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Capítulo treinta y uno: Sullivan... ¿qué haces aquí?

—Les mentí, no los odio. —Detengo mis sollozos, observando a la pequeña rubia frente a mí.

Raven es la primera en atraerla a sus brazos. Yo todavía estoy paralizado.

—Te amo, muñeca. —La abraza tan fuerte que me preocupa que la asfixie.

Me acerco lentamente a ellas, respirando hondo.

—Perdón —susurro en cunclillas frente a ellas. Lizy se libera del agarre de mi novia y corre hacia mí.

—Perdón también  —susurra con un puchero. Yo la abrazo.

Ella tiene mucho que procesar, en un momento estaba jugando a las hadas con sus amigos y en otro, una mujer desconocida aparecía diciendo ser su madre.

Hasta para mí es difícil de asimilar.

—¿Estás bien? —Sus ojos están muy hinchados y su corona está de lado.

—Shi. —Esconde su cabeza en mi pecho.

Lágrimas todavía caen por los pómulos de Raven. Cuando se da cuenta que la estoy observando, me da una sonrisa que se nota a lo lejos que es forzada.

No sé por cuento tiempo nos quedamos así, pero llegó un momento en que la respiración de Lizy se hace pesada. Se durmió.

Me levanto con cuidado del suelo, le hago una seña a Raven para que me siga.

Llegamos a mi antigua habitación y dejo a Lizy en el centro de mi cama, la cubro con una cobija, besando su frente antes de quedarme mirando a la nada.

—¿Qué hice? —Me siento en el borde de la cama, Rav se acerca a mí.

—Esto no es tu culpa, Aleix —asegura. Yo niego con mi cabeza

—Yo la dejé entrar...

—No es tu culpa, simplemente no lo es. Es algo que tarde o temprano iba a pasar, ¿creías que Astrid iba a vivir toda la vida en la ignorancia?

—No iba a estar siempre en la ignorancia, pero tampoco ella debía aparecer así. Hoy es su cumpleaños, no debía terminar así  —lo último lo susurro, no sé si me escuchó.

—¿Qué te dijo? ¿Sólo pasó y ya? —pide saber, peinando mi cabello.

—Me dijo que quería conocer a Lizy, que está arrepentida y que quería ser mejor persona —le resumo—. Le dije que no le dijera que era su mamá, que se esperara. Tenía que darle tiempo a Astrid Lizeth para que la conociera, primero tenía que ganarse su confianza.

—Ella hizo todo lo contrario. —Con el borde de mi sudadera limpio su rostro, ella me da una pequeña sonrisa.

—Sí... Odio está situación —gimo.antes de abrazarla—. ¿Por qué? Simplemente... necesito saber por qué. —Empiezo a sollozar en sus brazos, ella me sostiene peinando mi cabello con sus manos.

—No es tu culpa, Aleix. No es tu culpa —repite una y otra vez.

Cuando me calmo, decidimos acostarnos un rato a descansar. Ella sí se duerme, yo me quedo observando el techo.

Lizy.aún dormida se acurruca contra mí. El gesto fue totalmente inconsciente y hace que las lágrimas regresen.

—Papá. —Almohadazo—, papi. —Almohadazo.

—¡Aleix! —Siento golpes de dos direcciones distintas, me cubro el rostro con los antebrazos.

—Ya estoy despierto —exclamo aún así los golpes no cesan—. ¡Ya! —Ahora sí se detuvieron.

—Buenos días.

—Serán buenas noches —corrige Rav a Lizy.

Lizy ríe, ¿ya dije que amo su risa?

—¿Qué hora es? —¿Raven dijo noches?

—Son casi las nueve —comenta Lizy. Gimo, volviendo a acostarme—. ¿No quieres pastel?

—¿Dónde hay pastel?

—Hoy es mi cumpleaños, ¿se te olvidó? —Se cruza de brazos, río.

—No se me olvidó, solo...

«¿Solo qué?»

»Solo tengo flojera. —No es momento para volver a sacar el tema.

—Bueno, señor flojera, levántate de ahí. —Me toma de los brazos, instándome a levantarme—. Tienes que cantarme cumpleaños. —Sonrío, levantándome de la cama.

—Me dormí con todo y zapatos —señalo divertido.

—Zapatos y lentes —agrega Rav, quien todavía tiene las sábanas marcadas en el rostro.

Salimos de la habitación y bajamos a la primera planta, donde todavía está mi familia. Los únicos coleados son Asher, Hunter y la hermana de Hunter, aunque el segundo es parte de esta familia desde hace un buen rato.

—Buenos días, bellos durmientes —se burla Xahi.

—Buenas. —Camino al centro de la sala, sentándome en el suelo.

—Aleixander, que mala constumbre, ¿por qué no te sientas en el mueble? No está lejos.

—Ay, abuela. Aquí estoy cómodo. —La madre de mi papá me mira con los ojos entrecerrados.

—¿Y los pasteles? —cuestiona Lizy, siendo prisionera de los brazos de Axael.

—Están en la mesa, ¿por qué? —contesta Danielle.

—¡Ya quiero pedir mis deseos!

Reímos, antes de salir al patio donde todavía está la decoración intacta.

La culpa no ha dejado de consumirme.

»Ven —llama a Raven, cuando estamos detrás de la mesa con el pastel.

Alzo a Lizy en mis brazos, ella ríe y dejo un beso en su frente. Raven se queda a mi lado.

—A la de tres —exclama Xahi con el teléfono listo para grabar.

—Uno... Dos... Tres.

Empezamos a cantar el cumpleaños feliz, Lizy lo que hace es reír y ver todas la cámaras que la apuntan, mientras aplaude junto a los presentes.

—... Cumpleaños feliz, te deseamos a ti. —Axel, Asher, Hunter y Danielle tocan la mesa como si fueran un tambor, creando tensión—. Cumpleaños, Astrid Lizeth. Cumpleaños feliz. —El escándalo se hace presente.

—¡Eeeeh! —Hacen una bulla.

—¡Pide un deseo! ¡Pídelo! —grita mamá.

Yo me acerco a la mesa, para dejar a Lizy lo más cerca del pastel posible.

Ella cierra los ojos, pensando su deseo antes de soplar las siete velas.

—¡Eso! —Raven se acerca a abrazarla, Lizy no deja de sonreír.

El pastel está delicioso y no lo digo solo porque lo hice yo.

—Me di cuenta. —Raven me roba un trozo de mi pastel— que Astrid es la más pequeña en tu familia.

—Sí, es la primera y única sobrina, hija, nieta y bisnieta —señalo riendo.

—Debe ser un papel muy grande, ¿cómo puede vivir con esa presión sobre sus hombros?

—Es una niña muy fuerte —le sigo el juego, antes de reír.

Lizy le da un bocado de pastel en la boca a Asher, antes de reír, creo que se me olvidó mencionar que ella tiene un enamoramiento hacia él.

Pasamos el resto de la noche compartiendo en familia, riendo y bebiendo alcohol. Llegó un momento en el que nuestros padres empezaron a sacar nuestros momentos vergonzosos a la luz.

—¿Recuerdan cuando Axael estaba cantando la canción de high school musical y nosotros entramos a su habitación?

—¡Mamá! —Axa no deja que ella termine de contar.

—¿Qué pasó? —pide saber mi cuñado, su prometida lo mira mal.

Mamá se levanta del sofá, para dramatizar la escena mejor.

—¡Oh, por Dios! —exclama, abriendo mucho los ojos— ¡Descubrieron que soy cantante! —Las risas resuenan.

—¡Mamá! —El hecho que Axa se esté muriendo de la vergüenza lo hace más divertido.

—Lo manifestó —comenta Alexis.

—Manifestó su carrera —acierta Raven.

—¿Lo manifestó o vio mucho Hannah Montana? —se burla Xahi, Axa esconde su rostro en el pecho de Dustin avergonzada.

—Basta —pide, haciendo que las risas regresen.

—¿Cuándo Aleix se cayó por andar creyéndose Spiderman?

—Cállate —le ordeno a mi hermano menor.

—No te calles —me contradice Axa dolida.

—¿Cómo se cayó? —Rav está divertida con toda la situación.

—Bueno, cuñada, resulta que tu amor, quería bajar esas escaleras. —Señala las escaleras para llegar a la segundo planta, donde están las habitaciones—, pero no quería haberlo por los escalones como una persona normal —se burla.

—Así que decidió hacer una mortal, que salió mal —agrega Axel.

—Y terminó como Harry Potter, con una cicatriz en la frente —continúa Axael. Todos ríen menos yo.

—El susto que nos dio al ver toda la sangre. —Mamá finge un escalofrío, río.

—Perdón por buscar un sistema de desplazamiento menos aburrido. —Me encojo de hombros.

—Sí. Sí. Con Diosito querías terminar tú —Credence me ve a través del vaso.

—Pero no te vayas, estamos conversando en familia —dice Danielle divertida cuando me levanto del suelo.

—Voy a ir a ver si Lizy todavía está dormida —señalo—. A mí no me llaman Alexahi, que se molesta si se burlan de él.

—Uuuh —Hunter hace una bulla. Xahi aprovecha que está cerca de él para darle un golpe.

—Mira sí, Alexahi para burlarse de los demás si sirve, pero cuando se burlan de él... Jummm. —Río con el comentario de Axel, yendo hacia las escaleras.

Al llegar a mi habitación y confirmar que mi hija sí está completamente dormida, me voy a regresar por donde vine, sin embargo un empaque de regalo en la cama llama mi atención.

Más temprano le pregunté a Lizy si quería abrir sus obsequios, ella dijo que no, que lo haría mañana en nuestra casa. Por eso la envoltura ahí me parece sospechosa.

Me siento en el borde de la cama con cuidado y tomo el paquete roto. Dentro de las envolturas hay un papel brillante arrugado, lo aliso para leer lo que dice.

Feliz cumpleaños, hija. Ya son siete añitos, los primeros siete de muchos que vienen. Te amo.

Att: Kary, tu mami que siempre ha pensado en ti.

Ya entiendo porque lo arrugó.

Tu mami que siempre ha pensado en ti.

Karine no piensa en nadie más que ella misma.

No le deseo el mal a nadie, pero espero que Dios guarde a Karine y no se acuerde en dónde.

Busco el regalo, pero no encuentro ¿lo habrá tirado?

Camino al baño de la habitación y reviso en la papelera, no hay nada, también me asomo en la ventana, tal vez lo tiró por ahí, pero no, solo se ven las plantas de mamá.

¿Será que no le regaló nada?

No lo creo, ¿para qué traerías una caja tan grande para no rellenarla? Si quería dar solo la carta, lo hubiese hecho y ya.

Respiro hondo, rindiendome. Es mejor que me una otra vez al grupo y eso es lo que voy a hacer o iba; cuando dejo un beso en la frente de Lizy y la cubro mejor con la sábana, me doy cuenta que está abrazando algo.

Un peluche, un peluche que reconozco.

¿Cómo olvidarlo?

El peluche es un mini Sullivan, el monstruo azul de Moster Inc.

Ese peluche mamá me lo había regalado cuando estaba en el hospital, durante las quimios me aferraba él. Él era mi soporte.

Cuando llegué al apartamento que iba a compartir con Karine, no estaba. Nunca me imaginé que se lo había llevado. Pensé que se había perdido o lo había dejado en casa de los abuelos o en casa de mis padres.

—¿Pasó algo? —El susurro hace que me sobresalte.

—No, ¿por qué? —Me volteo observando a la castaña frente a mí.

—Por nada, solo que tardaste mucho. Pensé que se había despertado. —Se acerca a mí, sonrío.

—Ella está muy dormida —contesto.

—Ya me di cuenta —replica—. Tus hermanos están apostando a que seguramente te quedaste dormido. —No puedo evitar reír.

—No me sorprende.

—Qué lindo peluche —comenta viendo el muñeco azul—, Moster Inc es una de mis películas animadas favoritas.

—También es la mía —agrego, ella sonríe—, por algo ese peluche era mío.

—¿Era tuyo? Qué lindo, ahora se lo diste a Lizy. —Yo rasco mi nuca, ella se da cuenta de mi incomodidad—. ¿Dije algo malo? —cuestiona preocupada.

—No... Solo que yo no se lo di.

—¿Ella lo tomó sola? —Está muy confundida.

—No, se me había perdido. Hace siete años. —Ella saca la cuenta rápidamente.

—¿Cómo se lo dio?

—Se lo dio como regalo —explico. También le cuento lo importante que era ese peluche para mí.

—¿Qué significa todo esto? Aparece, arruina su cumpleaños y le da ¿un peluche que era tuyo como regalo...? Es que no comprendo.

—Créeme que yo tampoco —suspiro, jugando con el piercing en mi labio.

—Pero ya está, olvídalo. Mejor vayamos a abajo, me estoy perdiendo de muchas anécdotas. —Toma mi mano y me guía fuera de la habitación.

—Gracias —le digo, deteniéndola a la mitad de las escaleras.

—¿Por qué?

—Por quedarte hasta. —Veo la hora en mi reloj— tres de la mañana con nosotros.

—No tienes nada que agradecer. —Me da un beso corto en los labios antes de seguir bajando las escaleras, llegando a la planta baja.

—Yo los íbamos a ir a buscar, pensamos que le estaban creando un hermano a mi sobri. —Axa nos mira con los ojos entrecerrados— como regalo de cumpleaños. —Me siento en el suelo, con la espalda recostada de la pared, Raven se acuesta a mi lado y usa mis piernas de almohada.

—Sería el mejor regalo, esa niña está pidiendo hermanos desde que tiene tres —señala Danielle.

—Y Aleix lo que le da es un perro —agrega Xahi.

—Un hermano perruno, que no se queje. —Peino el cabello de Raven con mis dedos.

—Los perros son mejores que los humanos —me apoya Asher.

—Cualquier animal es mejor que un humano. —No contradecimos las palabras de Alexis, ella tiene toda la razón.

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