Capítulo 17
Las mañanas se habían vuelto aburridas y monótonas. Despertarse, tomar algo ligero de desayunar, leer un par de capítulos, ver las noticias y correr por la zona. Y así día tras día. Eso mientras Kang le mandaba numerosos mensajes suplicándole que regresara. El último llegó a sorprenderle.
Sí vuelves, juro irme. Pero no vas a arruinar tu carrera como deportista por esto.
Y en cierto modo tenía razón. Toda su carrera como deportista se decidiría en aquella competición. Los rumores corrían como la pólvora y varias empresas publicitarias ya habían anunciado la posible aparición de la joven Brown participaría en el concurso que le quitó la vida a su padre. O al menos, así vendían las noticias. Tan solo había pasado una semana desde que la noticia estaba en boca de todos, pero aquello incomodaba a Julie. Solo tenía un mes para prepararse y ya había fuertes expectativas puestas sobre ella. Debía hacer algo. Y rápido. Quizás podría practicar los movimientos en su casa y, una semana antes, tener que verle la cara a su compañero para perfeccionar los pasos. Una semana podría aguantar. Además, tras el concurso podría olvidarse de él para siempre y seguir con su vida. Con la vida que siempre había tenido hasta que llegó a destrozarla.
El teléfono del apartamento la apartó momentáneamente de sus pensamientos. Ya se imaginaba quién podría ser. Y era el momento ideal de comenzar con el plan que Emily y ella habían pactado.
— Buenos días, residencia de Julie y Emily, ¿en qué puedo ayudarle?
— No te hagas la tonta, señorita Brown, ya sabes quien soy. Dónde está la encantadora de mi amiga para poder preguntarle cómo se encuentra y que ha estado haciendo desde mi anterior llamada. Hace mucho que no me contesta y empiezo a preocuparme.
— Pues deberías... — tuvo que apartar el teléfono de su cara para no soltar una carcajada antes de continuar —. Está hospitalizada.
— No me vengas con estupideces, ¿acaso está ahí y la estás cubriendo?
— Es serio, Nico — intentó poner el tono más neutro para que este cayera en la trampa de sus palabras — . Y todo esto es por tu culpa.
— Oh, venga ya, no soy un crío de pañales. ¿Dónde está Emily, Julie?
— Está en el hospital, ya te lo he comentado.
— ¿Y se puede saber por qué?
— Por tu culpa. Se ha vuelto a intentar suicidar — por la otra línea se produjo un largo silencio, el cual la patinadora aprovechó para finalizar la llamada —. Ahora, si no te importa, debo colgar — dos pitidos le informaron de que la llamada había sido finalizada con éxito.
Tras dejar el teléfono de nuevo en su sitio, la chica cogió su móvil y llamó a su compañera de apartamento. Esta se debía encontrar en el gimnasio de la zona. Aún no podía ir a su universidad ya que alguno de los compañeros de trabajo de Nico podrían ir a hacer su trabajo, ahora que él no se encontraba allí para llevarlo a cabo él solo. Por ello, la chica había optado por hacer algo útil mientras le anunciaban la fecha del juicio. Algo como ir al gimnasio y moverse así diariamente, y además coger buena forma.
Cuando Julie la llamó, Emily se encontraba volviendo ya de su rutina de brazos. Le sorprendió ver la llamada de mi amiga, ya que no se imaginaba el motivo de esta.
— Buenas. ¿Qué tal todo por ahí? No habrá pasado nada, ¿verdad?
— No, no, no hay nada de que preocuparse. Más bien... ahí algo por lo que alegrarse.
— ¿Y eso?
— Ha llamado Nico, y he llevado a cabo nuestro plan. Se lo ha tragado todo, no hay de qué preocuparse.
— Ay, no sabes qué alegría me da oír eso... Aunque me sigue pareciendo un poco feo tener que fingir que me estoy muriendo para que nos deje tranquilas.
— Pero ya sabes que era la única alternativa. De lo contrario no sé que tuviéramos que haber hecho.
— Pero hay algo en ese plan que no me cuadra... — dijo al cabo de unos segundos mientras subía las escaleras hacía la puerta del apartamento.
— ¿El qué? — justo en ese instante sonó el timbre y Julie le abrió la puerta a Emily, mientras colgaba la llamada.
— El día del juicio verá que estoy vivita y coleando... y seguirá con sus llamadas y sus amenazas.
— Ahí te equivocas. Es imposible que siga con sus llamadas, por qué, en cuento lo declaren culpable, podemos solicitar la prohibición de llamadas telefónicas por su parte.
— ¿Y de verdad piensas que lo van a dejar incomunicado del mundo exterior entre cinco y diez años?
— Eso no lo sé, pero tampoco es algo que debería importarnos. Con qué nos deje en paz de una vez por todas nos basta.
— También es verdad...
Después de esa conversación Emily se encerró en el baño del apartamento para poder darse una ducha de agua fría y así relajarse para el resto del día. Julie, por el contrario, salió a dar una vuelta a la manzana con sus casco para así moverse de las cuatro paredes de aquel edificio.
Por el camino, vió de lejos a Marc hablando con una chica, y las lágrimas invadieron de pronto sus dos iris café. El chico dejó de hablar con la boxeadora y se acercó a su novia. Julie miró hacía otro lado mientras se limpiaba una lágrima.
— Hola. ¿Qué tal todo por el apartamento? ¿Nico ha vuelto a llamaros?
— Sí. Pero no te tienes que preocupar por nada. Ya lo hemos solucionado.
— Ah, me alegra oír eso. ¿Y tú qué tal? Hace mucho que no hablamos...
— Sí... yo bien. ¿Y tú qué tal?
— Bien... ¿Y el concurso como va?
— Pues no va... No voy a participar con Kang. Pero no te preocupes, ya buscaré la forma de poder apuntarme y no tener que pasar mucho tiempo con él.
Marc se mantuvo en silencio durante unos incómodos minutos. Tras su silencio se lanzó a los brazos de la chica que tenía delante mientras le decía.
— Lo siento. Lo siento mucho. Tenías razón... no debí haberme enfadado tanto... lo siento mucho, yo...
— No lo sientas, fue culpa mía... Debí haberte creído desde el principio. Estuvo muy mal lo que te hice y es normal que estuvieras tan enfadado... Soy yo quien se tiene que disculpar.
— No quiero perderte. No podría vivir sin ti... por favor, no cortemos...
— Yo nunca cortaría contigo... No podría volver a sonreír sin ti.
— ¿Estamos entonces como si nada hubiera pasado? — la miró con un brillo de desesperación en sus ojos mientras ella sonreía.
— Sí. Borrón y cuenta nueva.
La pareja se miró durante unos segundos mientras se fundían sus labios en un corto pero necesario beso. Después, el chico la tomó de las manos y la llevó a presentarle a Chloe.
— Hola, tú debes de ser Julie. Marc me ha hablado mucho sobre tí — la chica llevaba unos casos negros sobre sus orejas, pero al verlos llegar de nuevo de los colocó alrededor del cuello. Se encontraba sentada sobre la espalda de uno de los bancos de la zona, con una sonrisa en su rostro.
— Sí, soy yo. Encantada...
— Chloe, Chloe Koch — le ofreció su mano y la patinadora le estrechaba la suya.
— Nunca había escuchado ese apellido, ¿eres de por aquí?
— Más o menos... Es una historia un poco larga.
— Entiendo... — la bailarina le sonreía. Si Marc le había hablando sobre ella no tenía por qué preocuparse. No había problemas en que hablará todo lo que quisiera con su chica, parecía maja.
— Mi padre es de Alemania, y mi madre de Italia. Se conocieron de intercambio de Costa Rica y se enamoraron y todas esas cosas hasta casarse y tenerme a mí y a mi hermana pequeña.
— No sabía que tuvieras una hermana — Marc y Julie la escuchaban atentos.
— No me gusta hablar mucho de ella, si os soy sincera...
— ¿Y eso? — Julie fulminó a su novio por el poco tacto que acababa de tener.
— Pues... porque ya no está aquí... Murió en un combate de boxeo hace un par de años.
Julie le dió un repentino abrazo al ver que apartaba la mirada momentáneamente para ocultar una lágrima que caía por su mejilla.
— Lo siento mucho...
— No tienes por qué...
— Pero hay algo que no entiendo del todo... — comentó entonces Marc, el cual se sentía bastante avergonzado por haber hecho sentir mal a su amiga — . ¿Cómo es qué ahora practicas boxeo? ¿No te da miedo acabar como tu hermana?
— Sí, sí que me da miedo. Y es por ello que lo hago. Quiero acabar lo que ella comenzó... — empezó a buscar un papel en su bolsa — . Ella soñaba con participar en este concurso, y mi entrenadora me ha dicho que estoy dentro — una pequeña sonrisa triste se dibujó en sus labios.
— Pues no pareces muy feliz con la noticia... ¿pasa algo con qué partícipes?
— Es que mi madre se niega a dejarme participar... de hecho le he hecho creer que he dejado el boxeo. Pero no puedo dejarlo. Es de las pocas cosas que me unen a Allegra. No puedo dejar el boxeo... Aún no.
Julie la miró mientras la tomaba de las manos y le sonreía. Marc no era capaz de hacer coincidir su mirada con la de ella. Se sentía un estupido por haber obligado a su amiga a contarles sobre su vida. No quería hacerla sentir triste.
— Te entiendo, te entiendo perfectamente, Chloe. Es... es como sí al hacer el deporte pudieras verlo y sentirlo, como si después de cada entrenamiento estuvieras más cerca de él... como si siguiera a tu lado.
— Sí... es justo eso... no puedo dejar el deporte...
— ...por qué entonces sería como dejarle a él... — las dos sonrieron tras completar la frase. Después Julie añadió — . Perdí a mi padre cuando tenía seis años... su sueño siempre había sido ir al Tutú de Oro, el concurso que se celebra en menos de un mes... Y voy a ir. Voy a participar, por mucho que mi madre no quiera. Es mi vida...
— ...no la suya — la miró con un brillo triste en sus ojos menta —, siempre me digo eso cuando empezamos a discutir... Quiere que me vaya a estudiar a Alemania con mi padre... pero él solo quiere alejarse de nosotras y mi madre solo quiere protegerme... o al menos es lo que siempre dice... Creo que no les importo. Solo saben pensar en Allegra. Y lo entiendo. Yo pienso en ella todos los días. Pero..., parece que se hubieran olvidado de que aquí tienen a otra hija...
— Si ellos no saben ver a la maravillosa hija que tienen es que no sabes ver más allá de su dolor. Es comprensible, pero deberían pensar un poco más en ti y menos en el pasado. Porque se están perdiendo a una chica maravillosa, fuerte y capaz de hacer cualquier cosa. Y si no quieren verlo es que están locos — Marc le dedicó una sincera sonrisa mientras Julie asentía.
— Gracias, chicos... necesitaba hablarlo con alguien que pudiera entenderme...
— Para cualquier cosa ya sabes... — Julie le soltó las manos con una sonrisa mientras se ponía de pie.
— Descuida... Bueno... tendrás que irte ya... yo debería hacerlo también... Gracias de nuevo, de verdad...
— No es nada, para eso están los amigos... no solo para pasar el rato y reírse, también para apoyarse en los momentos difíciles, ¿no?
Chloe les sonrió a los chicos mientras se ponía sus cascos de nuevo sobre sus orejas y se marchaba por una de las calles. Una vez que los dos la perdieron de vista se miraron durante unos segundos en silencio.
— Con qué esta es Chloe...
— Pues sí... ¿pasa algo?
— Me la imaginaba totalmente diferente...
— ¿A sí? ¿Y comó te la imaginabas?
— Pues cómo alguien sexy, joven y buenorra... Qué te estuviera conquistando en cero coma dos segundos...
— Bueno... es cierto que es joven y está buena... — al ver la reacción de Julie tuvo que aguantarse la risa mientras añadía con una sonrisa pícara — y su habitación tampoco está nada mal...
— ¿Será una broma?
— Pero no es mi estilo, te prefiero a ti mil veces.
— Repito, ¿es una broma de mal gusto lo de la habitación? — se cruzó de brazos mientras no le quitaba el ojo.
— Tampoco fue para tanto... solo la acompañé porque...
— Yo lo flipo... — no pudo seguir mirándolo a la cara. Ella preocupada por su relación y él acostándose con la primera que pillara.
— ¿Me puedes dejar terminar? — le tomó de las manos y le giró la cabeza para que le mirara — . No la acompañé a su por gusto, y ni toqué la colcha, de eso puedes estar segura. Estaba saliendo contigo, no iba a ir acostándome ahí con la primera chica que pasara por al lado mía.
— ¿Y entonces? ¿¡Cómo es qué conoces su habitación!?
— Tranquilízate. ¿Te acuerdas de cuándo Nico llamó por primera vez a Emily? — Julie asintió con lágrimas en los ojos mientras su chico le cogía la cara con ambas manos —. Cuándo me llamó estaba en el coche, y no me dió tiempo a frenar cuando esta chica se encontraba cruzando por medio de la calle. Y la tiré al suelo. Por suerte, solo se lastimó el brazo, pero ya está bien. Cuándo la llevé al hospital la atendieron y la llevé a su casa. No había nadie y me pidió ayuda para abrir la puerta principal y la de su habitación, ya que las dos iban por llaves. En cuanto la ayudé fui a ver a Emily. Y el resto ya lo conoces.
— ¿Entonces solo fue eso? — se sorbió la nariz mientras las lágrimas dejaban de salir por sus ojos —. ¿Estás seguro?
— Sí, estoy seguro. ¡Pero cómo me iba a acostar con otra qué no fueras tú! Por cierto, que feo eso de dudar de mí, ¿eh? Eso ha estado muy mal...
— Verdad, perdona... ¡Pero es qué lo has dicho con una tranquilidad y un descaro que no me podía creer!
Entre risas y pequeñas conversaciones los dos llegaron al apartamento. Emily se había quedado dormida en su habitación tras haber preparado una ensalada para cada una. Cuando la pareja llegó Marc se sorprendió por el repentino silencio. Julie se acercó a la habitación y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro al ver a su amiga dormida. Lo único que quería era verla feliz y sana. Con ello ya tenía su sueño concluido.
— Está dormida... Será mejor no hacer mucho ruido.
Marc sonrió mientras se tumbaba en uno de los sofás de la sala. Julie empujó sus piernas para poder sentarse en el cojín.
— Hay qué ver lo maniática que eres, teniendo otro sofá te tienes que sentar en este... — se incorporó y se sentó correctamente para que su novia se pudiera sentar a su lado. Esta sonrió tontamente y apoyó su cabeza en el pecho de él mientras empezaba a probar su comida.
— Es qué quería estar cerquita tuya...
— Uy, ¿te has dado un golpe en la cabeza durante estos días? No entiendo por qué estás tan empalagosa...
— Es que te echaba de menos...
— Y yo a ti, mi copito de nieve — por primera vez en toda su vida, en la garganta de Julie no se formó un nudo tras escuchar aquel apodo. Esa vez le gustó. Le hizo sentirse como en casa, después de tanto tiempo por fin estaba feliz. Feliz de verdad.
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