🌹 50 ¢ = Un beso 🌹
— Es una idea genial Chae, pero ¿Por qué Mina te besaría? — Preguntó la alta mientras saboreaba su helado.
Son Chae-Young desde los trece años se fijó en la chica qué ahora está en último año, Myoui Mina. Esa chica era perfectamente bella ante los ojos de la joven. Cabellos dorados; nariz refinada; lunares pequeños pero sexys en el rostro; mirada penetrante; y un tono de voz totalmente angelical. Ni hablar de la tonación que tenía, que se le hacía muy tierno a la coreana.
La japonesa Mina parecía totalmente inalcanzable. Tenía dos años más que Chae-Young y, si bien se había rumoreado por el colegio que era bisexual, siempre se la vio con chicos de su edad por los pasillos. Además la joven nunca mantuvo una conversación con la enamorada. Solo una vez, en la hora de deporte, Mina le pidió el balón que se le cayó al lado de Chae-Young y ésta, de tan nerviosa que estaba en el momento, salió corriendo para irse al baño.
Aun así, Chae tenía esperanzas que la chica de último año se enamorase de ella. Quizás solo era un pensamiento fantasioso de una adolescente, pero quería hacerlo realidad a toda costa. De algún modo, iba a captar su atención y que la mayor se fije en ella.
Ya intentó varios modos, pero todos fueron en vanos.
Primer intento: Le dejó papelitos en el casillero.
Esa idea fue totalmente un fallo. Ya que la chica al mirar los papeles que recibía, solo se reía al leerlos y los hacía un bollo para tirarlos al suelo. Quizás era habitual que los enamorados le dejen cartitas de amor.
Segundo intento: Tropezar "accidentalmente" con ella.
Una idea absurda, pero en la cabeza de Chae-Young era perfecto. Cuando lo hizo, sin querer tiró su malteada en el uniforme de la nipona, haciendo que ésta se quedada anonadada y con una cara de pocos amigos. Nuevamente la coreana salió corriendo al verle el rostro.
Tercer intento: Hablar normal, sin trucos ni ideas locas.
No parecía algo que iba a terminar en caos. Ese consejo se lo dio Da-Hyun, una de sus mejores amigas. Le habría dicho que deje de hacer planes y que directamente le vaya a hablar y ya. Algo que al grupo de amigas les pareció lo correcto, incluyendo a la enamorada. Pero cuando fue a la mesa de la cafetería en donde estaba Mina, se encontró con su crush besándose con un chico desconocido. El corazón de Chae se estrujó en el momento, así que decidió dar media vuelta e irse sin decir ni una palabra.
Parecía todo jugarle en contra a la coreana, pero no era de darse por vencido fácilmente. Habría escuchado por ahí que Myoui Mina terminó con el "desconocido", así que tenía que idear algo para llamar la atención de la joven.
Luego de ver la película de Netflix: "El stand de los besos", además de que se quedó dormida en la mitad de la película, con tan solo leer el nombre se le vino un brillante plan: Poner un puesto de besos en la puerta del colegio.
Parecía algo totalmente vergonzoso, y lo era. Pero era lo único que se le ocurrió en la semana. Así que con ayuda de sus mejores amigas Tzu-Yu y Da-Hyun, hicieron un pequeño puesto movible, con pancarta incluida.
"Un beso a 50 centavos"
Claramente los directivos y profesores no le dejarían hacer tal locura en frente del colegio, así que decidió que pondría el puesto los sábados y domingos. Era una idea estupenda, ya que Mina con su grupo de amigos pasaban siempre por ahí para dirigirse al centro.
Pero claro, sí había un stan de besos tendría que haber un motivo ¿No?, Así que había escrito en el puestito, en las maderas de abajo, que era para pagar la cuota de hockey. En sí no era una mentira tan grande, ya que sí hacía hockey... aunque sus padres tenían el dinero suficiente para pagar sin necesidad de dar el servicio de un beso por cincuenta centavos.
— Bueno, quizás el plan me funcione y me bese. — Le respondió, esperando frente al puesto a que pasase su objetivo.
— ¿Y si te besa uno de sus amigos?
— Sería vergonzoso. — Soltó con agobio. — ¿Me das un poco de tu helado, Tzu?
— No. Cuando te den el dinero por los besos te compras uno. — Bromeó la chica.
A decir verdad, Chae-Young podría conseguir demasiado dinero gracias a ese puesto. Pues, ella era una chica muy guapa, aunque su edad le jugaba en contra y, muchos chicos que tenía de dieciséis para arriba, no se animaban a confesarle su amor a una chica de quince años.
— Mira... — Soltó Tzu-Yu, captando la atención de la contraria y que mirase para donde apuntaba con la barbilla. — ¿Esos no son Jeong-in y Lee Min-Ho?
Chae-Young viró los ojos al ver la presencia de sus dos compañeros de clases. Estos venían vagamente charlando, acercándose a ellas.
— ¿Cincuenta centavos un beso? Yo acepto. — Soltó Min-Ho con una sonrisa enorme.
Lee estaba enamorado de Chae-Young desde los ocho años, pero ésta siempre le negaba su amor. Pero Min-Ho era otro muchacho que no se rendía fácilmente. Y ahora, con aquél puesto que se encontró, le era una oportunidad perfecta para quitarse las ganas de darle —al menos— un pequeño besos en los labios.
— Lo siento. Está cerrado, Oppa. — Dijo Tzu-Yu, mientras con las manos hacía un gesto para echarlos. — Cuando abra, les mando un texto. — Les mintió.
— P-pero, el cartel dice abierto. — Dijo esta vez Jeong-In. Y no mentía. El cartelito que estaba apoyado en el puesto decía "abierto" en letras verdes.
— Ups, error de negocios. — Tzu-Yu dio vuelta el cartel. — Ahora sí. Ahí dice: c-e-r-r-a-d-o.
— ¡Ja! Suerte. — Soltó con cierto enojado Min-Ho. Ambos muchachos siguieron con su camino, dejando atrás el puesto de besos y a las chicas.
— Pesado. — Dijo Chae-Young al ver que el joven ya estaba lejos para escucharlo. — Nunca se cansa.
Los minutos siguieron pasando y ya se hacían las cuatro de la tarde. Fue ahí cuando Tzu-Yu zamarreó a Chae-Young sorpresivamente, al ver a Mina con sus amigas caminando por la calle.
— ¡Ahí está! — Soltó con entusiasmo mientras daba golpecitos en el hombro de la más baja. — ¡Es ahora o nunca!
— Creo que me estoy por hacer pis en los pantalones. — Contestó con nervios encima. — ¿Y si pasa de largo?
— No creo que nadie pase sin mirar un puesto de besos... Creo que es algo inusual. — Dedujo. — Claramente tendrás su atención.
Las muchachas se alistaron al ver que las jóvenes más grandes estaban a unos pasos de ellas.
— ¿Qué es esto? — Preguntó una pelinegra en voz baja a sus amigas.
Tzu-Yu decidió explicar a las recién llegadas. — Mi amiga Chae-Young necesita pagar sus estud-...
— Deportes. — Musitó la coreana, cortandole la palabra.
— Deportes... — Se corrigió al instante. — ...Y bueno, pusimos un stand de besos para lograr que siga en hockey, ¿Quieren cooperar?
— Me gustan los hombres. — Soltó una de cabellos castaños. — Pero puedo dar cincuenta centavos sin nada a cambio.
— Gracias Ji-Hyo, se aprecia. — Dijo Tzu-Yu al ver la gran acción de la más grande.
Por otro lado, Chae-Young quedó embobada mirando a la de cabellos dorados, quién estaba muy pendiente a su móvil.
— ¿Beso en la mejilla o en la boca? — Preguntó ésta vez la líder de las porristas.
Tzu-Yu pensó. — Umh, ¿Tú quieres colaborar, Na-Yeon?
— ¡Claro que sí! — Interrumpió Ji-Hyo. — Naye, ¿Tú no dijiste que querías besar a una mujer para experimentar? Pues, es tu oportunidad.
La nombrada hizo un mohín con sus labios. — Pero no tengo cincuenta centavos.
— Yo sí. — Dijo ésta vez Mina, sin quitarle la vista a la pantalla de su celular. — Si quieres, te lo pago.
Tzu-Yu carraspeó su garganta al notar que el objetivo no estaba dando importancia al stand de besos, sino su amiga ¡Quién no tenía nada que ver en el asunto!
— Bueno, ¿Solo una chica quiere darle un beso a la adorable y perfecta Chae-Young?
— Sí, acepto. — Soltó Na-Yeon encogiéndose de hombros. Mina buscó entre sus bolsillos unas monedas y se las dio a la porrista. Na-Yeon puso el dinero recogido en la lata que estaba arriba del puesto y sonrió. — Bien, es la primera vez que beso a una chica así que, ten consideración.
A Chae-Young automáticamente sus mejillas se le tornaron en un rojo carmesí. Al darse cuenta que besaría a una chica en frente de su crush se puso totalmente nerviosa. ¡Ese no era el plan! Aunque no se quejaría demasiado, pues Na-Yeon era bastante guapa. Aun así ¡No era la chica de sus sueños!
Chae decidió aceptar su derrota. Se posicionó detrás del puesto junto a Na-Yeon.
— ¡Ustedes no miren! — Soltó avergonzada la cliente hacía sus amigas.
Chae cerró sus ojos e iba a acercarse a la contraria, pero ésta estaba sumamente avergonzada por las miradas de sus compinches.
— ¡Ya bésala! — Gritó Ji-Hyo.
Al darse cuenta que Im Na-Yeon no se animaba, Tzu-Yu llegó al rescate. Empujó ligeramente de la espalda de Na-Yeon e hizo acercarla a Chae-Young. Cuando estuvieron lo suficiente cerca, Chaeng dio la iniciativa, haciendo que ambos labios chocasen.
Mientras se besaban, se escuchaba cómo las demás aplaudían. — Me llenas de orgullo, Na-Yeon. — Decía una de cabellera azulada. — ¡Esa es mi amiga, la ahora lesbiana!
— Cállate Momo. — Dijo al terminar el beso. — Gracias por tu buen servicio~. — Le dirigió a Chae-Young.
La jovencita sonrió, con las mejillas aun rojas.
— ¿Y tú, Momo?, ¿No colaborarás? — Preguntó Ji-Hyo. — Creí que te gustaba besar mujeres.
— ¿Acaso quieres que Hee-Chul me mate? Estoy de novia. Pero, colaboraré con dinero.
— ¿Y tú, Mina?
Las dos jóvenes de quince años, que estaban detrás del puesto, miraron con asombro ante escuchar aquella pregunta.
— Le di mis últimos cincuenta centavos a Na-Yeon. — Se excusó.
— Bien. Creo que terminamos por aquí, ahora vayamos al centro. — Dijo Na-Yeon. — Gracias Chae-Young~, adiós, Tzu-Yu~.
Las de último año se marcharon entre risas y zamarreos a Na-Yeon. Cuando estaban lo suficiente lejos, —Cómo a dos calles—, Chae-Young suspiró llena de dolor y apoyó su cabeza en la madera del puesto. — ¡¿Fue una excusa?!
— Umh, ¿Quién no tendría cincuenta centavos extras?
De repente, una tercer voz se hizo presente. — ¡Hola! — Ambas jóvenes dieron un brinco del susto. — ¿Vieron a cuatro chicas? — Preguntaba la recién llegada mientras leía con rareza la pancarta. — ¿Puesto... de besos...?, ¿Estoy leyendo bien o mi coreano sigue siendo malo?
— Es Sana... — Musitó la menor.
Minatozaki Sana, porrista y mano derecha de Myoui Mina. Y lo más importante: Era el crush de Tzu-Yu.
La más alta tragó en seco mientras sentía su corazón palpitar a toda velocidad. —: E-es un puesto de besos, sí. — Afirmó. — ¿Quieres colaborar? Te doy un beso y, a cambio, tú solo das cincuenta centavos.
— Pensé que era mi puesto... — Dijo en voz baja Chae-Young, casi inaudible.
— Umh, ¡Me parece justo! — La joven sacó un monedero de su bolsillo. — ¿A quién beso?
— ¡A mí! — Soltó con felicidad Tzu-Yu. — ¿Te molestaría besarnos atrás de ese árbol? Es que me da vergüenza que mi amiga me vea.
— No hay problema~. — Dejó un par de monedas en el recipiente. — Vayamos.
Chae-Young palmeó su rostro y bufó. Cuando Tzu-Yu terminaría el beso, cerraría para siempre el puesto de besos; otro intento fallido de acercarse a Myoui Mina.
La coreana por enésima vez apoyó su frente en la madera. Estaba cansada y algo dolida por aquella excusa que puso la japonesa. Iba a darse cien por ciento rendida, pero una voz angelical se hizo presente en el lugar, haciendo que ésta levantara la vista de inmediato.
— Hola de nuevo, ¿Viste a una chica de cabellos anaranjados? — Chae-Young tragó saliva de una manera exagerada al ver a Mina nuevamente en el lugar. — Dijo que estaba cerca de un puesto, así que supuse que era este. — La japonesa miró hacía un árbol mientras le hablaba a Chae-Young, viendo cómo su amiga estaba besándose con la chica alta. — Diablos, está ocupada.
— S-sí.
Pensó por un momento. — Pensé que el puesto era tuyo. — Dijo extrañada.
— Oh, es qué... Estoy cansada. Le dije a Tzu-Yu que me cubra por un momento.
La nipona estaba buscando algo en su pantalón, pero al escuchar aquellas palabras frenó la acción. — Estaba buscando dinero, pero si estás cansada entonces lo guardo.
— ¡¿Eh?! — Miró hacía sus costados con asombro. — ¿En serio?
— ¿En serio qué?
— ¿Quieres darme un beso?
— Recordé que tenía un billete guardado, pero... pensé que estabas cans-...
— Lo acepto. Todo suma. Y Tzu-Yu ahora está ocupada así que acepto tu beso.
La japonesa la miró con la ceja enarcada. Al darse cuenta de la desesperación y felicidad que tenía encima la contraria, carcajeó. — Bien. Te lo daré. — Agarró algo de su bolsillo trasero del pantalón y lo miró. — Aquí está. — Lo dejó en el recipiente, y luego se acercó a Chae-Young.
Los labios pintados con un color rojo intenso atraparon rápidamente los de Chae-Young. La coreana, además de sentir mariposas en el estómago, podía sentir y saborear el sabor dulce que tenían aquellos labios. Su corazón latía de una manera exagerada; cómo si fuera que estaba corriendo una maratón.
La mayor agarró con una de sus manos la garganta de la contraria, acariciandole levemente la zona. A Chae-Young esa acción le parecía algo totalmente sexy y a Mina le encantaba hacerlo en la mitad de los besos.
Luego de un momento, cuando el aire les impedía seguir, el beso fue interrumpido. Se separaron lentamente, apoyando sus frentes juntas.
— Bonito beso, ¿Cuando lo repetimos? — Interrumpió el silencio Mina.
— C-cuando quieras.
— ¿Tu instagram es "chaeberry"?
— S-sí ¿Por qué?
— Te pasaré mi número por ahí, así luego platicamos.
— ¡Mina! — Se escuchó. Ambas despegaron sus frentes y se encontraron con Sana acompañada de Tzu-Yu. — ¿Te hice esperar mucho? Lo siento, estaba ocupada.
— No te preocupes, estaba pasándola bien con Chae.
Tzu-Yu abrió de una manera exagerada sus ojitos y miró a la coreana. Chae-Young solo le sonrió.
— Bien, ¡Vamos al centro! Quiero una hamburguesa. — Las muchachas se despidieron de las dos chicas y siguieron con su camino.
— ¡¿Qué pasó?! — Preguntó con confusión y entusiasmo.
— Mi sueño fue cumplido... ¡Eso pasó!
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