9 - Lo raro que actúas
Mercy
Mason ha estado demasiado raro desde el día de ayer. No me habla, y tampoco habla con los demás; por alguna razón, parece estar demasiado interesado en evadirnos. Y por más molesta que me llega a parecer su voz, debo confesar que ha hecho falta; sin sus anécdotas y sus chistes malos, el silencio parece reinar entre todos.
Por alguna razón, es lo primero en lo que pienso una vez que despierto, sin alarmas, a las nueve de la mañana. Es lo primero que ocupa mi cabeza en el primer día de descanso que tenemos, una vez que hemos terminado los shows en Texas.
Es lo primero que se me viene a la mente cuando abro los ojos a las nueve en punto de la mañana.
Y luego pienso en lo raro que me resulta realmente preocuparme por Mason; que esté raro y que eso no me dé igual, que piense que en serio le está ocurriendo algo. No tiendo a empatizar mucho con él, o al menos no lo hice la última vez que lo ví apático. De inmediato me hace sentido, y eso me hace sentir tonta; claro, la última vez fue hace siete años; la última vez todavía tenía rencor y pensaba que todo lo malo que le ocurriera era porque lo merecía.
Me abrazo a mí misma y me fuerzo a sacar a Mason de mi cabeza, convenciéndome a mí misma de que ya se le pasará; de que es un desánimo cualquiera, una falta de energía perfectamente normal. Luego miro hacia la otra cama para darme cuenta de que Chloe ya no está allí. Entonces noto el sonido de agua cayendo rápida, de manera pesada, algo lejos y a la vez muy cerca. Solo fue a ducharse.
Enciendo la lámpara que hay en la mesita de noche y leo lo que mi amiga escribió en una de las páginas del cuadernito junto al reloj, probablemente hace apenas unos minutos. Dice que me vista lo antes posible, que todos los demás ya están despiertos y se están preparando para ir a desayunar.
Suspiro. No me imaginaba que mi primer día de descanso empezaría con todos ejerciendo presión sobre mí, obligándome a apresurarme.
Al mismo tiempo, lo comprendo. Me resigno a que, siendo un viaje grupal, en realidad no tendré días de descanso, solo días en los cuales no pise un escenario.
Pongo los pies en el suelo del cuarto; la alfombra me hace cosquillas en las plantas, y no logro resistir el impulso de reírme, solo un poquito; lo suficiente para que después se me quede la sonrisa en el rostro. Me dirijo hacia la maleta con varias risas diminutas, sintiendo una y otra vez las cosquillas cada vez que pego y despego la planta del pie. Aprieto la mandíbula para que los pequeños gestos de alegría no se conviertan en una carcajada, esto mientras abro la valija y empiezo a buscar ropa limpia entre todo el desastre que tengo allí dentro.
Justo cuando consigo un outfit decente y lo tengo entre las manos, la puerta del baño se abre; veo el cabello rubio y azul de Chloe chorreando sobre su chaqueta de cuero negra. Me sonríe, y antes que un gesto genuino, parece más bien que me da una orden. En el momento en que lo veo, lo logro comprender.
Me dirijo al baño y abro la llave de la ducha. Me masajeo el pelo y luego empiezo a quitarme la ropa.
Mi día realmente empieza cuando me cae el agua sobre la cabeza.
Me paso el cepillo por el pelo una última vez, y luego tomo el teléfono; respondo al mensaje de buenos días de Lynn y le pido perdón por verlo tan tarde; le explico que recién me levanté y me duché, que tengo algo de prisa; le añado que la amo y que la extraño, y una vez lo escribo, se siente todavía más real. Me duele un poco en el pecho... y luego decido ignorarlo.
Abro la puerta del cuarto y dejo a Chloe pasar primero. Agacho la cabeza para que no note que mis ojos se han humedecido. Una vez que ella pasa, yo reviso dentro de mi bolso si tengo mi llave; cuando siento que está allí, cruzo también el umbral, y camino junto a la chica hacia el ascensor.
Llegamos al piso de abajo y está extrañamente callado. Me imagino la razón, pero no le menciono nada a Chloe, solo la veo y noto que también siente que hay algo tenso.
Andy y Georgie hacen muy poco ruido cuando hablan solo entre ellos dos, mirando el teléfono del otro con interés, tomando decisiones, esperando a que nosotras participemos también. De vez en cuando miran a Mason, esperando lo que yo también quiero que pase: Que deje esa apatía y haga un chiste absurdo que nos haga largar una carcajada, o que tenga una idea brillante de a dónde ir o de qué desayunar. Pero él sigue callado, viéndonos a momentos, bajando la mirada cuando nota que lo observamos de vuelta.
Parece querer protegerse de algo; para colmo, también parece que solamente se está lastimando más al hacerlo. Aún así, no se rinde, solo espera a que no le duela, y a que nosotros podamos ignorar lo que sea que le ocurra.
Yo no me creo capaz de ignorarlo, porque lo sé perfectamente: Él no suele sentirse mal, o al menos no suele demostrarlo así, de manera tan fuerte y tan abierta, como queriendo dejarlo claro. Él siempre sufre en silencio, o simplemente no sufre, pero ahora...
Debe haber ocurrido algo muy fuerte.
¿Será buena idea preguntarle? ¿Intentar levantar su ánimo? Al fin y al cabo, se supone que para eso están los amigos. Se supone que él confía en mí y que debería pagarle por esa confianza.
Trago saliva; siento cómo mis ojos se humedecen todavía más, y maldigo mi empatía, especialmente porque nunca la logro camuflar. Respiro profundo y me concentro en verme normal.
Me fuerzo a sonreír, tomando la decisión a la cual de todas maneras ya había llegado antes: No hablar sobre su desánimo con él hasta que fuera el momento adecuado; hasta que nos quedáramos solos, o simplemente hasta que él quisiera discutirlo.
Por los siguiente minutos, me quedo escuchando su silencio al mismo tiempo que escucho a los demás hablar, de manera despreocupada, decidiendo desayunar crepas sin muchas intervenciones por parte mía, y absolutamente ninguna por parte de Mason; lo único que él hace es asentir y sonreír de manera forzada.
Nunca lo había visto tan aferrado a pretender que se encuentra bien.
Trago saliva, y de nuevo, trato de ignorarlo.
En el desayuno hace falta algo, y es bastante difícil de ignorar. Hablamos entre todos, pero de todas maneras es muy fácil quedarse en silencio e intentar rescatarlo todo viendo memes en Instagram. Nos hace falta Mason, y es que, aunque no me guste admitirlo, las cosas realmente son distintas cuando él habla. Él siempre llena todo con sus anécdotas de cuando vivía en Xalapa, o con alguna historia que le contó su papá el día anterior, o con preguntas sobre cómo fueron nuestras propias vidas hace años; lo llena todo de su esencia y busca que la nuestra también salga.
Y ahora... el lugar parece no ser de nadie, ni siquiera tener a nadie. Siento que parecemos solo un montón de gente aburrida a la que obligaron a convivir en una misma mesa, y que están haciendo todo lo posible para no caer dormidos.
¿Será que en serio somos aburridos sin Mason, o simplemente todos estamos apáticos?
¿Hasta qué punto esto nos está afectando? ¿Y por qué nadie más parece notarlo, o estar realmente preocupado por esto?
Le envío un mensaje a Lynn, solo para distraerme, esperando que ella me haga feliz como siempre, que sus palabras se sientan como un abrazo, tal como ha sido desde la primera vez.
Una vez me dice hola de vuelta, empiezo a sonreír. Funciona, igual que ha funcionado todos los días anteriores a este. Le pregunto cómo está, cómo van sus ventas, qué ha hecho hoy; luego bloqueo el teléfono y levanto la mirada. Mason me observa y sonríe levemente; luego baja la cabeza de nuevo y se ajusta el gorro de su suéter gris. Sus labios vuelven a curvarse hacia abajo, y cierra los ojos.
Yo suspiro y vuelvo a sentir una ligera punzada en el pecho; una molestia emocional que no es fuerte, pero tampoco es fácil de ignorar.
Aprieto la mandíbula por el estrés.
Quizá al final obtener felicidad no es tan sencillo como hablar con Lynn e ignorar todo a mi alrededor; quizá, para estar completamente bien, también necesito de la felicidad de él.
La llegada a Downtown Aquarium se siente como tener todo un recuerdo a mi alrededor. Revive mi infancia; sonrío como sonreí aquí cuando tenía unos nueve años; siento la misma emoción. Brinco por todos lados de nuevo; me siento feliz... y luego recuerdo lo que no puedo ignorar.
Mason va por detrás de todos, cabizbajo; todavía tiene puesto el gorro del suéter. Yo empiezo a caminar hacia atrás hasta que lo alcanzo, y luego le tomo la mano, con la intención de jalarlo hacia el resto del grupo. Siento cómo se pone tenso y me obliga a soltarlo, arrojando mi mano suavemente hacia mi muslo. Me mira unos segundos y parece que va a llorar; al mismo tiempo, se ve molesto. Sus labios están tensos; todo es tenso.
Aún así, me atrevo a hablar:
—¿No piensas venir con nosotros? —pregunto, acercando mi mano a la suya, ofreciéndole tomarla; él no lo hace. Al contrario, se aleja un poco más; aleja todo el cuerpo y se vuelve a ajustar el gorro.
—Sí —responde con solo esa palabra, mirándome; luego deja de hacerlo.
—Pues vas más lento que todos —señalo, apuntando hacia los demás, que se encuentran a una distancia considerable de nosotros.
—Igual voy a llegar con ustedes —dice, mientras se encoge de hombros.
—No si nos pierdes. Solo no quiero que nos pierdas.
Él parece interpretarlo de otra manera, porque su expresión se vuelve todavía más deprimente, más estresada y preocupada que antes, y lucha todavía más por ocultarla, en las sombras, en el gorro de su suéter, en cualquier lugar en el cual quepa. Luego empieza a ir más rápido, y yo me echo a correr hasta que lo alcanzo a él, y posteriormente a todos los demás. El chico sigue viéndose afligido, pero ya entre la multitud, decido que perdí mi oportunidad de preguntarle por qué; el momento adecuado se ha ido, y ahora solo puedo limitarme a observar su tristeza hasta que...
Llegamos al hotel, y estamos a apenas un metro de la entrada. Andy, Chloe y Georgie me dejaron atrás; Mason me acompaña y no sé por qué. Yo camino lento y con cierta dificultad mientras trato de llevar dos frappés —para Chloe y para mí—, junto a unas bolsas de frituras y a Zoey —la mantarraya de peluche que compré en el acuario tras tocar una de verdad—.
Unos pasos después, mi andar ya no es solo lento y difícil, sino que directamente se vuelve ridículo, muy torpe. Entonces Mason libera su primera risa del día, mirándome con brillo en los ojos, como si mi imagen fuera lo más tierno que hubiera visto en semanas, o meses, o en toda su puta vida.
Me molesta y me alegra a partes iguales.
—¿Necesitas que te ayude? —pregunta, por fin usando un tono ligero, feliz.
—¿Tú qué crees? —Le pregunto de vuelta, con una leve risa.
Él se acerca con una sonrisa leve y muy genuina. Toma los vasos fríos que tengo en las manos, con cierta duda; mientras los quita, sus manos rozan las mías. Se aleja de manera rápida inmediatamente después de sentirlo, como si mi tacto le hiciera algo negativo. Lo noto nervioso...
—Gracias —digo, tratando de ignorar el nuevo ánimo que le noto al chico, y moviendo las cosas que tenía entre los brazos y el torso hacia mis manos.
Empiezo a caminar más rápido, y así, Mason y yo llegamos al vestíbulo en poco tiempo. Miro a nuestro alrededor y noto que no hay gente, ni una sola persona; estamos completamente solos.
¿Será este el momento adecuado?
Lo pienso por poco tiempo, y luego llego a una conclusión: Claro que es el momento indicado. Quizá no haya otra oportunidad después de esta.
—Mason —digo su nombre para llamar su atención. Me mira y me sonríe, y lo vuelvo a notar forzado—. ¿Quieres hablar? —Le pregunto.
—¿Sobre qué?
Suspiro, luego las palabras se deslizan de entre mis labios, rápidamente:
—Sobre lo raro que estás actuando.
—¿A qué te refieres? —cuestiona, poniéndose a la defensiva. Seguro que, si no estuviera sosteniendo los cafés, se habría cruzado de brazos. Mas, sin poderse cruzar de brazos, solamente me lanza una mirada que se siente... agresiva. Como si le hubiera preguntado sobre su mayor secreto.
—A que estás alejado de todos, y te ves como... estresado y triste. Y me gustaría saber por qué es, o al menos... cómo puedo ayudarte.
Él suspira; luego suspiro también, como si me hubiera contagiado su desánimo. Después de eso, solo hay silencio; silencio mientras subimos en el elevador, silencio mientras caminamos hacia mi cuarto. Ese silencio solo se va cuando estamos en frente de la habitación, después de que yo le hubiera dado mis cosas a Chloe y solo faltaba que entrara con los frappés.
—Toma —pronuncia, de nuevo apático, mientras me da los vasos de vuelta. Luego retoma la conversación anterior, todavía a la defensiva, molesto por razones que no entiendo—: Por cierto, no es de tu incumbencia.
Me duele el pecho, siento como si mi corazón se estuviera rompiendo, pero no por completo; solo se agrieta ligeramente. Mis ojos se humedecen, y él parece notarlo; aún así, no habla, y yo no lo obligo; hasta cierto punto, lo entiendo.
Aún así, no suelto mi duda, en especial porque no dejo de pensar en la forma en la cual me miraba; en esa risa y esa ternura.
De repente tengo una teoría, y no me gusta para nada.
HOLA, PERSONITAS.
Pedí disculpas en mi tablero de mensajes, pero de todas formas vuelvo a hacerlo acá; perdón por no actualizar el lunes pasado; tuve una salida con amigos y luego unos cuantos problemitas en mi vida, y en sí también varios problemillas con la misma escritura de este capítulo (una versión anterior de éste la borré, y me doy cuenta de que es de las mejores decisiones que haya tomado en mucho tiempo).
En fin, ¿cómo van sus vidas? ¿Qué les ha ocurrido últimamente? Yo estuve en semana de parciales; aprobé el de física, lo que... la verdad, me sorprendió mucho. Estoy muy feliz, les juro que aprobar me liberó del bloqueo xd
Justo ahora (jueves 19 de octubre del 2023, 9:38 pm), todavía me hace falta algo de tarea de inglés y elegir qué voy a presentar para mi trabajo final de música, pero todo va bien; no estoy ocupada, me siento bien.
Probablemente esté escribiendo el siguiente cap bastante pronto. En el siguiente cap vuelve a narrar Mason, por cierto ;)
Ah, y también, CÓMO SE SIENTE QUE MERCY SE ESTÉ EMPEZANDO A DAR CUENTA.
¿Qué creen que vaya a pasar ahora? ¿Mason seguirá a la defensiva, o se atreverá a dar señales? ¿Cómo reaccionará Mercy?
AAAAAHHHH, MI PROPIA HISTORIA SE ESTÁ PONIENDO INTERESANTE, LA AMO.
Por cierto, deberían agradecer a @IkarusStriker por decirme cosas bonitas sobre la historia; también eso me ayudó muchísimo a escribir, y en sí a recuperar el ánimo tan bonito que me causaba esta obra.
Y dicho esto, me despido; me estoy quedando sin palabras, y aparte se acerca mi hora de dormir.
Bye, gente :D
Mari.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro