Capítulo diecinueve: eres una bruja
—Felicidades por tu compromiso —dice Raven a Camille.
—Gracias —le contesta ella con una sonrisa.
—Felicidades a ustedes, también —les dice a mi hermana y a mi cuñado. Ellos sonríen.
—Ya tienen diez años comprometidos —se burla Xahi, me trago la risa.
—No tenemos ningún apuro en casarnos —asegura Axael ofendida—. ¿Cierto? —Observa a su marido, que está sentado a su lado, él solo se concentra en comer.
—Uh —se burla Xahi. Está sentado a mi lado, así que soy el único que lo escucha, aparte de Raven.
—¿Y a ti, Raven? ¿Te gustaría casarte? —Me trago las ganas de mirar mal a Axel, o eso intento.
—La verdad, sí. ¿Y a ti? —le responde con una sonrisa, robándome la comida.
—No lo veo como una necesidad, pero si encuentro a una persona, con la que me gustaría pasar el resto de mis días, tal vez sí —contesta distraído sin darle mucha importancia.
—A mi sí me gustaría casarme, pero los hombres nos sirven —dice la más tímida de mis hermanos.
—Ey, ey, ey. Más respeto —interrumpe Xahi.
—Imagínate que me toque uno como tú, termino en depresión —continua Alexis, Xahi abre su boca en modo de indignación.
—¿Nunca has tenido novio? —cuestiona Raven, tomando otro bocado de mi comida.
—No, y ya perdí la fe de encontrar a mi príncipe azul.
—Tienes 21 años, por Dios, Alexis —se queja Camille.
—¿Cuál es la necesidad de robarme la comida? Tienes la tuya —hablo lo suficientemente alto para que solo Raven me escuche.
—La tuya está más rica —señala antes de reír, ruedo los ojos.
—En serio tenía hambre —comenta Xahi viendo a Lizy, su plato está vacío.
—¿Quieres más? —le pregunto, ella asiente.
Miro a Raven, antes de levantarme de mi puesto, siento un dolor intenso en el abdomen, tal vez fue un mal movimiento al bailar, tenía un largo tiempo que no me ejercitaba de ninguna manera, ya estoy oxidado.
Ignoro el dolor y camino al asiento de Lizy, cambiando su plato por el mío.
—¿Tu no vas a comer? —me regaña Axael.
—No tengo hambre. —Me encojo de hombros—. Ya comí lo suficiente.
—Gracias, papi. —Lizy me regala una sonrisa, antes de empezar a comer.
—Te estoy observando —comenta Raven, con voz amenazante y ojos entrecerrados.
—¿Y eso?
—No comiste en la mañana y solo comiste la mitad de tu almuerzo. —Me señala con el cubierto.
—Hoy no tengo mucho apetito.
—Pero igual debes comer —me interrumpe.
—¿Qué vamos a hacer para el cumple de esta señorita? —Axel tira del cabello de Lizy, ella gruñe— ¿Qué? ¿Tienes rabia? —Ella bebe de su jugo, antes de sacarle la lengua.
—¿Cuándo es su cumpleaños? —cuestiona Rav. Confundida.
—En una semana. Estamos atrasados con la organización.
—Como siempre —agrega Axael.
—Todo siempre termina bien —le replico, ella se encoge de hombros.
—¿Estoy invitada?
—Obviamente. —Lizy rueda los ojos, Raven ríe.
—¿Qué temática?
—Princesas.
—¿Otra vez? —dice Lexi.
—No, porque está vez será diferente —señala Lizy.
—¿Ah, sí? —La observo.
—Será de princesas y gatos. —Cambiando todo a última hora, genial.
—¿Cómo mezclaremos los gatos, con las princesas? —exige saber Xahi.
—Les podemos poner coronas a los gatos —contesta con una gran sonrisa.
—¿Coronas a los gatos? —cuestiono, ella asiente energéticamente.
—Bueno, luego vemos cómo hacemos —agrega Axa, rio nervioso.
Después de terminar de comer, decidimos ver una película en la sala de cine. Pero primero tengo que dormir a Lizy. Todas las tardes tiene una siesta asegurada.
—¿Por qué el agua del mar es azul? —cuestiona adormilada en mi pecho.
—Por el reflejo del cielo —contesto en un susurro, acariciando su espalda.
—¿Y por qué el cielo es azul?
—Porque sí.
—Esa no es una respuesta —rechista, alzando su cabeza para verme.
—Si lo es.
—Claro que no. —Frunce el ceño, antes de reír recostarse en mi antebrazo— ¿Cuántos años tienes?
—Veintiuno.
—¿Por qué eres tan chiquito? Los papás de mis amigos tienen treinta o cuarenta.
—Porque te tuve cuando era muy chiquito.
—¿Chiquitito?
—Hmm... No tanto, pero sí.
—¿Y mi mamá? —El corazón se me detiene.
—¿Qué pasó con ella? —cuestiono temeroso.
—¿Dónde está?
—Ella se fue. —Corto y preciso.
—¿No me quería?
—Si te quería.
—¿Y por qué se fue?
—Porque hubo unos problemas.
—¿Fue por ti? —Creo que use las palabras equivocadas, esperemos que se le olvide pronto.
—Algo así. —Nos quedamos unos minutos en silencio, en los que pensé que ella había entrado al reino de los sueños.
—Si se fue, es una tonta. Ella no comerá helado en la maquinita. —Rio—. Raven sí.
—¿Te agrada Raven?
—Mucho, es muy linda y ella sí me ama.
—Es que nadie puede evitar amar a Lizy —le contesto, divertido.
—¿Y a ti? ¿Te agrada?
—Mucho.
—¿Te parece hermosa?
—Sí.
—¿Le harías un bebé? —No puedo evitar reír con su pregunta.
—Tal vez.
—¿Eso es un sí?
—Puede.
—Solo tienes que hacerla tu novia, para que puedas hacerle el bebé.
—Sí.
—¿Se lo pedirás?
—Lo intentaré.
—Esperaré a mi hermanito.
—¿No quieres una hermanita?
—Sí, con cualquiera de los dos estaré bien. También seria lindo tener hermanos gemelos, así como tú y mi tía Alexis.
—Lo tendré en cuenta.
—Tendrás que hacerle gemelos.
—¿Otra solicitud?
—Que me compres gominolas.
—Vale, lo haré.
—Eres el mejor papá del mundo mundial. —Mi sonrisa es inmediata—. Tú no te fuiste.
—Nunca lo haré —le aseguro.
—¿Jamás?
—En unos cien años tendré que irme, porque estaré viejo y arrugado. —Ella ríe, de mis sonidos favoritos.
—Pero yo no quiero que tú te vayas, aunque estés viejo y arrugado.
—Bueno, dile eso a Dios.
—Se lo pediré. —Nos volvemos a quedar en silencio—. Por ahora no me dejes sola —pide, cortando el silencio.
—No lo haré, ¿cómo podría vivir sin mi estrellita?
—No sé —contesta divertida.
Nos volvemos a quedar en silencio; su respiración se hace cada vez más lenta, esta vez sí se durmió.
Me quito los lentes, dejándolo a un lado de la cama y apago la lámpara.
La película puede esperar. Por ahora tengo como prioridad, tomar una siesta con mi hija.
Lizy se envuelve, aún dormida, en una sábana. Quedando como un tabaco a mí lado. Sonrío antes de acomodarme a su lado.
—¿Cansado? —la voz de Raven no me sobresalta, me saca una sonrisa.
—Algo. —El colchón de la cama se hunde—. ¿Escuchaste la conversación?
—Sí, lo siento. Tus hermanos me mandaron a ver si ya habías terminado. —Siento sus manos en mi cabello—. Cuando me di cuenta que estaban hablando no quise interrumpir, así que esperé en la puerta —hablamos en susurros, no queremos despertar a Lizy.
—No hay problema —la tranquilizo—. ¿Te unes a la siesta? —Ella ríe suavemente.
—La pregunta ofende. —Sonrío, segundos después mis piernas están atrapadas por las de Raven.
Es el único contacto que tenemos, antes de que trace figuras sin sentido en mi abdomen, debajo de mi camisa. También me hace cafuné.
He descubierto una obsesión de Raven: dormir con las piernas entrelazadas con alguien más. También lo hizo ayer.
»Te quiero, Aleix —susurra en la oscuridad—. Y sé que tú también me quieres.
—¿Ah, sí? ¿Quién te lo dijo?
—Nadie, solo sé. —Su olor característico me embriaga.
—¿Eres bruja?
—Puede ser. —Su aliento está muy cerca del mío.
—Raven Stokes, la bruja. Tienes que audicionar para Hocus Pocus 2. —Ríe suavemente con mi respuesta. Seguido de eso, siento sus labios sobre los míos, solo por unos segundos.
—Lizy se ve tan linda durmiendo.
—Sí, un angelito —concuerdo con ella.
—Tú también te ves adorable durmiendo.
—Mentirosa —la acuso.
—Claro que no, te ves adorable con la almohada llena de baba.
—Cállate.
—Cállame. —Con una de mis manos cubro su boca, ella la lame.
—Asco, Raven. —Me limpio la saliva con la tela de mi camisa.
—Así no tenías que callarme, lento.
—¿Cómo era?
—Descúbrelo.
—Rav, a diferencia de ti yo no soy brujo.
—En serio eres lento —se burla.
—¿Lo siento? —Nos quedamos un rato en silencio, lo único que se escuchan son los dedos de Raven rozar mi cabello. Ella también deja besos repentinos en mi rostro—. Tienes razón, sí te quiero.
—Lo sabía. Yo lo sé todo.
—Bruja —la vuelvo a acusar, ella ríe, antes de acercar su boca a la mía; lame mi labio inferior, antes de morderlo, sangre inunda mi paladar—. ¿Tú crees que mis labios son gominolas de las que le gustan a Lizy o qué? Me los dejarás morado. —Ella ríe, cerca de mi boca.
—Marcando territorio.
—¿Qué somos? ¿Cavernícolas?
—Tal vez. —Se incorpora, volviendo a su tarea de jugar con mi cabello. Mis ojos cada vez se van haciendo más pesados, hasta que el sueño me gana.
Me duermo con Lizy entre mis brazos y Raven acariciando mi cabello. ¿Qué más puedo pedir?
Me despido de mis hermanos en la puerta de la casa blanca.
—Te llamaré en la noche antes de dormir —me promete Lizy, ella se quedará con Alexis; la mayor tendrá la mañana libre y se encargará de llevarla a la escuela.
—Esperaré esa llamada. —La alzo y doy vueltas sobre mis pies, ella estalla en carcajadas—. Te amo, estrellita. —Ella me regala una de sus más grandes sonrisas, antes de dejar un beso en mi nariz.
—Yo también te amo, papi.
Muchos abrazos y despedidas después, ya nos encontramos en nuestros autos. Lizy se despide meneando la mano desde la entrada, antes de pasar con Xahi.
—Me dejas en mi casa, por favor.
—¿Segura? —le pregunto dudosamente a mi copiloto.
—Tengo que ir a ver si mamá se está tomando sus pastillas para las diabetes.
—¿Ella ya no es lo suficientemente mayor para valerse por sí misma? —Que se note que esa señora me cae fatal.
—Sí, pero a veces se le olvida.
—Sabes que puedes llamarme si pasa algo. ¿No?
—Lo haré, lo prometo.
—Espero que no desaparezcas si pasa algo.
—No lo haré, en serio.
—¿Pinky promese? —Extiendo mi meñique, la escucho reír.
—Pinky promese. —Enlaza su meñique con el mío.
Se hace un silencio, pero no un silencio incómodo, es agradable. Los dos estamos concentrados, ella revisando algo en su móvil, yo conduciendo.
—Eric tiene novia, wow.
—¿En serio? —Apenas y conozco de palabras a Eric, pero chisme es chisme, no importa de quien.
—Sí, tienen unos seis meses saliendo, ya era hora para que todo fuera oficial.
—Hablando de novios oficiales, ¿cuándo será nuestra cita?
—¿Estás apurado? —Suelta una risita nerviosa.
—¿Por ser novios? Nah, no creo que vaya a cambiar mucho nuestro trato. Pero sí quiero tener una cita contigo, me gustan las citas —confieso.
—Entiendo, ¿cuándo estarás libre?
—Creo que el fin de semana a la noche lo tengo libre, de todas maneras tendría que revisar. —Poso una de mis manos en mi barbilla, jugando con el aro plateado.
—Vale, me avisas. Después de terminar en el estudio, podríamos ir a la cita ¿te parece?
—Perfecto para mí.
—Luego pondríamos hacer una cita doble: Eric y su novia, tú y yo.
—Sería divertido —contesto con una sonrisa.
—¡Mucho! Siempre he querido ir a una cita doble, es mi sueño frustrado.
—Me alegra hacer tus sueños realidad.
—¿Y si vamos a la cita doble y luego a la cita a solas? Es que lo imaginé y me emocioné.
—Vale. —Sonrío, ella da un chillido—. El orden de los factores no altera el producto.
Llegamos a su edificio. Estaciono el auto al frente, pero no le quito el seguro a su puerta, no quiero que esta tarde acabe.
»¿Y si verificas que tú mamá está viva y luego regresas conmigo? —sugiero. Ella ríe.
—Para pedir ir lento, no pareces que quieres ir muy lento —se burla, ruedo los ojos.
—Tienes razón, ya estoy siendo muy meloso.
—Tranquilo. —El cinturón de seguridad ya no la protege, de hecho, ni siquiera está en su asiento—, me gusta. —Se sienta en mis piernas, rodeando mi cinturas con sus piernas, recostándose su espalda del volante.
—¿Sí?
—Sí —asegura, antes de juntar nuestras bocas en un beso húmedo y lento, cierro los ojos, dejándome llevar.
Entierra sus dedos en mi cabello, tirando de el, y ladeando su cabeza. Se toma su tiempo para explorar mi boca, o solo soy yo, que lo siente eterno. Le va bajando a la velocidad, hasta que queda en solo leves presiones de sus labios sobre los míos.
Recuesta su frente de la mía, juntando nuestros alientos. Adoro este momento.
»¿Nos vemos mañana?
—Obvio, trabajamos juntos —le contesto, ella ríe cerca de mi boca.
—Solo quería confirmar. —Roza mis labios con los suyos—. Ya me tengo que ir. —Regresa a su asiento—. Gracias por el almuerzo, la siesta y el beso. —Se baja del auto, con una gran sonrisa.
Espero que ya esté en la seguridad del edificio para regresar a mi hogar. Una gran sonrisa decora mi rostro.
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