Capítulo diecisiete: chicos de preparatoria
16 de febrero, 2021
Siento algo rozarme el rostro generándome cosquillas, por reflejo intento apartarlo con mano.
—Así no, mira, se despierta así. —Séguido de esas palabras siento golpes en mi cara—. Despierta. —Almohadazo—, despierta. —Almohadazo—. despiertaaaa —chilla, dandome almohadazos consecutivos que terminan de despertarme.
—Astrid Lizeth, para —le pido, incorporándome.
—Buenos días, papi. —Me abraza y deja un beso en me mejilla. Como si hace unos segundos no hubiese atentado contra mi vida.
—Buenos días, estrellita. —Busco mis lentes por la superficie de la cama.
—Aquí están. —Raven se acerca a mí, poniéndomelos. Se me había olvidado que ella estaba aquí.
«Te creí»
—Buenos días, Aleix. —Despeina, más de lo que ya está, mi cabello. Sonrío.
—Buenos días.
—Bueno, bueno, muchos buenos días. ¿Quién me va a ayudar a peinarme? —nos interrumpe Lizy, con las manos en las caderas. Ahora es que me doy cuenta que ya tiene el uniforme del colegio.
—¿Puedo? —pide Rav.
—¡Sí! Deja y busco las cosas. —Sale disparada fuera de la habitación. Raven sonríe, viendo por donde ella desapareció.
Aprovechando que está distraída, la atraigo hacia mí. Un pequeño chillido de su parte es la respuesta al gesto inesperado.
—Buenos días. —La abrazo, dejando un beso dulce en su cuello, Raven ríe.
—Buenos díaz, Aleix. ¿Amaneciste bien?
—Sip. —Se voltea, dejando un beso corto en mi boca.
—Voy a ir a peinar a Lizy. —Vuelve a despeinar mi cabello antes de apartarse de mí e irse de la habitación.
Me acuesto en la cama, viendo el techo. Analizando lo que pasó en las últimas horas.
Raven y yo somos ¿novios? Nunca pensé que diría eso, pero me gusta decirlo. Me gusta ella.
Me levanto de la cama con pesar y me dirijo al baño. Me lavo los dientes y el rostro. Cuando termino tomo mi móvil y envío un mensaje.
Tú: creo que tengo novia, ¿estarán hoy en la casa blanca?
aXa: QUEEE
aXa: yo no iba a ir hoy, pero ahora sí
alcohólico anónimo: QUE VIVA EL AMOR
melliza malévola: Es Raven, cierto?
Axxxx: ES RAVEN!!!!!
aXa: es que yo sabía, ojo de loca no se equivoca
melliza malévola: Lamento llamarte loca cuando dijiste que a Aleix le gustaba, no fue mi intención :)
aXa: te perdono, te perdono
Axxxx: Pero por qué piensan que es raven?
Axxxx: Tal vez es una loquita que ni conocemos y Aleix se tenía muy bien guardada
Dejo a mis hermanos hablando solos y sacando sus propias conclusiones; salgo del baño buscando a las dos chicas que me acompañan esta mañana.
En el pasillo se escuchan sus voces en un conversación, me quedo inmóvil tras el umbral prestando atención a lo que dicen.
«Chismoso»
—Mi papá siempre me peina.
—¿Sí?
—Ujum... Antes yo me ponía triste porque mis compañeras de la escuela iban peinadas, con trenzas muy bonitas, y yo no. Entonces él fue a clases para aprender y peinarme bonito. Ahora la maestra siempre me dice que me veo muy bonita.
»Mi papá es muy genial, le gusta a mi maestra.
—¿Ah, sí? —el tono en el que Raven lo dice me hace ahogar una risa.
—Sí, pero a él le gustas tú. —Llegó el momento de interrumpir.
—¿De qué hablan? —Raven está sentada en el sofá en posición de indio, Lizy está sentada en sus piernas.
—De nada —contesta Lizy al instante.
—¿Nada? —La miro con los ojos entrecerrados.
—Nada —vuelve a repetir, pero está vez ríe—. Bueno, bueno. —Se rinde—. Estábamos hablando de que tú y ella harían linda pareja.
Miro a Raven, a quien le parece muy interesante el piso.
—¿Ah, sí?
—Sí. Y Raven me dijo hace tieeeempo que tú eras muy guapo.
—¡Ey! —se queja, Raven. Yo estallo en carcajadas—. Eso era un secreto.
—Lo siento, lo siento; se me escapó —se disculpa Lizy con una sonrisa pícara. Vuelvo a reír.
—Iré a hacerles el desayuno —anuncio, desapareciendo de la sala.
Les hago waffles con sirope y jugo de naranja, nada muy elaborado porque no tengo ganas de cocinar. Si quedan con hambre que se coman una manzana. Fácil.
—¿Cómo quedé? —Lizy modela frente a mí, su peinado son la mitad de su cabello en trenzas pegadas al cuerno cabelludo y la otra mitad suelto, se ve muy bonito.
—Hermosa. —Ella sonríe, dando vueltas—. ¿Y Rav?
—Está en el baño, que tiene que ir a trabajar —contesta, sentadose en la silla de la isla—. Rico, rico, rico —exclama, con deleite.
—¡Hola! —se anuncia Rav, sentándose al lado de Lizy.
—Hola, esa es tu comida. —Raven tiene puesta una de mis camisetas, sonrío.
—Gracias. —Se une al desayuno.
Mientras ellas desayunan, limpio el desastre que hice en la cocina, para matar el tiempo.
—Vi una foto donde tú tenías es cabello laaargo. ¿Por qué te lo cortaste? —pide saber Lizy, llena de curiosidad.
—Siempre lo había tenido largo, ya tocaba un corte.
—¿No extrañas tu cabello largo? —cuestiona Lizy.
—Sí, pero me reconforta el hecho de que fue donado a un hospital de niños con cáncer y seguro ya hicieron varias pelucas con el.
—Oh, ¡que genial! —responde Lizy y luego da un sorbo a su café.
»Si dono mi cabello y la persona a la que se lo done comete un crimen, ¿puedo ir a la cárcel?
—¿Por qué irías a la cárcel? Tú no cometiste el crimen.
—Por el ADN, papá, mi ADN estaría ahí. Ya que le done mi cabello —dice, como si fuera lo más obvio.
—Supongo que no. Tendrías el argumento de que tú donaste tu cabello —agrega Raven.
—¿Argumento? ¿Qué es? —Miro a Raven con la curiosidad de saber cómo va a responder.
—Un argumento, es cuando tienes pruebas sobre algo que pasó o hiciste —explica lentamente. Lizy asiente.
—O sea, que si mi papá cocinó esta comida, pero nadie lo vio, ¿él puede usar de argumento todo el desastre que hizo en la cocina?
—Sí, exacto. —Raven y Lizy estallan en carcajadas, ruedo los ojos.
—La próxima cocinan ustedes —me quejo—. Me iré a asear —anuncio saliendo de la cocina, yendo a mi habitación.
Me alisto rápido y acomodo la cama, o eso intento.
—¡Papi! Vamos tarde —Lizy me interrumpe, dejo la cama a medias y salgo de la casa. Raven también viene con nosotros.
Saludo a Daniel, que está dando vuelvas en la entrada. He insistido muchas veces para que pase a la casa y no se quede ahí solo, claro que no lo he convencido.
—Encendamos la radio —pide Raven, ya nos encontramos a mitad de camino.
Al encender la radio está sonando una canción que reconozco al instante.
—La, la, la, la música suena haciéndome bailar —empieza a cantar Lizy, haciéndome sonreír—, muevo mi cuerpo al ritmo del compas, ah, ah, la.
—Ey, ey, ey. Todos me están mirando hoy, junto a mis hermanos, estamos en el centro de atención —se une Rav—, siempre brillamos, sin importar quienes intenten apagarnos.
»M, I, L, E, X —corean al mismo tiempo.
—Todos nos rezan al pasar —canto.
—M, I, L, E, X.
—Somos los ídolos de millones de fans.
—M, I, L, E, X.
—Ni siquiera era mayor de edad cuando ya estaba triunfando —termino de cantar la parte de Xahi, los tres estallamos en risas —Las mejores coristas —comento, ellas rien.
Seguimos cantando junto a la radio por el resto del camino a la escuela de Lizy, al parecer hoy están haciendo un especial sobre la banda, por el quinto aniversario de nuestra primera canción.
—¡Adiós, Raven! —Lizy deja un beso en la mejilla de Raven, antes de bajar de la camioneta.
—Adiós, muñeca —se despide desde el coche.
La llevo a la puerta de su escuela, donde su profesora nos está esperando.
—Pórtate bien, loquita. —Dejo un beso en su frente, ella bufa.
—Papi, yo siempre me porto bien. —No puedo evitar sonreír.
—Síguelo haciendo —contesto, ella solo me da una sonrisa, que hace que sus ojos se cierren. La veo desaparecer dentro de la escuela, antes de regresar a mi auto.
—¿Vas a llorar? —se burla Raven, cuando ya me encuentro en mi asiento.
—Tal vez. —Apoyo mi frente en el volante del auto, ella ríe.
—¿Por qué no desayunaste?
—No tenía hambre —le contesto, incorporándome y viéndola.
—Pero igual debes comer algo, ¿acaso va a pasar toda la mañana sin nada el estómago? —me reclama, sonrío.
—Que linda, te preocupas por mí —me acerco a ella, dejando un beso en la comisura de su boca.
—¡Por supuesto que me preocupo por ti! —nuestras bocas están a solo unos tres centímetros de distancia— ¿Por qué pensaste que no lo haría? El desayuno es la comida más importante —agrega, viendo mi boca, antes de suspirar y luego reír.
Dios, se me había olvidado que estaba loca.
—¿De qué te ríes? —Me enderezo en mi puesto, ella se arrima quedando a mi lado, en el puesto que normalmente usa Lizy.
—De nada —contesta, hundiendo su rostro en mi hombro.
—¿De nada? —Ruedo los ojos, encendiendo el motor.
—Sí, de nada. —Saca su cabeza de mi hombro, y tiene una sonrisa pícara.
—Estás loca —digo en voz alta lo que ha estado rodando en mi cabeza desde que la conocí.
—Pero igual así te gusto. —Se endereza, poniéndose su cinturón. Yo sonrío.
—Loca —repito. Poniendo el auto en marcha.
—La noche está estrellada, música hace retumbar las paredes —empieza a cantar Raven, junto a la radio, sacándome una sonrisa—. El ambiente está caliente, bebé ¿qué esperas? Seré tuya la noche entera. —Empieza a bailar en el asiento, rio.
—Oh, sí. Síguete moviendo así, que despiertas cosas interesantes en mi —canto con ella—. Oh, nena. Seré tuyo la noche entera, ¿qué esperas? Si quieres te lo pido de rodillas, no tendré problema —seguimos cantando entre risas.
—La noche apenas está empezando, pero yo ya me estoy yendo —finaliza, los dos reímos—¿Le dijiste algo a Lizy sobre nosotros?
—¿Sobre nosotros?
—Si le dijiste que estábamos saliendo —me sorprende la timidez con la que habla.
—Nop, ¿no crees que seria muy rápido? No quiero lastimarla por si esta relación no termina bien —contesto, aprovechando el semáforo en rojo para verla.
—Cuanta fe nos tienes. —Me empuja el hombro y no amistosamente.
—¿Estás molesta? —cuestiono divertido. El semáforo cambia a verde.
—No. Solo que ya quiero que nos casemos, tengamos un becerrito y compartamos cepillos de dientes. —Hace un puchero, parpadeando rápidamente—. Bueno, lo de los cepillos de dientes creo que es mucho, pero se entendió el punto.
—No querrás ir muy lento. —Nótese el sarcasmo, por favor.
—Por eso lo digo. Sé que tenemos que ir lento, dado al hecho de que tú tienes traumas e inseguridades. —Me palmea la espalda, rio.
—Que lindo que me entiendas —susurro sarcástico.
—No me preocupa el tiempo que tardaremos yendo paso a paso. Aunque sea en veinte años tendremos un becerrito, y tú hija y tu perro serán míos —habla con determinación.
—Ver para creer —contesto, ella me vuelve a empujar.
—Lo verás, créeme que lo harás. Me ganaré un puesto en tu corazón y en el de tu hija, estoy segura. —Sonríe, quitándose el cinturón y acercándose a mí, dejando un beso en la comisura de mi boca—. Y obvio también en el corazón de tu perra.
—Harás que tengamos un accidente —susurro, ya que está muy cerca de mí.
—¿Por qué? ¿Te pongo nervioso? —pregunta divertida, poniendo una de sus manos cerca de mi entrepierna.
—Mucho —contesto, intentado mantener mi mirada en la carretera.
—¡Me encanta! —chilla, dando pequeños saltos en el asiento—. Hace dos días me dijiste "no me gustas" y hoy me dices que te pongo nervioso. Amo este momento. —Da pequeños grititos, con los puños arriba, ruedo los ojos divertido.
—Loca —la acuso.
—Tu loca. —Recuesta la cabeza de mi hombro—. ¿Qué somos?
—Novios —contesto, ella se aleja de mí.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿En qué momento? —habla rápidamente.
—Desde hoy —contesto.
—¿Qué? Tú no me has pedido nada.
—Bueno. —Ruedo mis ojos.
«Hoy quedarás tuerto»
»¿Quieres ser mi novia? —Ella ríe.
—Así no.
—¿Qué quieres? ¿Qué te haga una pancarta como si estuviésemos en la preparatoria y te lo pida en el estacionamiento?
—No estaría mal. —La miro rápidamente, en su cara hay una sonrisita—. Ni siquiera me has invitado a una cita —se queja.
»Sabes que, perderé mi dignidad, otra vez. —Suspira— ¿Quieres ir a una cita conmigo? —cuestiona, ahora soy yo el que ríe.
—No —escupo, ella me vuelve a empujar el hombro, rio—, bien, bien. Sería un honor ir a una cita contigo, princesa. —Llegamos a nuestra segunda parada.
—Sé que sería así. —Se acerca a mí y me besa de una manera delicada, enredando una de sus manos en mi cabello mientras que la otra se posa en mi pecho. Cuando se separa como cosa rara se lleva mi piercing entre sus dientes—. Nos vemos en la tarde. —Dejo un beso breve en sus labios y luego uno en su nariz, ella sonríe.
—Sí. De hecho te iba a comentar si quieres ir a almorzar conmigo y con mis hermanos.
—Lo adoraría. —Me regala una gran sonrisa.
—Te paso buscando —comento, cuando ella se baja del auto.
—Obvio que si, ¿pretendías que me iría sola? Desde ahora en adelante eres mi chófer, cariño. —Ruedo mis ojos por décima vez en el día—. Te quiero —susurra, lanzado un beso, finjo atraparlo con mi mano y me lo llevo al corazón.
«Un par de cursis»
»¡Aleix! —Se regresa, después de haber caminado varios pasos—. Prometo enseñarte que el amor no debe doler. —Con esas palabras se regresa por donde vino.
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