Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 29


Los valores que nos rigen la mayor parte de nuestra vida a veces son los detonantes para sacar todo lo que nos obligaron a guardar, a no sacar a flote nuestra maldad, esa que se oculta hasta en lugar más recóndito de cualquier ser humano.

Camila se aferraba al arma de alto calibre que sostenía en la mano, estaban siendo transportados al bosque donde interceptarían a los japoneses, sabían que se estaban moviendo por esos lares para pasar desapercibidos, olvidando que era el territorio del demonio que respiraba pesadamente con las ansias de exterminarlos, que nada en ese lugar se movía sin que él no lo supiera.

Bajo un radar estaban al pendiente de los movimientos de camionetas, los drones estaban en el aire vigilando a la espera de ellos.

—Son muchos —comentó uno a su lado.

—Pero no más que nosotros —le respondió otro

Los susurros entre ellos no paraban, en su mayoría siendo pretenciosos. Él caminó hasta donde había dejado a su mujer, Grigori parecía indicarle algunas cosas y ella sólo escuchaba asintiendo con la cabeza.

—Déjanos solos —le pidió a su hombre de confianza, se retiró de inmediato obedeciendo su orden. Ella lo volteó a ver tensa, un poco de duda se podía apreciar en sus ojos.

—El miedo y la duda no tienen que tener cabida en ti, debes aprender a manejarlas. Debes concentrarte y programarte para un solo objetivo, acabar a tu enemigo —fue claro con ella, en ese momento no había lugar para besos y apapachos.

—Si, lo tengo claro —contestó con la voz firme, desde que abordó el jet se mentalizó aquello y aunque hace unos minutos la embargó la duda al verlo a él se acordó de sus motivos para limpiar, de alguna manera, el mundo. Un mundo donde estaría a su lado gobernando el bajo mundo, acechando desde la oscuridad.

—¿Estás segura? —analizó su rostro y sólo vio seguridad en ella, de un momento a otro todo ápice de miedo desapareció.

—Si

—Están a diez kilómetros —exclamó alguien alertando a todos que corrieron a tomar sus posiciones

—Vamos —la llevó con él al lugar donde permanecerían, su objetivo principal era Takahashi el resto eran de sus hombres —¿Qué hay de la hermana? —preguntó por el intercomunicador

—Están persiguiéndola en este mismo momento, señor —contestaron

Las camionetas se adentraron por los solitarios caminos, la carretera poco transitada debido a la tormenta de nieve que se avecinaba, algunos titiritaban por el frío y otros solo se dedicaban a observar por las ventana con la zozobra que no hacía más que apretar su pecho.

—Estamos sobrevolando el edificio, mi señor —le indicaron por el intercomunicador al líder de la Yakuza

—Procedan

La cuenta regresiva se puso en marcha, un helicóptero se encargaría de hacer explotar el edificio donde se escondía la mujer de Dmitry Ivankov, o esa fue la información que le dieron.

El lugar explotó y sólo sonrió siniestramente complacido con aquello, no le importaba quien había muerto o si era o no inocente. De pronto, en medio de los segundos de tranquilidad, algunas detonaciones de los autos de adelante los alertó.

—¡Están en el bosque! —exclamaron preparando sus armas y apuntar hacia el bosque, soltando disparos sin tener el objetivo a la vista.

Mientras ellos desperdiciaban municiones sus enemigos lanzaban disparos acertados que estaban acabando con ellos, era peligroso salir de los autos y nadie quería exponerse tan fácilmente ante ellos.

Haruki Takahashi soltaba maldiciones al no saber cómo proceder, no se esperaba un ataque de esta manera. Rápidamente se puso en contacto con los que aún permanecía en Japón listos para ir en su ayuda si todo se complicaba, tal y como estaba sucediendo.

—Detonen este maldito lugar —fue la orden especificando las zonas

—Si, señor

Tenía que acabar con los rusos a cómo diera lugar, los estaban masacrando y ellos sin poder hacer mucho desde los autos. Se vio acorralado cuando lanzaban explosivos obligándolos a salir y enfrentarse cara a cara con la muerte, o los repartidores de ella, como solían ser nombrados.

Dmitry observaba como el japonés salía del vehículo intentando huir del lugar, ordenó por el intercomunicador que no lo atacaran y lo dejaran avanzar, lo siguió desde las sombras hasta que se detuvo en un punto de la carretera, parecía muy afectado por el frío. Estaba comenzando a nevar lo que no era muy buena señal.

—No me quedan dudas del cobarde que eres, Takahashi —emergió de entre los árboles con la sonrisa burlona en su cara, enfureciéndolo —Abandonaste a tus hombres, eso no es propio de un líder.

—¡Cállate! Juegas sucio, nunca de frente

Río sacudiendo su cabeza.

—¿En que mundo crees que estás, Takahashi? ¡Esto es la mafia! No hay juego limpio, sólo ganas o pierdas, no importa los métodos que utilices para lograrlo.

El japonés se enderezó alzando el arma cuando el ruso comenzó a rodearlo, cual deparador ante su presa.

—¡Aléjate!

—¿Tienes miedo? —se burló —Tu padre tenía razón, eras débil para ocupar su puesto y un traidor de primera. Te liberé de tu padre, te puse al frente y mira como te atreviste a revelarte contra mi.

«Una bomba se acerca, señor» le avisaron a Dmitry, quien sonrió mostrando su dentadura.

—¿Ya la tienen? —preguntó en ruso a Grigiri

«Si, señor »

—Quiero que la traigan conmigo —ordenó sin perder de vista al hombre frente a él.

—Tú también eres débil, no eres tan fuerte como todos creen —siseó desafiándolo con la mirada, recordó los refuerzos que venían en camino y lo que habían hecho con el edificio. Seguramente su mujer ya estaría muerta.

—¿Ah, si? Y en qué soy débil, según tú —arqueó una ceja

—Tu puta te hace débil —soltó una pequeña risita —¿Sabes qué pasó hace un momento? El lugar que creías seguro para ella acaba de explotar, no queda nada y probablemente estén sacando su cuerpo carbonizado de ahí.

El rostro de Dmitry se descompuso ensanchando la sonrisa de Haruki quien sintió por primera vez que traía ventaja sobre él, logró lo que todos creían imposible, afectar al gran Jefe de Jefes.

—Mírate no eres tan diferente a mi, también eres débil pues a final de cuentas sigues siendo un simple humano —le susurró cuando lo vio hablar por el intercomunicador

«¿Qué pasó en Moscú, Grigori?» fue lo que preguntó cómo si estuviese angustiado y desesperado

«El edificio donde se estaban hospedando ha explotado, no hubo sobrevivientes» contó lo sucedido

Miró al hombre que se había confiado, con su postura más relajada, su sonrisa cínica y esa confianza en sus ojos que se encargaría de destruir en menos de un segundo. La risa que soltó lo descolocó, irguió su espalda y lanzó un disparo que con gran habilidad lo esquivó haciéndose a un lado.

—Eres un niño jugando a ser grande —soltó un disparo dándole en el hombro —mi mujer no estaba ahí, no soy tú como para dejarla desprotegido.

Los papeles se intercambiaron y ahora era Haruki quien palideció al entender la referencia.

—¿Qué le hiciste?

—La pregunta sería, ¿qué no le hice? —rió cuando el japonés soltó una tanda de disparos que lo obligó a esconderse —nunca debiste desafiarme, si tan sólo te hubieras adaptado a mis reglas estarías tranquilo gobernando tu organización y follándote a la perra de tu hermana.

El grito desesperado que lanzó sólo hizo que se regocijara aún más, disfrutaba de ver la desesperación en las personas cuando lo estaban perdiendo todo.

«Hemos interceptado la bomba antes que llegara a esta zona» le informaron, idiota no era, la mayoría de su territorio estaba protegido por un escudo antimisiles que los interceptaban antes de que llegaran a su destino.

—¡Voy a matarte! —exclamó adentrándose al bosque, al pasar al lado de Dmitry sin darse cuenta, este aprovechó para lanzársele encima y desarmarlo.

—¡Hazlo si puedes!

Le lazó golpes en el rostro y en las costillas, recibiendo él también algunos, forcejearon luchando cuerpo a cuerpo, hasta que logró inmovilizarlo y varios de sus hombre llegaron en su ayuda.

—Llévenlo a la torre junto a su hermanita, tenemos un juego para ellos —les ordenó levantándose del suelo y aventándoles al líder de la Yakuza.

—Como ordene.

Caminó en dirección al lugar donde había quedado su mujer combatiendo como una más de sus soldados, recibió los reportes de la cantidad de sus hombres que habían caído y de la masacre que hicieron con los japoneses.

Camila llegó a su encuentro dándole un pequeño beso en los labios, caminó a su lado hasta el helicóptero que aguardaba por ellos.

—Limpien la zona, no quiero problemas con la policía —ordenó subiendo y ayudándole a subir a ella. El helicóptero los llevó hasta la pista donde abordarían el jet de regreso a Moscú.

—No estuvo tan difícil como pensé —comentó Camila

—Eso es porque ellos no eran ni el tercio de lo que es realmente la mafia japonesa, son muy pocos los que lo apoyaron en esta locura. La mayor parte me respeta y no se atreverían a desafiarme, saben que por muy fuertes que sean no son más que nosotros.

...

Llegaron a la torre yendo directamente al piso donde tenían a Hana Takahashi atada de manos y pies sobre una silla, se removía desesperada tratando de soltarse. Movimientos que sólo la hacía desgastarse porque no había salida de ese lugar.

—Hana —saludó parándose frente a ella recibiendo una mirada de odio

—Hijo de perra —siseó

—Oh, sí que lo era, por eso la maté así como lo haré contigo y tu asqueroso hermano —hizo un gesto con la cabeza hacia el hombre que custodiaba la puerta.

—No podrás tan fácilmente con mi hermano, recuerda quien es él

—¿Ah, si? —los hombres entraron con Haruki siendo arrastrado, su rostro estaba lleno de golpes, al ver a su hermana atada se agitó tratando de soltarse —Entonces, ¿por qué está aquí?

—¡Maldito hijo de puta! —chilló dándole vuelta a la silla cayendo al suelo, su desesperación acrecentó al verlo en esas condiciones y saber que no tendrían escapatoria.

—¡Suéltala! Ella no tiene nada que ver en esto.

—No lo creo, es conocimiento de todos que era ella quien estaba liderando la Yakuza a través de ti, buscabas vengar a tu padre por ella y no por ti. Tú lo odiabas y ella lo amaba, sólo te utilizaba para tener el poder. No te ama como tú lo haces, de otro modo nunca te hubiera manipulado para irte contra mi.

—Eso no es así, no lo escuches Haruki, sólo intenta manipularte —dijo Hana elevando el tono de su voz

—Solo te estoy abriendo los ojos antes de que te mueras. Tu hermana sólo es una perra egoísta que buscaba con desespero estar al mando.

Se acercó a ella para levantarla junto con la silla metálica, la tomó bruscamente de rostro sonriéndole con cinismo.

—¿Lo vas a negar, Hana? —miró a su hermano que mantenía la vista fija en ella aguardando por una respuesta que se negaba a dar —Hagamos algo, si juras lealtad hacia mi te dejaré ir y sólo mataré a tu hermano, te pondré al mando de la Yakuza siempre y cuando sigas mis reglas.

Pasó su mirada de su hermano hacia Dmitry, era vivir o morir, la pregunta se respondía sola.

—Libérala, no hay nada que pensar —pidió el japonés desesperado porque ella no sufriera el terrible destino que tenían preparado para él.

—Yo... —miró a su hermano conteniendo las lágrimas, estaban tan derrotados que odiaba verse en esa situación —déjame despedirme de él

Dmitry rió intercalando su mirada en uno y el otro, la puerta se abrió y Camila entró seguida de Nicolay y otros hombres.

—¿Nos hemos perdido el show? —preguntó Nicolay con una sonrisa burlona observando a los hermanos Takahashi

—Llegan en el mejor momento, estamos a punto de presenciar una despedida del amor enfermo que se tienen.

—¿Son pareja? —preguntó Camila llegando al lado de su marido haciendo una mueca de asco

—Si —miró a uno de sus hombres —desátenla para que se despida

La soltaron de la silla y la llevaron hasta él, con angustia tomó el rostro para besarlo por un breve momento susurrándose lo mucho que se querían.

—Esto no se quedará así, te lo juro,Haruki —susurró sólo para él mientras fingía besar su mejilla

—Solo vete y ponte a salvo, no confíes en él

—Te amo —lo besó por última vez

—Y yo a ti —el pecho parecía que se le salía, las lágrimas amenazaban por salir pero ninguno se permitió llorar frente a sus enemigos.

—Sáquenla de aquí —ordenó mientras le susurraba algo a Camila, quien sonrió acompañando a los hombres que llevaban a Hana hacia fuera.

Comenzaron a desvestir a Haruki lanzándole comentarios humillantes, golpeándolo y algunos hasta decidieron por violarlo, eran bárbaros que gozaban del dolor de otros y más si se trataba de un grande de la mafia.

—Tu hermanita no dudó ni un momento para abandonarte y dejarte morir como una rata —se rió —es una pena que no sea un hombre de palabra para negociar con traidores, Hana ahora mismo está sufriendo el mismo destino, tal vez con suerte mi mujer le ha tenido compasión.

—¡Maldito hijo de puta! ¡Tu destino será peor que el mío, te acordarás de este momento! ¡Maldito tú, tú mujer y toda tu puta descendencia!

—Bonitas últimas palabras —lo sujetó de la cabeza deslizando por su cuello la filosa navaja que sostenía en su mano —quiero su cabeza y la de su hermana en una nevera.

Se limpió la mano con la toalla que Grigori le tendió, caminó a su lado saliendo de la sala adentrándose a los pasillos en busca de su mujer.

—¿Qué hará, señor?

—Busca a Lim-kai —ordenó recordando a uno de sus viejos amigos

—Pero, señor, a Lim-kai fue desterrado de la mafia

—Pues ya no, será el próximo líder de la Yakuza.Ve y tráelo de regreso.

Lim-kai era hijo de uno de los grandes líderes, se destacaba por su fuerza e inteligencia, era alguien que con solo verlo se bajaba la cabeza por su aura de poderío. Fue desterrado por involucrarse con la mujer del máximo líder y se le dio caza pero este acudió a Dmitry en busca de refugio, él cuál le fue concedido.

—Como ordene

Abrió la puerta encontrándose a Camila terminando con la vida de la asiática, estaba ensangrentado, su rostro y su ropa, era una copia de él con personalidad diferente.

—Malenʹkiy «pequeña» —tomó su rostro inclinándose para besarla, mordió su labio inferior y con su lengua lamió la sangre que salió de ella.

—La versión que más te gusta ante ti, tu creación —susurró contra su boca, él se apartó ligeramente de ella para observar a los que estaban presentes en la sala.

—Fuera —ordenó y de inmediato acataron, saliendo y cerrando la puerta tras ellos.

—¿Te excita verme así? —rozó sus labios

—Como no tienes idea —contestó alzándola para que rodeara su cintura con sus piernas, la llevó hasta una mesa donde barrió con su brazo todo lo que había ahí.

—Muéstrame entonces —llevó las manos a la bragueta sacándole el miembro endurecido —que rico —besó sus labios acariciándolo y sintiendo la suavidad de su falo.

—Más rica eres tú —se alejó obligándola a soltarlo, sacó el pantalón y las bragas dejándola desnuda de la cintura para abajo, y sin prepararla la penetró de golpe haciéndola arquear la espalda y soltar un gemido por el dolor y placer que se mezclaron —¿así te gusta, no? Que sea rudo, violento y duro

—Oh, si —jadeo acoplándose a su embestidas bestiales, sus ojos carecían de amor, en ellos solo había deseo, las ganas de saciar eso que los consumía a ambos por dentro. El morbo de estar llenos de sangre y con un cadáver en la misma sala solo aumentaba su libido.

—¿Si qué?

—Si, así me gusta que seas —gimoteó —dame más, rómpeme.

Penetró su cuerpo tantas veces quiso hasta que ambos llegaron al clímax, pararon con sus cuerpos sudorosos y llenos de fluidos. Se vistieron y ella caminó al cuerpo inerte de Hana, con una cuchilla teniendo cuidado sacó lo que quería. Con expresión risueña se volteó hacia su marido que la observaba con el rostro ladeado preso de la curiosidad.

—Es para una pequeña colección —se encogió de hombros —tengo un par más en las celdas de la mansión.

Elevó sus cejas sorprendido al no tener conocimiento de aquello, sólo le sonrió mientras vio cómo los metió a un envase saliendo de la habitación y dándoselas a un de los hombres que pasaba por el pasillo a quien le dio las indicaciones necesarias de cómo preservarlos y donde ubicarlos.

—¿Ya te dije que me encantas?

—Hoy no —respondió con simplicidad, abrazándose a su cintura

—Me encantas, me fascinas y me enloqueces cuando te portas así, tan mala.

Se detuvieron para volver a besarse ardientemente. Siguieron su camino hasta la azotea donde tomaron el helicóptero que los llevó de regreso a la mansión, cuando subieron las escaleras se detuvieron al final de las escaleras.

—Deberías llevar tus cosas a mi habitación —susurró no queriendo separarse de ella

—Me gusta así, tengo más espacio en el closet y puedo hacer el desorden que quiera.

—Como lo prefieras —le dio un beso más para después retomar su camino a la habitación para bañarse y quitarse la ropa que quemarían para eliminar evidencias.

...

Narra Camila

Me veía frente al espejo no creyendo en mi reflejo, ¿en qué me había convertido? Bastaron unos meses para que cambiara por completo, delante de mi yacía una asesina que no sentía ni un solo remordimiento por lo que había hecho hace unas horas, mató a todo el que se le señaló como enemigo.

«¿Qué diría papá?» sabía la respuesta, me repudiaría y me tendría miedo, me había convertido en una bestia como ellos, ya no era diferente y no era más la luz en la oscuridad de Dmitry. Él se había encargado de apagarla y envolverme en su mundo cargado de maldad y de demonios. Lo peor de todo es que me gustaba el poder de decidir con la vida de otros, me gustaba la vida que él tenía para mi. Encontré mi gusto por el poder que aún no me daba y una vez que lo tuviera jamás lo soltaría.

Me aparté del espejo sonriendo orgullosa, no elegí esto, me obligaron a serlo. El mundo era cruel y yo no iba a seguir siendo una víctima. Sería la victimaria que destrozaría a todo aquel que interfiriera en mi camino.

Caminé hasta su habitación envuelta en una bata de baño, me deshice de ella entrando a la cama donde yacía él recostado sobre el acolchado espaldar fumando con su cuerpo desnudo, subí sentándome sobre su entrepierna e inclinándome para besarlo y recibir todo el humo de su boca.

—Pídeme el mundo y te lo daré —susurró venerando mi cuerpo, complaciéndose con solo mirarme.

—Ya me lo diste —él era mi mundo entero, no necesitaba más que tenerlo a mi lado, amándome y adorándome.

—Me parece que no te he dado suficiente.

Acerqué mi boca a su cuello lamiéndolo y chupando levemente, me gustaba el sabor de su piel, me gustaba venerarlo así como él lo hacía conmigo. Nuestro amor era igual, así como él haría lo que sea por mi, yo también lo haría por él. Si uno no está en este mundo, entonces el otro tampoco. De alguna manera entrelazamos nuestras almas volviéndolas una sola.

—Y a mi me parece que no te he dado nada —balanceé mis caderas provocando un pequeño gemido en mi por el roce.

—Me das más de lo que merezco

Sonreí alzándome para acomodarlo y deslizarme lentamente hacia abajo mientras él se abría espacio llenándome. Mordí su hombro derecho cuando hice mis primeros movimientos, con sus grandes manos sostuvo mis glúteos y me ayudó a moverlos de arriba abajo, mientas él movía su pelvis recibiéndome y haciendo que las arremetidas fueran violentas y placenteras.

Me enderecé para verlo desde arriba como parecía tan relajado fumando mientras cogíamos duro, sin romanticismo de por medio, ese lo utilizábamos cuando lo necesitábamos, cuando estábamos perdidos y necesitábamos encontrarnos. Pero ahora teníamos en claro quién éramos y a donde queríamos ir.

Volví a inclinarme para recibir más humo de su boca sin dejar de mover mi culo sobre él, ahogando mis gemidos y solo dedicarme a ver sus ojos, oír sus gruñidos y sentir sus manos aferrase a mi. Me encantaba sentirme tan suya y él tan mío.

Mis piernas dolían por tanto movimientos pero aún no tenía suficiente de él, quería cabalgarlo hasta correrme sobre su miembro, él seguía fumando y soltando el humo en mi cara.

—Ahh —grité presa del placer, mi cuerpo entero comenzó a temblar, estaba tan humedecida que el sonido de nuestros cuerpos se volvía más escandaloso.

Colocó el puro en mi boca y giró nuestros cuerpos cambiando de posiciones.

—Fuma y pásame el humo —ordenó arremetiendo con violencia contra mi, parecíamos bestias cogiendo sin tenernos consideración, subí mis piernas sobre sus glúteos y tomé el puro soltando el humo y dándole una calada, con mi mano libre lo jalé de su cuello trayéndolo a mi boca y pasándoselo todo.

Estábamos cegados por la lujuria y no queríamos parar, grité fuerte cuando nuestro orgasmo llegó sus fluidos y los míos chorrearon mis piernas. Sentía mi cuerpo liviano y el suyo caer a mi lado saliendo de mi y dejando un vacío.

Su respiración era acelerada, se incorporó para servirse un trago de whisky de la botella que estaba sobre el buró y beberlo de golpe.

—Dame —pedí sentándome e inclinándome a su boca para tomarlo de ahí, sentí el escozor en mi garganta. Tenía mucho de no beber algo tan fuerte.

—Te amo —dijo rodeando mi cuello con su brazo pegándome a su cuerpo

—Y yo a ti —volví a besarlo parecía ser que no fue suficiente lo de hace un momento, queríamos más.

Nos quedamos dormidos hasta saciarnos, no era consciente del tiempo ni de nada más. Mi cuerpo estaba cansado y sólo quería permanecer a su lado.

Cuando nos levantamos eran las nueve de la noche, regresé a mi habitación para vestirme luego de habernos duchado juntas, tal vez si debería trasladar algo de ropa para no estar yendo y viniendo para ocasiones que no requerían de tanto arreglo.

Bajé al comedor donde él yacía sentado en la cabecera, Nicolay y Kira también estaban presentes, tomé mi lugar a su lado saludando.  La última no era de mi agrado, tal vez por su actitud o por haberme imaginado a Dmitry serme infiel con ella.

Grigori irrumpió en el lugar con su ya distinguida seriedad.

—Lim-kai está aquí, señor.

—Pásalo al comedor —ordenó manteniéndose sereno.

Enseguida entró un hombre alto de rasgos asiáticos, con presencia pesada y con vestimenta similar a la que usaba Dmitry, camisa negra y pantalón a juego, los primeros botones sueltos y un abrigo del mismo color. De sus manos se veía donde sobresalía la tinta de sus tatuajes y en sus dedos portaba gruesos anillos.

«¿Quién era?»

—Dmitry —saludó

—Siéntate —señaló la silla junto a Kira, los ojos del asiático se posaron en mi analizándome

—¿Nuevo juguete? —preguntó refiriéndose a mi

—Tú señora —respondió tajante

—Vaya, no sabía que te habías casado —soltó burlón —y tampoco sabía que la habías presentado como tal.

—Lo haré, las invitaciones están llegando a los grandes jefes de la mafia.

—En ese caso, supongo que no espero la mía —hizo una mueca

—No es gran cosa la que te perderás —soltó Kiara mirándome con desdén

—¿Cuál es tu problema? —pregunté hastiada de su actitud, apenas y la conocía para que estuviera tratándome de ese modo

—Te envidia, claro está —lo fulminó con la mirada a la vez que Nicolay se tensó —tu posición para ser exactos —el asiático la miró con sorna —odia a cualquier mujer que esté sobre ella, y hasta ahora era la más importante de la organización al Dmitry no tener pareja.

—Mantén la boca cerrada, no olvides tu posición, imbécil.

Alcé mis cejas observándola.

—¿Es eso? ¿Te pones a competir con todas las mujeres que te cruzas por el camino?

—No sabes nada, es mejor que también cierres tu boca

—Te guste o no, debes aprender a respetarme. "No olvides tu posición" —repetí sus mismas palabras

Sonrió torcidamente

—Para tener mi respeto tienes que ganártelo y tú no has hecho nada para merecerlo

—No eres más que mi para decirme eso, controla tu lengua o te largas ahora mismo —solté con firmeza manteniendo mi postura.

Ninguno volvió a decir nada, Dmitry permaneció sereno mirándome de vez en vez, sirvieron la comida y el silencio se prolongó, el único sonido era de los cubiertos. Por mi parte ignoré a todos y sólo me concentré en comer, tenía demasiada hambre, todo el desgaste físico me tenía sin energías.

Cuando todos terminamos recogieron los platos y ofrecieron postre, todos negaron a excepción mía que pedí lo de siempre. Mi tarta de chocolate.

Al primer mordisco cerré mis ojos sintiendo el delicioso sabor en mi garganta, un carraspeo me sacó de mi pequeña burbuja con mi pastel.

—Tu tiempo de exilio ha terminado, Lim-kai —el nombrado frunció el ceño y ladeó la cabeza —eres el nuevo líder de la Yakuza

A todos nos tomó por sorpresa y no nos contuvimos de demostrarlo.

—Eso... —sonó su garganta —fui desterrado, Dmitry, nadie me aceptará

—Los hermanos Takahashi están muertes, te pondré a ti en su lugar, el resto dependerá de ti. Si decides traicionarme tu destino será peor que el de ellos.

Lim-kai se puso de pie mirando con respeto al hombre sentado en la cabecera de la mesa.

—Recibo el cargo jurándole lealtad hasta el último segundo de mi vida, mi señor —hizo una ligera referencia —y dispuesto a jurarle con pacto de sangre como prueba de mí fidelidad.

—En unas horas volaremos a Tokio, se han citado a los principales líderes de los diferentes clanes. Prepárate porque no la tendrás del todo fácil.

Volteó a verme y con sólo ademán me levanté al mismo tiempo que él, salimos juntos del comedor yendo a su despacho.

—¿Por qué lo desterraron? —pregunté sintiendo curiosidad

—Se fijó en una de las tantas mujeres del antiguo líder, está prohibido siquiera mirar a las mujeres de su harem. A Kai no le importó y se terminó enamorando de una de ellas, era el heredero de uno de los clanes de la Yakuza pero lo perdió todo cuando le fueron caza por haber huido con esa mujer.

Alcé mis cejas con impresión, me senté en una de las sillas frente al escritorio cruzándome de piernas.

—Vaya, y cómo es que sigue vivo.

—Acudió a mí en busca de refugio, era un hombre de gran potencial y sabía que si lo ayudaba de algo me iba a servir más adelante.

—¿Aún está con la mujer?

—No, la mataron antes de que cruzara las fronteras de mi territorio.

Que triste, sus esfuerzos fueron en vano.

—Hana dijo que mataste a su padre —recordé una de las cosas que mencionó mientras la torturaba

—Si, el viejo se enojó porque puse a Kai bajó mi protección y me acusó de traición queriendo declarar la guerra y cortar lazos con la Bratva. Lo maté y puse a su hijo en su lugar, debo admitir que me equivoqué tomando esa decisión.

—¿Crees que Kai te sea fiel?

Se encogió de hombros

—No lo sé, no suelo creer en las personas.

—Entonces no confías en él

—Si confiara en cada persona no estaría donde estoy, siempre estoy alerta esperando la traición de cualquiera que me rodea —admitió haciendo un gesto de indiferencia

—¿Confías en mi? —pregunté con seriedad analizándolo.

—¿Debería confiar en ti? —su pregunta me indignó, alcé una ceja y me encogí de hombros

—¿Sabes que creo?

—Te escucho —me miró con curiosidad

—Que has puesto tu vida en mis manos

Él sonrió mirándome con sorpresa

—¿Por qué crees eso pequeña?

—Duermes tan pacíficamente a mi lado todas las noches, podría matarte si quisiera pero confías en que no lo haré —sonreí cuando el ensanchó más la suya.

—Ahí está tu respuesta entonces, pequeña.

Buscó entre sus cosas en los cajones del escritorio, de ahí sacó un pequeño cofre, presa de la curiosidad me levanté para ver qué había en su interior.

—¿Puedo? —señalé el objeto, asintió y en menos de nada abrí el cofre descubriendo una pequeña daga de oro con incrustaciones de diamantes en el mango. Lo miré interrogante

—Es para hacer juramentos de sangre

—¿De sangre?

—Si, como un viejo ritual de la mafia italiana que solían pinchar sus dedos y plasmar la sangre en una tarjeta con algún santo. Aunque nosotros solemos hacerlo diferente

—¿Cómo lo hacen?

—Cortamos nuestras palmas hasta la sangre brote, las unimos y se hacen los juramentos, en este caso será uno de fidelidad hacia la Bratva.

—Oh, ¿yo también tendré que hacerlo?

—Si, pero el ritual será diferente —se apartó abriendo un cajón y sacando esta vez una caja pequeña, que parecía tan bien un cofre —¿sabes por qué?

Sonreí nerviosa. —¿Por qué?

Me miró a los ojos y abrió lentamente la caja, mis ojos se desviaron de la caja hacia él, notoriamente confundida. Era un anillo de oro blanco con un diamante rojo incrustado, no quería hacerme ilusiones pero el estilo era de compromiso.

—Porque ese día nos casaremos —musitó pendiente de mi reacción.

—Pero... —fijé mi vista en el anillo sintiendo como mis ojos picaban, claro que lo había imaginado de otra forma, tal vez más especial o romántica.

—¿Quieres ser mi esposa, Camila? —se acercó tomando mis manos, alcé mi mirada fundiéndome en sus ojos que se abrieron para mi, mostrándome su amor y adoración —Se mi compañera por el resto de mi vida, prometo darte el universo entero si me lo pides.

No pude detener la pequeña lágrima que se resbaló por mi mejilla, no había sido como lo soñaba pero eso no significaba que no fuera especial, el hecho de que me lo estuviera proponiendo y no exigiendo ya lo hacía único. Asentí con mi cabeza pareciendo una retrasada llorando y sonriendo a la vez.

—Claro que si —respondí mirando cómo sonreía tomando el anillo para deslizarlo por mi dedo anular. Tomó mi rostro para fundirnos en un beso que expresaba tantos sentimientos.

___________________

Falta muy poco para el final, gracias a todos por leer ❤️

No olviden dejar su voto y sus comentarios.

Algo así me imagino a Camila pero con el cabello blanco

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro