Capítulo 2
— ¿Trajiste lo que te pedí ayer?
Julie se encontraba en el suelo de aquella escuela estirando mientras Natalie preparaba sus cuadernos y los materiales que utilizarían.
— Así es, tengo los zapatos de ballet y unas chanclas de la playa... ¿Pero para qué nos va a hacer falta?
— Después de estirar te lo explicaré, quítate los zapatos y quédate en calcetines por favor.
Julie terminó de estirar y, tras entregarle a Natalie los documentos que el día anterior había terminado de firmar y el primer cuaderno que completó por la noche, esta le explicó.
— Verás, ayer te dije que tus problemas son la concentración y el equilibrio. Eso no quiere decir que no tengas, solo que careces de ellos.
— Perdón que te interrumpa pero.. en mi anterior escuela me dijeron que, sobre todas las cosas, tenía mucho equilibrio.
— Pues yo opino que no, y como estás en esta escuela tendrás que acostumbrarte a mis opiniones. Sin ofenderte, pero el jurado habló conmigo para saber desde donde empezabas y me comunicaron que con un poco más de equilibrio sobre el último salto podrías haber ganado. ¿No te diste cuenta de que tu pie se tambaleó por escasos segundos? — Julie asintió —. Ese es el problema. Deben ser movimientos milimétricos si quieres llegar a la cima del podium, por eso te tenías que traer los zapatos de ballet y las sandalias.
— Entiendo, perdón por dudar de usted...
— Tranquila, no eres la primera... — al cabo de una breve pausa para recordar algo continúo —. Hoy voy a decidir si tu carrera va a dar un gran cambio, así que debes estar dispuesta a todo lo que te diga y no debes dudar en nada de lo que decida al final de la clase, ¿Estamos?
Julie asintió mientras sonreía, aquella chica era muy peculiar, tal y como ella era. Le caía bien y le daba buenas vibras.
— Bien, colócate las chanclas porque vas a caminar por aquella barra de allí sin hacer el más mínimo paso en falso ya que... Te caerás... Y creerme, no vas a querer.
— Entendido — Julie estaba extrañada, no entendía cómo iba a caminar por aquella barra sin caerse, no es que estuviera a una distancia pequeña del suelo... Además no sabía en qué podría ayudarle a mejorar el equilibrio y su concentración haciendo eso tan peligroso.
Julie se colocó las chanclas y subió a la barra con la ayuda de la mano de Natalie. Una vez arriba su profesora la soltó y le indicó que debía atravesarla entera sin dudar, podía mirar sus pies para asegurarse de no caerse.
Un paso, dos pasos, tres pasos... Julie miraba al frente y a sus pies antes de dar otro paso, ya había cogido seguridad sobre sus pisadas cuando su pie tembló y su tobillo se dobló, haciendo caer a nuestra patinadora. El suelo no era blando, ni mucho menos, eso lo descubrió a los pocos segundos de su caída, cuando sus codos se volvieron blancos por culpa de las raspaduras del suelo.
— ¿Estás bien? Venga, una vez más... Tienes que llegar al final hoy, no pararemos hasta conseguirlo... — Natalie le ofreció su mano acompañada por una sonrisa, la cual Julie aceptó encantada.
Volvió a subir una y otra vez, cada vez llegaba más lejos y las caídas le dolían más por los múltiples raspones que tenía en sus brazos y piernas.
A tan solo pocos pasos del final su pie se lastimó y la hizo caer de cabeza al suelo. Dió una voltereta sobre sí misma y se quedó en el suelo sin moverse durante unos momentos, luego se quejó de la caída.
— Otra vez... Está vez has estado muy cerca, vamos... Solo una vez más y lo conseguirás...
Julie no podía entender porque no podía tomarse ni siquiera un descanso para pensar cómo podría llegar al final.
La siguiente vez lo consiguió y saltó al suelo para caer agachada con sus manos delante de su cabeza y de su tronco.
— Bien, te ha salido muy bien... Enhorabuena... Puedes descansar un rato, pero luego tienes que hacerlo sin mirar tus pies, así que prepárate...
— ¿Cómo? Sin mirar mis pies... ¿Será una broma?
— Confía en mí, solo quiero ayudarte a mejorar, si quieres me puedo poner al lado tuya para agarrarte si te vas a caer... Pero solo durante los primeros intentos, hasta que consigas hacerlo bien del todo. Una buena patinadora debe tener la seguridad en sí misma para hacerlo sin mirar sus pies...
Julie asintió enfadada y se subió a la barra mientras miraba al frente y andaba bastante rápido por aquel espacio tan reducido. Natalie casi no podía seguirle el ritmo.
— Tranquila, no corras tanto, como te caigas te puedes hacer daño, y esta vez de verdad...
Julie no escuchaba sus palabras y llegó al final más rápido que nunca. Se bajó de aquel lugar y cogió su teléfono para mirar si tenía algún mensaje.
— Ya lo he hecho, ¿Puedo tomarme un descanso?
— Claro... — dijo Natalie mientras suspiraba, aún tenía que ganarse la confianza de aquella chica. Sin embargo ya estaba acostumbrada a recibir miradas de enojo y desaprobación por sus técnicas, pero se enorgulleció cuando sus alumnos y alumnas llegaban a la cima de sus carreras después de ganarse su confianza.
Los ojos de Julie miraron la pantalla sin pestañear. Su cara se palideció mientras estos se llenaron de lágrimas al instante. No le solía gustar llorar en público pero el pánico se apoderó de ella. Normalmente solía ser más tranquila y controlaba sus sentimientos con mayor facilidad, pero no se esperaba lo que estaba viendo.
— ¿Qué pasa? ¿Va todo bien? ¿Ha pasado algo? - su profesora se acercó a ella y se sentó al lado suya mientras le apoyaba una mano en su hombro.
Julie no contestaba, solo miraba la pantalla de su móvil mientras las lágrimas salían de sus mejillas sin poder ser controlada. Había recibido un mensaje de Emily hacía apenas minutos. Si no se hubiera subido de nuevo a aquella barra no le hubiera pasado nada a su amiga. Rápidamente cogió todas sus cosas, se puso sus zapatos y se levantó para salir de allí.
— Lo... Lo siento... Tengo que irme...
— Vale pero, espera... ¿Va todo bien en casa?
— Sí... No... Debo irme...
Natalie corrió detrás de Julie hasta que su alumna se perdió entre los grupos de gente de la calle. Localizó su cabeza varias calles por delante, estaba lleno hacia la universidad de Matemáticas. Esta empezó a correr detrás de ella para poder saber qué le pasaba y por si podía ayudarla. Necesitaba ganarse su confianza, y aquello podría ser un buen comienzo.
Julie no podía creerse que no hubiera visto los mensajes antes, se sentiría culpable si a su amiga le pasase algo...Y todo por culpa de su profesora. Si ella no le hubiera pedido subirse a aquella barra ahora mismo Emily no estaría sufriendo, ya conocía a ese idiota y le tenía miedo, tenía miedo de lo que le pudiera haber hecho esa vez. Si le llegaba a pasar algo no se lo perdonaría en la vida, los padres de su amiga habían confiado en ella para ayudarla en todo, no podía fallar por culpa de unas clases.
Natalie, la cual no había parado de seguir a su alumna por todas las calles, consiguió alcanzarla cuando iba a entrar en el edificio y le agarró de la muñeca. Julie, al no esperarselo, se giró asustada, pero relajó el rostro al descubrir que era ella.
— ¿Qué quiere?
— ¿Estás bien? Has salido corriendo y... — los ojos de Julie se volvieron a llenar de lágrimas por el miedo que tenía y Natalie le dió un abrazo.
— Mañana te lo cuento...
— No... — le dijo mientras le entregaba una tarjeta con su nombre y su teléfono —. Me llamas para que no me preocupe... — y dicho eso se dió la vuelta y dejó a Julie frente a la puerta con una pequeña sonrisa en los labios.
Después de eso, nuestra protagonista abrió rápidamente la puerta del edificio y preguntó por Emily. Le dijeron que no sabían donde estaban y que la estaban buscando.
«No puede ser... he llegado tarde...» — la vista de Julie empezó a nublarse mientras marcaba el número de su amiga. Nadie contestó —. «No puede ser... ¿Ay, Emily... dónde estás?»
Julie cayó de espaldas al suelo al intentar sentarse en una de las sillas de la recepción. La mujer que se encontraba en la recepción la ayudó a levantarse y la sentó en una de las sillas
— ¿Está bien?
— Sí... Sí... ¿Puedo ir al baño un momento?
— Claro, está al final del pasillo...
Julie asintió y le dió las gracias mientras andaba por los pasillos de aquella universidad apoyándose en todo momento en una pared para no caerse al suelo. Ella nunca había estado en una. Al menos no como estudiante.
Con los dedos temblorosos abrió la puerta del baño y... Allí estaba. Nico agarraba de la muñeca a Emily mientras esta lloraba sin poder controlarse. Julie se paralizó y Nico la miró a los ojos con aquellos negros y monstruosos. El teléfono de su amiga estaba en un rincón del suelo, muy lejos de los dos. El rostro de la chica miraba al suelo sin atreverse a levantar la mirada, solo asentía a lo que le decía y se quedaba lo más quieta que podía.
— Lárgate de aquí... ¡Ahora! — Nico gritó mientras parecía que aquella habitación se encogía con cada grito y cada movimiento de aquella bestia.
— Julie... — dijo Emily con un pequeño brillo de esperanza en sus ojos mientras levantaba la cabeza.
— ¿La has llamado tú? — los dedos de Nico apretaron más a Emily mientras sus lágrimas brotaban y mojaban el suelo —. ¿Lo has hecho?
Emily gritó de dolor pero el chico le tapó la boca con una de sus sucias manos.
— ¿No puedes permanecer en silencio? ¿Qué quieres, qué nos descubran a los dos en este baño? Ya sabes lo que van a pensar... nos expulsarán... ¡Así qué calla y mantente en silencio!
Julie corrió, corrió lejos de aquella escena. No era una chica que soliera huir con tanta facilidad, pero lo hizo. Tenía más miedo que antes, en otra situación — si no se encontrase en aquel espacio público — le hubiera pegado a aquel chico y le hubiera dejado muerto allí mismo.
— ¿Va todo bien? — le preguntó la mujer del mostrador al ver la expresión del rostro de Julie.
— Policía... — murmuró Julie al recordar lo que había visto. Luego se giró hacía la mujer —. Ya he encontrado a Emily... Está en el baño... Y... Nico le está agarrando de la muñeca... Yo...
La recepcionista salió entonces en dirección al baño mientras que Julie se sentaba en una de las sillas de la entrada, intentando controlarse y no ir corriendo a por aquel chico. Solo podía concentrarse en su respiración e intentar relajarse, su amiga estaría bien.
***
***
Al cabo de pocos minutos Julie vio a Emily, la cual se lanzó a sus brazos llorando sin poder controlarse.
— ¡Julie! ¡Menos mal qué has venido!
— Eh... Tranquila... Te dije que... — sopló para evitar que las lágrimas cayeran sobre sus mejillas —, que siempre estaría contigo... Qué nunca te dejaría sola... Y no lo he hecho... Y nunca lo haré...
Nico llegó entonces con la recepcionista delante suya mientras entraban en el despacho del director. Su mirada estaba llena de ira y dolor, no iba a rendirse tan fácilmente. Emily respiró tranquila mientras ella y Julie se levantaban y abandonaban aquel edificio, no sin antes darle las gracias a la recepcionista.
— Necesito que me cuentes qué ha pasado cuanto antes... Pero tengo que ir a hablar con mi profesora, se ha asustado mucho...
— ¿Y eso? — Emily no soltaba la mano de su amiga mientras andaban por la calle, seguía teniendo miedo.
— Porque he salido corriendo de la clase sin decirle nada y ha empezado a perseguirme para tranquilizarme...
— Si quieres puedes terminar tus clases y yo puedo verte... No quiero ir sola a casa...
— Está bien — le dijo mientras le ponía la mano en el hombro y apoyaba su cabeza en la de la otra.
***
***
Las dos chicas entraron en la academia ante la asombrada mirada de Jenna, la cual no conocía el motivo de huida de Julie ni a su acompañante.
— ¿Se puede quedar? — le dijo mientras señalaba con los ojos a su acompañante.
— Cla... Claro... Siempre que a Natalie le parezca bien...
— Guay, gracias... — antes de andar hacía su clase movió los labios formando un después te explico, a lo que la chica asintió.
Natalie salió al escuchar la voz de Julie y le dió un gran abrazo.
— ¿Va todo bien?
— Sí, ya está todo solucionado... ¿Puede quedarse? — le dijo mientras señalaba a Emily, la cual sonreía cortadamente.
— Sí, sí... — Natalie quería preguntarle qué había pasado, pero prefería esperar a estar a solas.
Las tres entraron de nuevo en la clase y Julie se colocó los zapatos de ballet, tal y como se lo indicó Natalie.
— Bien, sigamos por donde lo dejamos... Julie, por favor agárrate a la barra donde te has subido antes y enséñame si sabes o no sabes los movimientos básicos del ballet por favor.
— Por supuesto, señora Willians — dijo con un pequeño nudo en la garganta. Hacía tiempo que no bailaba ballet... y menos para alguien.
— Puedes llamarme Natalie, no hay que ser tan formal... Por favor, empieza.
Julie, la cual se conocía la mayoría de los movimientos, empezó a moverse con una naturalidad sorprendente.
— Bueno... Creo que estamos todos de acuerdo con que ha sido... Maravilloso.
— Gracias... De pequeña...
— Distes ballet pero al final te dedicaste al patinaje artístico. Tranquila, yo lo sé todo de tí, me han informado muy bien para estar preparada. Por cierto, tu madre es una persona maravillosa, me imagino que tu padre también lo será...
— Sí... — dijo mientras recordaba aquel 4 de agosto... Emily la miró desde los bancos con cariño y una mirada de fuerza.
— Bueno, necesito apuntar una cosa y ahora te explico mi conclusión, ¿Te parece?
— De acuerdo... — dijo mientras se echaba su larga coleta hacia atrás, a partir de ese día iría a clase con un ballet bun, sería más cómodo para cada movimiento. Cuando patinaba también solía llevarlo.
Julie se sentó al lado de Emily, la cual se ocultaba una herida con su mano. Julie se dió cuenta, no era la primera vez que lo hacía.
— Emily... ¿Qué tienes en la muñeca?
— Ah, eso... Pues... Nada... ¿Por qué iba a tener nada?
— No sé... Puede que por culpa de alguien que comienza por N y continúa por ico... ¿Estoy en lo cierto?
— No es para tanto... Solo me ha agarrado por la muñeca, nada más...
— Julie, puedes venir por favor...
— Claro... — y dirigiéndose a Emily le susurró —. Esto no va a quedar así, quiero que en casa me cuentes todo lo que ha pasado, ¿Vale?
Emily asintió con la cabeza mientras Julie se levantaba y se colocaba delante de su profesora.
— Verás... He visto que con el ballet tienes mucha más concentración y equilibrio, lo que te falta en el patinaje artístico... Por lo cual, con tu permiso ante todo, creo que es mejor que hagas un curso de ballet para, así, poder mejorar en el patinaje artístico.
La cabeza de Julie voló al 4 de agosto de nuevo, no podía volver a clases de ballet después de aquel día... No sería capaz...
— No... ¿Es obligatorio?
— Creo que te vendría muy bien... Dentro de poco hay un concurso y podrías participar... ¿Sabes cuál es el concurso Tutú de Oro?
— «Tutú de Oro... no puedo... no después del 4 de agosto...»
— Sí... Se cuál es..
— Bien, este año se celebra en parejas y se me ha ocurrido que podrías participar con un antiguo alumno mío, el cual dejó el ballet, pero que estéis dispuesto a participar, ayer hablé con él y me dijo que sí podía hacerlo.
— Entiendo...
— ¿Entonces lo harás? Creo que te beneficia...
— Va... — tragó saliva —. Vale, lo puedo intentar...
— Bien, me alegro... — los labios de Natalie formaron una sonrisa casi perfecta —. Pues a partir del lunes empezarás, y podrás conocer a tu acompañante...
— ¿Y con todos los libros que me diste?
— Terminalos y... Toma — le dijo mientras le daba una montaña más.
— A ver si lo adivino... ¿También me los tengo que leer?
— Así es... Ya me vas conociendo...
Las dos chicas se rieron y terminaron de cuadrarlo todo mientras Emily sonreía. Su amiga era una chica muy fuerte, después de todo lo que había pasado quería seguir con el ballet, ella no sería capaz de hacerlo. Al menos no en aquel instante de su vida.
El tren llegó a la estación y las inquilinas del castillo bajaron mientras se dirigían a su apartamento, donde hablarían con más tranquilidad.
Julie dejó todas sus cosas en su habitación, la cual parecía una leonera. Ya la limpiaría al día siguiente... Cómo cada viernes.
Emily entró en el servicio a curarse la herida mientras su amiga preparaba la comida y recibía un mensaje de un número desconocido.
— Hola, Julie, soy Natalie. No te he querido preguntar con tu amiga delante, pero... ¿qué ha pasado antes? Sabes que puedes confiar en mí para cortarme cualquier cosa — la chica leyó el mensaje de su profesora, mientras le escribía que no se preocupara por nada, que todo estaba bien —. Entiendo, si en algún otro momento me necesitas para algo, ya sabes que estoy aquí para ti.
Julie no entendía porque esa mujer era tan amable con ella, sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar en ello cuando recibió entonces otro mensaje de un número desconocido y decidió entrar en esa conversación.
— No sé muy bien quién eres, pero tú seguro que me conoces... Te doy una pista, a ver si así lo adivinas... N, I, C, O... Te has medido con la persona equivocada, señorita Julie la valiente, vas a lamentar lo que has hecho. No sé cómo se te ha podido ocurrir acabar con mi relación, pero lo vas a pagar. Yo que tú tendría cuidado por la calle, ya que sé todo de tí. Dónde trabajas, dónde estudias, dónde vives... todo...
Julie miró su teléfono sorprendida y asustada, conocía bien a aquel chico y sabía lo que podía hacerle tanto a ella como a su amiga. No podía creer que hubiera encontrado tan rápido su número.
— Ya me he curado la herida... ¿La comida está lista? —Julie salió de la conversación sin contestar y miró nerviosa a Emily —. ¿Va todo bien? ¿Con quién estabas hablando?
—¿Yo? Con nadie... La comida está casi lista... Vamos...
Las dos chicas se sentaron en la mesa del comedor mientras Julie volvía a mirar la conversación. No quería contárselo aún a su amiga, no quería preocuparla.
— Sí eres quién dices ser, deja en paz a Emily. Si tienes algún problema hablalo conmigo, pero a ella olvídala — tras terminar de escribir apagó el teléfono y lo dejó sobre la mesa. Se dió cuenta de que su amiga la miraba, analizándola, por lo que le dedicó una pequeña sonrisa.
— Bueno... ¿Quieres que te cuente lo que me ha pasado con ese imbécil? — su amiga pudo notar el miedo en su voz, aunque había intentado con todas sus fuerzas ocultarlo.
— Siempre que tú quieras — le dijo mientras ponía su mano sobre la suya y le sonreía.
— Está bien... Hoy teníamos un examen de trigonometría y, en mitad de la clase, justo cuando había entregado aquel papel con todas las respuestas, alguien llamó a la puerta. La profesora me pidió que la abriera y lo vi detrás de ella con una gran sonrisa. Dijo que quería hablar conmigo y la profesora, como acababa de entregar, me dejó salir a hablar cinco minutos. No vió como mi cara cambió. Una de las chicas susurró algo y se levantó a decirle algo a la profesora, pero nosotros ya no estábamos en la clase. Salí asustada y él me agarró de la muñeca mientras me llevaba lejos de la puerta, en dirección al baño de chicas más sucio de todos, donde tú nos vistes. Por allí no suele haber nadie, así que era un buen lugar para hablar... Me dijo que tenías que ver tú en nuestra relación, y le... Le dije que no quería a nadie como él cerca mía. Su mano apretó mi muñeca y me agarró la cara para que le viera. Empezó a gritarme y me solté de él para taparme los oídos. Entonces me agarró de nuevo de la muñeca y llegaste tú... El resto ya lo sabes...
— Vaya... Está loco... — y suavizando el tono le dijo —. Gracias por contarmelo.
— A tí por escucharme...
Las dos chicas terminaron de comer mientras las noticias sonaban en la televisión. Cada una estaba dentro de sus pensamientos sin escuchar apenas lo que pasaba fuera de ellos. Julie no entendía porque tenía que estar en ballet después de todo lo que ha sufrido con ello, siempre había dicho que no iba a volver a bailar eso nunca más, se lo prometió a su madre... Pocas eran las veces que se ponía aquellos viejos zapatos que significaban tanto para ella y se ponía delante del espejo de su habitación mientras Emily no estaba y ensayaba algunos pasos simples, para pasar a otros más complicados. Su madre pensaba que había pasado página, pero no... Nunca lo haría. Por otra parte también le preocupaba lo que aquel chico pudiera hacerle tanto a ella como a su amiga. Tenía que salvarla de todo el peligro, pero sabía que ella sola no podría hacer nada.
Tras la comida las dos chicas se encerraron en sus habitaciones. Un compañero de la cafetería llamó a Julie y le pidió que sí le dejaba su turno hoy porque necesitaba ese mes un poco más de dinero. Julie aceptó encantada, ese día no tenía ganas de salir de las cuatro paredes donde se encontraba, debía pensar un poco más.
Cogió sus cascos y se sentó delante del escritorio con un libro delante suya, su cuerpo estaba en aquel escrito pero su mente en el 4 de agosto. Lágrimas brotaron por sus mejillas en silencio, alguien se había dejado los grifos de sus ojos abiertos y ahora no los podía cerrar.
Emily entró entonces en la habitación para preguntarle una cosa cuando las lágrimas empezaron a caer delante del libro. Miró a su amiga preocupada.
— ¿Julie? — su amiga se giró para verla —. Ey... ¿Va todo bien?
Julie negó con la cabeza. No estaba acostumbrada a dejarse ver llorar por su amiga, estaba acostumbrada a hacerse la fuerte y disimular durante todo momento. No quería preocuparla, ella ya tenía suficiente con sus problemas. Emily se sentó a un lado de la cama mientras palpaba el otro para que su amiga se sentará.
— ¿Qué pasa?
— Yo... No lo sé... Nico... El 4 de agosto... Son muchas cosas...
— Ay, Julie... — le dijo mientras le acariciaba la cabeza y la abrazaba —. No pasa nada, estoy bien y Nico ya no va a volver a molestarme, a partir de ahora no voy a dejar que se acerque a mi, te lo prometo...
— «Puede que a tí no... pero a mí sí...» — el miedo se adueñó de todo su cuerpo cuando aquel pensamiento llegó a su mente. Sabía que Emily no era la más indicada para saber de la existencia de aquellos mensajes, pero era la única con la que podía hablar de ello.
— De acuerdo... Pero creo que no te he sentido sincera siempre...
— ¿Qué pasa? Me estás asustado... ¿No me irás a decir que eres amiga de ese idiota?
— No... — le dijo mientras hacía una pequeña sonrisa — Pero... Me ha amenazado... — Julie le mostró los mensajes y Emily se llevó las manos a la boca, sintiéndose culpable de todo aquello.
— Ay...
— Pero tranqui... Eso es lo de menos...
— ¿Cómo puedes decir eso? ¿Sabes lo que es capaz de hacerte? Siento mucho haberte metido en esto... Ay, mi madre... No deberías haberle dicho nada...
— No, tranquila... Siempre que tú estés bien el resto será perfecto...
— ¿Entonces qué más pasa?
— ¿Te acuerdas de lo que te conté sobre el 4 de agosto? — Emily asintió —. No... no puedo volver a bailar ballet... No delante de la gente. Y menos en ese concurso.
— Pero Julie, hoy lo has hecho... Has bailado ballet delante de tu profesora — le colocó sus manos entre las suyas, mientras le dedicaba una pequeña sonrisa.
— Una cosa es una persona... Pero en ese concurso, con un acompañante... Lo veo imposible.
— Podemos ir paso a paso... Cómo yo el año pasado... — Emily tragó saliva al recordar su pasado, antes de continuar —. No tienes que hacerlo todo del tirón y sola... Me tienes a mí.
Julie sonrió y le dió un gran abrazo mientras su amiga abandonaba aquella habitación.
— « Sonreír parece imposible cuando hay nubes en el cielo... solo tienes que despejarlo».
La patinadora cogió sus zapatos de ballet mientras se quitaba sus zapatillas de andar por casa, para ponerse sus zapatillas de ballet que su padre le había regalado. Recordaba ese día como si acabase de suceder. Respiró varias veces antes de realizar el primer giro. Otro más. Giro tras giro Julie fue cogiendo poco a poco más seguridad ante sus pasos. Cada nombre francés volaba por la cabeza de nuestra chica revelé, plié, jeté... Cada uno era realizado con una gracia y una perseverancia natural en la chica. Podría intentar más clases, no sería una cobarde... Pasaría página, poco a poco.
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