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Capítulo 37

Los días pasaban y con ello los nervios de la pareja aumentaban. Emily ya volvía a ser la misma chica alegre de siempre y había ido a visitar al doctor Ruiz varias veces aquel mes para que le aconsejara que debía hacer. Marc se prometió a sí mismo ir ese mismo día al apartamento de Chloe para así recoger sus cosas. Este aún no le había dicho a Julie su gran interés en hacer esa actividad, ya que no sabía que al día siguiente del concurso partiría hacía Alemania, para quedarse allí durante una temporada.

Julie y Kang estaban haciendo su último entrenamiento, ya que al día siguiente sería el día que tanto habían estado esperando. El día del Tutú De Oro. Jenna y Natalie se encontraban sentadas observando con detenimiento los movimientos y los pasos. La profesora apuntaba algunas indicaciones para después poder compartirla con sus alumnos. Jenna tan solo observaba y grababa y fotografiaba algunas partes para tenerlas de recuerdo de aquella mágica aventura que estaba viviendo con esos chicos.

— Bueno, he de deciros que habéis mejorado bastante con respecto a hace una semana. Se nota que saber que vais a la final os ha hecho dar lo mejor de vosotros. Me alegro mucho — rebuscó en su cuaderno una anotación en particular —. Os mencioné sobre los cambios de luces que se realizaran y sobre el volumen de la música. Los que llevan esa parte del concurso ya estan al tanto de esos detalles. Sin embargo, si por alguna circunstancia no se produjeran esos detalles debeís seguir sin preocuparos — ambos asintieron.

— Me parece que os sale de maravilla chicos. Yo no entiendo tanto como Natalie, pero, bajo mi nespertyo punto de vista, opino que el final puede quedar un poco forzado.

— ¿A qué te refieres, Jenna? — La mujer ya había pensado en ello, pero quería asegurarse de que alguien más estada de acuerdo.

— Opino que después toda la secuencia quedar parados mirando al suelo es como... no sé... muy cortapunto...

— Estoy de acuerdo con ello, ¿se os ocurre algo para cambiarlo?

— Igual podríamos quedarnos mirando al suelo un pequeño segundo, y mientras la música va bajando el volumen levantar la mirada hacía nuestra compañera — miró a Julie —, si te parece bien claro.

— Por mí sí, puede quedar perfecto y es un cambio fácil.

— Pero no sé, chicos... siento que falta algo más...

Kang se acercó a ella y le susurró algo en su oreja. Natalie asintió, satisfecha por la idea del chico.

— A Kang se le ha ocurrido una muy buena idea, así que la llevaremos a cabo.

— ¿Puedo saber de qué se trata?

— Hasta mañana no... tú solo mirame a los ojos y reacciona con rapidez.

— De acuerdo... supongo.

— Bueno, una vez ya aclarado esto, vamos a volver a verlo, con el cambio del final.

Los dos chicos volvieron a sus posiciones iniciales y esperaron a que la música empezara para comenzar a moverse. Estuvieron toda la mañana realizando los mismos pasos una y otra vez, hasta que los tuvieron memorizados y los pudieron hacer con los ojos cerrados, literalmente.

— Antes de irnos, cerrad los ojos y repetirlo.

— Pero, Natalie, ¿cómo lo vamos a hacer con los ojos cerrados?

— Oh... ¿tiene miedo la señorita Julie? ¿Cree qué voy a pisarla?

— No, hombre no, no es eso... ¿pero y si nos lastimamos ahora, qué queda tan solo un día?

— No tienes de qué preocuparte, Julie. Os sabéis los pasos al pie de la letra. Además estaré cerca vuestra por si os resbalaraís y os vais a caer. Y Jenna también.

La bailarina asintió, algo nerviosa. Una vez los dos tuvieron los ojos cerrados empezaron con la secuencia de movimientos que tanto habían aprendido. Su profesora se volvió a sentar en la silla donde se había colocado las anteriores veces, mientras le indicaba a Jenna que hiciera lo mismo.

— Pero, Natalie, ¿y sí se tropiezan? — Susurró algo asustada de que pudieran pasarles algo.

— Mirales las caras, Jenna. ¿Lo ves? Están soñando despiertos. No van a caerse, te lo aseguro.

Los chicos terminaron su número y abrieron los ojos, mirándose fijamente con una sonrisa en sus labios. Julie se fijó en que ni Natalie ni Jenna habían estado ahí por si se caían.

— ¿Ves, Julie, cómo sí podías? — la patinadora asintió satisfecha de sí misma —. Bueno, son las cinco de la tarde. Ya os podéis ir yendo. Os recuerdo que mañana debéis estar aquí a las siete de la mañana. Así podremos verlo una vez más y cambiaros, peinaros y maquillaros (tan sólo Julie, tú no Kang) aquí mismo. Iremos andando al teatro, ya que se encuentra a tan solo diez minutos de aquí. Tendremos que llegar sobre las diez y media, ya que a las doce comienza el concurso. Por favor, no os retraseis. No podemos llegar tarde.

Ambos asintieron a la vez que recogían todas sus cosas. Una vez recogidas, se despidieron de las chicas y comenzaron a andar hacía sus apartamentos.

— ¿Hoy no vas en bici?

— Qué va... he preferido venir andando y despejarme un poco de todo.

— ¿Y eso? ¿Va todo bien?

— Sí, sí. No ha pasado nada. Pero a veces viene bien sentir que el viento mueve tu cuerpo para darte cuenta de que el tiempo pasa y no puedes hacer nada para impedirlo, ¿no?

El chico asintió, viendo como su compañera se alejaba de él. Antes de que cruzara la calle, le gritó.

— ¡Recuerda lo qué te prometí! Antes de ganar el oro te habré besado.

— ¡Y recuerda lo qué yo te contesté! Ni en tus mejores sueños, Lenni-Kang, ni en tus mejores sueños.

***

***

Marc abrió la pesada puerta de aquel edificio y observó el interior. El polvo y la suciedad se habían adueñado del lugar, pero le siguió pareciendo un lugar agradable y acogedor. Fue directo a la habitación de la chica, para coger las cosas que ella le había pedido. Una vez todo recogido, pasó por la cocina para beber un vaso de agua, antes de volver a su apartamento. Sin embargo, una carta en el suelo atrajo su atención y su curiosidad.

— ¿Y esto? — la cogió y vió que era para la madre de Chloe —. Esta carta es la que recibió el día de su muerte...

Abrió el sobre con nerviosismo, esperando encontrar algo normal como una factura o una carta de una amiga. Sin embargo, tal y como su intuición le decía, aquella carta no era una carta común. No leyó quien la había escrito pero, tras terminarla, se llevó las manos a la cabeza.

— Mierda, mierda, mierda... La madre de Chloe no murió... se suicidó... ¿Quién coño le escribió esta carta? — giró el sobre y vió el nombre de un hombre. Señor Koch —. Ay, mi madre... El padre de Chloe amenazó a su madre y por eso ella se suicidó. Debo llamarla... — tras marcar su número al menos diez veces, no recibió ninguna respuesta —. Madre mía... Chloe no está a salvo con ese hombre... el cinco debo irme. Ya no hay marcha atrás, debo salvarla.





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