Capítulo veintiuno: obligar a amar
19 de febrero, 2021
—Papá. —Aparece de la nada.
—Dime, mi amor.
—¿Qué estás haciendo? —cuestiona, acercándose a mí. Todavía tiene las marcas de la manta en la cara. Apenas se está levantando de su siesta.
—Nada, ¿y tú?
—Nada, estoy aburrida. —Se acuesta a mi lado.
—¿Qué quieres hacer?
—No sé. —Me mira y frunce el ceño—. ¿Eso te dolió?
—¿Qué cosa?
—Eso. —Toca el aro en mis labios y hace una mueca de dolor.
—No mucho, solo los primeros días.
—Ah, vale. —Sonríe—. ¿Qué haremos?
—Te estoy preguntando qué quieres hacer.
—Hagamos un castillo —comenta, con una gran sonrisa.
—¿Un castillo?
—¡Sí! —Se levanta, corriendo a su habitación. Estrujo mis ojos, debajo de mis lentes.
El dolor abdominal no se ha ido y estoy preocupado, en la mañana fui al doctor y dijeron que podría ser un lumbar, nada grave, me recetaron unas pastillas y me dijeron que no podía hacer movimientos que incrementarán fuerza. Respecto al apetito... Sigo igual, son las seis de la tarde y lo único que he comido es una galleta dietética.
«Le diré a Ariel que no has comido»
Chismoso.
«¿Chismoso? Ahora le diré a tus hermanos»
Que sapo eres.
«¿Sapo? ¡Ahora le diré a Raven!»
Cierro los ojos, relajándome, hasta que siento algo húmedo en mi cara.
—¡Asco! —Me siento de golpe, desorientado.
—Esto... Es... Muy gra... cioso. —Lizy se parte de la risa, la miro con los ojos entrecerrados, limpiando la saliva de Kitty de mi cara.
—Kitty, eso no se hace —regaño al cachorro, él me mira con cara de "¿este qué?".
—Te estaba dando un besito. —Hace con su boca una trompita, le saco la lengua.
—A mí no me gustan mucho esos besitos —me quejo, ella ríe.
Me doy cuenta que en el suelo hay mantas, almohadas y peluches.
«¿En qué momento Lizy trajo todo eso?»
Excelente pregunta.
»¿Estos serán nuestros materiales de construcción?
—¿Materiales?
—Con lo que haremos nuestro castillo —le explico, ella asiente.
Me levanto de la alfombra y estiro mis músculos.
—¡Será el castillo más bonito!
Ruedo las sillas del comedor, dejándolas cerca del sofá.
★ Soportes: Listos.
Lizy cubre las sillas y el sofá con una cobija, la sábana no cubre ni la mitad de los muros del castillo, pero con ayuda de unos ganchos y otra sábana, ya tenemos techo y una linda decoración de la princesita Sofía.
★ Techo y paredes: Listos.
En el suelo, debajo del techo, dejamos las almohadas y algunos cojines de los muebles.
★ Suelo: Listo.
»¡Qué bonito! —Lizy entra al castillo, con una gran sonrisa que cierra sus ojitos.
Ya tenemos paredes, el techo y el piso. El castillo está listo.
«¿Listo? Nah»
Dejo a Lizy con Kitty, yendo a donde están las decoraciones de navidad, sí, las decoraciones de navidad.
Regreso al terreno donde está nuestro castillo a medias, desenredando una de las luces del pino de navidad.
»¿Para qué es eso?
—Solo espera —con ayuda de cinta, pegó las luces en las sábanas, cuando las enciendo, me doy cuenta que mi invento raro no está tan mal.
—¡Me encanta! —chilla Lizy abrazando con mucha fuerza a Kitty.
—Voy a ir a buscar algo —salgo del castillo, con una sonrisa. Voy directo a mi habitación, donde busco mi laptop, la siguiente parada es la cocina, donde robo galletas, jugos (que meto en una cava con hielo), barritas energéticas y muchos chuches.
«Te arrepentirás de esto luego»
Lo sé, lo sé.
En el camino de regreso, voy haciendo malabares, para que las cosas no se me caigan.
»Volví.
—¡Chocolates!
«Te arrepentirás»
»¿Sabes que falta?
—No, dame una idea.
—¿Cómo vamos a estar en un castillo así? —señala nuestros pijamas.
—¿Cómo quieres que estemos? —No me contesta nada, solo sale corriendo hacia su habitación.
Regresa arrastrando su baúl de disfraces.
»Déjame y te ayudo.
Lizy rebusca en todo el baúl, hasta dar con lo que quiere.
—¡Seremos hadas princesas! —exclama con emoción—¿Cuál quieres? —Me muestra dos pares de alas rosadas con mucho brillo.
—La que tiene morado. —Sonríe, acercándose a mí.
—Alza los brazos. —Hago lo que me ordena, divertido.
—¿Esta o esta? —sostiene una corona de flores y una diadema de plástico.
—La de flores.
Y así es como me convierto en una princesa hada del jardín, Lizy es una princesa hada de los dulces, ella se quedó con la corona hecha de caramelos falsos.
—¿Hola? —Es increíble lo rápido que reconozco esa voz... o lo rápido que reconocemos, Lizy también tiene una sonrisa.
—No hagas ruido. —Lizy cubre su boca con sus pequeñas manos, sonrío.
—¿Hola? —La voz de Raven vuelve a retumbar en las paredes, Lizy y yo nos miramos— ¿Están? —También se escuchan los ladridos de Kitty—. Vale, creo que no están... ¿Qué es eso...? —Raven quita la sábana que nos cubría, nosotros quedamos en shock.
Raven nos ve de arriba abajo con una sonrisa.
—¡Hola! —Lizy no tarda en abrazarla, yo estallo en carcajadas.
—Hola, muñeca. ¿Se estaban escondiendo de mí? —hace un puchero.
—Fue idea de Lizy —acuso a la menor, que no tarda en mirarme mal.
—¿Mía?
—Sí, tuya —recalco, ella abre su boca en una o.
Raven ríe, deteniendo la estúpida pelea.
—Arruinaste nuestro castillo —la regaño, ella vuelve a dejar la manta como estaba.
—Como nueva —señala, con una sonrisa—. ¡yo tambien quiero ser una hada princesa!— pide, Lizy sonríe.
—¡Vale! —Saca del baúl unas alas azules y una varita del mismo color— Tú serás la hada princesa mágica. —Corona a Raven, con una corona celeste.
—¡Esto es todo un honor! Creo que voy a llorar. —Lizy ríe, abrazando a Raven—. ¿Cómo están amores míos? — Se sienta en posición de indio en el centro del castillo, la imito.
—Yo increíble —responde Lizy, destapando una barra de chocolate—, ¿quieres?
—Gracias. —Raven le da un mordisco al chocolate, ensuciándose los labios, sonrío—. ¿Tú cómo estás?
—Todo bien —contesto distraído, buscando algo que ver en la laptop—. ¿Cómo entraste? —cuestiono confundido.
—Por la puerta. —Ella y Lizy ríen, yo las miro mal.
—¿En serio? Yo pensé que habías entrado por la ventana. —Kitty regresa, acostándose en las piernas de Raven—. Que rápido agarra confianza. —Raven vuelve a reír.
—Nos cambió por Raven —agrega Lizy, llena de chocolate.
«¿Estás chicas no saben comer?»
—Sí. —Me acerco a la pequeña, limpiando su boca con la manga de mi suéter.
—¿Qué veían?
—Apenas íbamos a buscar algo.
—Los ayudo, ustedes me deben una película —nos acusa, arrebatándome la computadora.
—Siempre pasa algo —se defiende Lizy.
—Ujum... ¿Qué les gustaría ver?
—Mulan —señala Lizy.
—Mulan será. —Me acuesto, con la laptop en mi estómago.
Raven deja su cabeza en mi brazo, extendido. Lizy se recuesta en mi pecho.
—¿Desde cuándo soy almohada?
—Desde ahora.
Vemos a Mulan, mientras comemos chucherías, reímos y cantamos las canciones de la película. De las mejores tardes.
—Quiero un dragón —comenta Lizy.
—Pídeselo a Santa Claus —le aconseja Raven, la miro mal.
—¿Si se lo pido me lo traerá?
—No sé, lo más probable es que no.
—Pero inténtalo —la alienta Rav.
—Vale.
—Pero no te ilusiones —vuelvo a interrumpir.
—¿Qué comeremos?
—Buena pregunta —le contesta Raven. Me siento en posición de indio, alejándome de ellas.
—¿Tienen hambre? —las observo, ellas asienten en el suelo.
—¿Y Kitty? —cuestiona de la nada Lizy.
—Ni idea, él desapareció.
—No nos quiere. —La rubia ríe—. ¿Cocinamos? —le pregunto a Raven, ella se cubre el rostro con la almohada.
—No pagaré los daños ocasionados en tu cocina. —Se sienta, con una gran sonrisa.
—No esperaba que lo hicieras.
—Ustedes cocinen, yo buscaré a Kitty y lo obligaré a amarme de nuevo. —Sale del bulto de sábanas, dejándonos solos.
—¿Qué quieres comer? —le pregunto a Raven, quitándome las alas de juguete.
—¿Me harás una comida especial?
—Si quieres. —Ella sonríe.
»¿Quién te trajo?
—Yo.
—¿Sabes conducir?
—Sí, no soy tan inútil. —Rio con su respuesta.
Peino su cabello con mis dedos, ella sonríe. Con mi otra mano limpio la comisura de su boca que se encuentra sucia de chocolate. Paso mi pulgar por su labio inferior, haciendo que respire hondo.
—Hola, Aleix. —Ronronea, río.
—Hola —intento hablar de la misma forma que ella, creo que lo logro, porque estalla en carcajadas.
—¿Cómo estás? ¿Qué te dijo el doctor?
—No es nada grave, es lo que supuse, un mal movimiento —le contesto, poniendo uno de los mechones de su cabello detrás de su oreja—. Me gustan tus aretes.
—¡A mí también! Son ositos de goma.
—Sí, ositos de goma rosa. —Nos quedamos un rato mirándonos, antes de estallar en risas—. Mejor salgamos de aquí, ya Lizy tiene mucho tiempo sola.
Salimos gateando de castillo.
»Voy a ir a ver qué hace Lizy.
—Si quieres yo voy.
—No te escaparas de la cocina, Raven.
—¿Quién dijo que no? —Con esas palabras desaparece por el pasillo. Camino a la cocina con una sonrisa en mi rostro.
Veo la hora en el reloj de la cocina, 8:45 p. m. Con razón tienen hambre.
«Aleix, que tú andes de anémico, no significa que los demás no coman»
Sí, ya me di cuenta.
Empiezo a sacar todos los ingredientes, para preparar esta cena rapidamente.
—¿Necesitas mi ayuda? —aparece Raven, abrazándome por detrás.
—¿Y Lizy?
—Está jugando con Kitty. Hueles rico.
—No me he bañado en todo el día, ese es el truco para oler tan exquisito. —Ella ríe con mi respuesta, pero no una risa normal, si no las risas de Raven Stokes. La risa que me encanta.
—Ay, no puedo. —Se aleja de mí, tosiendo.
—¿Estás bien? —En este punto yo también estoy riendo.
—Sí... solo... me falta el aire. —Se podrá estar ahogando, pero no para de reír.
Me acerco a ella tomando su rostro, dejando un beso en cada uno de sus ojos lagrimosos, su risa se va apagando.
—Amo tu risa —comento, antes de abrazarla.
—¿Ya que me rio como loca? —comenta en mi pecho.
—Si te ríes como loca, pero me encanta —ella se aleja de mí, con una sonrisa en su rostro sonrojado, de tanto reír.
—¿Qué cocinaras?
—Querrás decir, "¿qué cocinaremos?"
—Espero que no te quejes cuando queme tu casa.
—No permitiré que quemes mi casa, Raven.
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