Capítulo 24
El sonido de los pasos sobre la nieve lo puso alerta, escondió su cuerpo detrás de un árbol tratando de mantener la serenidad. Se le había hecho difícil escabullirse del resto de sus compañeros que vigilaban la zona, si lo descubrían era hombre muerto.
—Ostión —murmuraron en un idioma que se le dificultaba entender, japonés.
De apoco salió de su escondite encontrándose frente a él a cinco hombres de rasgos asiáticos, sus enormes abrigos ocultaban el armamento que cargaban.
—Nuestro líder te está esperando, Ahmad falleció por lo tanto él está a cargo ahora. Es mejor que te muevas ya sino quieres que sea por las malas —demandó uno de ellos mirándolo con desconfianza
—No trates de darme órdenes porque no las digo, trabajo con quien quiero y no por la fuerza —contestó tocando disimuladamente el mango del arma que traía en su espalda bajo su abrigo.
—No te creas superior, en esta cadena de poder solo eres un peón más, no trates de disfrazarlo.
Tensó su mandíbula notoriamente enojado, lo que lo llevó a traicionar la hermandad fue el siempre estar en un escalón bajo, Ostión, como se hacía llamar, siempre había sido un hombre ambicioso, llevaba años queriendo escalar y estar en la punta del poder manejando todo a su antojo y conveniencia.
—¿Por las buenas o por las malas? —preguntó otro alzando una metralleta, esto lo puso de malhumor, asistió a ese lugar porque pensó que había sido algún hombre de Ahmad.
—Llévenme con él —contestó cuando se vio sin salida, volteó para todos lados asegurándose de no ver a ninguno de sus compañeros por él área.
Era dificultoso caminar entre tanta nieve en el medio del bosque, por órdenes directa se habían movilizado a Khabarovsk para recibir un cargamento que venía desde china.
A una considerable distancia se encontraban varias camionetas rodeadas de hombres asiáticos, lo empujaron hasta uno de los autos abriendo la puerta.
—Entra
Desde donde estaba se podía ver la figura masculina que lo esperaba dentro, miró con desconfianza a todos y no le quedó de otra más que entrar y enfrentarse a aquel hombre que era casi igual de peligroso que su jefe, el líder de la Yakuza, una de las mafias más temidas del mundo.
—Así que tú eres el famoso Ostión —habló en un ruso bastante malo
—Si, ¿por qué me han traído a este lugar?
—Ahmad no existe más, no queda nada de él y su mafia.
—Él aún está vivo —lo había visto, en deplorables circunstancias pero vivo. El japonés hizo una mueca negando con la cabeza
—El castigo que se emplea para los enemigos y traidores es básicamente la muerte, Ahmad no existe más. Ahora es a mi a quien debes responder y por tu bien, serme fiel y no darme falsa información
—¿Qué le hace pensar que trabajaré con usted?
Se rió mirando por la ventana por unos segundos para después volver a él.
—¿Crees que tienes opción de decidir? —se burló —Mira dónde estás, con un sólo chasquido de mis dedos cualquiera de mis hombres te matará.
—¿Qué desea saber? —no le quedó de otra más que colaborar —Con Ahmad teníamos un trato y con usted será lo mismo
—¿Y qué quieres?
—Quiero el cargo que ahora Nicolay tiene, uno de los Vors.
Takahashi río y asintió pensando en qué hacer con ese hombres cuando no lo necesitara.
—Un peón soñando con ser uno de los grandes. Bien, cómo quieras.
—El Jefe está al tanto de sus planes, están alerta esperando un ataque de su parte, no han dado muchos detalles de las precauciones ni de sus movimientos. Sospecho que sabe de la existencia de un soplón, todos los planes los discute en privado con Nicolay. Nos mantienen al margen de todo
—Eso no me sirve, Ostión
—Estamos esperando un cargamento importante que pasará por la frontera en China y es por eso que nos encontramos aquí, avisaron de último momento que no vendría el jefe a supervisar. Que pierda este cargamento le causará un pequeño dolor de cabeza, considero que sería una gran manera de comenzar.
—¿A dónde la trasladan? —preguntó cuando despertó su interés dándole una buena idea
—A un almacén en este mismo lugar, hay un búnker donde tiene almacenado gran cantidad de droga y armas.
—Dame las coordenadas exactas, la cantidad de hombres y sus posiciones. Si algo sale mal te buscaré y te mataré.
El hombre asintió soltando toda la información confiando en que al destituir a Dmitry Ivankov del poder él obtendría uno de los cargos más importantes de la Bratva.
—Vete —lo despachó el líder de la Yakuza —y recuerda lo que te dije.
Vio marchar al soplón satisfecho con lo que había escuchado, era consciente que para atacar a Dmitry tenía que ser poco a poco, no podía enfrentarse de una con la mafia más poderosa del mundo y menos con el ruso a quien desde hace tiempo hizo la sentencia de muerte.
—Con sangre pagarás tus deudas, Dmitry —susurró mirando cómo su hermana menor ingresaba al auto sentándose en el lugar donde estuvo el traidor.
—¿Tienes algo que nos sirva?
—Si, hay un cargamento importante esta noche y me encargaré de sabotearlo, al menos le amargaremos esta noche
—Sabes lo que quiero —susurró mirándolo de esa manera enferma en que solía hacerlo
—Te traeré su cabeza en venganza de la muerte de padre para nuestra boda —besó los labios de la chica trayéndola a su regazo —así como también te entregaré su poder y tendrás el absoluto poder sobre todo este maldito mundo.
—Eso si es lo que quiero —se acomodó sobre él balanceado sus caderas observando cómo era la perdición de su propio hermano. Lo enfermos que estaban por mantener aquella relación prohibida a los ojos de todo el mundo menos para el suyo, en el bajo mundo nada era inusual.
—Lo tendrás, cada cosa que me pida la traeré a tus pies.
....
Narra Camila
Me quedé mirando sus ojos en busca de una respuesta, sintiendo la desesperación porque hable de una vez y deje el absurdo misterio.
—Kira es uno de mis mejores elementos, fui a Novosibirsk por un único motivo y es planear la caída de los hermanos Takahashi —su mirada no me decía nada y las dudas seguían recorriendo mi sistema —No es nada de lo que tu pequeña cabeza está maquinando.
—¿Y cómo puedo creer en ti?
Sonrió de medio lado
—Es tu decisión —se encogió de hombros —Kira sería la última mujer con la que te sería infiel.
—¿Por qué? —buscaba la mentira en sus ojos pero no encontré más que diversión.
—Porque es la mujer de Nicolay
Entonces me reí, no le creía, nunca dices que nadie te moleste cuando estás con la mujer de tu amigo, sus hombres fueron claros al decir «Se sabe que cuando está con la señora Kira no atiende a nadie y no le gusta que lo molesten»
—No mientas —quise levantarme pero lo impidió tomando mi brazo, hice una mueca al sentir un leve escozor por el maltrato de uno de sus hombres.
—No estoy mintiendo y no tengo razones para hacerlo, el asunto con la Yakuza es complicado, te lo expliqué cuando estuvimos en el hotel, no tengo nada con Kira ni con ninguna otra mujer —declaró manteniendo su rostro sereno y su postura relajada, cosa que me sacaba de quicio porque al contrario de él desde hace mucho no encontraba la paz, lleva muchas noches sin dormir bien y no podía darme el lujo de mantenerme relaja y serena.
—Yo solo quiero estar sola —murmuré cerrándome de nuevo, queriendo escapar otra vez de sus redes porque le creía y no quería hacerlo, podría estarme mintiendo, él era experto en fingir lo que no era. No quería seguir tomando decisiones estúpidas y mucho menos ser la burla de todos.
—No, esta vez no me iré. Me pediste tiempo y te di tu espacio para que pensaras y organizaras tus pensamientos. No me puedes sacar de tu vida pidiéndome que me vayas porque la única manera que te deje es con mi muerte —elevó mi mentón acercándome a su rostros, sintiendo su aliento mentolado mezclado con la nicotina —vas a regresar conmigo al lugar donde perteneces y es en mi mansión a mi lado, en mi cama.
Reí con nerviosismo mientras negaba con la cabeza, mis ojos picaron nuevamente y el nudo se volvió a formar en mi garganta.
—Ese es el puto problema, tú sólo me quieres en tu cama y dices que te importo sólo para manipularme para que vuelva a tu lado y tenerme a tu antojo. ¿Y qué crees, Dmitry? Estoy cansada de eso, no lo quiero y no lo acepto, no voy a seguir siendo tu juguete. Sólo quiero mi libertad y que salgas de una vez de mi vida.
—¿Qué no lo ves, Camila? ¿Tanto te ciega la ira que no eres capaz de ver que no puedo estar sin ti? —se puso un pie con la vena de su frente remarcada —¡Estoy aquí rogándote para que vuelvas conmigo y así te atreves a dudar de que...! —su voz fue bajando de tono y su mirada se desvió a la ventana
—¿A dudar de qué? Porque si lo hago es porque me has dado motivos para que desconfíe de ti, porque me has dicho tantas veces que ya no sientes nada por mí que no te creo tu palabrería de que "te importo"
Negó con la cabeza repetidas veces volviendo su mirada hacia mi, me sorprendí al encontrar de nuevo los ojos del hombre que me enamoré, ese que no tenía problemas para demostrarme su expresividad, sus sentimientos, sus miedos.
«¿Qué está pasando contigo, Dmitry?» sólo hacía que me confundiera más, que entrara nuevamente en debate conmigo misma. Mi lado racional luchando contra el absurdo corazón
—¡De que aún te quiero! —mi corazón parecía querer salirse de mi pecho aferrándose a una esperanza —todo lo que he hecho es porque, aunque no lo creas, sigues siendo parte de mi mundo, de mi vida y dueña de mi podrido corazón.
—No juegues con esto, por favor —no pude ser capaz de seguir reteniendo mis lágrimas, esto era lo que siempre quise escuchar desde el momento en que llegué.
—No estoy jugando, Camila. ¿Cuando me has visto hacerlo? Quiero hacer las cosas bien esta vez, quiero ser sincero contigo porque no puedo seguir mintiéndote, no puedo seguir soportando ver cómo sufres al creer que no eres correspondida cuando yo daría el mundo por ti.
Mis sollozos se hicieron escuchar, me levanté y di pequeños pasos hacia él creyendo estar soñando o alucinando en una de mis noches donde me hundo en la depresión.
—Esto no es real —balbuceaba dando un paso a él buscando que cambiara de expresión y se burlara de cómo manipulaba mi mente, esperaba el momento en el que me dijera que era débil por creer en unas cuantas palabras pero los minutos pasaban y no sucedía nada de lo que temía.
—Si lo es, pequeña —extendió sus brazos —ven y dime que no quieres que me vaya.
Sorbí mi nariz y no lo pensé dos veces para lanzarme a sus brazos, colgarme de su cuello, hundir mi cabeza en su pecho y enrollar mis piernas en su cintura, sintiendo su calor y olor avasallarme.
—No vuelvas a irte, quiero que te quedes a mi lado —murmuré sacando mi cabeza y mirando esos ojos que me volvían loca, viéndolos cómo volvían a tener ese brillo que me recordaba que era un humano y no una máquina asesina.
—Jamás, pequeña —tomó mis labios envolviéndolos en los suyos abrumándome con el montón de sensaciones que se arremolinaban en mi estómago, mi corazón latía a prisa recordando lo bien que se sentía que su corazón me perteneciera así como el mío le pertenecía.
Me llevó a la cama sin dejar de besarme, ubicándome en el centro y él sobre mi, tocándome como lo solía hacer, tomándose el tiempo de besarme con lentitud y suavidad como si no quisiera que acabara, como si quisiera que el momento se volviera eterno. Y ¡maldición! Yo quería que esto fuera así, que el mundo se parara y que este momento fuera inolvidable, quería tenerlo así siempre. Tan mío y yo tan suya.
Con mis manos temblorosas desabotoné su camisa mientras él sólo metía sus manos debajo de mi blusa, dándome suaves caricias. ¡Dios! Quería tanto volver a tenerlo así, estas semanas había sido una completa tortura.
Le quité su camisa dejando su torso descubierto, aparté mi boca girándolo para quedar sobre él, me incliné para besar su cuello, morder sus hombros con mis manos deslizándose en su tonificado abdomen. Mi cuerpo entero aun vibraba por todo lo que sentía, aún no salía del shock que me produjo su declaración. Después de mucho tiempo me sentía feliz y no podía dejar de sonreír, quería saltar y gritar de la emoción, al mismo tiempo que quería besarlo, adorarlo y sentirlo mío en todos los ámbitos.
Sus grandes manos se posaron en mis caderas dejándome hacer todo lo quería, mis manos fueron a su bragueta abriéndola con gran agilidad, me levanté para darme el tiempo de desvestirlo sin perderme ningún detalle. Lo dejé desnudo con su gran erección resaltando, la tomó con sus manos mirándome con picardía mientras la agitaba.
—Ven a que te alimente, bebé —mordí mi labio inferior mientas mis manos iban al borde de la blusa deslizándola hacia arriba hasta sacarla de mi cuerpo y lanzarla a cualquier sitio de la habitación, bajé mi pantalón quedando solo en sostén y bragas siendo devorada por su mirada, con sus manos comenzó a masturbarse cuando me deshice de mi sostén dejando caer mis pecho, hice lo mismo con mis bragas sintiendo mi humedad llegar hasta mis muslos.
Me metí a la mano gateando hasta llegar a su boca para besarla de nuevo, nunca me cansaría de saborear sus labios. Aparté su mano y la sustituí con la mía agitándola de arriba abajo con maestría, soltando un jadeo contra su boca y apretar mis piernas presa del deseo.
—Te extrañé —murmuré contra sus labios
—Y yo a ti —tomó mis caderas sentándome sobre él pero rápidamente me aparté negando con la cabeza.
—Aún no —lo besé de nuevo para después apartarme y descender a su entre pierna, escupí mis pechos y su miembro lubricándolo para ponerlo entre mis pechos y deslizarlo de arriba abajo, inclinando mi cabeza para recibirlo con mi boca.
Sus gruñidos me enloquecían más, mi humedad se estaba extendiendo contando los minutos para tenerlo entre mis piernas dándome como me gusta, duro, rápido y profundo.
—¿Te gusta, bebé? ¿Disfrutas que te masturbarme con mis senos?
—Joder, si —jadeo con su mirada encendida y con su miembro duro —como me encantas, malenʹkiy
Sonreí lamiendo la punta y siguiendo con la torturara, quería estar lo suficientemente preparada para él y tenerlo de esta manera me encendía a niveles inimaginables.
—Que rico —dije antes de soltarlo y meterlo a mi boca, sintiendo su sabor salado mezclarse con mi saliva. Chupé y lamí por rato hasta que su desesperación me detuvo, me apartó sentándose en la cama conmigo abierta de piernas, tomó mi mejilla besándome salvajemente.
—Siéntelo —alcé mis caderas para que pudiera ubicarlo en mi entrada y proceder a deslizarme lentamente sobre él —mira como me pones y así te atreves a pensar que podría estar con otra mujer que no seas tú —comenzó a moverse con rapidez y mis caderas seguían su ritmo, me aferré a sus hombros y separé mis labios concentrándome en sus ojos —desde que llegaste esta verga sólo ha entrado en tu vagina, sólo se ha parado por ti. Siéntela, bebé, como se desliza en tu deliciosa humedad.
Hice mi cabeza para atrás soltando un gemido cuando sus penetraciones se volvieron más agresivas. «Maldición, se sentía tan rico»
—Ah, bebé, me encantas —jadee soltando lloriqueos y volver a tomar sus labios con agresividad, mordiéndolos y ahogando mis gemidos sin dejar de moverme. Lo sentía tan profundo y sólo deseaba más, hundió su cabeza en mi cuello chupándolo y lamiéndolo, me alcé ofreciéndole mis pechos con quienes hizo lo mismo.
—¡Oh, mierda! Me vengo —sentí mis paredes apretarlo
—Resiste un poco más —siseó arremetiendo contra mí viviéndolo violento, el sonido sordo de nuestros cuerpo chocar con agresividad, nuestros cuerpos sudorosos y con nuestras miradas hambrientas sabiendo que con esto no nos saciaríamos, necesitábamos más, volviéndonos insaciables.
Las embestidas no pararan así como nuestros gemidos ni nuestros susurros lleno de obscenidades. Amaba como me llenaba, como me volvía loca de placer y como me volvía a su lado.
—¡Oh Dmitry! —gemí alto sintiendo como mi cuerpo no pudo contenerse más y derramarme sobre él al mismo tiempo que sentía su tibieza derramarse en mi interior. Temblé descargándome y hundiendo mi cabeza en su cuello mientras trataba de regular mi respiración, su corazón estaba igual de agitado que el mío.
—Eres maravillosa —susurró mordiendo el lóbulo de mi oreja, sonreí saliendo de su cuello para besarlo con ternura.
—Te amo —dije pegando mi frente con la suya esperando ansiosa por su respuesta.
—Y yo a ti —se abrazó a mi cintura acostándose en él cama y jalándome como él —te amo y eso nunca va a cambiar.
Mi pecho se infló no pudiendo con tanto, me sentía tan satisfecha y feliz, aun sobre él volví a besarlo con la desesperación habitual, comiéndonos con el mismo hambre que al inicio, sonreí cuando lo sentí endurecerse en mi interior.
—¿Tan rápido se recuperó, señor Ivankov?
Río mostrando su perfecta dentadura
—¿Qué puedo decir? Nunca me canso de estar en tu interior —con sus manos tomó mis glúteos moviéndolos de arriba abajo, lo miré con súplica cuando quise acelerar los movimientos y no me dejó —eres igual de insaciable que yo.
—Tu eres el culpable por ser tan deliciosamente rico —sonrió besándome y girando nuestros cuerpos hasta quedar sobre mi. Se apartó tomando mis piernas para subirlas sobre sus hombros.
—Hoy llorarás por largas horas, pequeña. Prepara esa rica vagina porque no creo saciarme luego
—Es lo que quiero, porque tengo la misma hambre que tú —se movió arremetiendo de nuevo una y una otra vez, me aferre a sus brazos arañándolo y soltando maldiciones con cada estocada.
...
Me desperté al oír el timbre del celular sonar, mi cuerpo entero dolía y con una mueca lo alcancé respondiendo sin ver el remitente.
—Hola
—¿Con la señorita Ferretti?
—Si, con ella —respondí incorporándome de inmediato y ver de reojo al hombre a mi lado quejarse y ponerse una almohada en la cabeza.
—Ha sido elegida para que ocupe el cargo de recursos humanos. Inicia a partir de mañana 9:00 am
—Perfecto, ahí estaré
Me levanté de la cama emocionada di un pequeño gritito en el baño, por fin mi reflejo no se veía amargado, somnoliento y con mis ojos apagados, hoy brillaban más que nunca, las cosas por fin empezaban a marchar bien en mi vida y estaba completamente feliz.
Me di un baño y me tomé mi tiempo para secarme el cabello, al salir Dmitry aún permanecía en la cama con la cara enterrada en la almohada y con solo una sábana cubriendo su enorme cuerpo. Caminé al tocador para maquillarme y peinarme, seguido busque ropa en el armario eligiendo un outfit de falda corta con unas medias con liguero. Le di una mirada al hombre en mi cama, era tan insaciable que adrede había elegido algo que no fuera difícil de acceder. Tantos días de abstinencia me tenían deseosa de él.
Me coloqué mis botas de tacón y miré mi reflejo en el espejo encantada con el resultado. Mi cabello estaba amarrado en un moño alto con algunas hebras sueltas y mis labios marcados en carmín.
Caminé hasta la cama sentándome en la orilla e inclinándome para besar su espalda descubierta, mordí suavemente su hombre y con mi mano apreté uno de sus redondos glúteos por sobre la sábana.
—Despierta, mi amor —susurré en su oído, se movió girándose y abriendo los ojos somnolientos.
—¿Vas a salir? —preguntó con su voz ronca a la vez que fruncía el ceño reparando en mi vestuario.
—Vamos a salir, no quiero pasar todo
el día encerrada aquí —bajé besando su pecho y pasando mi lengua despacio —levántate, te estaré esperando en la cocina.
Me levanté volviendo por el bolso que había preparado, caminé fuera de la habitación lo antes posible, no quería caer en la tentación y terminar con las piernas abiertas con él entre ellas. Agité mi mano para darme aire en la cara, estaba caliente de nuevo.
Abrí el refrigerador sirviéndome algo de jugo y fruta picada, me senté en uno de los taburetes comiendo y viendo las noticias desde mi móvil. Fruncí el ceño al encontrar un mensaje de Adara.
«Hola, cariño. ¿Supiste de mi compromiso con tu papi? Supongo que si, deberías comenzar a decirme mami»
La burla era evidente, apreté con fuerza el móvil tomando un fuerte respiración antes de contestarle.
«Ni en tus mejores sueños, querida»
Su respuesta fue casi inmediata.
«¿Vendrás a nuestra boda?» adjuntó una fotografía de ella sobre el pecho de papá
«No»
Papá no quería verme, era evidente que tampoco querría que arruinara su día.
«Tu papá no quiere verte, pero sería muy cruel que no vinieras. Pásame tu dirección para mandarte la invitación»
Insistió, me tragué el nudo en la garganta que me provocaba esta situación.
«Gracias por la consideración, pero no iré. Y felicidades por su compromiso»
Apagué mi teléfono y me quedé con la mirada clavada sobre la fruta. Una parte de mí se alegraba porque estaba rehaciendo su vida, Adara no era de mi agrado pero él siempre la quiso.
—¿Sucede algo? —preguntó apareciéndose delante de mí con su cabello mojado y con su camisa negra sin abotonar. Me bajé del taburete y caminé hasta para tomarme la tarea de abotonarla.
—Mi padre se va a casar —comenté sin mirarlo y con un ápice de tristeza en mi voz.
—¿Y estás triste por...?
—Porque ya no soy parte de su vida.
Tomó mi mentón para que lo mirara a los ojos.
—Quizá sea lo mejor —hice una mueca —piensa que lo mejor es que lo mantengas lejos de tu entorno, hiciste tu elección y él nunca estará de acuerdo con ello. Lo comprobamos hace años y hace unas semanas lo reafirmó.
—Pueda ser, pero no deja de doler —me envolvió entre sus brazos.
—Lo sé, pero siempre me tendrás a tu lado, no estás sola, pequeña.
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