Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3

Lágrima y lágrima. En eso se había basado la vida de Emily. Cada paso era cortado por un nuevo dolor acompañado por heridas profundas tan profundas que no parecían tener fin.. A veces no todas sanaban y aún seguía con más de las que desearía. Siempre había intentado ocultarlas para no preocupar a nadie pero no era tan fácil como suelen decir en los libros de autoayuda. A veces tenías que ser tratada por un experto, por mucho que no quisieras dar ese paso. Ella deseaba poder volver a vivir la vida con tranquilidad, poder volver a alzar la mirada sin temor a que se la volvieran a bajar. Cada vez que conseguía dar un paso más, alguien le echaba cuatro hacia atrás. Era un bucle infinito.

***

***

Aquella mañana las chicas no iban a sus respectivas escuelas. Una porque los viernes descansaba, y la otra por miedo y... Además, por mucho que fuese a la facultad, tendría que salir antes para su cita. Ese día solían pasarlo limpiando, tanto la mañana como la tarde para así tener el fin de semana para sus descriptivos amores. Sin embargo, Emily pasaría aquel finde entre libros de trigonometría y física cuántica en lugar de con un chico con quien pasarlo mal... O puede que saliera con Julie y Marc, siempre y cuando estos estuvieran de acuerdo...

Julie se encontraba enredada entre las sábanas de aquella pequeña cama mientras que Emily había salido a dar una vuelta y a despegarse un poco. Le había dejado más de una nota a su amiga para que esta no se preocupara.

La vibración resonó por todo el apartamento haciendo despertar a nuestra patinadora.

— ¿Qué hora es? — se dijo a sí misma mientras se estiraba y se acercaba a su móvil. Una sonrisa se dibujó en sus labios al ver que era él, su maravilloso chico.

— Buenos días, mi copito de nieve. ¿Sigue en pie lo de esta tarde? — tras leer el mensaje pensó durante unos instantes a que se estaba refiriendo. En cuanto se acortó le respondió. Su teléfono volvió a vibrar mientras cogía su ropa para ese día.

La conversación siguió su curso mientras Julie leía la nota que le había dejado su amiga. Suspiró, ya la conocía desde hacía tiempo y sabía cuáles eran sus intenciones. Y no iba a dejar que se saliera con la suya.

Tras prepararse algo rápido de desayuno y dejar de hablar con Marc, Julie marcó el número de su amiga.

— Hola, Emy.

— Hola... Habrás leído mi nota, ¿verdad?

— Sí, sí... Tranquila... Es solo que no te vas a salir tan fácilmente con la tuya — le dijo entre pequeños suspiros y leves risas. Sin embargo, por el otro lado de la línea, no parecía haberle gustado mucho la frase de su amiga.

— No es para tanto... Solo voy a saltarme una cita... Vamos, Juls... No me va a pasar nada...

Emily tenía suerte de no poder ver la cara de su compañera de piso, sino no hubiera intentado convencerla más. Julie estaba muy preocupada por su amiga, cada vez que parecía superar su dolor volvía a empeorar.

— Ni pero ni pera. No te va a pasar nada si vas. Y eso es lo que vas a hacer.

— Vamos... Por favor... No quiero ir...

— Emily, hazlo por mí... Sé que últimamente estás mejor pero por el tema de Nico puedes volver a tener una recaída pronto... Y no voy a permitirlo.

Emily asintió y colgó mientras corría hacia el apartamento para prepararse para su cita de cada mes.

Mientras, Julie se encontraba limpiando el suelo de su habitación mientras escuchaba la radio local. Era una de las cosas que más le gustaba hacer los viernes por la mañana.

«Y siguiendo con más música vamos con esta emotiva canción para pasar página, espero que la disfrutéis.»

La canción finalizó mientras Julie se preparaba para ducharse y vestirse, dándole tiempo al suelo para secarse. Tras la breve ducha, nuestra patinadora salió con una sonrisa de aquel lugar mientras se dirigía a la cocina para picotear una o dos patatas de la bolsa de su amiga. Su dieta no le dejaba comer muchas pero por dos no le pasaría nada.

Holap — dijo Emily nada más entrar en el apartamento con el chándal aún puesto —. Perdón por tardar... Espero que aún podamos ir... - dijo con una falsa sonrisa de preocupación.

— Sí, aún podemos... Arreglate y vámonos ya.

— ¿Seguro qué no es muy tarde para ir ya?

— Emily... — puso sus brazos en jarra mientras la miraba con firmeza.

— Vale, vale... - dijo mientras subía las manos, rendida —. Tú ganas, ahora voy...

La chica de pelo rizado salió resentida de la habitación mientras su compañera se reía en sus adentros. Le alegró saber que a menos aquel idiota no la había vuelto una aburrida.

Al cabo de pocos minutos las chicas ya se encontraban en un taxi hacia su destino, el número cuarenta de la calle ocho de la avenida principal.

Una vez allí, Emily agarró la mano de Julie al notar que la suya temblaba por culpa de sus comunes nervios al llegar a ese lugar. Así entraron en aquel edificio tan conocido para ellas.

— Buenos días, Emily, bienvenida. El doctor Ruiz la llamará en unos instantes. Esperen allí por favor — les dijo una mujer de mediana edad mientras señalaba unas butacas cercanas a la puerta de la consulta.

— Buenos días, Emily — dijo un señor de unos sesenta y ocho años desde el interior de la habitación donde debían entrar, al cabo de unos eternos minutos para la chica —, por favor, pasad.

Las dos se levantaron al instante mientras Emily miraba a su amiga con un poco de miedo en el brillo de sus ojos. Juls le sonreía tranquilamente para decirle que todo iba a ir bien. La de pelos rizados se relajó.

— Bueno, ¿qué me cuentas? Seguro que ya has mejorado un montón... ¿No es así? — aquel hombre transmitía una gran tranquilidad con cada una de sus palabras.

— Pues... No mucho... Solo cosas aburridas... — dijo Emily sin levantar la vista de un pequeño maniquí que tenía Ruiz en su mesa de trabajo.

— Verás... Me gustaría que me contarás esas cosas "aburridas" como tú la llamas, puede que a mí me resulten divertidas e importantes.

— Preferiría no hacerlo aquí...

El señor Ruiz miró a Julie y esta entendió el mensaje a la primera. Asintió con la cabeza mientras decía que tenía que ir un momento a atender una llamada de su novia, pero que dentro de un momento volvería.

Emily miró la puerta durante unos minutos, deseando que su amiga volviera a aparecer por ella. Pero no lo iba a hacer. Al menos hasta que hablará un poco a solas con Ruiz. Era por su bien.

— Bueno... Ahora ya puedes hablar un poco más... Vamos... ¿Qué tal tus notas?

— Bien.

— Me alegro. ¿Y tus amigos?

— ¿Qué amigos?

— No lo sé.

— Exacto. Nadie sabe qué amigos tengo, ni siquiera yo.

— ¿Y por qué no tienes ninguno?

— No lo sé. Por ser yo.

— ¿Entonces quién quieres ser?

— Pues... ¿Puede que otra persona?

— Eso es fácil decirlo pero, ¿qué persona? Hay miles y miles de personas en el mundo, ¿Cómo cuál quieres ser?

— Eso no lo sé. Solo sé que como yo no.

— ¿Y eso? ¿Qué tiene de malo ser tú?

— Más de lo que puedas imaginar... Para empezar no tengo a nadie de amigos, solo a Julie; el otro día dejé a mi novio porque es un maltratador; siempre tengo miedo; nadie me conoce...

— Entiendo — dijo mientras apuntaba todo en uno de sus muchos informes —. Quiero hacerte una pregunta y decirte algo... Luego ya podrás irte si no quieres decirme nada más. — Emily asintió mientras Ruiz medía sus palabras —. ¿Preferirías ser conocida por todo el mundo y tener muchos amigos que después resulten basura o tener una y ser alguien que merezca la pena?

Emily miró a los ojos a aquel señor, se podía notar por sus palabras sus años de experiencia.

— Debes empezar a tomar las riendas de tu propia vida, — prosiguió — estas como un ascensor. Ese ascensor te lleva a donde tú quieras, solo debes darle a un botón. Sin embargo, tú ahora estás sobre él, pero esperas a que alguien le dé al botón que quiera y te dejas llevar por todas las plantas sin darle a la que deseas.

Emily le sonrió a aquel hombre mientras esté le devolvía la sonrisa. Tras darle las gracias y apuntar la siguiente cita, Emily salió de aquella consulta.

— ¿Qué tal ha ido?

— Bien... Supongo.

— Señorita Julie Brown, ¿Puede venir un momento?

— Por supuesto señor Ruiz — y susurrándole a Emily dijo —. Vuelvo en pocos minutos.

— Me gustaría poder explicarte alguna de las cosas que puedes hacer para motivarla. En verdad ha mejorado mucho con respecto a la última vez, solo que no le gusta hablar de ello.

— Es comprensible.

— Mucho.

— Me alegra saber que ha mejorado.

— Y puede mejorar más. Me gustaría que la intentaras motivar a hacer más cosas. Voy a hablar con la universidad para que la observen de cerca y me informen sobre algunos cambios en su actitud y en su forma de ver la vida y relacionarse con los demás.

— Me parece bien.

— Además, me gustaría que la mantuvieras alejada de aquel chico que me ha comentado. No le he querido sacar más el tema para no estresarla, pero me preocupa mucho. Podría bajarle mucho la autoestima. Otra vez. Y es lo último que necesita. Sus padres apenas me hablaron de él, ya que esperan que ella sola lo haga, pero en estos dos años no ha dicho ni mu sobre él...

— No se preocupe, no voy a dejar que se acerque a ella.

— Bien, me alegro.

— Muchas gracias, por todo. Nos está haciendo un gran favor.

— No se preocupe, es mi trabajo.

Julie salió de aquella consulta y se reunió en la puerta del edificio con su amiga.

— ¿Qué te ha comentado?

— Nada importante, no te preocupes.

Su amiga levantó una ceja, pero prefirió no preguntarle nada más. Sabía que no conseguiría sacarle nada.

— Anda, vamos, aún tenemos mucho que limpiar y que ordenar en casa.

***

***

Las dos inquilinas se encontraban en ese momento entre trapos y escobas en sus habitaciones. Cada una tenía que organizar aquellas leoneras para así tener un poco de paz visual, algo que relajaba a cualquiera.

Uno, dos, tres... No te lo diré otra vez... Uno, dos, tres... Vamos, no te lo diré otra vez... Umm — Emily solía disfrutar cantando y bailando mientras limpiaba las ventanas, así el trabajo se le hacía más llevadero. Julie, sin embargo, prefería hacerlo en silencio, solo con sus pensamientos.

— «Puedes hacerlo... Has trabajado mucho, no es para tanto... solo es llamar a tu madre (la cual piensa que has pasado página y que ya no bailas) y decirle que vas a participar en un concurso (mejor dicho, en el concurso) junto a un acompañante que no es tu novio... seguro que es fácil de explicar...»

Una vez toda la casa estaba limpia y arreglada, las chicas se encerraron en sus habitaciones para pasar un rato de tranquilidad.

Julie llamó entonces a su madre, estaba decidida a hacerlo, cuanto antes sería mejor.

— Hola, cariño, ¿Qué tal va todo?

— Bien, mami, todo bien... Solo que me gustaría decirte algo...

— ¿Seguro que va todo bien? Sino puedo ir y en una hora y media estoy allí...

— No, no... Todo está bien. Es solo que... — tragó saliva y continuó — voy a ir al Tutú de Oro.

La llamada no se cortó, pero por las dos líneas hubo un incómodo silencio largo. La chica se arrepintió al instante de sus palabras.

— ¿Me tomas el pelo? Ay, hija... No. No vas a ir allí... Tú, ¿Tú no piensas, verdad? ¡Me dijiste que habías pasado página con el ballet!

— No, mamá, nunca pasé página. Pero te tenía que decir eso para que no te preocupases... Pero el ballet fue y es una gran parte de mi vida. La Julie de seis años vivió desde que nació con ese sueño y... — algunas lágrimas cayeron por sus mejillas, pero la bailarina lo intentó ocultar en su voz — y ahora que puedo hacerlo no quieres...

— No voy a permitir que vayas a ese lugar... De ninguna manera...

— No te estoy... No quiero tu permiso... Solo te avisaba... Tengo que colgar, adiós. — Julie cortó la llamada mientras se sentaba en su cama y se tapaba la cara con las manos. Dolía, y mucho. Desde que nació le enseñaron el ballet y después de ese 4 de agosto nunca más pudo practicarlo ante los ojos de su madre. Dolía mucho.

Julie lloró y lloró amargamente durante unos largos minutos que parecieron años. Paró al ver en la pantalla de su móvil el nombre de su novio, la estaba llamando.

— Hola, preciosa, ¿Qué tal está mi chica?

— Hola. Bien, supongo...

— ¿Seguro que estás bien? Porque tu tono de voz dice lo contrario.

— Sí, sí, tranquilo. Es solo que he discutido con mi madre.

— Vaya tela... Si quieres ahora cuando nos veamos me lo cuentas todo... Yo ya estoy en el parque, por eso te llamaba. Y... ¿Tú dónde estás?

— «Oh, mierda. Se me había olvidado.»

— Pues...

— ¿No se te habrá olvidado?

— ¿Qué? — dijo alargando la "e" —. Yo nunca me olvidaría de algo así... Es solo que, como tenía que hablar de una cosa con mi madre, me he entretenido.

— Entiendo... Entonces ahora nos vemos — intentó ocultar la risa que se intentaba escapar entre sus labios. Conocía desde hacía tiempo a su chica, y también conocía sus mentiras.

Marc cortó la llamada y Julie salió de su habitación dispuesta a llegar al parque rápidamente. Sin embargo, algo llamó su atención. Silencio. Nunca había tanto silencio cuando pasaba por delante de la puerta de Emily. Algo raro estaba pasando. A lo mejor solo se había quedado dormida, pero quería asegurarse antes de irse.

Con mucho cuidado por si su amiga estaba durmiendo. Lo que vió la sorprendió. Nada. Nadie. Estaba vacía. Emily se había ido sin decirle nada, y eso nunca lo hacía.

Julie marcó su teléfono pero descubrió que estaba sobre su cama. Corriendo, nuestra protagonista salió del edificio en dirección al parque, necesitaba la ayuda de su novio rápidamente. Le daba miedo lo que pudiera hacer estando sola.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro