Capítulo 23
— Hoy vamos a enseñarle a Julie lo que ya tenemos preparado. Kang, cuando tú quieras, comienza.
El chico se levantó del lado de la bailarina y le hizo una tonta reverencia antes de colocarse enfrente de su profesora de baile y hacerle el número a su compañera. Julie miraba todos los movimientos maravillada. Hasta ahora no se había dado cuenta de la manera en la que Kang cambiaba su cara durante cada movimiento. Se notaba que disfrutaba con aquel deporte. Por otro lado, Natalie parecía que caminara normal y hacía parecer que todo fuera mucho más fácil de lo que en realidad es. No habían escogido unos pasos sencillos, pero tampoco era algo de otro mundo. Ella podría hacerlo hasta con los ojos cerrados.
Una vez que terminaron su compañero se volvió a sentar en su sitio, no sin antes guiñarle un ojo a su compañera.
— Bueno, espero que hayas visto los movimientos que tú tendrás que hacer, además de los que tu compañero ha hecho. Quedan tan solo dos semanas para el concurso y debemos tenerlo todo aprendido al pie de la letra. Así que será mejor que dejéis los coqueteos para después de clase — una pequeña sonrisa pícara se dibujó en el rostro de la mujer mientras sus alumnos se ponían colorados —. Julie, por favor, levántate y haz que te acuerdes de tus movimientos.
La chica asintió y se colocó enfrente de su profesora. Realizó toda la coreografía casi perfecta, tan solo dudó un par de veces en algunas partes. En cuanto terminó su profesora y su compañero la miraron con una sonrisa en el rostro.
— ¿Qué? ¿Pasa algo? — de repente le entraron ganas de reír por los nervios. Los dos la miraban fascinados. No estaba segura de haber hecho bien los movimientos.
— Ha sido perfecto... hacía tiempo que no te veía bailar así...
— No, desde que me espiasteis por la puerta de cristal... ¿verdad?
El chico ocultó su rostro entre sus manos mientras no podía evitar reírse.
— No... desde incluso antes de eso... Es cierto que ese día bailabas libre.... pero ahora has bailado como lo hacías antes de todo... como si volvieras a tener cuatro años de nuevo y mi... y tu padre te estuviera agarrando por las manitas esas tan pequeñas que tenías y te ayudara con cada paso de su nuevo número... Me alegro de verte tan feliz de nuevo.
— ¿Có... cómo puedes saber todo eso?
— Vi vídeos tuyos... cuando pasó lo del 2011 se publicaron muchos vídeos vuestros... era solo eso — Natalie se pasó una mano por sus pestañas para poder limpiarse una lágrima —. Si me disculpáis un momento, voy al servicio...
— ¿Quiéres que vaya contigo?
— No te preocupes, Kang. Seguid practicando hasta que vuelva, enséñale esos dos pasos en los que ha fallado.
Cuando su profesora salió del aula los dos chicos se quedaron mirándose de manera incómoda.
— Creo... creo que yo también tendría que ir al baño... no me encuentro bien...
— Espera, Julie — Kang la tomó de la muñeca —, tú tenías razón. Lo que te dije ayer era sobre los vídeos...
— Busqué ese vídeo por años y nunca lo encontré... ¿cómo es que se acuerda de eso?
— Es lo normal. Le llega una nueva alumna y tendrá que saber cosas sobre ella. No le des más vueltas y pongámonos a ensayar, anda. Ya casi te sale. Igual podrías pensar tú cómo vamos a terminarlo, si te parece bien... porque yo he sido la mente pensadora de todo el número, y algo tendrás que hacer.
— Ay, ¿está el señorcito celoso de qué sea la favorita de la profesora?
— Deja de inventarte cosas y pongámonos a practicar — le colocó un dedo en la frente y se la empujó hacía atrás mientras esta se quejaba tontamente.
— De hecho... ya tengo una idea para el final... pero prefiero esperar a contarsela también a Natalie.
— De acuerdo, anda vamos — le colocó el brazo por detrás de los hombros mientras la colocaba delante suya y comenzaban a bailar.
Ambos hacían una muy buena pareja de baile. Julie tenía mucha técnica y, aunque ella no lo viera, hacía los movimientos con un ritmo y unos giros muy sutiles y precisos. En cambio, Kang se movía con seguridad y tenía un gran equilibrio. Juntos aquellos movimientos coordinaban perfectamente. Aquel número cautivaría a cualquiera que lo viera. Podrían llegar muy lejos, juntos. Tan solo les faltaba un gran final, alguno que pudiera cautivar también al jurado. Suerte que Julie ya tuviera uno pensado.
Cuando Natalie volvió a la clase sus alumnos terminaron el número y se volvieron para verla. Julie le sonrió mientras Kang se le acercaba.
— ¿Ya estás bien?
— Sí, sí... no era nada — se fijó en Julie y añadió —. Bueno, veo que ya controláis más o menos los movimientos, así que nos podemos poner a pensar en un gran final.
— De hecho, yo ya tengo uno. Y uno muy grande, si me lo permitís...
— Por supuesto, adelante, cuéntanos tu idea.
***
***
Eran las doce de la noche cuando Julie llegó al apartamento. Tras contar su idea para el final, y haber sido aceptada con mucho ímpetu por su compañero y profesora, se habían llevado toda la tarde sincronizando con la canción y aprendiendo los movimientos que la bailarina les enseñaba.
Nada más llegar se dió cuenta de que la televisión estaba prendida, pero Emily no estaba delante de ella. Cuando dejó sus cosas en su habitación se fijó en lo que había estado viendo. Eran competiciones antiguas de natación.
— Ay madre... qué rápido se nos ha obsesionado...
Tras apagar la pantalla y prepararse algo ligero para cenar, cogió su teléfono y descubrió un mensaje de su novio.
Cuando puedas me llamas
Se quedó mirando aquella pantalla durante unos segundos, dudosa. Debía aclarar su mente antes de volver a hablar con su novio. No había pasado nada, al final Kang y ella no se habían besado y solo se habían disculpado por las antiguas discusiones, nada más. Ella seguía con Marc y solo hablaba con Kang para el concurso. ¿O tal vez no? Tal vez quería pensar que después del concurso todas sus dudas desaparecerían, ¿pero y si no era así? Necesitaba aclararse. Miró el reloj de su teléfono.
— Supongo que aún no ha cerrado, puedo ir antes de acostarme... me vendría bien hablar con ella...
Salió del apartamento con tan solo las llaves y el teléfono y se acercó a la tienda del señor y la señora Robinson y se fijó en que tan solo estaba Johnny, detrás del mostrador.
— Bonjour, Julie. ¿Va todo bien? Es muy tarde, ¿qué haces aquí a estás horas?
— Salut, señor Robinson. Sí, sí, no tiene de qué preocuparse, va todo bien — tras buscar con la mirada a Rosse durante unos segundos más decidió preguntarle a su marido —. ¿Sabes dónde está Rosse?
— Está en el pasillo trece, ¿para qué la buscas?
— Es que me gustaría comentarle algo, muchas gracias...
Se dirigió hacía el pasillo que el hombre le había indicado y allí se encontró con la mujer, rodeada por cajas de detergentes y perfumes. Cuándo se dió cuenta de la presencia de la chica le dedicó una amplia sonrisa.
— ¡Hombre, Julie! ¿Qué tal estás? Ya es muy tarde, deberías estar acostada... sino mañana no rentaras en el entrenamiento y debes triunfar para que pueda presumir de amiga.
— No te preocupes por ello — se agachó y comenzó a darle los botes para que ella pudiera colocarlos en los estantes indicados —, ya me conozco la coreografía, solo me falta perfeccionar los movimientos y un poco más de técnica. Pero creo que podemos ganar. O al menos llegar a la final...
— Me alegra oír eso. Bueno... ¿has venido solo por qué estabas aburrida y querías ayudarme o a qué se debe tu visita a estás horas de la noche?
— Verás... necesito uno de tus consejos de madre.
— Ya sabes que me encanta ayudarte, pero hay veces que podrías hablar con la tuya de verdad.
— Ay, vamos Rosse... ya sabes que contigo todo es más sencillo. Aquí eres tú mi madre.
— Y estoy encantada con ello, pero en algún momento tendréis que romper el hielo y derribar el muro que tenéis entre vosotras.
— Mejor no hablemos de ella, no va ni a verme actuar en el concurso...
— Solo necesita tiempo, Julie. No la presiones... — la patinadora le dedicó una pequeña sonrisa antes de darle un bote de perfume rosado.
— Tiempo... lo único de lo que no dispongo ahora... — tras quedarse unos minutos en silencio volvió a hablar —. Tú ya conoces a mi novio Marc...
— Ay, sí. Es un chiquillo encantador.
— Y ya sabrás que el concurso se realiza en parejas, y que compito con Kang.
— Sí, me suena haber oído algo de eso salir de tu boca unas mil veces ya.
— Pues... es que no sé que hacer. Kang ha hecho cosas mal pero me ha ayudado más que Marc en todo el tiempo que llevamos juntos...
— Julie. Ya sé que es lo que estás pensado. Pero antes de que prosigas debo recordarte todos los sacrificios que me has contado que tu chico a hecho para ayudar a Emily. Él vive por y para vosotras.
— Eso nunca lo olvidaré... por eso se me hace tan díficil esta decisión. Me estoy empezando a enamorar de Kang. De su sonrisa, de sus ojos, de su pequeña nariz y de las pecas de su cara. De como sonrie mientras baila y de como chasquea la lengua cuando está a punto de quejarse de algo. De como pisa el suelo con seguridad mientras una burlona sonrisa de adueña de su rostro... Pero no quiero dejar a Marc. Es de los mejores chicos que he conocido en mi vida...
— Pero no el mejor...
— Bueno, eso no lo sé.
— Sí, sí que lo sabes. Si fuera el mejor hubieras dicho Es el mejor chico que he conocido en mi vida, pero en cambio has dicho de los mejores... Julie, no soy nadie para aconsejarte porque esa decisión solo puedes hacerla tú... Pero con Marc, bueno, llevas saliendo casi dos años.y hasta ahora no habeís tenido problemas.. ¿Por qué ahora no sabes sí seguir o no con él?
— Porque... ¡por qué me he enamorado locamente por mi compañero de baile! Y eso me asusta. Me asusta equivocarme en mi decisión.
— Las decisiones nunca son correctas del todo. Y si tienes que dejar a uno de los dos está claro que no lo va a ser. Podemos hacer una cosa si te parece bien — la chica asintió —, puedes seguir como hasta ahora. Después de una semana, vuelves y me dices si has sentido algo por alguno de los dos y las cosas buenas que hayan hecho los dos. Y después las malas.
— Pero el caso es que casi no voy a ver a Marc. Porque entreno mañana y tarde...
— Seguro que tienes algún hueco para tu novio. Sino, no tienes nada que pensar y ninguna decisión que tomar, eso está claro.
Julie se quedó pensando en las palabras de Rosse durante unos minutos, antes de sonreírle y lanzarse a sus brazos para abrazarla fuertemente.
— Gracias, sabía que tú tendrías la respuesta de todos mis problemas.
— No es nada, hija mía — tras soltarse puso sus brazos en jarra y le comentó, fingiendo estar enfadada —. Hay qué ver qué hora es... es demasiado tarde para estar por la calle a estas horas. Ya deberías haberte acostado. Ahora que hemos terminado aquí, debes ir a tu cama y dormir hasta que el despertador te diga lo contrario.
— Al menos déjame ayudarte con estas cosas...
— De eso nada. Yo puedo terminar de guardar los botes. Pero ahora debes dormir. Es una orden de tu madre de aquí.
— De acuerdo, mamá — colocó sus manos por encima de su cintura enseñando las palmas —, lo que tú digas va a misa.
— Así me gusta. Y ahora, andando, qué me quitas tiempo y yo también tengo sueño.
La bailarina salió de Bolerías Robinson y abrió la puerta de su apartamento. Antes de entrar en su habitación se asomó a la de su amiga. Allí vió un cuerpo entre las sábanas, plácidamente dormida.
— Buenas noches, princesita... Te prometo que nadie te hará daño mientras yo esté aquí... Soy tu caballero andante y te llevaré al trono con una sonrisa en esos pequeños y rosados labios. Descansa, que mañana tienes que gobernar el mundo...
Tras aquello, se tiró en su cama sin cambiarse de ropa y, sin siquiera haberla deshecho, cayó en el mundo de los sueños, sin desear que el despertador la sacara nunca de ahí.
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