Capítulo dieciocho: salvajes
—¡Suéltalo!
—Cuenta.
—¿Qué esperas?
—Yo lo sabía y me llamaron loca.
—Hola, hermanos. Yo también estoy feliz de verlos —los saludo, intentando entrar al edificio. Pero ellos me impiden el paso.
—No pasarás, hasta que cuentes. —Axa se cruza de brazos, viéndome a través de sus pestañas.
—Bien —digo fastidiado. Sentándome en uno de los escalones de la entrada, mis hermanos me imitan.
—¿Tienes novia? —Alexis recuesta su cabeza de mi hombro.
—No.
—¿Y lo que dijiste en la mañana? —La confusión en la voz de Xahi es notable.
—Dije que creía que tenía novia y me equivoqué, no tengo novia.
—¿Pero? Espero que esto tenga un pero —me interrumpe Axa.
—Dejen y les explico. —A partir de ahí les cuento todo lo que pasó desde la tarde de ayer. No digo la razón por la que Raven se quebró, tampoco lo del pasillo, por obvias razones.
—¡Es que yo sabía! —Axa le da palmadas fuertes, a Xahi. Él no tarda en quejarse.
—Te gusta gusta o solo te gusta. —Axel se para al frente de mí, mirándome a los ojos.
—Hmm... No lo sé.
—¿Quién sabes, entonces? —interviene Xahi.
—Dios, creo que sí me gusta gusta. —Me quito los lentes y escondo mi rostro en mis manos.
—¡Chasquidos! Alguien derritió tu corazón.
—Ridícula. —Le doy un codazo a mi hermana mayor. Volviendo a colocarme los lentes.
—Me pone muy feliz, que sea feliz. Que ya estés avanzado, dejando a Karine y todo el pasado atrás.
»Estoy orgullosa de lo que te has convertido, eras un niño, quien tomó la responsabilidad de ser padre, con un corazón roto y sin la menor idea de quién era, pero aun así lo intentaste, por ti y por Lizy. —Alexis toma un gran respiro, sin apartar sus ojos de los míos—. Eres de los mejores padres, el mejor hermano y el mejor amigo que alguien pueda tener. En serio te amo, llizo, eres un total ejemplo a seguir. —Me abraza, escondiendo su rostro mi pecho, dejo un beso en su cabello dorado, devolviéndole el abrazo con la misma fuerza—. Si ella te gusta gusta, espero que se hagan feliz el uno al otro y que les vaya muy bien juntos, te los mereces.
—Yo también te amo en serio, lliza —teníamos mucho tiempo que no nos llamábamos así.
—Pienso igual que Lexi, pero también hay algo que quiero que tengas en cuenta, Aleixander. —Aun abrazando a Alexis, observo a mi otra hermana, con atención.
»Si la relación con Raven no funciona, espero y aspiro a que no volvamos al inicio.
—Vale, está bien —contesto.
»Y eso también va contigo, hermanito. —Mira Xahi, quien abre los ojos—. Pero no te quiero meter presión todavía porque respeto tu tiempo de luto. —Alexahi asiente rápidamente, Axel ríe—. Tú no te rías mucho, eh. —Se cruza de brazos—, señor misterioso, que se va sin avisar y aparece tres días después.
—Lo siento. —Axel suena realmente apenado.
—Ya nos estás preocupando, ¿dónde estuviste este fin de semana? ¿Con quién andabas? —agrega Xahi.
—Enntiéndanme un poco ¿sí? Saben que no ando en nada malo ni realmente importante, saben que se los contaría —contesta.
—Si tu lo dices...
—Ay, Aleix. No me hables así que me siento como la peor persona. —La única respuesta que le doy es rodar los ojos, él sonríe.
—Hoy estamos de aniversario. —Recuesto mi barbilla de la cabeza de Alexis.
—Sí, lo ví en Twitter.
—Pensé que Xahi iba a decir que se acordaba.
—Ah, no. ¿Quién crees que soy, Axa? Ni recuerdo lo que comí ayer. —Los cinco estallamos en risas—. Para algo existen las redes sociales.
—Todos los años los lexer's celebran este día y nosotros no lo recordamos, impresionante —agrega Alexis.
—Somos los peores —añade Axel, no pongo en duda su declaración.
—¿Ya podemos pasar?
—Sí, ya sabemos lo que queríamos —Alexis se separa de mí y los cinco nos adentramos a la casa.
—¿Qué almorzaremos? —Xahi se sienta en la mesa, no tardo en mirarlo mal.
—Aprovechemos que Axel y Aleix están aquí, para que nos cocinen.
—¿Perdón? —Axel desliza sus lentes de sol por el tabique de su nariz, para observar con una ceja enarcada a Alexis.
—Te perdonamos —contesta Xahi. Arrebatándole los lentes.
—Me parece buena la idea de cocinar, hoy vendrá Raven.
—¿A qué? —Axa se sienta al lado de Xahi, ruedo los ojos.
—La invité a comer con nosotros, así que por favor, compórtense.
—Lo dices como si fuéramos unos perros. —Axa rueda los ojos.
—Bájense de ahí, para algo están las sillas. —Los regaño, ellos ríen.
—Voy, papá, voy. —Ahora si están sentados en las sillas de comedor, Axel está peleando con Alexis para sentarse en un puff, mientras que yo estoy sentado en la alfombra.
—Volviendo al otro tema, si, son unos perros, unos perros salvajes. Ni Kitty o las ratas de Alexis se comportan así. —Mis hermanos me ignoran, suspiro.
—¿Qué tal si ensayamos un rato? —sugiere Axel.
—No estaría mal. —Seguido de eso caminamos a las escaleras, subiéndolas hasta llegar al último piso.
—Alexahi, nunca te perdonaré que dañarás el ascensor.
—Nadie lo hará —agrego.
—Fastidiemos a Camí, primero —señala Xahi, entrando a la oficina de nuestra representante. Ignorando las quejas—. ¡Camí! Amor de mi vida, corazón de otro. —Xahi no le da ni tiempo de reaccionar, cuando ya le está dando un abrazo asfixiante.
—Hola, niño. —Para Camille y para todos, Xahi siempre será un niño.
—No sabía que venían hoy. —Cami pasa la mayor parte de su tiempo aquí, encerrada en esta habitación. Aunque últimamente ha estado trabajando desde su hogar.
—Nosotros tampoco. Aleix nos invocó.
—¿Y eso?
—Aleix tiene novia —corea Axael, meneando los hombros.
—¿Quién?
—Raven, dah.
—No me sorprende. —Vuelve a poner su atención a su teléfono, donde teclea rápidamente —¿Qué harán ahora?
—Íbamos a ensayar —contesto.
—Ah, vale. Me avisan cualquier cosa.
Nos despedimos de ella y salimos de ahí, recorriendo el pasillo hasta llegar a la sala de ensayo, que consiste en un gran salón de paredes blancas, solo una de las paredes está cubierta por un espejo, del piso, al techo. Grandes parlantes se esconden en las paredes.
Estiramos en silencio, cuando finalizamos Alexis le da play a una canción al azar. La reconozco apenas y empieza a sonar.
Bailar es la actividad donde tu cuerpo se cansa, pero tú mente descansa.
Cuando éramos niños, solíamos encender la radio, o reproducir música en YouTube, arrimábamos los muebles, para que hubiera más espacio en la sala y creábamos coreografías. Porque si, todas nuestras coreografías las realizamos nosotros, también componemos nuestras canciones.
«Que modesto»
¿Qué? Nos gusta que nuestras canciones tengan nuestro toque, nuestra esencia. Cosa que no sería así, si usáramos compositores.
Pasamos más de dos horas bailando, cuando se acababa una canción empezaba otra.
La mayor parte del tiempo nos la pasamos riendo de idioteces, o cuando nos equivocábamos en un paso.
—Me perdí —gime Axael.
—¿En serio? —se burla Xahi.
Seguimos cantando y bailando un rato más, hasta que ya se está haciendo la hora del almuerzo.
—¡Yo me baño primero! —con esa declaración se da inicio a los juegos del hambre.
—¿¡Qué!? ¡Si yo llegué primero!
—¡No! Las damas primero.
—Que dama, ni que nada. ¡Quítate! —Los cuatro se empiezan a empujar en la puerta del baño, los observo un rato, antes de bajar las escaleras e ir al baño del otro piso.
Me desvisto y meto a la ducha, quedándome debajo del agua un rato, relajando mis músculos.
Salgo al darme cuenta que ya casi es la hora de la salida de Raven y Lizy. Gimo, y me envuelvo una toalla en la cintura y salgo del baño. Camino en toalla hasta mi habitación, ya que se me olvidó buscar mi ropa antes de entrar.
Me visto con unos jeans y una camisa que estoy seguro es de Axel. Pero los hermanos comparten. ¿No?
Descalzo, busco a mis hermanos.
—¿Todavía ustedes? —Los encuentro a los cuatro en la puerta del baño, ya están bañados, por lo menos.
—Tengo hambre —protesta Axael.
—Anda a cocinar, entonces. —Obvio ese fue Xahi.
Los cinco bajamos a la cocina, cuando llegamos a esta, Axel y yo nos apoderamos de ella.
—¿Qué quieres que te ayude a cocinar para tu amada?
—Hmm... No sé. —Poso mis dedos en mi barbilla, divertido—. ¿Sugerencias?
—Yo sugiero que pidamos comida tailandesa, porque ya son las doce y tienes que ir a buscar a tu criatura a la escuela, no sé, solo digo.
Verifico la hora en mi reloj, y si efectivamente ya es tarde para activar el modo Marter Chef.
«Raven te está contagiando, ya hasta hablas como ella»
—Llamaré a Dustin, para que venga a almorzar con nosotros —comenta mi hermana mayor, viendo algo en su teléfono.
—Pidan la comida, iré a buscar a Lizy y a Raven —salgo trotando de ahí, en el auto le envío un mensaje a Raven.
Tú: voy saliendo a buscarte, primero pasaré por Lizy
¿Novia?: vale, te espero
Dejo el teléfono en la guantera y conduzco sin problemas a la escuela de Lizy.
Ella está jugando con otros niños en la acera, su maestra la supervisa. Estaciono el auto en la orilla y me bajo de el, cuando Lizy me nota sale corriendo hacia mí.
—¡Papá! —La alzo en mis brazos, ella tiene una gran sonrisa.
—¿Cómo te fue? —Dejo un beso en su frente, antes de dejarla otra vez sobre sus pies.
—Bien —contesta distraída, despidiéndose de sus amigos.
De camino a buscar a Raven, Lizy me cuenta todo lo de su día. Me dice que tuvo un examen súper difícil, que sabe sumar de dos cifras y que tiene unas amigas de otros grados.
»¡Voy contigo! —exclama cuando llegamos a nuestro destino secundario, como si la fuese a dejar en el auto sola.
Se baja del automóvil y tomo una de sus manos entre la mía, adentrándonos al lugar. La recepcionista nos saluda y todas las personas que me encuentro por el camino.
—Si ves a Raven, me dices —le pido. Los lentes no me quitan lo ciego.
—¡Rav! —Lizy me suelta, saliendo disparada a un sitio que no sé, donde está Raven supongo. La sigo, trotando, y si efectivamente, Raven está ahí conversando con el chico remolacha.
—¡Hola, muñeca! —le responde, con el mismo entusiasmo.
Le estrecho la mano al chico remolacha, quien me jala y me abraza, rio.
—¿Cómo les fue hoy?
—Genial. ¿No, Raven? —Raven asiente, con una sonrisa—. Adelantamos más de lo que pensábamos. Me gusta como está marchando todo. —Sonrío, yo también estoy muy satisfecho con este proyecto.
Intercambiamos varias palabras más, antes de irnos.
Lizy por todo el camino habla sin parar, Raven le da toda su atención.
—Entonces vino Valerie y se comió la plastilina, la maestra tuvo que obligarla a escupirlo.
Llegamos al auto, Lizy va en el asiento de en medio, como siempre.
—¿Qué vamos a comer?
—Comida —le contesto, escucho a la pequeña bufar.
—Obvio que es comida, por eso se come, papá. ¿Qué tipo de comida comeremos?
—Creo que comida tailandesa, o tal vez china.
—¡Me encanta la comida tailandesa! ¿A ti te gusta, Rav?
—Sí, mucho —le contesta, con una sonrisa.
Llegamos a la casa blanca, Raven y Lizy se adentran en ella, las sigo.
Cuando estamos dentro, Raven observa todo lo que la rodea con atención, Lizy la guía hasta la cocina.
—¡Cuñada! —lo primero que les digo y lo primero que hacen. Tierra trágame.
—Hola, Alexahi —saluda Raven divertida.
«Debiste advertirle sobre estos salvajes»
—Dime Xahi. Ya estamos en confianza. —Mi hermano menor mueve las cejas sugerentemente, lo miro con los ojos entrecerrados, él se da cuenta, pero me ignora.
Todos se toman su turno para saludar a Raven.
—¿Cuándo vamos a comer? —habla Lizy, quien está sentada en el regazo de Xahi.
—La comida la traerá Dustin —le contesta el castaño—. ¿Por qué? ¿Tienes hambre?
—Mucha —responde, acariciándose el estómago.
—Ay, mi amor, ¿No te comiste tu merienda?
—Si lo hice, pero hace rato, esa comida ya no existe. Me voy... A... Desmayar —dramatiza, moviéndose a los lados, como si estuviese borracha. Nosotros reímos.
—Buenas tardes. —Dustin aparece, Lizy se incorpora, aplaudiendo cuando nota lo que trae mi cuñado.
—¡Yeih! —Agita sus puños en el aire, todos volvemos a reír.
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