El Portarretratos de Howl y Sophie.
23 de diciembre de 2023
Cinco días habían pasado y el dolor de la pedrada persistía, aunque no tanto como el aguijonazo que Marc sintió toda la vida viendo el final del Castillo Ambulante. La película, una jodida obra maestra, particularmente su final. Música, puesta en escena, el beso de Howl y Sophie mientras la cámara se iba, ver ese final siempre le hizo deseos de estar ahí, de vivir eso. A fin de cuentas nunca fue del tipo que se conformaba con migajas, siempre quiso lo mejor para si mismo... ¿Y qué «Felices por Siempre» puede ser mejor que el final del Castillo Ambulante? Por eso, volver a verlo era como masticar un limón sin hacer muecas, era un amistoso recordatorio de que todas sus anteriores relaciones habían terminado siendo puro teatro.
Más, por sorprendente que parezca, a Marcos hoy la película le era indiferente como el resto del catálogo de Ghibli, cuál le encantaba y había invitado a ver a Camila, pero la maratón terminó siendo de cualquier cosa menos de películas, de hecho se puede decir que la maratón terminó siendo real, pues la excitación recorría lo largo y ancho de la esponjosa anatomía de la muchacha.
Como buen maestro de alcoba, las caricias de Marc oscilaban entre bruscas y enternecedoras, cada beso era como el primero que le estampó en la playa, una expansión de hasta el más mínimo de los placeres, una experiencia astral en un ordinario intercambio de fluidos... ¿Y que decir de la manera en que la penetraba?
Intensas y consistentes estocadas para lastimarla justo en el punto donde sabía que ella más lo disfrutaba. Pero la suma de todo lo anterior no sería nada si él no supiera también estimular el punto divino de la muchacha, su oído.
—Puta —resopló caliente en el lóbulo de Camila y añadió antes de proseguir—. Ojalá y pudieras vacilar ahora mismo tú travieso culo gordo saltando sobre mi pito —la apimpoyó¹ contra la cabecera de la cama y continuó dándole mandanga², la hacía gemir, retorcerse de placer, pero eso no le detuvo, continuó hasta que el portarretratos de Howl y Sophie sobre la mesita de noche terminó igual que el propio Marc al venirse, de cara.
Notas:
1 Apimpoyar: En cuba esta palabra no significa absolutamente nada, solo la escuché por ahí y me sonó divertida como sinónimo de revolcar.
2 Mandanga: Tampoco significa nada en absoluto, son palabras random que escucho por ahí y las uso en contextos divertidos, en este caso «dar Mandanga» es una clara referencia a la penetración sistemática.
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