Capítulo 10
Esperó en el interior del tren con paciencia para quedar así el último y poder salir así con más tranquilidad. Ya debía de haber empezado su serie diaria, tendría que verla más tarde.
Las calles estaban desiertas aquella noche, algo normal para la hora en la que se encontraban. Buscó las llaves para poder entrar en el pequeño apartamento que compartía con ella. Seguramente ya estaría acostada. Se había cansado de esperarlo.
Soltó su mochila y su chaqueta en el suelo de su habitación pasando por la puerta cerrada lo más silencioso que pudo para así no despertarla y tener que darle explicaciones. Ya se había creído su excusa, y no tenía fuerzas para pensar en nada más que no fuera dormir.
Tras soltar sus cosas entró en el gran baño que contaba el apartamento y se dió una rápida y silenciosa ducha para así poder dormir con tranquilidad.
Una vez ya con la cabeza sobre la almohada pudo pensar con tranquilidad. Ella ya tenía novio, y él ya tenía a su chica. Sin embargo, había algo en ella que le atraía, no sabía que era pero quería descubrirlo. Quería descubrir cada parte de ella con detenimiento. No quería perderse nada. Puede que lo que le gustara (además de su gran físico) fuera como giraba y le sonreía para hacerse valer, o como hablaba y movía sus labios... u otras mil opciones más.
No quería herir a ninguna de las dos, pero no sabía con quién debería quedarse. No sabía quién era la indicada para él en aquel momento. Al fin, cayó en el mundo de los sueños. En su mente, las dos chicas le sonreían mientras él se sentía el rey del mundo.
***
***
Las chicas entraron en su apartamento y Emily se sentía, después de mucho tiempo, la chica más feliz del planeta. No podía creerse lo que acababa de vivir. No podía ser cierto. No podía estar Nico en prisión. Sonaba como un sueño, como una pesadilla incluso. Al día siguiente no iría a la escuela... y no pensaba hacerlo hasta asegurarse de que aquel maníaco se quedará en aquella celda hasta pudrirse. Tendría que hablar con su psicólogo y este hablar con sus profesores, pero no se encontraba capacitada para salir hasta sentirse segura por completo.
Julie, sin embargo, tenía que levantarse temprano y madrugar, por lo que decidió entrar en el baño a asearse mientras dejaba a Emily hablar con sus padres. Tardaron en contestar pero por fin Emily volvió a ver la cara de su madre después de tanto tiempo a través de la pequeña pantalla de su teléfono.
— Hola, mami... perdón por no haberte contestado a los mensajes desde aquel día y por haberte hablado hoy tan de repente... pero es que...
— Cariño... — le dijo mientras le sonreía felizmente con esa sonrisa dulce que siempre le dedicaba a su hija —, no te preocupes... hoy has dado ese paso y me alegro. ¿Qué tal todo?
— Bien...— tras tragar saliva un par de veces añadió —. Mami...
— ¿Sí, cariño?
— Nico ya no está — los ojos de su madre se llenaron de lágrimas mientra se llevaba las manos a la boca sin poder creer lo que le acababa de decir su hija, tenía que ser algún tipo de broma o un error. Los ojos de Emily también se llenaron de lágrimas —. Le hemos denunciado y ha sido detenido hasta el juicio. Por fin soy libre, mamá.
Su madre lloró mientras Emily le contaba todo lo sucedido.
— No lo puedo creer... yo... estoy muy orgullosa de tí, hija, por fin has podido dar varios pasos hacía el futuro... Por fin has abierto los ojos después de tanto tiempo... no puedo ser más feliz... ya verás como se pondrá tu padre cuando se entere...
— Gracias, mamá — la voz de Emily sonaba entrecortada por culpa de las lágrimas. Julie escuchaba todo mientras se cambiaba de ropa. Se encontraba orgullosa por los grandes esfuerzos que estaba haciendo su amiga. Por fin había conseguido ayudarla y ahora sentía que Emily podría tener una vida normal. Lo más normal que podría tener alguien de su edad después de todo lo vivido durante tantos años.
— ¿Por qué, cariño? — su madre no podía parar de sonreír y las lágrimas tampoco podían dejar de salir por sus brillantes ojos. Por fin podía ver a su hija feliz. Había rezado diariamente por ello y al fin alguien la había escuchado.
— Por haberme querido cuando ni yo lo hice; por haberme salvado más de una vez; por haberme abierto los ojos cuando no lo quería hacer; por haberme advertido aún sabiendo que no te echaría cuenta; y, sobre todas las cosas del mundo, por nunca haberme dejado de querer y de hablar porque sabías que te necesitaba... gracias, mami.
La videollamada terminó tras hablar de todo y de pocas cosas. Tras quedar en verse la madre colgó para así poder hablar con su marido de la mágica noticia que acababa de recibir. Emily por fin, después de tantos años separadas, se dió cuenta de lo mucho que echaba de menos a su madre. De lo mucho que había extrañado su voz. Juró no dejar de escucharla ni dejar que se apagara por nada del mundo. Aquel era el mejor sonido creado. Y ninguno podía sustituirlo.
***
***
Al día siguiente Julie salió temprano para ir antes a Bollerías Robinson para darles la noticia de Nico al señor y la señora Robinson. La mayoría de las personas de aquella zona conocían la relación tóxica de Nico y la historia de los chicos. Era uno de los temas y conversaciones favoritas que solían escucharse por aquella pequeña tienda.
Con su bicicleta nueva llegó rápidamente a la tienducha que acababa de abrir sus puertas a aquella hora de la mañana.
— Buenos días, Rosse.
— Buenos días, preciosa. ¿Qué tal va todo?
— Bien... ahora mejor que nunca, por eso venía...
— ¿De qué se trata? Me muero de la curiosidad, ya sabes que me interesan mucho los chismes... sobre todo si son buenos, claro...
— ¿Te acuerdas de Nico, el ex de Emily — le dijo con una sonrisa que extrañó a Rosse.
— Así es... ¿cómo puede haber pasado algo bueno relacionado con él? — dijo mientras ponía los brazos en jarra sobre su cintura y su expresión se endurecía.
— Pues está detenido, ayer fuimos a la comisaría y habrá juicio. Además...
— ¡Ay! Madre mía, ¡qué buena noticia! — Rosse le dió un fuerte abrazo a Julie mientras su rostro se iluminaba con una sincera sonrisa — . Me alegro mucho por vosotros, mi hija... eha, ya podéis estar tranquilas... Aun así, por cualquier novedad, ya sabes que puedes contar con nosotros para cualquier cosa. Solo teneís que pedirnoslo y haremos todo lo que esté en nuestra mano para ayudaros. Como aquella vez que...
Siguieron hablando hasta que el reloj dió las siete y media de la mañana. Julie debía empezar a ir hacía Pies Volando si quería llegar a tiempo a su clase.
— Bueno, debo irme... saluda a Johnny de mi parte.
— Lo haré, ten cuidado.
Julie se montó velozmente en su bicicleta mientras pedaleaba a toda velocidad, le gustaría poder llegar antes para así practicar a solas durante unos instantes. Ahora que Emily no iría a la universidad tenía media hora de paz mental para poder pensar.
Una vez ya delante de la puerta miró su teléfono, eran las ocho menos cuarto, ni siquiera Nataly había llegado aún, ya que solía llegar alrededor de cinco minutos más tarde para poder preparar la clase y hablar un rato con Jenna.
— ¡Buenos días!
— Oh, buenos días, Julie, qué temprano llegas hoy... — le dijo con una amplia sonrisa entre labios la chica que siempre se encontraba detrás del mostrador entre las páginas de un libro.
— Pues sí, es que quería empezar un poco sola, ¿podría hacerlo?
— Por supuesto, la clase ya está abierta...
— Genial, gracias —. y mientras abría la clase, comentó —. Más tarde te tengo que comentar algo que creo que te puede interesar...
— Ahora me has dejado con curiosidad... — dijo entre risas —. Le diré a la señorita Williams que estás ya aquí cuando llegue.
Julie le sonrió mientras dejaba sus cosas en uno de los muchos escalones que cubrían gran parte de la sala. Una vez sin bolsas se colocó sus zapatos y, mientras respiraba varias veces, comenzó a moverse en miles y miles de bellos pasos. Verla era un lujo para cualquiera. Transmitía seguridad y tranquilidad, todo al mismo tiempo.
Natalie, mientras tanto, acababa de llegar y estaba a punto de abrir la puerta cuando Jenna se lo impidió.
— ¿Qué pasa, Jenna?
— Es que Julie está dentro y quería aprovechar para practicar un poquito sola... ¿no podrías esperar hasta las ocho?
— De acuerdo... — le dijo con una sonrisa mientras se sentaba delante de la pared de cristal de efecto espejo para así no ser vista por su alumna y poder revisar y cuidar sus movimientos.
<<No lo entiendo, cuando estamos en clase no se mueve así... Aquí parece más libre...>>
Los pensamientos de Natalie fueron interrumpidos cuando Kang entró por la puerta, tarareando una canción y con una sonrisa en los labios mientras hablaba por teléfono.
— Sí... nos vemos luego, adiós — sus ojos se fijaron entonces en su profesora y empezó a reír mientras esta le pedía que se quedara en silencio y le señaló con el dedo a su compañera —. ¿Qué está haciendo?
— ¿No lo ves? Está bailando...
— Pero en clase nunca lo hace así... Ni siquiera el otro día en el parque se la veía tan suelta.
— No... eso es lo raro de todo esto...
Siguieron observando a Julie hasta que el reloj de aquella habitación sonó indicando que las clases debía empezar. Julie se sentó en uno de los bancos y se colocó sus cascos mientras tarareaba y movía sus pies de un lado hacia otro y de arriba a abajo.
Natalie y Kang entraron entonces por la puerta hablando alegremente sobre lo que acababan de ver mientras Julie guardaba sus cascos.
— Hola, Julie... — dijo su profesora mientras se acercaba a ella —. Hoy vas a empezar tú. Quiero que hagas lo que quieras... adelante — le dedicó una gran sonrisa mientras se acercaba a coger uno de sus cuadernos para evaluar a su alumna.
Los ojos de Julie se paralizaron mientras miraban a Kang guardar sus cosas y suspiraba.
— De acuerdo... veré lo que puedo hacer...
— Seguro que más de lo que piensas...
Julie se colocó bajo los escalones y empezó a hacer sencillos movimientos, pero ninguno se parecía a los de antes. Sus músculos estaban más tensos y al segundo giro Natalie le hizo parar.
— ¿De verdad es eso todo lo que puedes dar?
— Bu... bueno...
— Vamos, Julie... cuando he llegado te he visto por la pared y estabas bailando mucho mejor... — dijo Kang mientras su profesora lo exterminaba con la mirada —. ¿Qué?
— ¡¿Me habéis estado espiando?!
— No, no no... no era eso.. es que justo cuando he llegado te he visto bailar y...
— Genial, maravilloso... — Julie no se lo podía creer, no le gustaba que le vieran baila. Ya mucho era que estuviera intentando superar su dolor para dejarse ver, que se estuviera sacrificado por ellos... encima la tenían que espiar —. Estoy en el baño... que ahí seguro que no me podéis ver...
Cuando abandonó la sala Natalie miró fijamente a su alumno mientras este se llevaba una mano a su nuca y se quejaba por el golpe recibido de parte de su profesora.
— Perdona... no había caído...
— Ay, Kang... eres un chico sin remedio... Bueno, habrá que empezar sin ella...
— Espera un momento... ahora vengo — Kang se dirigió hacia la puerta para entrar también en el baño de al lado del de Julia para así, aún habiendo una pared y tubos de por medio, podría intentar hablar con ella.
Julie, mientras tanto, había cogido su teléfono móvil y había buscado entre sus archivos un audio que tenía de su padre.
Y recuerda mi copito de nieve, todo es posible si de verdad lo quieres hacer... te quiero mucho...
— Lo siento, papá... no puedo... — colocó las palmas de sus manos sobre el lavabo y se miró en el espejo...
— Sí que puedes... — Julie escuchó la voz de su compañero y levantó la cabeza mientras se asombraba —, solo que no quieres.
— ¿Y tú qué sabrás?
— Lo sé... eres alguien fuerte y puedes con esto.
— ¿Y cómo puedes estar tan seguro de ello?
— Lo estoy por como sonríes cuando bailas, Julie. Has nacido para esto...
Julie salió entonces del baño y llamó a la puerta de los chicos mientras Kang salía con una sonrisa entre labios.
— Gracias... yo... — y sin poder decir nada el chico se lanzó a los brazos de su compañera para fundirlos en un profundo y bonito abrazo.
El abrazo duró meros segundos ya que, cierta persona, vió oportuno intentar empezar a jugar a su favorito. Kang miró a los ojos y juntó su nariz a la suya. Esta no supo cómo reaccionar hasta que el chico acercó peligrosamente su boca a la de ella. Julie se alejó poniéndole sus manos sobre el pecho de él para apartarlo de ella.
— Yo... lo siento pero...
— Sí, perdona... se me había olvidado por un momento que tenías novio...
Natalie se acercó entonces a los chicos para invitarlos a empezar la clase. Una vez que Julie aceptó, Kang empezó a andar a su lado.
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