Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 23


Narra Camila

Desperté sintiéndome un poco perdida, lavé mi cara y observé mi deplorable aspecto en el espejo, las grandes bolsas oscuras bajo mis ojos hinchados adornaban mi cara pálida. Sorbí la nariz e hice un gran esfuerzo por contener mis lágrimas.

Al no haber traído conmigo el celular estaba completamente incomunicada, no sabía si él se enteró de mi salida o seguía sin contestar a las llamadas que irrumpieran su tiempo con la tal Kira.

Caminé fuera de la habitación yendo a la cocina, era obvio que no había nada que consumir. Este sitio estaba abandonado, mi estómago rugía al sentir la necesidad de comida, mi cabeza parecía querer explotar del dolor. Todo pintaba que sería un día de mierda.

Al salir con la cabeza caliente por el enojo, la frustración y la decepción ni siquiera me detuve a pensar en tomar lo necesario para salir de ese lugar. Arrastré mis pies al ascensor para bajar al primer piso y mandar al primer escolta en busca del celular y mis tarjetas.

—Señorita es mejor que regrese antes de que el señor vuelva, se enojará mucho no encontrarla —dijo uno de ellos evidentemente preocupado, lo que me confirmaba que aún no se podían comunicar con él.

«Que se joda»

—No te he pedido tu opinión, tú deber sólo es cumplir lo que te ordene

Asintió alejándose para subir a la camioneta y marcharse a hacer lo que le pedí.

—¿Quiere que le llevemos comida? —preguntó otro

Sacudió mi cabeza

—No es necesario

Volví al apartamento y esperé pacientemente en el recibidor, de tanto drama hasta había olvidado cambiar el vendaje de mi herida.

Después de una hora tocaron la puerta y me apresuré a abrirla, tomé el celular y las tarjetas de la mano del escolta quien abrió su boca para hablar pero cerré la puerta de inmediato. No tenía ánimos para recibir sermones de lo que me convenía hacer.

Estaba más que decida a qué de ahora en adelante nadie me diría que hacer, manejaría todo a mi modo y de no querer algo, no lo haría.

Me di una ducha rápida, peiné mi cabello y me puse una ropa cómoda y un enorme abrigo encima, tomé el ascensor bajando en el primer piso y caminando sin mirar a nadie. Sentí los pasos de los hombres seguirme, traté de ignorar sus presencias y comprar lo que necesitaría. Había un supermercado cerca del edificio por lo que no ocuparía un auto, tomé el carrito paseándome por los pasillos eligiendo productos para toda una semana.

No tardé mucho y al salir los escoltas tomaron las bolsas de mis manos para llevarlas al auto. Me negué a subir y decidí regresar caminando, necesitaba despejar mi cabeza y sentirme como una persona normal, deteniéndome en algunas tiendas para observar desde fuera la ropa exhibida, las compras siempre me animaban pero esta vez no fue así. Mis ánimos seguían decaídos.

Entré a una pequeña cafetería y ordenar un pequeño desayuno, me senté en una de las mesas frente a la ventana y esperé por mi orden. Afuera vigilaban que todo estuviera en orden, miré mi teléfono que estaba lleno de notificaciones, en su mayoría llamadas de Dmitry. Lo apagué cuando volvió a marcar, no quería oír su voz y mucho menos si era para oír sus amenazas.

Me sirvieron el desayuno con el cual me tomé mi tiempo para comerlo, la soledad no me sentaba bien y volver al apartamento conllevaba a enfrentarme a todo la carga mental. Me paseé por todas las calles, entrando a algunas tiendas comprando una que otra prenda de mi gusto, en su mayoría abrigos.

Cuando volví al edificio quise devolverme cuando miré tres camionetas aparcadas y a varios hombres de negro custodiar el lugar. Al darme la vuelta varios de ellos bloquearon mi paso.

—Entre, señorita

—Apártense

Intenté abrirme paso pero lo que logré fue que me empujaran hacia dentro, miré colérica el agarre sobre mi brazo queriendo soltarme pero su fuerza era mayor que la mía haciendo imposible la tarea.

—¡Suéltame! —grité llamando la atención de la gente que estaba en el vestíbulo, el hombre me soltó cuando estuvimos frente al ascensor llamándolo.

—Entre, el señor la está esperando.

Miré mi brazo con manchas rojizas con sus de dedos dibujados.

—Haré que pagues esto, infeliz —siseé mirándolo fijamente para memorizar su rostro.

—Solo entre —tensó su mandíbula señalándome el interior de la caja metálica.

Furiosa obedecí marcando el último piso sin quitar la mirada asesina sobre él hasta que las puertas se cerraron. Moví mi pierna derecha con la ansiedad recorriéndome, habían tantas cosas atascadas en mi garganta y no tenía ni las ganas ni los ánimos de decirlas. Todo este tiempo lo único que han hecho es juzgarme y señalarme por lo que he hecho, sin detenerse ningún momento a preguntar cómo realmente estoy yo. Las personas tienden a asumir que los demás se encuentran bien, como si cada uno no cargara con sus propios demonios. Estaba resentida con todas las personas que consideraba familia, me mintieron y me ocultaron cosas porque estaba segura que Adele sabía de todos los sentimientos de Ava.

Al fin las puertas se abrieron dejándome en el apartamento, entré buscándolo por todas partes pero no lo veía hasta que fui a la habitación y lo encontré fumando en el balcón, su cuerpo recargado en el borde de cristal.

—¿Qué haces aquí? —mi voz era fuerte, con un ápice de descontento en ella. Se irguió girándose hacia mí y viniendo al interior cerrando la puerta a su paso.

—La pregunta es, ¿por qué estás aquí y no en la mansión?

—Dijiste que no era una prisionera —refuté cruzándome de brazos y con mi cuerpo rígido

—Te dije que podrías salir siempre y cuando me lo consultaras, no lo hiciste, en su lugar saliste como una loca de ahí. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Y qué hiciste con todos los retratos? —según hablaba iba subiendo la voz, parecía alterado con lo último lo que me parecía imposible.

—¿Qué me pasa? —repetí su pregunta con un deje de ironía —¿En serio lo preguntas?

—Si

—¡Estoy harta de esto, Dmitry! ¡De todos! Me acabo de enterar de todo lo que me ocultó mi supuesta amiga, cargo con el peso de su muerte y descubrir que me odiaba no fue algo ligero de procesar. Encima tú te vas disque a resolver "asuntos que te requerían urgentemente" cuando sólo has estado con una maldita mujer sin que nadie ose en molestarte. Estoy cansada de intentar todo en vano, te expliqué por qué hice lo que hice en el pasado y te importó una mierda, en su lugar me repetías continuamente que lo que merecía era que me mataras —mi voz se rompió y mis ojos picaban con las lágrimas que esforzaba por no derramar —Tal vez fue tonta mi decisión pero me hubiera gustado que te tomaras el tiempo para pensar en mi, yo sólo te amaba y quise, a mi estúpida forma, protegerte.

—Me amas —corrigió acercándose a mi, pero negué con la cabeza retrocediendo

—Ya no quiero ese sentimiento que sólo ha sido una maldición para mi —deshice mis manos y me limpié arrebatadamente la lágrima que se me salió.

—No puedes alejarte de mí, estás atada y yo nunca te voy a soltar —murmuró con firmeza dando otro paso hacia mi.

—Pues entonces moriré lentamente a tu lado, porque ya no quiero estarlo, esto no tiene sentido y sólo me causas sufrimiento, ¿qué no te basta con lo que he pasado estos meses? ¡Ya basta! Libérame de una vez por todas

Su mirada se endureció, el cigarro que aún cargaba en su mano lo tiró al suelo pisándolo con su zapato.

—No sabía que todo esto era una carga para ti, contéstame ¿qué hiciste con las fotos?

—Las quemé

—¿Con qué maldito derecho? ¡Contéstame! Porque este lugar dejó de ser tuyo desde el momento que te fuiste de mi lado, cuando no me tuviste la suficiente confianza para contarme sobre las amenazas de tu padre. Pensé que éramos un equipo el cual no se tenía ningún secreto, sea lo que sea lo íbamos a resolver juntos —estaba enojado, su postura y su mirada lo confirmaban, de dos zancadas se posó frente a mi y no me dejó apartarme, me tomó de los hombros sacudiéndome —Esto es mío y no tenías por qué venir a destruirlo

—¡Estaba asustada! Tenía miedo de que terminaras en prisión o muerto —lo miré desesperada por encontrar un poco de compresión en sus ojos, pero lo único que encontré fue ira —y quemé todo porque quería eliminar todo los recuerdos que me has repetido tantas veces que lo olvide, que ya deje todo en el pasado. No pensé que esta mierda fuera tan importante para ti

—¡Pues lo era! Hasta que has venido a arruinarlo todo, te metiste con lo mío. Te dije que te deshicieras de la idea de que todo volviera a ser lo mismo porque no lo sería, no que actuaras como una niña caprichosa a quemar todo lo que guardaba aquí.

—¿Me llamas caprichosa solo por querer eliminar cualquier recuerdo que sólo causa dolor? Caprichoso tú al querer tenerme aquí cuando estaban a punto de quitarte tu juguete favorito, porque eso es lo que al parecer soy para ti, alguien a quien manejar a su antojo, sólo me quieres para coger y no para quererme. No quiero eso para mi, no cuando probé lo que era ser importante para ti.

—¿Es que acaso no lo ves? ¿Eres ciega, Camila? No ves más allá de tus narices, solo analiza todo lo que he hecho por ti después de todo lo que pasó, te he cuidado desde las sombras y cuando estuviste en gran peligro fui por ti, porque no soportaría que te pasara algo por mi culpa. Entiéndeme tú, que ya te estaba sacando de mi corazón cuando volviste a arrasar conmigo.

»Sino fueras importante para mi como dices, hubiese dejado que te mataran cuando Ahmad quiso hacerlo. De no haberme importado estuvieras muerta así como tu amiga.

Me quedé en silencio viendo sus ojos azules que parecían estar desatando una tormenta, no sabía que creer, me sentía confundida y totalmente fastidiada. Estaba cansada y lo único que quería era estar sola para procesar todo.

—Vete, por favor —pedí —quiero estar lejos de ti y de todo lo que me agobia.

Nada de lo que dijera cambiaba el hecho de que estuvo con otra mujer, me solté de su agarre poniendo distancia.

—¿Eso es lo que quieres?

—Si

—Recuerda que sin mi, no estas a salvo en ningún lugar

Reí sarcásticamente

—Me debes al menos mi seguridad porque de no ser por ti, no tendría porque huirle al mundo. —Señalé la puerta —Lárgate que no te quiero ver, ve y busca a Kira que te haga compañía en tu mansión.

Asintió tomando el abrigo que reposaba sobre un sofá.

—Tienes cinco días para regresar y sino lo haces vendré por ti.

—No voy a volver a esa mansión —declaré segura

—Vendré por ti, entonces

—Tu no eres mi dueño para decidir qué hacer conmigo, he decido quedarme aquí y así lo haré.

Solo me miró por encima de su hombro y siguió caminando a la salida. Lo seguí hasta la sala donde cogía un maletín dispuesto a marcharse.

—¿Por qué me estás siguiendo? —se detuvo a enfrentarme —¿a caso quieres que me quede?

—Quiero que entiendas de una vez por todas que no soy alguien por el que tengas que decidir, haré las cosas sólo si yo quiero y si digo que no regresaré a esa mansión así será.

Me miró cansado, hizo una mueca antes de hablar

—¿Sabes qué? Has lo que quieras, no voy a estarte reteniendo cuando lo único que quiero es protegerte. ¿Te quieres ir? Vete, pero atente que allá afuera estás sola, no tienes familia ni nadie que te proteja como yo lo hago. Te guste o no, soy la única persona que se ha quedado  a tu lado, Camila.

Se acercó a mi para depositar un pequeño beso en mis labios, me miró unos segundos y después retomó su marcha dejándome sola, nuevamente con pensamientos contradictorios. Dudando de mis decisiones y reflexionando sobre sus últimas palabras.

...

Entré apresuradamente al departamento luego de haber hecho las compras semanales, todo era un desastre, la cocina se me daba horrible y pasar en casa haciendo nada era peor. Llevaba dos semanas en ese lugar, Dmitry no volvió ni ha intentado comunicarse conmigo. Y era algo bueno, después de tanto estaba dedicándome tiempo, me estaba conociendo y volviendo a ser yo, o eso estaba pretendiendo porque ya ni sabía quien era.

Las ganas de ir a terapia eran grandes, pero ¿cómo le explicaba al terapeuta que estaba enredada en líos de mafia y que había asesinado a tres personas? ¿O que la persona que amaba e intentaba olvidar era el mafioso más buscado del mundo? Definitivamente no podría.

Estaba planteándome la idea de buscar un empleo, no podía vaciar mis cuentas y definitivamente no soportaría seguir sin hacer nada productivo. Sólo tenía que conseguir mi currículum con mi antigua secretaria.

La herida ya estaba mejor, había ido al médico y me retiraron los vendajes y las puntadas. Ya no dolía y podía moverme con más tranquilidad.

Me senté a ver la tv mientras comía la pizza que había comprado en el camino, los escoltas me facilitaron el trabajo trayendo las bolsas en el auto al cual me negaba a subir prefiriendo caminar. Habían días donde la soledad me afectaba sintiendo esa horrible sensación de ahogamiento en mi pecho, buscaba la manera de relajarme y mentalizarme que de esta manera eran mejor las cosas. Debía afrontar de una vez por todas toda esta situación que me venía persiguiendo desde hace cinco años.

«Ya no más ataduras»

Cayó la noche y me acosté a dormir después de haberle mandado un correo a mi antigua secretaria para que me mandara los documentos necesarios para mi búsqueda de empleo. Ya que mi vida dependía de la protección de él, debía adaptarme a vivir en este lugar.

Al día siguiente me desperté con los ánimos renovados y con entusiasmo revisé mi correo encontrándome con lo que necesitaba, hoy me dedicaría a buscar un empleo adecuado. Hice mi taza de café matutino mientras leía las noticias internacionales y algo de farándula.

"El reconocido magnate Alessandro Ferretti anuncia con alegría su compromiso con la reconocida actriz Adara McCarthy. ¿Qué opinará su hija al respecto? Es del conocimiento de todos de la mala relación entre ellas dos. Que difícil decisión de Alessandro al decidir entre su hija o su novia..."

Me hastié de leer la nota, mi padre había enviudado demasiado joven, siempre tuvo novias a las que debía soportar su falsa palabrería por quedar bien con él pero nunca se casó con ninguna, no entendía cómo es que esperó hasta tener sus cincuenta años para hacerlo. Odiaba a esa mujer, era demasiado falsa para mi gusto y siempre que me veía trataba de buscar que criticarme.

Suponía que no me invitaría a la boda pues ya no era más parte de su familia, mentiría si decía que no me dolía porque mi corazón se estaba deshaciendo. Todo me estaba sobrepasando y yo sólo fingía estar serena.

Después de navegar por algunas páginas encontré una bacante en una importante imprenta, envié mi currículum y al día siguiente recibí una respuesta para que me presentara por la tarde para realizarme una entrevista. Emocionada busqué mi mejor outfit y salí tomando un taxi con la camioneta siguiéndonos.

Era un edificio de al menos quince pisos, entré identificándome con la recepcionista que me guió hasta el octavo piso y me indicó la oficina donde estaba realizando las entrevistas, habían varias solicitantes que murmuraban entre ellas, algunas sólo estaban en silencio notoriamente nerviosa.

—Camila Ferretti —me llamaron

—Soy yo —me acerqué a la mujer que sostenía una lista en sus manos, me examino e hizo un ademán al interior de la oficina

—El señor Volkov la está esperando.

Caminé al interior encontrándome a un hombre de alrededor de treinta años tras el escritorio con la vista en los papeles que sostenía en la mano, su cabello era castaño y su piel igual de blanca que la mayoría de aquí. Su porte, desde lo poco que lograba ver, era elegante, lo confirme cuando levantó su mirada y se puso en pie señalando una de las sillas frente a él.

—Bienvenida, tome asiento, por favor. Le haré un par de preguntas, no llevará mucho tiempo.

Sonreí tensa y tomé asiento en la silla señalada, no podía pasar desapercibido el atractivo de ese hombre ni que su mirada logró ponerme nerviosa.

—Camila Ferretti —leyó en el papel que al parecer era mi currículum —Trabajó como Gerente de recursos humanos en...

Leyó mi CV e hizo un par de preguntas, cómo el por qué dejé de laborar en dicha empresa entre otras preguntas. Me despachó después de decirme el típico "La llamaremos", con la esperanza de ser solicitada regresé a casa llevándome la sorpresa de encontrarlo sentado en uno de los sofás del recibidor con su móvil en mano. Levantó la mirada al escucharme llegar reparando en mi atuendo y alzando sus cejas.

—¿Donde andabas? —preguntó guardando su móvil, tenerlo aquí se me era difícil, mi cuerpo entero entró en tensión y el recuerdo de él con otra mujer me enloquecía.

—No es tu asunto —respondí dejando mi bolso en una mesita y yendo a la cocina por un vaso con agua. Estaba sedienta, tanto hablar me resecó la garganta.

—Lo es, eres mi mujer, te lo recuerdo porque parece ser que lo has olvidado.

—No soy tu mujer, ni nada tuyo. Es mejor que te largues por donde viniste —dije caminando hasta la habitación quitándome el abrigo y el saco, quedando en una blusa de tirantes que dejaba ver el inicio de mis senos.

Se apareció por el umbral sin dejar de atravesarme con esa mirada seria. Tenerlo de esta manera más que una tortuga era una tentación, logrando enojarme conmigo misma por no lograr nada en estos días y que su cercanía siga afectándome.

—Esta también es mi casa, al parecer tengo que estártelo repitiendo. Dime algo, Camila ¿qué ganas con esto? Te alejas y sabes que de una u otra forma terminarás acercándote de nuevo a mi. Esto es una cadena que ni tú ni yo podemos parar.

—Te dije que te fueras, no vengas aquí como si nada hubiese pasado, como si yo estoy en la obligación de estar soportando todo y estar siempre disponible para ti.

—¿Y qué ha pasado según tú? Porque yo me fui por temas de trabajo —resaltó la última palabra —quedando bien contigo y ¡pum! Miras un video y te enojas con todo el mundo, haces tu berrinche largándote de la mansión y quemando todo lo que tenía aquí.

—¿Es que no me escuchas? Te dije que toda esta mierda me tenía harta, no es sólo ese maldito video, mi mayor problema eres tú y lo sabes muy bien.

—Ahh, claro, se me olvidaba que soy tu problema, tu error y tu maldición —comentó sarcástico —discúlpame por todo eso, pero no es mi culpa el que nos hayamos enamorado y sucediera todo lo qué pasó.

—Es que la culpa es mía por fijarme en quien no debía, fui estúpida al no analizar porque aquellos secuestradores te temieron, en cómo tus hombres lo mataron y pensé que eras una persona normal.

—¿Es un reproche? ¿Acaso desearías que no me hubiera aparecido ese día, Camila? —el tinte de su voz se fue elevando, su postura se puso erguida y sus hombros derechos mientras me taladraba con su pesada mirada.

—No, siempre te agradeceré eso —aclaré de inmediato —no trates de cambiar y malinterpretar mis palabras.

—A diferencia de ti, no me arrepiento de todo lo qué pasó. Las cosas se dieron y fueron perfectas mientras duraron, entiendo que lo que pasó fue pensando en mi y lo agradezco. Pero como te lo he dicho antes, fue desgaste en vano, arruinaste todo para nada. Y no trates de culparme ahora por mi actitud, porque estoy en todo mi derecho.

Negué con la cabeza, era inútil, no me iba a perdonar.

—Si, tienes razón, estás en tu derecho. Pero me resulta curioso saber, ¿por qué estás aquí, Dmitry? ¿Por qué quieres que vuelva a tu lado sino eres capaz de perdonarme?

Silencio.

Negué con mi cabeza y le di la espalda yendo a sentarme para quitarme los tacones y descansar un poco. Sentí sus pasos y su olor inundó mis fosas nasales cuando se sentó a mi lado. Tomó mi mentón delicadamente buscando mis ojos

—Porque a pesar de todo no puedo mantenerme lejos de ti, me vuelves loco con tanta mierda, pequeña. Me desquicias con tu actitud que lo único que causas es que quiera follarte hasta sacar toda esta ira que me haces sentir.

Mordí mi labio inferior cayendo de nuevo en la misma trampa, en el hoyo del que intento salir desde hace años.

—¿Quién es esa mujer? —pregunté analizando sus ojos y sus expresiones que me dieran un indicio de lo que realmente era ella

»¿Qué papel juega en tu vida, Dmitry?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro