13. Decimosegundo contacto
Y acabó. Ese primer beso. Ese momento en el que hay un hilo dorado uniendo a dos personas, un hilo delgado pero esperanzador.
(T.J.Klune)
* * *
El celular, con la pantalla estrellada, estaba en el buró al lado de la cama de Axel. ¡Gabriel no debía decir cosas así como si no fueran la gran cosa!
Su boca se había abierto y cerrado tantas veces, hasta había empezado a balbucear sin sentido. ¡Y el móvil se le había caído!
Consideró seriamente ir a buscarlo. Todavía tenían varias clases, aunque ya ninguna juntos, así que debía seguir en el Instituto. Pero, si hacía eso, ¿luego qué? ¿Llegaba y reclamaba el beso de sus sueños? ¿Llegaba a pedir el beso que él amenazó con darle?
Gimió y enterró un poco más su rostro en la almohada. Queriendo regresar el tiempo y nunca haber dejado todos esos anónimos. Hay amores platónicos que así deben quedarse, él nunca creyó que Gabriel pudiera sentir también el loco enamoramiento que él venía sintiendo por él desde hacía años.
Pero un beso es otra cosa, un beso no es la gran cosa...
...o sí.
Un beso lo es todo.
Un beso puede ser comienzo o final.
Un beso te abre los ojos a lo que es real y posible.
Cuando un simple roce de labios te hace enloquecer y revoluciona todo tu ser, entonces sabes que realmente hay algo.
Un beso es más que rozar los labios, juntar pieles. Es la muestra de algo, "¿qué?" es la pregunta. En un beso puedes entregar el corazón.
Besos en los labios. Besos en la frente. Besos en las mejillas. Besos en la mano...
Y eso que Gabriel le había prometido –o amenazado, no sabía cómo tomarlo–, el universo explotando dentro de mí, desgarrándome, cada célula revolucionando, eso es lo que siempre había querido sentir. Lo que todos dicen, lo que muchos leemos y deseamos sentir, lo que pocos conocen. Los besos perfectos.
Un primer beso perfecto.
En realidad esa fue la razón por la cual se había atrevido a hacerlo. Ese año se graduaban, nunca más volvería a ver a Gabriel, y no quería dar su primer beso a cualquiera. Quería que, aunque fuera uno, fuera perfecto.
Y ahora que era posible...estaba encerrado en su habitación.
Había faltado a clases, ignorando la mirada de sospecha de su madre, las exigencias de Sarah de una explicación, las llamadas de Aidan, y los mensajes de Gabriel.
Hacía ya rato parecía que todos se habían rendido. Entonces el sonido de un papel deslizándose –que sonó casi ensordecedor en el silencio de su habitación– bajo su puerta.
Consideró no levantarse, pero podía ser importante. Era una nota azul con verde, supuso que era de Sarah. Su ceño se frunció cuando la abrió y no reconoció la letra, (des)afortunadamente lo que decía tenía todo el sentido del mundo y le dejó saber a quién pertenecía:
"Me dijiste que quieres hacer música conmigo, el roce de nuestros labios creando un ritmo y una canción que se volvería tu favorita...
...ahora yo te digo, ¿conoces ese mito en el que cierto Dios murió, pero usó su última fuerza para besar a su amada, pasándole así su alma?
No te prometo mi alma completa, porque creo que para eso harían falta una vida de besos, pero, ¿qué tal una pequeña prueba?
Te ofrezco probar mi alma a cambio de que me dejes saborear la tuya, Axel".
Y, oh por dios, ¿qué se supone que dijera a eso? ¿Por qué Gabriel se atrevía a invertir los papeles? ¿Y por qué no él sabía que Gabriel escribía tan bien?
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