capítulo 16
ZION
El silencio que dejó The Black Cat fue ensordecedor. La puerta se cerró con un golpe sordo, y la oscuridad me envolvió como una manta pesada. La soledad me apretaba el pecho, y mi mente comenzó a girar en círculos, atrapada en una espiral de pánico.
—¡Ayuda! —grité—. ¡Alguien, por favor!
Solo el eco de mis propias palabras me respondió. La desesperación se apoderó de mí mientras intentaba liberarme de las cuerdas que me ataban. Tiré con todas mis fuerzas, pero solo conseguí que la soga se hundiera más en mi piel, provocando un dolor punzante que me hizo gritar de frustración.
Ya me encontraba bastante desesperado.
—¡Ayuda! —Volví a gritar, sintiendo que cada vez era más difícil mantener la calma.
¿Cuánto tiempo pasaría antes de que alguien se diera cuenta de que estaba desaparecido? La idea de que nadie vendría a buscarme aumentó mi terror. La imagen de The Black Cat sonriendo mientras contaba los billetes del rescate se repetía en mi mente. Tenía que pensar en un plan, aunque la confusión y el miedo nublaban mis pensamientos.
De repente, escuché un sonido a lo lejos, un leve crujido que provenía de la puerta. Mi corazón se aceleró y me quedé en silencio, conteniendo la respiración. ¿Era él de nuevo? ¿O tal vez alguien más?
—¡Ayuda! —grité una vez más, con más fuerza esta vez—. ¡Por favor!
El sonido se detuvo, y la tensión creció en el aire. Me esforcé por escuchar cualquier indicio de que alguien estuviera cerca, pero solo el silencio me respondió. La angustia me invadió nuevamente, y la impotencia se convirtió en desesperación.
En un último intento por llamar la atención, comencé a patear la silla, golpeando el suelo con fuerza mientras gritaba:
—¡Sácame de aquí! ¡No soy un objeto! ¡Soy una persona! ¡Ayuda!
Mis gritos resonaban en las paredes como un eco de desesperanza. Así y todo, no podía rendirme. Tenía que seguir luchando. Tenía que encontrar una manera de salir.
Después de todo no tengo más opción que luchar.
Las cuerdas seguían apretándose contra mi piel, pero decidí concentrarme en lo que podía controlar. Miré a mi alrededor, buscando cualquier cosa que pudiera ayudarme. La habitación era oscura y vacía, pero había algo en el rincón: un pequeño destello metálico.
Con cada golpe de la silla contra el suelo, el destello se hacía más visible. Era una pequeña cuchilla, olvidada o tal vez intencionadamente dejada allí por The Black Cat. El aliento se me cortó al darme cuenta de que podría ser mi única oportunidad.
Concentrándome en el destello, moví la silla con todas mis fuerzas hacia el rincón. Sentí cómo las cuerdas se desgastaban un poco más con cada movimiento, pero no podía rendirme. Finalmente, logré acercarme lo suficiente para alcanzar la cuchilla con mis dedos.
La esperanza renació en mí mientras la sostenía entre mis manos. Con cuidado, comencé a moverla contra las cuerdas que ataban mis muñecas. La fricción era intensa y dolorosa, aunque no podía detenerme. Cada segundo contaba.
—¡Vamos! —murmuré para mí mismo—. ¡No te rindas!
Puedes hacerlo, Zion.
Sentí que las cuerdas comenzaron a ceder. Un chispazo de alivio recorrió mi cuerpo cuando logré liberar una muñeca. Con rapidez, pasé a la otra y luego a mis tobillos.
Estaba libre.
Sin perder tiempo, me levanté de la silla y busqué la salida. La habitación estaba oscura y desordenada, pero tenía que encontrar una manera de escapar antes de que The Black Cat regresara.
Me dirigí hacia la puerta y la empujé suavemente. Estaba cerrada, pero no quería rendirme ahora. Con un empujón decidido, logré abrirla y me encontré en un pasillo largo y sombrío.
El eco de mis pasos resonaba mientras avanzaba cautelosamente, cada sonido parecía amplificarse en el silencio opresivo. Tenía que encontrar una salida y avisar a alguien sobre lo que estaba sucediendo.
—¡Por favor! —grité nuevamente—. ¡Ayuda!
Pero esta vez había algo diferente en mi voz: determinación. Sabía que no podía dejar que The Black Cat ganara. No iba a ser solo una víctima más en su juego retorcido.
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