclaré, tratando de mantener la calma—. Solo necesito un poco de tiempo.

Ella se pasó una mano por el cabello y volvió a suspirar. Negó con la cabeza, mirando hacia el suelo y después me miró.

—Lo entiendo, pero esto es mucho para mí. Y Faith ya tiene suficientes cambios en su vida sin tener que lidiar con esto.

Miré a la niña, quien seguía absorta en su libro, ajena a la conversación entre su madre y yo. Me pregunté si ella entendería lo que estaba pasando.

Es tan pequeña como mi hermana...

—Te prometo que no causaré problemas. —Le hice saber—. Solo necesito un lugar donde quedarme mientras resuelvo todo esto.

Gwendolyn se quedó en silencio por un momento, considerando mis palabras. Podía ver que estaba luchando con su decisión. Finalmente, suspiró de nuevo y me miró directamente a los ojos.

—Está bien, Zion. Ve a tu casa y recoge tus cosas, pero solo por un par de horas. No te quedes más tiempo del necesario.

Sentí un alivio inmediato al escuchar su respuesta, aunque sabía que aún había una gran montaña por escalar en cuanto a ganar su confianza.

—Gracias —dije sinceramente—. Prometo que seré rápido y estaré de regreso antes de que te des cuenta.

Ella asintió, aunque su expresión seguía siendo cautelosa.

Mientras me preparaba para salir, no pude evitar pensar en lo complicado que sería todo esto. Había tomado una decisión al quedarme aquí, pero ahora tenía que demostrar que merecía esa oportunidad.

Tengo que hacer que Gwendolyn y Faith confíen en mí.

Me dirigí hacia la puerta, sintiendo el peso de lo que estaba dejando atrás y lo que estaba por venir. Tenía que ser fuerte y decidido; no podía permitirme fallar ahora.