10 - Lo que está pasando
Mason
Entro al cuarto y lo primero que veo es cómo la noche termina de caer detrás de la ventana; nos cubre por completo y de inmediato eso hace que me sienta tranquilo. Mi desánimo se va, o al menos se va la parte que me protege, pero la parte más sincera se queda conmigo, dentro de los músculos de mi pecho. Late fuerte y es imposible de ignorar.
No puedo esperar a irme a dormir.
Me tiro en la cama y dejo caer mis zapatos a un lado de ésta. Cierro los ojos y mi primer pensamiento es simplemente Mercy; los abro esperando que así ella pueda desaparecer de mi cabeza, pero obviamente no ocurre, y me siento estúpido por el simple hecho de haberlo intentado.
Por los siguientes minutos, solamente logro pensar en Mercy; en su forma tan peculiar de caminar, en cómo se ven sus ojos cuando se encuentran con la luz del sol, en lo suave que se sentiría su cabello morado entre mis manos... Y en la forma en la cual mi mal humor parecía afectarla también.
¿Será que yo en serio le preocupo? ¿O simplemente mi amargura le parece estorbosa tal como a mí?
De repente me siento apagado, todo por el hecho de haberme preguntado eso. No intento buscar la respuesta, porque siento que hacerlo solamente me lastimaría más; entonces me quedo tirado en la cama, mirando la alfombra en el suelo, intentando no reflexionar.
Trago saliva ante lo cambiado que me encuentro a mí mismo; en cualquier otra situación, buscaría respuestas, estaría desesperado por ellas. Usualmente no intento quedarme sin saber, pero en esto me ha convertido Mercy; tal como cualquier obra de arte, puede cambiar por completo una vida solo con aparecer en ella.
Me abrazo a mí mismo y empiezo a adoptar una posición fetal, buscando consuelo en mí mismo, porque este enamoramiento es real y me ha lastimado desde que inicia; me lastima porque, para mi lástima, no puedo hacer nada; moverme podría destrozar nuestras vidas.
Lo único que puedo hacer es guardarme esto hasta que se me olvide que está dentro de mí.
—Mason —escucho la voz de Andy a unos cuantos pasos de distancia, y entonces me doy cuenta de que antes no había notado su ausencia.
Giro la cabeza y levanto la mirada para ver al chico, que parece recién haber salido del baño. Tiene los brazos cruzados, pero no parece tenso; de hecho, la manera en la que me ve es suave; lo único que no me gusta de ésta es el hecho de que está llena de algo que detesto: Lástima. Lástima hacia mi persona.
Suspiro, y me quedo sin señalar nada; no tengo ánimo ni siquiera para eso.
Quizá sí merezco toda esa lástima. Me veo justo como una persona a la cual se le debe tener lástima.
—Mason —Vuelve a pronunciar mi nombre, pidiendo atención. Yo suspiro y lo sigo mirando, esperando que eso le dé a entender algo. Pero él no hace ni dice nada, por lo cual me veo forzado a hablar:
—¿Sí, Andy?
La lástima en su mirada se intensifica; a mí me dan ganas de vomitar, y al mismo tiempo no siento absolutamente nada.
—Te noto... raro. No sé, como que estás triste. O bueno, supongo que tú sabes mejor cómo te sientes, pero yo te veo triste, y no me parece normal; es decir, no es como que lo normal es que te veas demasiado feliz, no sueles desbordar alegría, pero... En serio estás raro. Y solo quiero saber si puedo ayudarte.
—No quiero ayuda —pronuncio; mi voz sale más grave de lo normal, y al mismo tiempo, muy débil, a un volumen bajo. Luego me arrepiento de lo que dije, porque mi corazón se encoge dentro de mi pecho, y mi cabeza solo ve venir más dolor. Este silencio no puede ser nada bueno; necesito romperlo—. Pero la necesito —digo, pretendiendo que continúo la frase, cuando en realidad ya la había terminado.
—Entonces, ¿qué te ocurre? —cuestiona, y él no parece tan comprensivo como Mercy; quizá no pueda escapar de sus preguntas.
Respiro profundo y decido enfrentarme a lo que está prácticamente adelante de mí: Una charla profunda con Andy, una apertura de mi corazón.
—Estoy intentando alejarme de Mercy —confieso, sin siquiera dudarlo; no quiero inventar una excusa, no quiero que nada de esta conversación valga la pena. Porque es la verdad, contarle mis problemas a Andy es una de las cosas que más valdría la pena en mi vida.
Andy no suele verse como una persona inteligente, pero los mejores consejos los he recibido de él; sería estúpido de mi parte negarme a recibir más, mucho menos ahora que los necesito tanto.
—¿Te peleaste con ella? —pregunta; su mente no va muy lejos, y lo agradezco—. ¿Es algo de lo que debamos preocuparnos?
—No peleé con ella —informo, con la voz grave, arrastrándose, demostrando una gran pereza y pesadez, haciendo ver todo lo que hay en mi cerebro: Un gran hartazgo por todo lo que siento—. En realidad, mi problema con ella es bastante peor; es algo... solamente mío, para colmo. No puedo arreglarlo con ella por más que quiera.
Andy me mira fijamente, y aún sin saber qué ocurre, de todas formas sus ojos se humedecen; parece que lo entiende, sea por mis palabras o por mi rostro; de verdad ocurrió algo que podría cambiarnos la vida. A ella, a mí y a todas las personas que puedan llegarse a enterar.
Y aún así, sigo decidido a que él se entere; guardar secretos no se siente correcto.
—¿Qué ocurrió entonces? —pregunta antes de que yo pudiera siquiera abrir la boca. De repente me da vergüenza la sola idea de hacerlo, y también las palabras que van a salir de mi boca; muy pocas, pero cargas de sentimientos, viniendo desde lo profundo de mi cerebro y corazón.
—Me enamoré de ella —Termino confesando al mismo tiempo que me incorporo para quedar sentado; para quedar más cerca de su rostro y observar mejor esa expresión preocupada con la cual terminó.
—Mason, no juegues —dijo, con toda la seriedad del mundo, como de verdad creyendo que estaba mintiendo; o quizá deseando demasiado que todo fuera solamente una broma.
Con toda la lástima del mundo, tuve que confirmar que era verdad; tuve que decepcionarlo:
—Lamentablemente, no estoy jugando, no juego en lo absoluto. Estoy... realmente enamorado de ella; la veo en todos lados, hay arte en cada maldito lugar gracias a ella; es la persona más bonita y la nueva protagonista de mi vida.
Andy... abre la boca, apenas un poco; se nota su decepción, pero su expresión es más bien de una gran sorpresa. Se sorprende porque me conoce bien: No suelo hablar así; en realidad, nunca había descrito a nadie así; esto va en serio, mucho más en serio de lo que a ambos nos gustaría.
—Mierda, es en serio —confirma él, y se muerde el labio con una fuerza visible, como si estuviera todavía más preocupado que yo mismo.
—¡Claro que es en serio! Y... Bueno, fue muy rápido; está pasando tan rápido y tan intenso que ya no sé qué hacer conmigo. Tampoco sé qué hacer con ella, y es...
Abrumador; la palabra correcta es "abrumador", pero no me sale, porque dejo de respirar. Mi cuerpo vuelve a caer acostado sobre la cama.
—Sé que es difícil —completa él la frase, con una palabra más sencilla; una palabra que según él describe todo a la perfección. Tengo ganas de corregirlo, y al mismo tiempo mi apatía me lo impide; la voz no me sale porque tengo un nudo muy bien formado en la garganta—. Pero tiene una solución bastante simple; o bueno, al menos para mí siempre funciona.
—¿Cuál es la solución? —cuestiono, mirándolo a los ojos, durante tanto tiempo que se forma tensión.
—Solamente decirle. O sea, la respuesta se ve algo obvia, más que nada porque existe Lynn, pero... de todas formas deberías confesarle lo que sientes, para que te rechace de una vez. Suena feo, pero la única forma de deshacerte de todo lo que sientes es decepcionarte; no dar lugar a ni una sola ilusión. Y eso es lo que su rechazo va a hacer.
No respondo; no sé bien qué podría decir al respecto, mi mente está revuelta, todo lo que siento es confuso, no sé muy bien qué opino de lo que acabo de escuchar. Por un lado, me parece la idea más estúpida que haya escuchado en toda la vida; me rehúso a hacerlo, siento que me arruinaría la vida. Por otro lado, simplemente creo que tiene razón, o al menos siento que la tiene gracias a la única vez que me enamoré; esa vez en la cual, por más que tenía todas las señales, no me rendí hasta que me ella me dijo la verdad: Ya no me quería; en realidad nunca lo hizo.
Quizá en realidad es la única solución; escucharlo directamente, asumirlo como una verdad: Mercy no volverá a amarme de vuelta.
Con todo el miedo del mundo, tomo mi decisión: Volveré a hablarle, daré todas las señales, quizá incluso sea directo como debo ser.
—Gracias —Es lo único que le digo a Andy; él solo me sonríe, y luego me abraza.
Esta noche, decidimos ignorar todos nuestros rituales nocturnos; la Switch no se enciende en ningún momento, y tampoco el televisor; las frituras no salen de nuestras mochilas, y mucho menos se meten en nuestras bocas. Nos vamos a dormir temprano, o al menos Andy lo hace, porque yo solamente me quedo acostado pensando en Mercy, viéndola en la manchita morada que deja la luz en el suelo.
¡Hola, personitas; feliz lunes! Es un gusto traerles este capítulo; en realidad estaba planeado para ser un poquito diferente, pero decidí que era mejor que Mason hablara con Andy a que lo hiciera con él mismo, así que les traje esto. Además, empezar a involucrar a los otros personajes con el conflicto es lo mejor para la obra, supongo.
En fin, ¿cómo están? ¿cómo van sus vidas? La mía va bien; hoy (domingo 29 de octubre) es el cumpleaños de mi novio, y empezaré a arreglarme en un ratito. Y a lo mejor mañana no voy a clases porque como la mitad del grupo va a faltar y lo más probable es que no avancemos (yippie).
Creo que de aquí al martes voy a tener muy buenos días; probablemente juegue mucho a Los Sims y/o avance mucho con mi escritura; me siento muy bien, en realidad.
Dicho todo esto, me retiro. Tengan una linda semana, nos leemos el siguiente lunes :)
Byeee :3
Mari.
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