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Capitulo 4

-¿Que?- Mi boca está abierta.

-Como lo oye señorita Carson, está embarazada-

-¿Pero como?- El médico levanta una ceja y me doy un golpe mental por la estúpida pregunta. - Digo...- Me quedo en silencio tratando de procesar todo esto, no puede ser

-Iré a cambiarme- El médico asiente y me doy la vuelta para entrar al pequeño baño donde está mi ropa.

Respiro hondo y me siento un momento en el bater. No puede ser. Me digo una y mil veces, eso quiere decir que estoy embarazada de mi mejor amigo. Tapó mi boca y ahogó un grito.

¡Estoy embarazada de mi mejor amigo!

Cambio mi ropa y salgo, el médico me espera y me da unas recomendaciones sobre mi estado. Solo me quedo en silencio y asiento en todo lo que me dice y salgo de su consultorio aunque en estado de shock.

Decido caminar por un rato antes de sentarme en una banca para poder pensar todo lo que me está pasando. ¡Dios! ¿Ahora qué voy a hacer? Instintivamente llevo mis manos en mi estómago, aunque no he sentido ningún síntoma, ni siquiera me siento diferente ¿Y si le pasa algo al bebé? Me levanto de golpe y decido llamar a mi ginecóloga y pedir una cita, de inmediato me dice que está dispuesta en este momento y no pierdo mi tiempo para ir a la clínica.

Salgo de la consulta con un peso menos sobre mi hombro. Mi doctora me hizo los exámenes confirmando que estoy embarazada, me recetó las vitaminas y cosas que debo tomar en esos meses y salí con una sonrisa en mi rostro.

A medida que han pasado las horas, cada vez la idea de estar embarazada de Gabriel me pone feliz. Sé que hemos pasado por muchas cosas, pero siento que lo necesito más que nunca y algo dentro de mi despertó después de haberme acostado con él.

He tratado de negarme a ese sentimiento, pero no puedo seguirlo haciendo y es hora de enfrentar las cosas, por esa razón he decidido ir a decirle la verdad a Gaby de mis sentimientos y que estoy loca por el, claro también que vamos a ser padres.

La ansiedad crece a medida que me acerco a su residencia. Miro el reloj y ya son las 1 de la tarde, me sorprendo porque no me ha llamado Gabriel, ya a esta hora tendríamos que salir hacia la clínica de fertilización.

Saludo al portero con asentimiento de cabeza, entro al ascensor pulsando el botón para que me lleve al piso de mi amigo. A medida que sube mi ansiedad crece, en ese momento siento mi estómago revuelto y por primera vez tengo ganas de vomitar.

No ahora no. Cierro los ojos tratando de relajar mi cuerpo para no vomitar. El timbre suena anunciando mi llegada y decido salir antes de hacer algún desastre.Con mis manos temblorosas busco las llaves de su departamento y abro la puerta.

La imagen que me recibe me deja en estado de shock. Gabriel y su ex novia se están besando, trato de controlar mis emociones y solo logro carraspear para llamar su atención, de inmediato la pareja se separa y me mira. Gaby abre sus ojos como si hubiera visto un fantasma y su ex. Bueno, ella me mira con una sonrisa.

-Me alegro que hayas venido- Dice acercándose y me abraza y yo me quedo como que... ¿WTF?

-Hola- Finjo una sonrisa y ella sigue con esa estúpida sonrisa que quiero borrar.

-Imagino que has venido a celebrar- Dice soltándome y se acerca a mi amigo quien se ha quedado en el mismo sitio con la boca abierta.

¿Qué van a celebrar? ¿Qué volvieron?- Susurro tratando de no lucir nerviosa.

-No solo eso, nos vamos a casar- dice ella besando la familia de Gabriel.

-¿Que?- Digo alarmada.

-Lo que oyes, Gabriel y yo nos vamos a casar- Levanta el dedo anular y una hermosa sortija de compromiso destella en su dedo.

-¿Gabriel?- Lo llamo tratando de que me explique que es esta locura y él solo baja la mirada a la carpeta que tengo en mis manos con el logo de la clínica de fertilidad.

-¿Fuiste a la clínica?- Dice y suena dolido.

-¿Que?- No puedo creer que lo primero que me dice es eso.

-¿Te hiciste la insiminacion?- Su voz suena ruda y da un paso hacia mi haciendo que retroceda.

Me quedo por un momento en silencio pensando que decirle, luego mi mirada baja al anillo de Vanessa y levanto mi mirada hacia Gabriel.

-Si ya me lo hice- Digo y el rostro de Gabriel se contrae.

-Te dije que me esperaras- Dice molesto -Además te mandé un mensaje que antes de ir debíamos hablar-.

-Bueno, ya no importa- Doy un paso hacia atrás para salir del departamento.

-Espero que podamos reunir para hablar sobre la boda- Dice la estúpida de Vanessa -Como sé que mi novio te adora como su hermanita quiero que seas una de mis damas de honor- Aprieto mis manos y lo único que deseo es querer destrozar su lindo rostro.

-Lo siento, no creo poder asistir- Digo abriendo la puerta.

-¿Qué? ¿No vas a estar en la boda de tu mejor amigo?- Dice con hipocresía.

-No creo, para ese entonces estaré ocupada con mi bebé- Toco mi vientre y antes que abra su estúpida boca para decir otra cosa, salgo de prisa.

-¡Leila!- Grita Gabriel saliendo detrás de mi y me toma del brazo haciendo que de la vuelta.

-Dejame. En. Paz - Me suelto y observo como le han dolido mis palabras.

-Necesitamos hablar-

-Tu y yo no tenemos nada de que hablar- Me doy la vuelta y oprimo el botón para llamar al ascensor -Ve mejor y celebra con tu prometida- Le digo sin mirarlo, mis ojos se han empeñado y estoy haciendo un esfuerzo enorme para no llorar delante de él.

-Leila- Susurra mi nombre y doy paso cuando las puertas se abren.

-Adiós Gabriel- Oprimo el botón y antes que las puertas se cierren observo la cara de tristeza de mi ahora ex mejor amigo.

Lo primero que hago al llegar a mi departamento es llorar y no lo dejo de hacer hasta que mi cuerpo no lo soporta y caigo dormida sobre mi cama.

He tenido que apagar mi celular ya que Gabriel no ha dejado de llamar ni un solo minuto. Después de ver que no le contestaba decidió aparecer y tuvimos una discusión, le grité muchas cosas y lo terminé echando de nuevo de mi departamento y antes de cerrar la puerta en su cara le dije que nunca más lo quería volver a ver.

Desde entonces no volví a saber de mi amigo.

Duré varios días encerrada en mi departamento, no comía y no podía dormir. Lo peor es que los malestares del embarazo hicieron su aparición y cada vez me ponía mal y me sentía más débil.

Un día, Dora, la mujer que viene a mi casa para hacer limpieza, me encontró desmayada en la sala y tuvieron que llamar a una ambulancia, al despertar me di cuenta que estaba interna y conectada a varias sondas.

El médico que me atendió me dio un regaño y entré en pánico cuando me dijo que estaba a punto de perder a mi bebé, eso me hizo darme cuenta que no solo era mi vida la que dependía de un hilo sino también mi hijo.

Estuve unos días interna, no se como Gabriel se enteró y apareció en la habitación. Lucía cansado, ojeroso y cuando se acercó lo ignoré por completo dándole la espalda y con eso entendió que no lo quería cerca de mí. Solo escuche la puerta cerrada de nuevo.

Sus padres estuvieron conmigo, luego su madre iba varios días a la semana para constatar que estuviera bien y me alimentara, ya les había confirmado que estaba embarazada, pero no sabían que era su nieto, aunque lo querían como a uno. No era capaz de decirle porque sabía que de inmediato le diría a Gabriel y no lo quería conmigo.

Acabo de un mes me recuperé por completo y mi estado de ánimo había mejorado notablemente. Solo tenía en mi mente que debía salir adelante por mi hijo.

Mi barriga había crecido bastante, ya me habían confirmado que tendría a un niño, estaba feliz y aun no había dado con la casa que quería para criarlo, así que decidí esperar que naciera para cambiar de casa, entretanto decoré una de las habitaciones de mi departamento y ya tenía todo listo para la llegada de mi hijo.

De Gabriel no había vuelto a saber nada, Lucilda, su madre, sabía que no quería saber nada de él ni de su matrimonio y cuando venía de visita sola o con su esposo solo hablábamos de mi bebé y de sus planes de irse de nuevo de luna de miel, no se cuántas lunas de miel hayan tenido hasta ahora, pero cada vez se veían más y más enamorados.

Quite las fotos de Gabriel de mi departamento, había varias donde siempre estábamos juntos abrazados sonriendo como si fuéramos una pareja de enamorados. Muchas veces sacaba un porta retrato donde estaba su fotografía y la miraba por horas y luego la volvía a guardar en el último cajón.

Me sentía cansada, ya estaba de 38 semanas y muy pronto tendría a mi hijo conmigo. Decidí salir un momento, el encierro me estaba agobiando y quise caminar por un rato ya que eso ayuda mucho.

No logré caminar una cuadra cuando siento que alguien me llama, me doy la vuelta y me encuentro con Gabriel.

Me sorprendió mucho al verlo, por un momento estuve a punto de tirarme en sus brazos y abrazarlo, pero hice una fuerza descomunal para no hacerlo.

-Hola- Susurro y el camino hasta estar cerca de mi.

-¿Cómo estás?- Pregunta y mis palabras se atragantan en mi garganta al verlo más de cerca, luce completamente diferente al hombre de hace unos meses.

-Bien- Mi hijo me patea, debe sentir como tiemblo al ver a su padre.

-Quisiera invitarte a tomar algo- Pienso negarme- Por favor- Dice en forma de súplica y asiento.

Gabriel me señala al café que está al otro lado de la calle y ambos caminamos hacia el lugar. Miro de reojo a Gabriel, me duele verlo así. Ha bajado demasiado de peso, luce muy delgado como si hubiera estado enfermo, sus pómulos se notan. Quiero llorar, quiero tirarme en sus brazos y decirle que cuidaré de él hasta que vuelve a ser el de antes.

-¿Estás bien?- Pregunta al ver que mis ojos se han llenado de lágrimas y yo solo asiento.

Nos sentamos en la cafetería y ambos nos quedamos en silencio. Me pregunto si ya se casó y es un alivio que se instala en mi pecho al ver que no lleva anillo.

-¿Cómo va todo?- Pregunta después de un rato de silencio.

-Bien- Muerdo mis labios para no llorar, estas malditas hormonas me están matando.

-¿Ya casi? ¡He!- Señala mi estómago y yo asiento con mi cabeza -Leila- Susurra mi nombre y cierro mis ojos y me lo imagino como era unos meses atrás, su sonrisa, su rostro y no como ahora, me duele verlo asi. Su aspecto descuidado, su cabello es más largo y una barba cubre su boca y mejillas, parece un vagamundo.

-¿Qué pasó Gabriel?- Lo miro a los ojos y puedo ver que hasta su brillo se perdió. -¿Qué te pasó?- Mi amigo baja su mirada, sabe que lo digo por su aspecto.

-Perdí a mi mejor amiga- Dice y no puedo evitar soltar un sollozo -Nenan no llores- Gabriel se levanta preocupado y me abraza, no lo soporto y me derrumbo para llorar contra su pecho.

-Gaby, necesito decirte algo- Digo entre hipos.

-No sabes cuanto extrañaba que me dijeras una vez mas asi- Dice acariciando su cabello.

Mierda. Hasta puedo sentir sus costillas con este abrazado. Antes era puro músculo y ahora no hay nada de eso.

-En serio, necesito decirte algo- Digo separándome de su cuerpo, necesito decirle lo que siento y sobre todo, decirle que este es su hijo.

-Ok, pero necesito que te tranqulices- Asiento y se separa y limpia mis mejillas.

Abro la boca para confesarle todo, pero antes de que alguna palabra salga de ella, siento como un chorro sale de mi vagina.

-¿Te orinaste?- Gabriel mira el agua correr por mis muslos.

-Se ha roto la fuente- Su rostro se pone pálido.

-¿Ya?- Asiento y mi amigo no pierde tiempo y me toma entre sus brazos.

No sé como lo hizo, Gabriel me levantó y me sacó del local para llamar a un taxi a los gritos. No importa lo delgado que estaba, aún tiene su fuerza.

-Al hospital por favor- Le dice nervioso al taxista, este de inmediato ve mi barriga y asiente y arranca a toda velocidad.

Me tocó sostenerme del cuerpo de Gabriel, quien no dejó de abrazarme protegiéndome mientras estaba sentada en su regazo. No tardamos en llegar y le tiró un billete de 100 al taxista, agradeció y me sacó para llevarme a urgencias.

No dejo de gritar pidiendo ayuda, de inmediato me pudieron en una camilla y él no dejo de sostener mi mano.

-No me dejes sola por favor- Digo entre lágrimas por los nervios.

-Jamás lo volveré a hacer- Dice besando mi frente.

Gabriel solo se separó para llenar los documentos de mi ingreso y desde entonces permaneció a mi lado. No podía evitar sentir celos cuando las enfermeras que venían a revisarme se quedaran mirándolo, aunque luce abandonado no deja de verse bien, al contrario, parece de un chico malo. Súper sexy.

¡Dios! ¿Qué es lo que estoy pensando en este momento? Un momento empecé con los dolores, Gabriel me sostenía mi mano y importaba que se la apretara fuerte hasta casi rompérsela.

-Bien ya estamos listos- Dice la doctora posicionándose entre mis piernas, yo me siento cansada y siento que ya no tengo fuerzas.

-Vamos cariño, muy pronto tendremos a nuestro ́principe- Dice Gabriel besando mi mejilla y no puedo evitar soltar unas lágrimas.

Siempre se ha sabido que el parto es lo más doloroso que hay en el mundo, de eso no puedo negarlo. Pero no hay palabras que puedan describir el sentimiento que sientes al momento que tu hijo sale y lo ponen sobre tu pecho.

Yo no dejaba de llorar. No dejaba de sonreír al ver a mi bebé.

Levanté mi mirada para mirar a Gabriel y él se había quedado observando a mi hijo. Me extrañó algo en su mirada, vi como su mandíbula se había tensado y apretaba los dientes, lucía como molesto.

-¿Sucede algo?- Preguntó y solo niega y disimula con una sonrisa, pero se que algo le pasó.

-Nada- Besa la mejilla de mi hijo y una enfermera toma a mi hijo y se lo lleva para limpiarlo y cambiarlo.

Gabriel no se ha separado de mi hijo, como no había llevado la pañalera, le pidió a alguien que comprara las cosas necesarias para el bebé y para mí. Su comportamiento ha cambiado, ahora está distante.

Me pusieron en una habitación privada, solo para mi y mi hijo. Mi pequeño ahora descansa en una pequeña cuna de vidrio a mi lado.

-¿Estás bien?- Pregunta y yo asiento.

-¿Y tú?- Digo y se queda callado por un momento.

-Si- Dice- Tengo que salir un momento ¿No te importa quedarte sola?- Niego con mi cabeza.

-Gracias por todo - Digo sincera - Te debo una-

-Con solo que asistas a mi boda está pagado- Abro los ojos y niego.

-No pienso ir a tu boda - Gabriel muerde sus labios un momento.

-¿Porque?-

-No puedo verte casar Gabriel, sería muy doloroso para mi- No dice nada, le da una rápida mirada a mi hijo y se da la vuelta para salir. Siento un nudo en mi pecho, quiero decirle la verdad, pero temo por su reacción, Gabriel jamás me perdonaría de que le haya ocultado a su hijo.

Próximo capitulo: el final. No olviden votar y comentar. Recuerden que es una historia corta con capítulos largos.

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