Un Beso, Una Promesa, Una Obsesión
4 de Diciembre de 2023
Los últimos rayos de sol agonizaban tiñendo el cielo con tonos naranja y rosado en la playa de Varadero, los bañistas jugaban al vóley en la orilla, y como era tradición cada tarde el equipo perdedor salía de la cancha, entre ellos, en esa ocasión se encontraba una chica que irradiaba mucha gracia natural, Camila. Desde la cabeza hasta la cintura un vendaval de ébano le caía acariciando su piel de tono miel en ondas que danzaban con el viento, sus ojos saltones expresaban inquietud, entusiasmo, y sus labios carnosos eran tan tentadores como todo lo prohibido en esta vida. Dicho espectáculo impactó a Marc, quien ejercitaba sus piernas trotando por la arena precisamente cada jueves, y con mucha confianza en sí mismo se abrió paso entre los amigos que la rodeaban hasta llegar a ella.
-Hola... ¿Me puedes decir tu nombre? -hubo un incómodo silencio-. No te preocupes, no es para nada importante, solo necesito ir sabiendo como se llama la madre de mis hijos. -al saltar la ironía aquella muchacha se volvió a él arqueando una ceja, pero decidió responderle con la misma audacia:
-¿Y por qué piensas tan solo por un instante que yo seré la madre de tus hijos? -los amigos de ella se alborotaron tratando de humillar al joven, pero él ni se inmutó y retomó la palabra con total aplomo.
-¿Quién habló de pensar? Estoy diciendo lo que va a suceder, no te estoy preguntando tu opinión. -aquel muchacho le cayó inmediatamente mal a Camila... ¿O era así como decía cuando alguien le gustaba?
Porque también se había sentido atraída hacia él casi de golpe, no era para nada el típico pajizo en bicitaxi, tampoco de las tiñosas que se le pegaban frecuentemente ahí en la arena, a diferencia del resto él sí le miraba los ojos, y sus enormes tetas no es que fueran precisamente fáciles de ignorar.
Sus penetrantes ojos pardos clavados en los de ella la sonrojaban mucho, también le atraía el contraste que éstos hacían con su piel de porcelana y el arremolinado cabello color azabache, Marc era un canalla, pero un canalla bien bonito, y lo peor es que estaba consciente de ello.
Camila se había perdido tanto sobrepensando que cuando volvió en sí Melissa ya estaba una vez más interponiéndose entre ella y su nuevo pretendiente, pero Marc la apartó como si fuese un saco de papas, agarró a Camila del cuello y le comió la boca como animal famélico.
Entre la proximidad con su cuerpo, lo húmedo que la besaba y lo sensual que la mordisqueaba marcándola como suya, Camila sintió aquello como estar haciendo el amor en un beso, en un jodido simple beso, pero el muy cabrón repentinamente la soltó y se alejó trotando con una sonrisa descarada, exclamaba por encima del hombro:
-¡Mañana a la misma hora! ¡Hasta la próxima aventura, princesa!
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