Capítulo 25
Se encontraba aterrado, con miles pensamientos rondándole por su mente. Desde que había llamado aquel día no se había atrevido a hacerlo más. Iba a quedarse en aquella habitación para siempre. Ya no tendría escapatoria alguna.
— Eres un necio, un estúpido... no te has sabido controlar y lo has vuelto a intentar... Ahora sí que la has cagado, y mucho.
De repente un policía y un hombre entraron en su celda.
— Buenos días, señor Anderson. Por la presente he de informarte de que tu juicio se llevará a cabo el veintiséis de este mismo mes.
— Señor, lamento informarle de que es imposible realizar un juicio... la víctima ha muerto.
— ¿Muerto?
— El otro día su compañera de apartamento me lo comentó.
— Esa información no concuerda con la llamada que acabamos de tener. Emily Baker nos ha confirmado que asistirá al juicio ese día.
— Por otra parte — interrumpió el policía —, tenía prohibido hablar con la víctima y los testigos hasta el día del juicio. Por ello, sus llamadas serán canceladas hasta el día del mismo, donde se decidirá si quedará libre de condena o se le dictará una.
Los dos hombres abandonaron la celda, dejando a Nico con más preguntas que respuestas.
— ¿A sí que era todo mentira? Muy bien jugado, Julie... muy bien hecho... Y yo malgastando mi tiempo, arrepintiéndome de mi insistencia... Emily Baker, lamentarás el día en el que nacistes y el día que me vistes por primera vez. Lamentarás haber llegado a mi vida... Ve preparándote para el juicio, porque no tendré piedad. Esta vez no.
***
***
Las sirenas seguían sonando en su cabeza. Sentada delante de la sala de urgencias, Chloe no podía pensar en otra cosa que no fuera el cuerpo ensangrentado de su madre. ¿Cómo había sido?, ¿por qué había decidido qué esa era la mejor solución a sus problemas?, ¿y por qué ese día y no otro? Tal vez si no hubiera ido a la competición su madre seguiría con ella. Tal vez si hubiera sido una buena hija nada de esto habría pasado. Podrían seguir estando juntas, como una familia de verdad. Incluso su padre se les hubiera podido unir en algún punto de su vida. Una voz conocida la sacó de sus pensamientos.
— ¡Chloe! — el chico la abrazó fuertemente, dejando que la chica llorara sobre su hombro todo lo que necesitara.
— Gracias por venir... yo... no sé qué hacer, qué decir, no... Estoy muy asustada, Marc. Mucho.
— Ya lo sé, mi vida. Ya lo sé. ¿No te han dicho nada?
— Nada. Y ya hace más de una hora que está ahí dentro. No... no sé que le pueden estar haciendo y no quiero que muera... no quiero... — las lágrimas seguían adueñándose de su rostro mientras se tapaba este con sus manos sin poder apenas respirar. Sentía que se ahogaba.
— Ey... — le colocó las manos sobre sus hombros para tranquilizarla —, no te preocupes, ahora estoy aquí, contigo. Nada malo te va a pasar ahora que te estoy cuidando. Y pase lo que pase lo superaremos, juntos. ¿Estamos?
— Estamos... — se lanzó a sus brazos mientras no podía parar de llorar —. Gracias, de verdad. No sé qué habría hecho si no estuvieras aquí, ahora. Creo que hubiera sido la siguiente en morir.
— No digas eso, ya verás como todo sale bien al final.
Los minutos seguían pasando y nadie salía a avisarles de novedades. Los ojos de Chloe habían dejado de llorar hacía ya rato. Estaba nerviosa. No sabía bien que estaba esperando, pero fuera lo que fuera lo hacía con bastante impaciencia. De pronto las puertas se abrieron y una mujer con una bata blanca salió. Se quitó sus guantes mientras la chica se le acercaba, nerviosa.
— Oh, doctora, por favor, dígame que no ha muerto — notó como sus ojos se volvían a llenar de lágrimas —. Digame que mi madre sigue aquí conmigo.
— Lamento informarle de que la señora Armina Abatino ha muerto debido a un suicidio. Lo siento mucho.
— Qué... no, no no... — cayó de rodillas al suelo mientras las lágrimas no dejaban de salir de sus húmedos ojos, no podía creerse lo que acababa de escuchar. La médica le colocó una mano en el hombro antes de volver a entrar en la sala. Chloe miró a Marc durante unos breves segundos —. Marc, Marc, Marc... por favor, dime que tu no has escuchado lo mismo que yo... ¡dime que mi madre no está muerta!
— Chloe... — se colocó de rodillas delante suya mientras la tomaba de las manos para que dejara de tirarse de los pelos.
— ¡No puede estar muerta! ¡No puede estar muerta! ¡No! ¡Aún era muy joven, tenía toda la vida por delante! ¡Tan solo tenía cuarenta y cinco años, Marc! ¡Cuarenta y cinco! No... no puede haber muerto... no... Aún tiene que reñirme mucho y celebrar conmigo mis logros. No puede estar muerta... yo...
— Ey... respira y escúchame, ¿vale? No sé puede hacer nada... tu madre...
— ¡No lo digas! ¡No lo digas! ¡No lo digas!
— Chloe... — le frotó las manos con delicadeza antes de añadir —, tu madre está muerta — la chica comenzó a llorar más fuerte y Marc la abrazó mientras seguía hablando con voz dulce —. Y no puedes hacer nada por ella. Pero no puedes estar triste... aun tienes mucha vida por delante y ella querría verte feliz... Es cierto que va a doler. Qué mierda estoy diciendo, pues claro que va a doler. Pero al final, ¿sabes qué?
— ¿Qué?
— Aprenderás a vivir con ello, te lo aseguro.
Los dos chicos siguieron abrazados durante unos minutos más, cuando fueron interrumpidos por uno de los enfermeros de la habitación.
— Disculpen las molestias pero, ¿alguno de ustedes es familiar de la señorita Abatino?
— Yo... yo soy su hija — la chica se limpió las lágrimas antes de soltar a Marc y mirar al hombre.
— Lamento su pérdida, aquí están las pertenencias que llevaba encima.
— Gracias... — el hombre se fue mientras Chloe abría la pequeña bolsa. En ella solo estaban unas llaves, su teléfono, y la cartera. La chica abrió la cartera y se encontró con una foto de las tres, ella, junto a su hermana y su madre, lucía una brillante sonrisa —. Mira... — le mostró la foto a Marc —, en verdad si me quería, aunque discutieramos casi siempre...
— Pues claro, es imposible no querer a alguien como tú...
— Mamá... — acercó la foto a su pecho y, tras besarla, la colocó en él y la mantuvo con fuerza —, te quiero mucho.
Los dos chicos salieron del hospital. Marc agarraba a Chloe pasándole un brazo entre sus hombros mientras que esta no paraba de abrazarlo.
— ¿Quieres qué te lleve a casa?
— No por favor, no. No creo que pueda pisar ese sitio... al menos no aún.
— Es cierto, es muy pronto. Pues te puedes venir a mi apartamento, o al de Julie... dónde estés más cómoda.
— Gracias... De verdad, no sé como agradecerte todo lo que estás haciendo por mí...
— No es nada... es lo menos que puedo hacer por una...
— ¿Amiga?
— Bu... bueno... sí...
Chloe se acercó un paso más a Marc y le colocó las manos alrededor de la cintura. El chico dudó unos segundos antes de colocar sus manos en la cintura de ella. Poco a poco, ambos fueron acercándose al otro, hasta terminar juntando sus narices.
— ¿Estás seguro de esto?
— Nunca he estado seguro de nada... hasta que te conocí...
— ¿Y eso por qué?
— Antes de ti me disculpé con Julie... así que me has hecho darme cuenta de mi valor...
— ¿Y cuál piensas que es?
— Mucho más que para ir detrás de nadie... — dicho esto besó a la chica que tenía delante.
Aquel beso cogió desprevenida a Chloe, pero rápidamente pudo seguirle el juego al chico que tenía delante y devolverselo. Colocó sus manos alrededor de su cuello mientras sus labios seguían unidos.
— Bueno, supongo qué ahora sí estoy seguro con esta decisión — dicho eso, volvió a besar a la chica mientras ambos se reían bajo los rayos del sol inundando el ambiente y haciendo florecer el alma de la chica.
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