Capítulo 35
Eran las doce de la noche cuando Julie pisó de nuevo el apartamento. Las luces de la habitación de Emily se encontraban encendidas, por lo que supuso que seguiría despierta. Antes de poder acercarse deslumbró la silueta de un chico saliendo de allí. Este la miró sorprendido antes de dedicarle una breve sonrisa gingival.
— Oh, hola. Tú debes de ser Julie, encantado, yo soy...
— Henry, encantada. Emily ya me ha hablado mucho de ti.
— ¿De verdad? Espero que te haya dicho cosas buenas, no quiero cagarla.
— No, no, descuida. Todo lo que dice son maravillas. He oído que te mudas a Estados Unidos, enhorabuena... no cualquiera puede permitírselo, dicen que allí están las mejores escuelas de ballet de todo el mundo.
— No te creas, no es tan bueno... en verdad no quiero irme, pero no me queda otra.
— Ya me imagino que quieres decir... Bueno, con que no le hagas daño a Emily, me conformo.
— No te preocupes, no se lo haré. Mañana por la mañana me voy... — tras mirar el reloj, añadió entre risas —, o mejor dicho, hoy dentro de unas horas me voy.
— Emily me comentó que iría a despedirse de tí.
— Sí, eso me ha dicho. Pero no quiero que lo haga. Las despedidas duelen y no quiero que sufra.
— Te comprendo, pero creo que necesita hacerlo. Sino nunca podrá superarte y podría ser peor.
— También tienes razón...
— Bueno, me imagino que tendrás que terminar las maletas después de pasar unas maravillosas horas con tu chica, tranquilo no quiero detalles, os los podéis quedar toditos para vosotros dos — le entregó su mano a modo de despedida —. Ha sido un placer conocer al famoso Henry antes de su huída del país.
— El placer el mío. Emily no se equivocó al decirme que eras una chica genial, porque debes cuidarla de maravilla.
— Es lo que mejor se me da.
— Me alegro. Ha sido un honor conocerla, señorita Julie — hizo una pequeña reverencia antes de girarse y marcharse —. Una cosa más, enhorabuena por tu concurso.
— Gracias, ojalá vernos en el futuro...
Tras decir eso cerró la puerta del apartamento y se dirigió a la habitación de su amiga, con una pícara sonrisa entre labios.
— Bueno, bueno... tanto tiempo los dos aquí juntitos, ¿eh? Y en tu habitación... muy bien.
— No seas mala... tampoco es para tanto — se colocó bien el hombro de la chaqueta que llevaba sobre su sujetador —. Solo hemos... hemos hablado.
— Sí, con el lenguaje del amor.
— Ay, Julie, de verdad... es que contigo no se puede hablar.
— Anda, vamos, tampoco tienes de qué enfadarte... era solo una broma...
— Ya, ya lo sé...
— ¿Crees qué es una buena idea ir mañana a despedirlo? — imitó al chico mientras miraba su muñeca —. O mejor dicho, ir dentro de unas horas.
— Eres lo peor — le dió un almohadazo en la cabeza antes de contestar —. Sí, sí que es buena idea. Lo necesito. Sino, no podrá olvidarme nunca de él.
— Y ni hace falta que lo hagas. Puede que la vida os separe durante un tiempo pero esta da muchas vueltas. Igual dentro de unos meses o de unos años volvéis a pasar una breve noche juntos.
— Ojalá... ojalá pudiera volver a pasar...
— Bueno, ahora es hora de dormir. A no ser que quieras ir del tirón a despedirlo con las pintas que tienes ahora.
— Sí, será mejor acostarse ya. Buenas noches.
— Hasta mañana, princesita.
***
***
Emily se había levantado sobre las cinco de la mañana para poder ducharse, peinarse y prepararse para ir a despedir a su chico. Le resultaba muy raro hacerlo pero sabía que era lo correcto. No podían separarse sin verse una última vez.
— Julie — la chica abrió un poco la puerta del dormitorio de su amiga, la cual se despertó al escuchar la voz de su compañera de piso.
— ¿Qué pasa? Es muy temprano, Emily.
— Ya lo sé, perdona... solo te quería decir que me voy ya, te llamaré cuando llegue o mejor te escribo, que no quiero volver a despertarte.
— De acuerdo... ya me cuentas cómo fue...
La chica volvió a cerrar la puerta y, tras coger las llaves y su teléfono y guardar ambas cosas en su pequeño bolso, salió del apartamento rápidamente. Tenía dinero tan solo para ir al lugar en taxi, pero con llegar a tiempo le bastaba. Ya iría andando a la vuelta, por mucho que tardara casi una hora. O igual Julie o Marc podían ir a recogerla. Eso no era lo que más le preocupaba. Prefería pensar en qué le diría a Henry cuando lo tuviera delante. Tan solo con pensar que sería la última vez que se verían sentía que la tristeza se apoderaba de todo su cuerpo.
— No pasa nada, tal y como ha dicho Julie puede que nos volvamos a ver... ¿A quién quiero engañar? Va a ser casi imposible que nos podamos reencontrar... esta va a ser, sin duda alguna, la despedida que más me duela de todas las que tenga que hacer en mi vida... y no quiero que ocurra.
El vehículo se paró delante de una lujosa casa rodeada por una verja de metal negra y un espacioso jardín. Emily llamó al timbre y, sin preguntar siquiera quien llamaba, le abrieron las puertas.
— Se imaginaran que vengo...
La chica anduvo fascinada por el jardín hasta que llegó a la puerta principal. Antes de ni siquiera tener tiempo para tocar el timbre una mujer abrió la puerta. Al principio no la reconoció, ya que no estaba maquillada y no llevaba su característico uniforme.
— Buenos días, señorita Baker.
— Buenos días, Elisabeth, ¿he llegado a tiempo?
— Sí, el señorito la estaba esperando. Su padre le ha insistido una y otra vez en irse ya, pero ha preferido desobedecerle y poder decirle un último adiós.
— Me alegro mucho de oír eso.
— Por favor, acompáñeme por aquí — la mujer salió de la mansión que tenía a sus espaldas y, tras cerrar la puerta, condujo a Emily atraves de los jardines del lugar —. Allí es donde se encuentra. Ahora, si me disculpa, debo ir subiendo ya al jet, para ganarles un poco de tiempo.
— Ha sido un verdadero placer conocerla — la chica abrazó a la mujer —, gracias por todo.
— A ti por devolverle la sonrisa al chico. Ahora, corre a despedirte de él antes de que su padre no le deje hacerlo.
La chica asintió y se dirigió hacía el chico de sus sueños.
— ¡Henry! — este se levantó y abrazó a su chica fuertemente —. Ya estoy aquí...
— Me alegra saber que has venido... necesitaba despedirme de tí, pero no tenemos mucho tiempo.
— Eso es lo que me da miedo, el tiempo. pasa demasiado rápido y parece que fue ayer cuando te conocí, cuando tan solo hace tres semanas. Para mí han sido las tres mejores semanas de toda mi vida.
— Emily, me has devuelto las sonrisas y las risas, con tan solo tu presencia. Muchas gracias por existir en mi vida. Quiero que sepas que nunca te olvidaré. Y no quiero que te sientas sola ahora cuando me vaya.
— Nunca me sentiría sola. No tengo miedo de estarlo, me da más miedo sentirme sola rodeada de gente que estar encerrada en mi apartamento, con la única compañía del aire acondicionado.
— No quiero irme, pero mi padre pronto comenzará a gritar. Además, así es mejor. En cuanto empecemos a llorar no nos podremos separar.
— No quiero que te vayas. Aún no... es demasiado pronto...
El chico cogió el teléfono de ella y activó la cámara. Una vez que se aseguró que apuntaba hacía ellos la besó, mientras pulsaba el botón una y otra vez.
— Ya puedes desaparecer de mi vida, como hacen todas. Diremos que solo fue un amor de unas semanas, pero nada serio.
— No, Henry, no. No podemos hacer eso. Ambos sabemos lo felices que hemos sido durante los días que hemos estado juntos. Ahora no puedes fingir que nada ha pasado.
— Siempre es más fácil fingir, ¿verdad? Fingimos todos los días y lo hacemos de una manera tan natural que a veces ni nos damos cuenta. Pero entre nosotros no necesitamos fingir, porque tenemos algo llamado confianza.
— No quiero que te vayas.
— Yo tampoco quiero irme, Emily. No lo hagas más difícil.
— No quiero que te vayas — tomó al chico de las manos mientras las lágrimas recorrían las mejillas de ambos —. No quiero.
— Yo no quiero separarme de tí.
— No quiero que te vayas.
— No quiero separarme de ti — ambos se besaron con los ojos cerrados para hacer como si el tiempo no pasara. Debían inmortalizar aquel instante en sus mentes, ya que podría tratarse de el último de sus muchos besos.
El padre del chico salió en ese momento del avión y gritó a la pareja.
— ¡Henry, suelta ya de una vez a la chica! Debemos irnos ya.
— Voy enseguida, padre, solo denos un minuto más — el hombre volvió al interior del avión, mientras los chicos dejaban que las lágrimas bajaran por su rostro —. Bueno, debo irme, ya has oído a mi padre — se soltó de las manos de la chica, sin embargo, Emily le agarró una con fuerza antes de que corriera al interior del jet.
— Prométeme tú también algo.
— ¿El qué? Me estás asustando mirándome así.
— Prométeme que no te olvidarás nunca de mí y que no dejarás de luchar por conseguir tus sueños porque alguien que nunca ha estado en tu piel te diga que no llegarás lejos. Porque si me entero de que has hecho alguna de las dos cosas me plantaré en tu casa, qué lo sepas.
— Te lo prometo... sería imposible olvidarme de la chica de mis sueños, de mi rayito de sol que me hace querer sonreír y vivir. Solo no me olvides tú a mí tampoco, ¿vale?
— Jamás podría olvidarme del chico qué me devolvió las ganas de vivir.
Ambos se besaron lentamente, por última vez. Después, Henry miró a la chica unos instantes más, antes de correr hacía el interior del avión.
— ¡Rápido! ¡Arranca, rápido! — el jet separó sus ruedas del suelo mientras la pareja no podía dejar de llorar.
Emily se quedó mirando el vehículo hasta que se perdió entre las nubes. Después, tras esperar unos instantes más, abandonó la casa cerrando la verja principal.
***
***
Sentada delante del edificio del que acababa de salir, las lágrimas no dejaban de salir por sus ojos y rodar por sus mejillas.
— No pasa nada... vas a estar bien. Esto también lo vamos a superar... recuerda lo que le has prometido, que no te ibas a rendir, nunca.
Encendió su teléfono y miró atentamente una de las fotos que el chico había hecho minutos antes. Tras seleccionar todas las que tenía junto al nadador, decidió colgarlas en instagram, con el siguiente texto:
<<Hasta las flores más hermosas acaban marchitándose.
Sin embargo, tú me has demostrado que no pasa de un
día para otro. Y que rodeada de otras plantas que no le hagan
daño la rosa puede acabar convirtiéndose en la más hermosa
y especial de todas. Si solo si se rodeará de malas hierbas, la
rosa moriría minutos antes de plantarse.
Ahora que mi sol ya no está aquí para iluminarme, solo me queda
decir... Gracias por todo, mi @henry&swim_11, prometo no
olvidarte jamás.>>
Tras publicar aquello editó un par de historias y le pasó al chico las fotos y los enlaces de las publicaciones, por si le interesaba verlas. Después de todo eso, se quedó mirando al edificio. Cerró los ojos con fuerza intentando olvidarse de todo. Solo encontraba esa solución. Olvidar y comenzar de cero. Pero no podía hacer eso. No era lo correcto.
Una notificación la sacó de su cabeza. Era la publicación de la entrevista a la que Emily le acompañó. Se había quedado fuera de las cámaras, hablando con Elisabeth, se acordaba perfectamente de ese día.
Entró en el vídeo y se fijó en el título Ella Es Cómo Un Sabor Picante. La curiosidad pudo con ella y le dió al botón rojo de la pantalla para que este comenzara. Durante el principio del vídeo, el periodista le hacía las típicas preguntas aburridas que siempre tenía que contestar, Después, le preguntó por la chica del parque.
— Ella no es como el resto de mis fans. No sabía quién era y aún así se interesó por mí. Ella es cómo un sabor picante, ¿me entiendes?
— La verdad, querido Henry, no mucho. ¿A qué te refieres con esa expresión?
— Tú, cuando pruebas algo picante, sabes que al principio desearás no haberlo probado nunca. Sin embargo, al cabo de los segundos puedes llegar a acostumbrarte a la sensación en tu boca, e incluso puede comenzar a gustarte. Pues con ella pasa igual. Ilumina por donde va, solo que ella aún no se ha dado cuenta. Cada vez que alguien habla de ella solo pueden salir cosas preciosas acompañadas de su nombre, y si alguien dijera algo malo, tan solo serían simples celos. Es de esas personas que no sabes que necesitas hasta que llegan a tu vida.
— ¿Y cómo se ha tomado la noticia de tu traslado a los Estados Unidos?
— No puede hacer nada para cambiarlo, así que tan solo se ha quejado un poco, pero es lo normal.
— ¿No existe ninguna opción de que te acompañe en esta nueva aventura?
— No, no, no. Ella debe quedarse aquí para aclarar su mente primero, ya que la tiene hecha un lío, si te soy sincero. Sin embargo, al cabo de los meses o de los años, cuando todo en su vida tenga un orden y no sea un caos, podríamos plantearnos la opción de volvernos a encontrar.
— ¿Y estarías dispuesto a esperar años para volverla a tener?
— Sï, estaría dispuesto. Podría esperar siglos, con tal de saber que volverá a ser mía, algún día.
— Bueno, querido Henry, he de decirte que tanto ella como tú tenéis mucha suerte de teneros el uno al otro, tal y como has demostrado.
— Sí, somos muy felices de que el universo haya querido juntar nuestras vidas.
El vídeo finalizó, dejando a la chica con un nudo en la garganta. Un coche paró frente a ella. Marc se bajó con una sonrisa entre sus labios.
— Perdona por la tardanza, pero había muchísimo tráfico. ¿Cómo andamos?
— Llévame a casa, anda...
— ¿Va todo bien? — se fijó en la casa y la respuesta llegó a su mente —. Ah, entiendo... no me acordaba de que era hoy... Ven aquí — le pasó un brazo por detrás de los hombros mientras le abría la puerta del coche y ella se sentaba.
Marc arrancó el motor del coche, mientras Emily dejaba que las lágrimas se volvieran a adueñar de su bello rostro una vez más.
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