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Único

Jimin miraba desde la distancia el elegante local en el que vendían rosas. Apenado, pensando en si debería intentar entrar de nuevo o si debería rendirse y buscar otro sitio para comprar las rosas que su hermano le había encargado para regalarle a su novio.

Se sentía como un muchacho apenas entrando a la adolescencia; un chico que acababa de ser flechado a primera vista.

En esa floristería, trabajaba un hombre demasiado guapo y sexy para la cordura de Park Jimin. Y según había apenas leído en su camisa, se llamaba Min Yoongi.

Ah, incluso el nombre era hermoso.

Odiaba esa timidez y sentimiento de atracción que se regaba por su cuerpo cuando lo vio por primera vez... hacía 30 minutos. Jimin entraría como alguien más que quería comprar rosas, nada más había dado dos pasos cuando su mirada chocó con el guapo hombre detrás de la caja. Ese piercing en su labio y la sonrisa cálida que le había dedicado fueron suficientes para que Jimin tuviera un gay panic y saliera huyendo lo más rápido de ahí como el tonto que era.

Ahora le daba más pena entrar, después de que, seguramente, el hombre pensara que estaba loco.

El problema era que era demasiado flojo como para caminar y buscar otra floristería.

Suspiró fuerte y apretó la cartera con el dinero en su mano, tratando de darse ánimos a sí mismo.

"Vamos, Minnie, solo es otro hombre guapo", se alentó.

"Guapo, caliente y tierno".

Negó con la cabeza. Y es que no lo podían culpar, ese hombre parecía una combinación de todo los adjetivos bonitos y buenos que existían. Todo en el parecía perfecto, pero especialmente a los ojos de Jimin, quien hacía poco había descubierto su peculiar gusto por los hombres, gracias a que su hermano le obligara a ir con el a un bar gay junto con su novio, Namjoon. Fue algo nuevo, vaya que sí. Jamás en su vida hubiese imaginado que un hombre pudiera causar todas esas sensaciones dentro de sí, pero a causa de ello, pudo comprender a Hoseok.

La mayoría de hombres en ese bar se podían describir como los más calientes y nada más, pero ese chico de la floristeria... ¿se veía caliente? por su puesto que sí, pero también tenía un aura tierna y amable al solo verlo, algo que Jimin no creía posible hasta ese día.

—Tú puedes hacerlo, Minnie —se animó a sí mismo antes de bufar y emprender camino nuevamente a la floristería.

Cuando estuvo frente a la puerta de cristal se detuvo unos segundos viéndola, casi como esperando a que la puerta tuviera magia y se abriera por si sola para luego hablarle y preguntarle que quería. Revolvió sus cabellos y empujó suavemente, adentrándose en el lugar.

Miro hacia todos lados esperando ver a algún otro comprador o al chico de la caja, pero no había nadie. Pasó sus manos por su camiseta, intentando eliminar el poco sudor en estas. Se animó a adentrarse y carraspeó en alto, esperando a que alguien apareciera para atenderlo.

Casi sufre un infarto cuando el chico que lo hizo volverse un tonto asomó su cabeza detrás del mostrador de madera, enseñando solamente sus ojos.

—Pensé que no volvería —dijo con una sonrisa en su rostro el peli-negro, poniéndose de pie y recostándose sobre el mostrador.

¿Existía el amor a primera vista? porque Jimin lo pensó mucho luego de ver esa hermosa sonrisa y esos ojos tan brillantes.

—Yo... ol-olvidé el dinero.

Jimin se rascó con nerviosismo la nuca, intentando no hacer contacto de miradas con el chico.

—Oh, esa es una buena excusa. Por un momento pensé que mi cara era tan fea como para asustarte a la primera —soltó una risita divertida.

El castaño abrió la boca sorprendido.

—¡Claro que no! —exclamó, entrecerrando los ojos— Eres muy guapo, ¿cómo puedes decir algo así?

Fue demasiado tarde cuando se dio cuenta de sus palabras, por lo que sus mejillas se colorearon de un rojo intenso ante la mirada coqueta del otro.

—Que un castaño tan bonito me diga algo así, hace que quiera meterme bajo mis sábanas y gritar como fanboy emocionado.

—¡No digas esas cosas! Se ve que eres menor, no deberías hacer esos comentarios.

El chico rió, haciendo que Jimin frunciera el ceño y se sintiera más avergonzado.

—Tengo 19 años y créeme que no te ves como un abuelo.

—Yo tengo 20, sigo siendo mayor.

—Cumpliré 20 en Marzo.

—Yo cumpliré 21 en Octubre, ¡já!

—Pues espero que para ese entonces ya te tenga como novio y pueda pasarlo contigo —rió, coqueto.

La boca de Jimin se abrió de forma graciosa, quedando con sus brazos cruzados y sin poder decir algo ante ese comentario.

—¿Cómo puedes decirle eso a un desconocido?

—Ya no lo seremos si me dice su nombre y me da su número —relamió sus labios.

Yoongi sabía que estaba siendo un idiota y tal vez el guapo chico lo reportara con su jefe o le propinara una cachetada en su mejilla, pero no pudo evitar sentir una atracción inmediata hacia el bonito castaño con ojitos preciosos. Incluso mintió sobre su edad, cuando realmente tenía 25 años, pero quería molestar un poco al lindo chico.

—No estoy para juegos, solo quiero una docena de rosas blancas —murmuró, nuevamente apartando la mirada.

—Uh, lamento fallarle, pero esta vez las rosas blancas se han acabado y llegan hasta mañana en la mañana —habló, sin tono coqueto en esta ocasión.

—Pero... necesito rosas —mordió su labio—. Dame una docena de rosas rojas entonces, no creo que haya tanta diferencia en ellas además del color.

—De hecho, para muchos lo hay en su significado —explicó, alzándose de hombros-. Pero, ¿para qué las quiere?

—Mi hermano me las encargó... son para su novio.

Yoongi cambió de tener una mirada confundida a una coqueta.

—Yo también podría regalarte rosas a ti, ¿sabes? Aunque soy más de besos.

—¿Podrías dejar de hacer esos comentarios? Solo necesito las rosas.

En realidad, Jimin no estaba para nada molesto o incómodo con las palabras del peli-negro, mas bien, se sentía cohibido y no sabía que decir cual el menor abría la boca. Y de hecho, le molestaba el que su corazón latiera rápido ante un desconocido.

Desde que supo que le gustaban los hombres parecía que se había vuelto más hormonal.

—Está bien, se las alistaré rápido. Puede sentarse unos momentos si quiere — señaló los pequeños asientos que habían a un costado, en la parte en donde no habían plantas.

Jimin asintió agradecido mientras le hacía caso, viendo como el chico tomaba su celular y al mismo tiempo comenzaba a sonar una canción en todo el local.

—¡Esa es la nueva canción de Jungkook! — aplaudió emocionado— Stay Alive es una obra de arte.

Yoongi respondió alzando sus dedos y con un asentiemiento, volviendo a su deber de contar las rosas y arreglarlas.

—La voz de Jungkook es muy suave y linda, me dan ganas de dormir como un bebé cuando la escucho —dijo el menor—. Espero que pronto comience su gira y pueda ir a un concierto de él, ¡es por eso que estoy trabajando!

Jimin lo miró con sorpresa palpable, todo rastro de coquetería había desaparecido y en cambio una hermosa sonrisa de felicidad apareció en su rostro. Se veía tan inocente.

—Yo también deseo ir —se mordió el labio inferior—. También espero que su novio lo acompañé y cante junto a él aunque sea en una canción.

—ah~ el amor es tan bonito... Kim Taehyung y Jungkook lo son —Yoongi suspiró—. Si aceptas darme tu número podríamos tener un amor así, ¿no crees?

Las mejillas de Jimin se volvieron a calentar, pero esta vez decidió ignorarlo y concentrarse en la canción que no dejaba de sonar.

—PLEASE JUST STAY ALIVE —Jimin no aguantó, tenía que cantar esa parte.

—UH UH UH OH OH OH —Yoongi le siguió, terminando con su tarea.

Ambos chicos se miraron por unos segundos y rieron confidenciales; ambos sonrojandose al mismo tiempo.

—Tus rosas ya están listas.

Jimin se levantó al mismo tiempo que la canción terminaba. Se acercó al peli-negro mientras alzaba su mano para abrir la cartera en donde suponía que debía estar el dinero... se suponía porque esa no era su cartera, sino la de su hermano, y en ella no había nada.

—¡Qué estúpido eres, Park Jimin!

—Tu nombre es muy bonito como para ir al lado de esa palabra y junto a ese tono.

Yoongi se burló, viendo al castaño, quien parecía estar a punto de hacer un berrinche.

—Cállate, soy muy flojo como para ir y regresar de nuevo —se quejó—. Pero mi hermano me va a matar si no llego con las rosas.

Yoongi analizó por un momento la situación, pensando en darle una solución al chico. Si era sincero, hubiera sido otra persona y no tendría más remedio que poner cara triste por su mala suerte, pero ahora siendo ese castañito... Parecía que su cerebro trabajaba más inteligente (o más estúpido) ante el otro, pero algo en su cabeza hizo click.

—Te daré las rosas.

Jimin dejó su pequeño berrinche al escuchar las palabras del otro. ¿Hablaba en serio?

—¿Qué? —le miró con los ojos entrecerrados.

—Te puedes llevar las rosas, pero...

—No te voy a dar mi número —volvió a cruzarse de brazos.

Yoongi rió.

—Está bien, no voy a pedir tu número... por ahora.

—Entonces...

—Por cada beso te doy una rosa —soltó, relamiendo sus labios.

Jimin abrió los ojos y comenzó a bloquear como pez fuera del agua, nuevamente. ¿Ese chico había perdido la cordura?

—¡Qué cosas dices! Yo soy u-un desconocido.

—Uno muy guapo y tierno, por cierto.

—No sigas.

—Min Jimin suena muy bien.

—Basta.

—Tus labios deben de saber muy dulces.

Jimin harto de las palabras del menor, rodeó rápidamente el mostrador sin ningún permiso, para así poder acercarse más y poder tapar la boca del chico con su mano, así tratando de bajar el sonrojo de sus mejillas.

Lo que no esperó, es que le mirara con ojos inocentes para luego llevar sus manos hacia su cintura, acercándolo más. Jimin sentía que podía derretirse ahí mismo.

—Eres un descarado —se alejó.

—Tú eres el que invadió mi espacio personal y me tapó la boca —se alzó de hombros—. Y no lo malentiendas, me gustó, solo que hubiera preferido tus labios en lugar de tu mano.

Jimin se tapó el rostro con sus manos, demasiado avergonzado. ¿Cómo podía estarse sintiendo tan bien con esas palabras? Se suponía que debería de estar molesto e incómodo, pero no, parecía colegial enamorado en ese mismo instante.

—Entonces... ¿Qué piensas? Si aceptas mi oferta. Prometo que no beso al primer chico que se me cruza en frente, pero tu eres tan bonito que me pongo estúpido, lo siento.

El castaño lo pensó por largos segundos, viendo por momentos las rosas para luego mirar al chico.

Vamos, ¿a quién engañaba? a pesar de que Yoongi fuera alguien a quien acababa de conocer, su curiosidad y hormonas le hacía querer decir que sí a la oferta. Un chico guapo y sexy le estaba coqueteando de esa forma, además de ofrecerle un beso. Jimin fácilmente podía llamarle a Seokjin para que pasara por él y llevara algo de dinero, pero a pesar de que se hacía el “difícil”, deseaba aceptar.

Gente iba a discotecas y se besaban con completos y borrachos desconocidos, ¿por qué el no podía hacerlo con alguien que trabajaba en una floristería?

—Te burlas de mí, y juro que te meto las rosas en la boca -bufó, haciéndose el molesto.

Yoongi rió contento, como si le acababan de decir que se había ganado la lotería. Miró los labios del castaño y se acercó lentamente, esperando no espantarlo.

—Recuerda: una rosa por cada beso —sonrió, posando las manos en sus mejillas.

—Besos de un segundo.

—Besos de un segundo —repitió.

—Promételo.

—No lo prometo.

Yoongi se mordió el labio antes de acabar con la distancia que separaba sus labios de los del castaño, suspirando cuando se unieron en un dulce beso.

Un segundo. Jimin había dicho que quería que durara solo un segundo, pero incluso él olvidó todo por un instante al sentir los dulces y suaves labios del peli-negro. Yoongi estaba siendo tan delicado y por segundos sonreía aún sin separarse, que se sintió casi flotando.

Y Yoongi no estaba del todo lejos de sentir las mismas sensaciones. No tenía tanta experiencia como las personas creían que tenía en esos aspectos, pero podía afirmar que estaba teniendo su mejor beso en ese momento. Quería reírse de sí mismo al darse cuenta que realmente no estaba mintiendo cuando decía que quería el número del chico bonito.

Sus labios sí sabían dulce.

No sabían cuanto tiempo pasó, pero el primero en separarse fue Jimin, sintiendo un remolino en su estómago.

—Con ese beso deberías de darme la tienda a cambio.

Yoongi le dedicó una sonrisa ladina, aún perdido por los labios del mayor.

—Faltan once, no puedes retractarte o saldrá solo con una rosa de aquí.

—Eres un...

—Tú aceptaste~

Jimin mordió su labio, pero asintió. Él también quería más, solo por las rosas, claro estaba.

—Me gusta el lunar en tu labio —confesó, también su pierceng, pero no lo iba a decir en alto.

Yoongi frunció su ceño antes de reír.

—Puedes morderlo cuando quieras.

Esta vez, Jimin no pudo ocultar una gran sonrisa, creando estragos en Yoongi, quien pensó que esa sonrisa cuadrada era la más preciosa que jamás había visto.

—Termina con esto, debo de irme.

Yoongi no perdió más el tiempo y volvió a apresar al castaño para volver a probar sus labios.

Perdieron la cuenta de los besos cuando llegaron al quinto, luego de eso, parecían dos chicos que se besaban como si realmente se conocieran fueran algo.

Agradecía al cielo porque nadie había entrado al local en todo el tiempo que se tardaron siendo unos tontos desconocidos. Y Yoongi solo se dijo a sí mismo que se encargaría de las cámaras de lugar luego.

—Mi papá me mataría si se entera que he besado a un desconocido, y Hobi... él solo me diría que ya estoy creciendo —Jimin dijo, después de que Yoongi dejara un último beso en sus labios ya rosados e hinchados.

—Me gustaría tener a tu hermano como cuñado.

—Sigue soñando.

Yoongi alzó una ceja.

—Podríamos tener una cita en un concierto de Jeon Jungkook.

Ah, ese chico sí sabía como jugar sucio y dar justo en el clavo.

—Un beso —Jimin dijo, tímido.

—¿Qué?

—Un beso por cada dígito de mi número de teléfono.

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