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Capítulo treinta: perdón

¿Ya dije que no estoy respirando?

«Sí»

Entonces lo recalco.

—¿Perdón? —cuestiona Ash, confundido.

—¿Qué haces aquí? —pregunto cuando encuentro mi voz.

—¿Por qué no estaría aquí?

—No tienes ni una razón para estar aquí. —Me cruzo de brazos.

—Es el cumpleaños siete de mi hija, tengo todo el derecho de estar aquí.

—Lizy no es tu hija.

—¿Ah no? Hasta el punto que yo sé, yo la di a luz y la tuve por unos largos meses en mi vientre.

—Eso no te convierte en su madre —interviene Asher, Karine lo mira de arriba a abajo.

—¿Y quién tú eres para meterte en problemas ajenos? —El ojiazul va a comentar algo, pero yo lo tomo por el brazo, él capta la indirecta.

—Él tiene razón, que hayas ayudado en su creación, no te convierte en su madre.

—Quiero hacer las cosas bien, desde que te vi en el restaurante... Estuve reflexionando, sé que es muy tarde, pero en serio lo quiero intentar. —Sus palabras suenan sinceras—. Sé que me perdí siete años de su vida, sus primeros pasos, sus primeras palabras, pero no quiero perderme más momentos. Ya no quiero perderme más de su vida.

Respiro hondo, ¿estará diciendo la verdad?

—¿Cómo estás tan seguro que Lizy te recibirá con los brazos abiertos?

—¿Lizy? ¿Ese es su nombre? Pensé que le pondríamos Kimberly. —Su voz suena herida—. Y sobre lo otro... Es una niña, supongo que la educaste lo suficientemente bien, como para que me perdone estos años de ausencia.

—¿Por qué apareces ahora?

—Como te dije, desde nuestro encuentro, no he dejado de pensar en ustedes, en nosotros.

—¿Nosotros? ¿Quiénes van en ese nosotros?

—Obvio que tú, Kimberly y yo.

—Es Lizy —la corrijo.

—Bueno, Lizy —le resta importancia—. Nosotros tres seremos una familia, la familia Miller-Messer. —No puedo evitar reír. Esto debe ser una broma.

—¿Y Eric?

—Lo de Eric fue no era algo serio...

—¿Por qué apareces ahora? —Vuelvo a preguntar— Bastante tiempo tuviste para reflexionar sobre esto, sabes donde vivía mi familia y gracias a las redes también eras consciente que todavía seguía en la ciudad, ¿ahora es que quieres estar presente en su vida? ¿Después de siete años?

—Sabes que no uso las redes sociales, tampoco me imaginé que tus padres seguían viviendo en el mismo lugar...

—¿Y cómo llegaste aquí? ¿Ahora sí pensaste que ellos aún vivían aquí?

—Eric me lo dijo, me dijo que hoy le estaban celebrando el cumpleaños a nuestra hija aquí, no pensé dos veces en venir.

Suspiro, peinando mi cabello.

—¿Qué quieres? ¿Dinero? ¿Reconocimiento? —cuestiono, frustrado con la situación.

—El único reconocimiento que quiero es el de mi hija, quiero que ella me quiera —su voz se quiebra—, quiero que ella me llame mamá.

»Alex, sé que la cagué, sé que no soy la mejor persona del mundo, pero en serio, en serio te lo pido. Déjame conocer a mi hija. —Sus ojos están cristalizados.

—Está adentro —me rindo.

Ella me dañó, me lastimó hasta más no poder; pero tampoco le puede quitar el derecho de conocer a Lizy, ¿no? Si a mí me hicieran eso, juro que me suicidaría.

Tal vez si cambió...

—Sabía que comprenderías. —Me abraza, yo me quedo helado.

Una cosa es dejar que conozca a mi hija, otra cosa es dejar que me dé afecto.

—Aléjate —la empujo con cuidado, ella me mira confundida.

—Perdón, me emocioné. —Me peino el cabello, ella me mira expectante.

—Vamos. —Asher me mira con los ojos muy abiertos. Karine se nos adelanta.

—¿Estás seguro de esto? Confundirá a Lizy.

—La verdad, no sé qué carajos estoy haciendo. —Respiro hondo, Ash suspira.

Karine recuerda esta casa muy bien, ya que llegó al patio primero que nosotros.

Toda mi familia está sorprendida, ellos también la recuerdan muy bien

—¿Hermano? —Xahi aparece detrás de mí— ¿Qué carajos?

Apresuro mi caminar, alcanzándola.

—No le digas que eres su madre. —Lizy está a unos tres metros de nosotros, jugando con Raven.

—¿Por qué?

—Se confundirá, vayamos más lento ¿sí? —Ella asiente, no muy feliz— Ganate su confianza y cariño primero, no te apresures.

Nos acercamos a las chicas, Raven es la primera en darse cuenta de nuestra presencia.

—Hola. —Karine se pone a la altura de Lizy, la rubia la mira confundida—, feliz cumpleaños. —Le entrega la caja de regalo.

—Gracias —contesta, tomando la caja.

—¿No me darás un abrazo?

—No —le dice.

—¿Por qué no?

—Porque no quiero —se acerca a Rav, quien la abraza por detrás. Karine se da cuenta del gesto.

—Ella no es tu mamá —señala secamente—, por ella si te dejas abrazar.

—Es mi amiga y me quiere, yo sí quiero abrazos de ella. A ti no te conozco. —Se revuelve inquieta en los brazos de Raven.

—¿No abrirás el regalo?

—Lo abriré cuando abra los otros —responde mirándome. Yo estoy paralizado.

—¿Sabes quién soy?

—No.

—Por si no lo sabías, yo soy tu mamá. —Lo primero que le digo y lo primero que hace.

—Tú no eres mi mamá. —Lizy ríe—, eres una mentirosa, yo no tengo mamá. —Astrid Lizeth deja caer sus ojos sobre los míos.

—Sí tienes y soy yo —vuelve a repetir.

—¿Eso es verdad, papá?

—Sí, papá, ¿es verdad?

¿Qué respondo a esto? Dios, elimíname.

—No lo es. —Sinceridad ante todo.

—Sí lo soy, Alex. No digas mentiras.

—Es Aleix, su nombre es Aleix —habla Raven por primera vez desde que Karine llegó.

—¿Quién te dio permiso para opinar? Hoy estoy rodeada de puros metiches.

—Karine, vete —pido, cuando noto que Lizy se está poniendo incómoda con la situación.

—No me voy a ir.

—Sí, sí te vas a ir —le digo serio.

—¿Tu quién eres para mandarme? Quiero ver a mi hija soplar las velas de su pastel.

—No soy tu hija —interrumpe Lizy—. ¿Quién te dio a ti permiso de ponerte ese nombre?

—Solo es el nombre de lo que soy, tu mamá.

—Si eres mi mamá, ¿por qué no estabas desde antes conmigo?

—Tu papá no quería que yo estuviera contigo. —¡¿Qué?!

—¿Eso es en serio, papi?

—No, mi vida, eso no es verdad. —Me acerco a ella, sus ojos se empiezan a cristalizar

Está tan confundida.

—¿Por qué ella dice que es así?

—No lo sé, pero es mentira, mi amor. Nunca haría algo que te lastimara. —La intento abrazar, pero ella me rechaza.

—¿Tú lo sabías? —le pregunta a Raven. La castaña se queda en silencio, sin saber que decir— Todos son uno malos, los odio. —Sale corriendo como una flecha hacia la casa.

Raven sale corriendo detrás de ella, gritando su nombre. Las alcanzaré luego, en estos momentos tengo otra cosa que resolver.

—¡¿Estás loca?! ¡¿Qué mierda hiciste?

—Solo quería que ella entendiera, necesitaba sacrificarte. —Los adultos empiezan a llevarse a sus hijos.

—¿Sacrificarme? —Río sarcástico— Sí que estás loca.

»Cómo pudiste notar, ese "sacrificio". —Hago las comillas con mis dedos—, logró que ella me odiara.

—Se le pasará, es una niña...

—Sí, es una niña. Y las niñas también tienen sentimientos, también piensan. —En estos momentos no conozco la palabra hablar.

—¿La herí? Tú fuiste el que hizo mal al no hablarle de mí.

Esto en serio tiene que ser una broma. ¿Dónde estás las cámaras?

—¿Hablarle de ti? ¡Cómo pretendías que le hablara de ti si ni siquiera sabía si ibas a regresar!

»¿Cómo caí? ¿Cómo de verdad creí que tú no tenías malas intenciones?

—No tengo malas intenciones.

—Maldición, solo vete o te saco yo. —Solo recordar que le dañó el cumpleaños a Lizy me dan ganas de matarla.

—¿A ver? Sácame —me reta—. Tú no eres capaz de ponerme un solo dedo encima.

—Él no, pero yo sí. —Axael le da con el puño cerrado en la cara a Karine, quien cae de culo en el césped.

—Hija de perra —exclama, sosteniendo su nariz que no deja de sangrar.

—La única perra aquí, eres tú —le responde mi hermana mayor, montándose a horcadas sobre ella.

—Maldita loca, no te metas —la pelinegra intenta zafarse del agarre de Axa.

—No, yo si me meto, perra. —La agarra por el pelo, antes de volver a dejar caer su puño en el rostro de ella—. Espere mucho por este momento —comenta emocionada.

Dustin se acerca para separarlas, Axel, Credence y Hunter también.

Me alejo, sabiendo que la situación está en buenas manos.

Reviso en la primera planta de la casa, abriendo cada puerta, aún así no encuentro ningún rastro de las chicas.

—¡Raven! ¡Lizy! —las llamo, no obtengo respuesta.

Subo a la otra planta, esta vez no busco. Ya que me encuentro a Raven sentada en el suelo con la cabeza recostada de la puerta de madera del baño.

Me acerco a ella, su delineado está todo corrido gracias a las lágrimas.

—De verdad nos odia. —Abraza sus piernas, sollozando con su cabeza escondida en sus rodillas.

Respiro hondo antes de tocar la puerta. Tengo un truco para abrirla, pero quiero intentarlo por las buenas, no quiero que se sienta amenazada.

—Estrella, soy yo, mi vida —intento, no recibo respuesta—. Mi vida, sabes que te amo y que no haría nada que te hiciera llorar. —Solo hay silencio—. Lo que ella dijo es mentira, lo juro, no es verdad.

—¿Por qué no querías que tuviera un mamá? Eres muy malo, te odio.

—Sí quería que tuvieras una mamá, mi vida, en serio. —Gruesas lágrimas salen de mis ojos.

Lizy nunca me había hablado de esa manera. Ni siquiera me había alzado la voz.

—En la escuela se burlan de mí, me dicen huérfana y sin mamá, dicen que nadie me quiere. —Solloza—. Yo también quiero una mamá, para jugar con ella a las Barbies, para que me peine. Quiero hablar cosas de chicas con ella, que me lleve a ballet... Solo quiero eso. —Vuelve a sollozar, juro que mi corazón se rompe como un cristal.

No sabía que al no tener una figura materna le afectaría tanto.

»Yo quiero una mamá para ir con ella a las fiestas del día de las madres en la escuela, para darle cartas con los poemas. Y tú... tú no quieres que tenga eso.

—No es que no quiera, mi amor, solo...—Me trago mis sollozos.

—Pensé que Raven me quería, pensé que ella quería ser mi mamá y que me daría hermanitos. —Solloza—. Pero ella también en mala y... y mentirosa, también la odio. —Rav solloza muy fuerte a mi lado antes de sorber por su nariz.

—Raven sí te ama, Lizy. ¿Por qué piensas que no?

—Los odio, los odio, los odio —repite una y otra vez.

—Perdón, perdón, por favor. Perdóname —suplico—. Solo quiero que tú seas feliz, lamento no haberlo logrado, por favor, perdóname.

—¿Esa mujer sí es mamá? —Ignora mi llanto.

Respiro hondo, intentado controlarme.

—Sí. Pero no fue lo que ella dijo.

—¿Qué pasó? Yo quiero saber.

—Eres muy pequeña para eso, no lo entenderás.

—Tengo siente años, soy grande, soy una señorita. —Vuelvo a respirar hondo.

—Ella se fue, el día que tú naciste, ella se fue.

—¿Para dónde?

—No sé, nunca más la volví a ver.

—¿Hasta hoy?

—Sí, hasta hoy.

—¿Por qué se fue?

—No quería estar contigo, con nosotros.

—¿Por eso se fue?

—Sí.

—¿Y por qué dijo que tú no querías?

—Porque es una mentirosa —contesto con rabia.

Unos largos minutos de silencio pasan, en los que creo que Lizy de verdad no que quieres ver.

Me alejo de la puerta, hundiendo mis manos en mi cabello y tirando de el.

Esto. No. Me. Puede. Estar. Pasando. A. Mí.

Raven todavía está abrazando sus piernas, su cuerpo se sacude en sollozos.

Cubro mi rostro con mis manos.

Mierda, solo mierda. No suelo decir groserías, por el simple hecho de que no me gusta, pero esto en una mierda, eso es lo que es.

Lloro, enojado con la situación; lloro de frustración.

Le arruiné el cumpleaños a mi hija, ¿cómo fue que creí que Karine había cambiado? Ella sabe como tenerme en la palma de su mano.

Soy un idiota, un idiota por confiar en ella.

¿Cómo se me ocurrió hacerlo?

Todo es mi culpa.

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