Capítulo 21
— Entonces... ¿Te vas el veintisiete y no vuelves hasta el veintinueve?
— Sí, se tarda en llegar casi un día, por lo que tenemos que salir un poco antes.
— Entiendo... — colocó la ensalada en la mesa mientras su compañera dejaba los filetes delante de cada una —. Te voy a echar mucho de menos, que lo sepas.
— Y yo a tí... es una lastima que esta fase no sea aquí y que no la transmitan, tan solo anunciaran los ganadores...
— Pues te exijo saberlo antes que nadie, ¿eh? En cuanto te enteres tienes que decirmelo, que sino no me quedaré tranquila...
— A la orden, capitana Emily.
Las dos chicas siguieron con su almuerzo hasta que los platos quedaron vacíos. Después, mientras la patinadora guardaba los platos una vez lavados, el teléfono de la chica rizada sonó. Julie dejó lo que estaba haciendo para escuchar lo que su amiga decía. Tenía miedo de que volviera a ser Nico y que descubriera que les había mentido.
— ¿Sí, dígame? Sí, soy yo. ¡No me diga! De acuerdo, muchísimas gracias, allí estaremos —. Cortó la llamada y miró a Julie con una sonrisa en sus labios —. Adivina vecina...
— ¿Quién era? ¿No sería tu nuevo novio Henry?
— Oye... que no somos aún novios...
— Aún... — se cruzó de brazos mientras miraba a su amiga con una sonrisa traviesa.
— Bueno, el caso es que... era de la comisaría. Ya hay fecha para el juicio.
— No coincide con mi competición, ¿verdad?
— ¡No! No coincide, pero casi casi, ¿eh? Es el veintiséis a primera hora de la mañana... me da cosa por ti, que tendrás que faltar ese día a clases y puede que os preparéis peor la prueba para el concurso, y que por mi culpa perdáis... Mejor que no vengáis, no quiero perjudicaros.
— Estarás de coña, ¿no? Porque sino es que necesitas mirarte el cerebro... ¡Pero, Emily! ¿Cómo eres capaz de pensar que prefiero competir a que tú estés bien? Tu eres lo más valioso que tiene mi vida, no voy a dejar que te pase nada.
Las dos se dieron un fuerte abrazo. Después, Julie se fue a su habitación para llamar a Marc y contarle las novedades de su competición y sobre el juicio de su amiga.
— Hola, cariño. ¿Qué tal todo?
— Hola, mi copito. Bien, aquí en mi piso aburrido, ¿y tú qué?
Ya hacía tiempo desde que aquel apodo había dejado de dolerle. Como si solo podían decírselo su padre y ahora también Marc. Aquello le gustaba.
— Pues nada... Te quería comentar dos cositas muy importantes, ¿Ahora tienes tiempo?
— Siempre tendré tiempo para ti, eres mi vida y más. Y para mi vida, tengo todo el tiempo del universo. No habrá pasado nada, ¿verdad?
— Verás — una sonrisa se dibujó en sus labios mientras hablaba —, hoy nos han dicho las fechas tanto de mi competición, como del juicio.
— ¡Qué maravilla! Solo espero que no coincidan...
— El juicio es el veintiséis a primera hora de la mañana... y mi competición tiene varias fechas. La primera fase será el veintiocho, pero como es en la ciudad vecina estaré fuera también el veintisiete y parte del veintinueve. Después, si somos seleccionados, competiremos aquí, en el teatro principal, el cuatro de agosto.
— El cuatro de agosto... Oye, no estás obligada a competir si no te ves capacitada para hacerlo ese día... y todos te apoyaremos decidas lo que decidas hacer...
— No tienes de qué preocuparte, voy a participar y voy a llevarme el oro en su honor.
— De acuerdo, mi vida, de acuerdo... Ya sabes que te apoyaré siempre y haré todo lo que esté en mi mano para que estés feliz y bien...
— Ya, ya lo sé... y es por ello que te quiero pedir un favor...
— Ya sabía yo que esta llamada era para algo más... no eres interesada ni nada, hija...
— ¡Oye! Qué hace un segundo estabas diciendo que harías todo lo que pudieras para que estuviera bien...
— Sí, ya lo sé... ¿Qué quieres qué haga?
— Ya sabes que trabajo en la cafetería todas las tardes...
— Sí...
— Y también voy a tener que prepararme para la competición durante todo el día...
— Entiendo...
— Y necesitaría que alguien ocupara mi puesto, porque no puedo quedarme sin trabajo. Emily me ha dicho que ella podría hacerlo, pero mi jefe es un imbécil y sé que ella no es la adecuada para aguantarlo.
— ¿Entonces quieres que alguien como yo lo aguante y ocupe tu lugar de trabajo durante el tiempo que dure el tiempo que dure la competición?
— Bueno, he pensado que alguien igual de imbécil podría aguantarlo... así que pensé en tí...
— Guau, vaya... qué romántica... ¿Y por qué no pensaste en Kang? Él y tu jefe se podrían hacer muy amiguitos...
— ¡Oye! Vale, puede que no se haya portado muy bien últimamente, pero necesito llevarme con él durante el tiempo que dure la competición... Porfa, no la cagues con él...
— Va a ser un reto difícil, si te soy sincero...
— Hazlo por mí, por mi sueño y por mi padre.
— Ay... eso es caer muy bajo, señorita Brown... jugar con mis sentimientos y hacerme chantaje emocional... conoces mis puntos débiles...
— Tú me dejaste conocerlos...
Al cabo de una hora hablando Julie se dió cuenta de que aún tenía que llamar a Kang para informarle de la fecha del concurso y después tendría que ir a la cafetería a trabajar y decirle a su jefe que su novio se ocuparía de su puesto hasta que el concurso finalizase.
— Bueno, mi bombón humano, debo dejarte...
— Oh, ahora que la conversación se había vuelto interesante...
— La podemos retomar más tarde, no te preocupes por ello...
— ¿Estás diciendo que vaya a tu casa por la noche? Porque no tengo ningún inconveniente...
— Sí que hay uno, se llama Emily... Vamos a traumatizarla...
— Eso ha dolido... ha dolido mucho, que lo sepas...
— Sobrevivirás... Te dejo, que tengo que llamar a Kang para la fecha del juicio y luego debo ir a trabajar.
— Muy bonito eso, colgarme para hablar con otro... muy bonito Julie...
— Ay, mira quien ahora juega con mis sentimientos.
— Estamos en paz, tu me enseñarte a hacerlo...
— Luego hablamos, te quiero mucho...
— Y yo a ti, mucho más de lo que te pudieras imaginar... Adiós, eres la luz que ilumina mis días...
— Uy, qué romántico se nos puso... — dos pitidos le informaron de la finalización de la llamada. Con una sonrisa en los labios, Julie marcó el número de su compañero.
— Entre que vienes hoy a la academia y que me llamas no sé si debo ilusionarme o asustarme.
— Si vas a seguir haciendo el tonto mejor no te vuelvo a diriguir la palabra.
— No, no estoy soñando. Es la misma Julie que tanto me gusta — una sonrisa se dibujó en el rostro de la chica antes de comenzar a hablar.
— Ya te dije que solo te hablaría para la competición y nada más...
— Pues hoy en el baño parece que hayas roto tu promesa...
— Ya nos han anunciado la fecha del juicio de Nico — decidió no seguirle el juego y comentarle aquello rápido mientras se terminaba de vestir —. Será el veintiséis a primera hora de la mañana.
— Ese día tendremos clase, y deberíamos practicar más si queremos ganar el oro...
— Yo lo flipo... de verdad, no puedo entenderte...
— Pues no veo que sea algo de otro mundo, solo te estoy diciendo que el oro es más importante que cualquier otra cosa en este momento. Debemos concentrarnos en la competición.
— ¿De verdad ves más importante ganar un absurdo concurso que ayudar a alguien que lleva pasándolo mal años? ¿Esas son tus prioridades?
— ¡Se supone qué es tú concurso! El concurso de tu vida, Julie. ¿No querías demostrarle a tu madre lo que eras capaz de hacer en el ballet? ¿Y no querías cumplir el sueño de tu padre?
— Sí, ¿pero a qué precio? ¿Prefieres destrozar a una chica para cumplir tu sueño? ¿Para que te aplaudan y te den una medallita de nada?
— Me apunté por ti, dejé mi vida por ti... para que tuvieras a alguien con quien poder bailar en el concurso, ¿y de verdad así me lo vas a agradecer?
— Yo no te pedí que hicieras nada de eso, nunca. Y si lo hicistes por mi, ¿por qué me insististe tanto en participar cuando me negué en hacerlo?
— Por Natalie. Ella desea que cumplas tus sueños más que cualquier otra persona en este mundo. Es la única que de verdad te quiere en este puto mundo. Por ella he hecho todos estos sacrificios y te ha estado animando siempre.
— ¿Y por qué ella es la persona que más me quiere de este mundo? ¿Cómo puedes estar tan seguro de tus palabras?
— Eso no puedo decírtelo, pero ella te conoce desde antes de que tú existieras... y ha estado ahí, a tu lado, durante mucho tiempo.
— No me puedo creer que utilices a Natalie como excusa... sería fan del patinaje y me vería en los concursos... Pero una cosa no quita a la otra. No me puedo creer que no puedas perderte una sola mañana de entrenamiento para ayudar a Emily. Gracias por todo.
— Julie, yo no quería de... — antes de que pudiera decir nada más, Julie cortó la llamada. Se miró al espejo y se dió cuenta de que había estado llorando. Así no podía ir a trabajar. Tras retocarse un poco el maquillaje salió hacía la cafetería intentando dejar de lado la discusión con Kang.
***
***
Ya casi era la hora de cerrar cuando su jefe le indicó que un chico estaba en la mesa veintidós y que fuera a atenderlo antes de cerrar la cafetería. Julie le había comentado ya a Franc que su novio iría a sustituirla durante un tiempo y no puso ninguna pega al principio, tan solo que dejara en buen lugar aquel negocio.
La bailarina comenzó a acercarse al chico hasta que, a pocos pasos de él, se fijó en su cara.
— Por fin me atiendes... he tenido que decirle a miles de tus compañeros que quería hablar contigo y no con ellos. Seguro que ahora me odian.
— ¿Qué haces aquí?
— ¿Te acuerdas de esta mesa? Fue justo aquí donde nos conocimos, antes de saber que serías la chica con la que pensaría todas las noches antes de ir a dormir.
— Repito por si no te ha quedado claro, ¿qué se supone que estás haciendo aquí?
— Debía disculparme... no estuvo bien como te hable y...
— Eha, ya lo has hecho. ¿Qué desea tomar?
— Solo era eso, no voy a tomar nada. Pero, Julie, lo que realmente quería decirte es que...
— Si no desea tomar nada debo pedirle que abandone el local, ya que va a cerrar.
— No pienso irme hasta que me escuches.
Julie miró a Kang mientras volteó su cabeza hacía uno de los relojes de la pared antes de añadir.
— Tienes cinco minutos.
— Me basta con uno... — la chica comenzó a recoger todo el sitio, seguida a pocos pasos por el castaño —. No me dejaste terminar con lo de Natalie. Yo no estaba utilizando su nombre en tu contra ni en mi favor, ella no me obligó a participar contigo ni mucho menos... tan solo...
— Esta discusión no es sobre lo que Natalie haya o no haya dicho o hecho. Es sobre lo que tú has dicho y hecho. No puedo creer que prefieras tener un patético premio y dejar tirada a una chica que ha estado años sin poder respirar a gusto. A una chica te ha tratado bien sin conocerte porque sabía que la ibas a ayudar — notó como sus ojos se volvían a llenar de lágrimas —. Pero parece ser que nos equivocamos. Ambas. Solo eres un cretino que es capaz de jugar con los sentimientos de una chica para enamorarla, hacerle romper con su novio y así ganar lo que él quería. Muy bonito.
— No, no, Julie. No te equivoques conmigo.
— Ah, qué no es así... ¿Entonces por qué no dejas de decir que soy el amor de tu vida, y cosas por el estilo? ¿Por qué me has consolado cuando lo he necesitado y me has protegido sin que te lo hubiera pedido? ¿Por qué me mentistes sobre mi novio e hicistes que rompieramos durante unas semanas? ¿Por qué has hecho todo eso entonces, si no es para ganar algo? Me has hecho sentirme utilizada, como si solo fuera un bonus para llegar más rápido a tu objetivo... — dejó de mirarlo durante unos segundos, para después preguntarle con un hilo de voz —. ¿Por qué lo has hecho?
— ¿Qué por qué? Joder, Julie... ¡¿Por qué iba a ser joder?! ¿Acaso no te has visto nunca en un espejo? Por qué estoy enamorado. Estoy locamente enamorado de la chica que tengo delante, estoy enamorado de mi compañera de baile.
— ¿Y por qué me utilizas? Y si de verdad estás enamorado, ¿por cuando fuistes a consolarme esta mañana hablabas con alguien y le decías cariño o mi vida?
— Julie, estaba hablando con mi hermana. Y de verdad que no te he estado utilizando, solo te quiero para mí. Te quiero de aquí a la luna, con cada latido de mi corazón. Cada vez que nos abrazamos nuestros corazones comienzan a latir al mismo ritmo, ¿lo sabías? Por eso amo abrazarte. Para poder conectar de alguna manera mi corazón con el de la única chica que he querido con toda mi alma.
— No te creo, estoy... estoy segura de que es alguno de tus trucos para así volver a enamorarme y poder seguir utilizandome a tu voluntad, para que cuando termine el concurso no acordarte ni de mi nombre...
— Bésame.
— ¿Cómo has dicho?
— Si no crees nada de lo que te he dicho, besame.
— Tú estás flipao'...
— ¿No decías qué te había enamorado? Pues sí, sí que quiero volver a enamorarte. Quiero enamorarte para solo poder ser yo quien te abrace y te proteja. Si de verdad no crees en mis palabras bésame.
Kang comenzó a acercarse a Julie. Esta se quedó mirando los labios que llevaba observando durante todo ese loco mes. Ahora tenía la oportunidad de juntarlos, de poder saber que se sentía. ¿Cómo sería?, ¿le gustaría su sabor? A pocos centímetros de distancia, sin embargo, un pensamiento llegó a su mente.
— Marc... aún estás con Marc. No puedes hacerle eso...
Julie colocó una mano en el cuello del chico que tenía delante y otra en su pecho mientras lo alejaba con delicadeza. Le miró a aquellos ojos color café durante unos segundos, dejándose perder en ellos.
— ¿Qué te detiene ahora? No hay nadie alrededor. Nadie nos mirará ni nos molestará ahora.
— No puedo. No puedo hacerle esto a Marc...
— Él ahora no está aquí. Y no tiene por qué enterarse.
Julie soltó el cuello de Kang y colocó sus manos en su cintura mientras seguía perdida en aquellos ojos. ¿Sería aquello lo más bello del chico?, ¿o se trataban de sus fibrosos labios?, ¿o de su delgada nariz?, ¿o tal vez de sus coloradas y pecosas mejillas?
— Aún no... no estoy preparada — las palabras salieron de su boca sin poder reflexionarlas previamente. Sin embargo, no se arrepintió de ellas.
— Antes de ganar el oro... — pensó sus palabras antes de volver a mirar a la bella chica que tenía a pocos centímetros —, antes de que juntos, como pareja, ganemos el oro, te habré besado.
— Ni en tus mejores sueños... — en otra circunstancia habría querido recalcarle pareja de baile, pero en aquel momento la palabra baile le sobraba.
Los dos se abrazaron fuertemente. Entonces Julie descubrió que era verdad. Podía sentir sus dos corazones latir a un mismo compás.
— ¿Cuánto tiempo hace falta para que se sincronicen nuestros latidos?
— No lo sé... habrá que estar un rato...
Se miraron a los ojos antes de que este besara la cabeza de la bailarina y volvieran a abrazarse con todas sus fuerzas, deseando que la noche no acabara nunca para así no tener que soltarse.
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