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Capítulo 17


Narra Camila

Desperté sintiendo el calor de su cuerpo, su brazo envolviendo mi cintura y el apenas perceptible sonido de su respiración. Sonreí sintiéndome que al fin estaba teniendo algo de lo mínimo que ansiaba, ya no lo sentía tan distante, anoche noté que sus ojos no eran tan fríos como hace unos días.

El recuerdo de lo que hice ayer me asqueó, buscaba en mi interior el remordimiento que no encontré, me sentía satisfecha y con una carga menos en mis hombros, el alma de mi amiga ya era libre y al menos una parte de sus verdugos ya estaban muertos, porque no soy tan tonta al pensar que sólo fueron ellos, ahora mis manos querían a la cabeza del clan que le quitó la vida y que quieren quitarme la mía. Lo cual no voy a permitir, porque antes que yo caiga caerán ellos.

Me levanté al ver la hora y recordar mi entrenamiento, no debía ser impuntual sino quería recibir un castigo y Nicolay había demostrado que no jugaba, mi cuerpo estaba más adolorido que nunca por toda la actividad sexual de anoche y el desgaste de la mañana, aunque sentir el dolor de anoche no era algo que me incomodara, me humedecía cada que lo recordaba. Salí en silencio de su habitación para ir a la mía, me di una larga ducha y me vestí con un conjunto deportivo, también tomé un abrigo no quería congelarme de camino por el bosque. El cabello lo sujeté en un moño alto sin dejar una hebra suelta,

Bajé las escaleras de dos en dos con mi energía renovada, comí el desayuno que ya estaba servido en el comedor, no veía a Nicolay por ningún lado asumiendo que quizá ya estaba en el campo. Saliendo del comedor escuché dos pasos bajando las escaleras quedándome al pie de ellas sonriendo como una estúpida lo observé descender, su rostro inexpresivo no cambiaba pero el que caminara hasta mí para elevarme el mentón y plasmar sus labios contra los míos en un beso demándate hacía que todo fuera diferente, revolviendo esas mariposas en mi estómago y al mismo tiempo elevar el ritmo de mi corazón.

—Buenos días —susurré separándome de él

—¿Para donde vas? —preguntó reparando en mi atuendo

—A formar a la mujer que dominará a tu lado todo este imperio —contesté mirándolo a los ojos y elevando mi mentón dejándole saber mi decisión, la cual no iba a cambiar.

—Mañana vendrás conmigo y veremos si eres apta para ese puesto —deslizó su pulgar por mis labios los cuales los abrí para succionarlo y lamerlo —Te quiero aquí para el almuerzo, saldremos.

Solté su dedo y asentí inclinándome para depositar otro beso, esta vez suave y lento, en su boca.

—Cómo digas, mi amor —le sonreí retomando el camino a la salida, recorriendo la misma ruta de siempre, a diferentes que hoy hacía más frío que antes, el día estaba opaco y nublado, el viento era frío, demasiado para mi gusto.

Cuando llegué faltaban sus minutos para la hora que estipuló Nicolay, quien ya se encontraba de brazos cruzados frente a la puerta.

—¿La nena tiene frío? —inquirió con fingida lástima —Es una pena, porque te quitarás ese abrigo y recorrerás ese circuito diez veces y ya sabes cómo funciona el tiempo.

No dije nada sólo asentí quitándome el abrigo y caminando hasta el lugar donde se encontraba el dichoso circuito. Calenté mi cuerpo por unos minutos bajo su dura mirada, era guapo y parecía tener mucha confianza con Dmitry como para estarse hospedando en la mansión, se me hacía extraño, nunca lo vi en los años pasados. Por lo que cada vez me iba dando cuenta de como ignoraba todo sus negocios y nunca presté atención a pequeños detalles.

Atravesé el circuito sintiendo más dolor  que ayer, mi cuerpo necesitaría al menos una semana para adaptarse a esto, por momentos sentía que me ahogaba y ya en la vuelta número ocho sentía que mi cuerpo estaba dejando de responder.

—¿Tan rápido te cansaste? ¿Y así quieres que no piense que recibes consideraciones?

Comenzaba a detestar su voz por lo que seguí arrastrándome por el barro oyendo los pocos segundos que me faltaban, utilizando las pocas fuerzas que me quedaban terminé de salir justo a dos segundos de finalizar el tiempo estipulado.

—Te faltan dos —me lanzó el bote con agua el cual tomé con las manos temblorosas y me levanté recordando las palabras de Dmitry, bebí sin bajar mi cabeza y caminé volviendo al inicio.

—¡Ah! Pero si es la pobre niña estúpida que pretende encajar en un mundo al que no pertenece —la estridente voz de Oksana reavivó el odio que le tenía, al parecer una plática simpática no funcionaba en ella.

—Oksana

—Señor Kuznetsov —lo saludó con respeto, seguí en lo mío tratando de ignorar su asquerosa presencia e ignorar la mirada que seguro tenía, una llena de burla, era la que siempre emitía alegando que nunca podría alcanzar un buen nivel y mucho menos el que ella tenía.

—¿Qué haces aquí? Tengo entendido que el Jefe te encomendó una misión en New York.

—No fue él directamente, Grigori me asignó para esa tarea y me devolví porque estaba perdiendo mi tiempo protegiendo a quien no debía, mi lugar es al lado del Jefe.

—Mañana partiremos a Kabul, prepárate que necesitaré a los mejores para proteger al Jefe.

Salí del circuito trotando de regreso mientras bebía el agua, tomé un par de respiraciones mientras los veía de reojo, me daban ganas de romperle esa sonrisa petulante y de altanería que tenía.

—Como decía, mi lado es con el Jefe, tenga por seguro que sería capaz de dar mi vida por la de él.

—Es tu deber, no algo que elijas.

Reí bajito mientras avanzaba sintiendo sus miradas sobre mi, no voltee y seguí concentrada en mi tarea, era la última y esperaba que el ring no fuera tan duro o no saldría caminando de aquí.

—¿De qué te ríes, maldita perra? —preguntó enojada, no respondí siguiendo con lo mío escuchando el tiempo que me faltaba.

La ignoré descendiendo por la rampa y lanzándome al barro desplazándome con rapidez queriendo salir ya de esa mierda y dejar de escuchar a esa maldita. Al salir ella ya me está esperando y cuando trato de levantarme me empuja con fuerza haciéndome caer al suelo.

—Ahí es donde perteneces, en el barro —ríe — recuerda que no eres nadie en esta organización.

Levanté la cabeza, reincorporándome y cuando quiso empujarme de nuevo detuve su mano y usando su sorpresa como ventaja barrí sus piernas con las mías habiéndola caer de rodillas al suelo.

—Todavía —ahora fui yo quien sonrió —a diferencia de ti estoy destinada a gobernar esta organización de la mano del hombre que tanto anhelas para ti y el cual sólo me pertenece a mi, cuida tu maldita boca o será tu cabeza la que pediré para mí iniciación.

Ignoré la mirada furiosa y al pasar por el lado de Nicolay, el cual nos miraba con una expresión aburrida, le hablé en voz alta para que ella pudiese escuchar.

—Doy por terminado mi entrenamiento, mi hombre me espera para almorzar.

Entré al edificio sin molestarme en esperar una respuesta, subí las escaleras hasta mi habitación donde me desnudé y me metí a la ducha para quitarme todo el barro de mi cuerpo. Necesitaba traer más ropa a este lugar, me coloqué un pantalón y una camisa de Dmitry, hice un nudo en la cintura para que no se viera tan larga y mi cabello lo dejé suelto cuando terminé de secarlo.

Bajé las escaleras ignorando a todo el que me encontraba a mi paso, no es que ellos fuesen amables, recogí el abrigo que dejé en la entrada y salí camino a la mansión. Aún era temprano para el almuerzo por lo que subí a mi habitación para cambiarme de ropa, un vestido blanco de cuello de tortuga, con unas botas altas negras y un abrigo del mismo color que me llegaba hasta las rodillas.

Salí bajando hasta su despacho, di dos toques y escuché un "adelante" de su profunda voz, entre cerrando la puesta tras de mí y caminé hasta él sin bajarle la mirada, giró su silla hacia un lado, me senté sobre sus piernas y tomé su rostro para besarlo, sus grandes manos me rodearon la cintura haciéndome erizar como cada vez que estaba bajo su tacto.

—¿Qué tal te fue? —preguntó tomándome por sorpresa ante su repentino interés

—Nicolay es bastante duro, mis piernas duelen al igual que mis brazos —hice una mueca quejándome porque en verdad mi cuerpo ardía y no tenía idea en cómo era que andaba de pie y con tan tacones de ocho centímetros.

—Es necesario, lo sabes —volvió a tomar mis labios de manera suave y mordisqueándolos, haciéndome soltar un suspiro pesado —porque me gusta que solo sea yo el que te haga arder todo tu cuerpo.

—Mmm —ronronee —tal y como lo hiciste anoche, que rico

—Te veías tan provocativa llena de sangre con tu instinto asesino activado. Me encantas, malenʹkiy —su boca descendió a mi hombro mordiéndolo suavemente por sobre la tela

—Lo sé, jamás he dejado de fascinarte

—Tienes mucha ropa encima —se quejó mientras sus manos se movieron a mis piernas adentrándose por debajo del vestido, llegando a mi zona para tocarla haciendo círculos por sobre mi clítoris, entre cerré mis manos nos dejando salir una exhalación, entre abrí mi nuca sintiéndome ansiosa por sus labios —¿Qué quieres, bebé?

—Tu boca—sonrió de lado acercándose para concederme el deseo, lo mordí fuerte haciéndolo sangrar y lamerla con mi lengua saboreando el sabor metálico en mi paladar.

—¿Algo más?

—La cabeza de Oksana —susurré sin perderme la mirada que se le oscureció

—¿Y por qué no la has tomado?

—Porque antes quiero convertirla en una de las Suki  —confesé sintiendo la malicia recorrer mi cuerpo, sedienta por ver esa perra revolcarse en la mierda que se merece

—Oksana no es una traidora y no puedes enviar a ningún soldado allá cuando es buena en lo que hace, no es una traidora, malenʹkiy

Me aparté poniendo mala cara, quería humillarla y torturarla como tantas veces pretendió hacer lo mismo con ella, ansiaba su sangre y oír sus ruegos para que se detuviera con sus torturas.

—La defiendes

—Aquí hay un orden que no puedo pasar por alto por un capricho, si hago eso puedo provocar muchas traiciones de parte de mis hombres. No puedo concederte eso y tienes que entenderlo si quieres permanecer a mi lado como lo dijiste esta mañana.

Me quedé en silencio por unos minutos, asentí conforme con su decisión, era una mierda pero debía aceptarlo y ser paciente para esperar el momento para acabar con ella, porque en esta casa no podríamos permanecer las dos, el sólo saber que respiraba me hacía enfurecer en gran manera.

La puerta sonó, una de las empleadas anunció que el almuerzo ya estaba listo. Me puse de pie para que él pudiera hacerlo, rodeó mi cintura con su brazo pegándome a él y caminando de esta manera hasta el comedor, Nicolay iba entrando con Oksana a su lado, esta me dio un vistazo de arriba a abajo y fijándose en el brazo de su señor en mi cintura, mantuve mi mentón en alto sin mostrar un ápice de interés en ella.

—¿Está listo lo que te pedí esta mañana? —le preguntó a Nicolay continuando el camino al comedor

—Si, nos esperarán en la torre central a la hora que dispusiste.

—Recuerda reunir a los mejores soldados, los quiero a todos allá —tomó asiento en la silla cabecera y yo a su lado —Oksana, retírate

El rostro se le descompuso un poco pero asintió y se dio la vuelta desapareciendo en segundos, sus ínfulas de grandeza se iban cuando estaba delante de Dmitry y se veía que Nicolay no le ponía límites, puesto que lo de hoy hizo caso omiso. No esperaba que me defendiera pero tampoco esperaba que la dejara hacer lo que quisiera.

—Camila ira conmigo mañana, quiero que refuerces la seguridad —demandó hacia el otro ruso que posó su mirada en mí y dio un pequeño asentimiento —mañana temprano dedícate a darle un resguardo en tiro con arma de fuego y armas blancas, la quiero bien entrenada en todos los aspectos, no sólo en el físico.

—Te dije que en poco tiempo la tendría lista, pero si sólo entrena unas horas al día y se pone a pelear por tu verga con otras mujeres, dudo mucho que mejore.

Me tensé acribillándolo con los ojos al distorsionar la historia, en ningún momento discutí con Oksana por esos asuntos.

—¿Y pretendes que guarde silencio, Nicolay? No estaba peleando la verga de mi marido como dices, estaba defendiéndome a mi misma de ser humillada, porque algo es bien claro para mi y es que no dejaré que se burlen y me traten de menos cuando soy una reina, porque eso es lo que creo que soy.

No dijo nada sólo alzó sus cejas, las jóvenes empleadas entraron con la comida sirviéndola creando un silencio incómodo con el hombre frente a mi, al parecer no era de su agrado y realmente no me podría importar menos, la única convivencia que me importaba era del hombre a mi derecha.

—Recuerda que eres responsable de su seguridad mientras este a tu cargo —fue lo que dijo Dmitry permaneciendo serio tomando los tenedores para comenzar a comer, hice lo mismo permaneciendo en silencio hasta acabar con todo, me disculpé para retirarme y dejarlos a ellos a solas.

—En quince minutos te quiero en el helipuerto —demandó antes de que me retirara, asentí saliendo de ahí para dar un paseo por los alrededores, era una costumbre que estaba adoptando y me gustaba. Las flores comenzaban a marchitarse, el crudo invierno estaba cerca se podía presentir. No era muy grata de ese clima, siempre solía marcharme de la ciudad a otra más cálida, pero ahora debía soportarlo y adaptarme a él, me volvería un oso polar de ser necesario.

Observé el reloj que cargaba en mi muñeca, sólo habían transcurrido cinco minutos, aún me quedaban diez por lo que me acerqué a una fuente sentándome en el borde mientras miraba al suelo, aún no me sentía cómoda en este lugar, la nostalgia me invadía al sentirme tan lejos de mi hogar, las amigas que tenía y perdí, a mi novio y a mi padre que también los perdí. Estaba sola en el mundo, así me sentía, porque aunque estuviera con el hombre que amaba me sentía vacía por cómo sucedió todo y también cuando él afirmaba que ya no sentía amor por mi, mi corazón ardía de dolor por cada pedazo que iba cayendo, a veces me despertaba con aquella angustia en mi pecho que no se iba. No me gustaba esto y sufría mas al saber que no tenía escapatoria, si huía me matarían fácilmente, mientras aquí tendría mi vida asegurada pero tenía que ganarme el respeto de la gente.

Estaba atada a un hombre que no estaba dispuesto a soltarme.

...

Bajé del helicóptero junto a Dmitry y Nicolay, en otro bajaron sus escoltas, desde la azotea se podían ver el montón de camionetas todo terreno parqueadas en la parte de abajo, caminé al lado de Dima mientras observaba todo a mi alrededor, era como estar en una empresa rodeada de la última tecnología, al abrir puertas se necesitaba un reconocimiento facial, subimos a un ascensor marcando el piso número cinco. Estaban hablando en ruso dejándome pérdida en algunas cosas al hablar muy rápido, aún me faltaba mucho para hablarlo y entenderlo con tanta fluidez.

Las puertas se abrieron dejándonos en un piso bastante moderno, con paredes de cristal trasparente y al parecer insonorizados puesto que veía que hablaban los que se encontraban en el interior de una sala con una gran mesa rodeada de sillas y desde acá no se les oía nada, abrieron la puerta y entramos sólo los tres.

Todos se callaron de inmediato y saludaron con un asentimiento de cabeza como una muestra de respeto, él tomó asiento y me ofreció una silla a su lado, en silencio obedecí sintiendo todas las miradas sobre mi, eran tan pesadas que lograban incomodarme e infundirme temor, no era ante unos simples humanos que estaba presente sino que antes los criminales mas buscado del mundo, no era un dato del que tuviera pruebas pero no dudaba que esa fuera la realidad.

—¿Ella estará presente, señor? —preguntó uno de ellos, rondaba los cuarenta

—Si

«¿Quién es? ¿Por qué está aquí? ¿Es de fiar?» se alzaron las preguntas armando algarabía lo cual molestó a Dmitry que lanzó un golpe en la mesa que los hizo callar de inmediato.

—Es mi mujer y es un argumento suficiente para que cierren sus bocas con este tema y la abran solo para dar opciones en este plan —su voz era fuerte, demandante al igual que su mirada infundiendo temor y respeto.

No volvieron a hacer más preguntas respecto a ello, en su lugar centraron sus vistas en el enorme mapa que se entendía a lo largo de la mesa con lugares marcados, nombres y bodegas. Fijé mi vista y parecía que era Afganistán, se podía apreciar hasta sus fronteras, ciudades y algunos bosques eran los que señalaban los hombres, distribuyéndose tareas y dando informe de todo el arsenal que necesitarán para hacer explotar todo.

—Uno de los halcones* me confirmó que en este lugar tienen almacenado petróleo, oro azul y gas, además de algunas piedras como los rubíes y esmeraldas —informó uno mientras señalaba un lugar entre las montañas.

—Es uno de los lugares que saquearemos, no destruyan las minas ni los posos petroleros esas seguirán en función cuando me adueñe de todo ese territorio. Maten a cada hombre y no dejen ninguno vivo, eso incluye mujeres y niños.

—¿Alguien tiene una duda? —preguntó Nicolay quien permanecía al otro lado de Dmitry confirmándome que él era una de las personas de suma confianza.

—No, todo está claro

—Eso espero porque no quiero errores

—¿Ella irá mañana, señor? —se atrevió a preguntar uno, todos guardaron silencio y quedaron expectantes —Es sabido que las mujeres de los señores para que se tomen en cuenta y se les respete deben ser parte de la organización y ser dignas del puesto.

Dmitry me volteó a ver por unos segundos analizándome, mi postura era erguida, mis ojos no denotaban más que seguridad, no demostraba el miedo que sentía al enfrentarme a la batalla que se desataría mañana.

—Si, mañana demostrará que es digna del puesto.

Asintieron conforme con la respuesta siguiendo con los últimos detalles que tomarían mañana, según lo que entendí eran tres hombres con bastante poder por debajo de Dmitry, entre ellos Nicolay. Cada uno tenía su propio grupo de hombres a los que llamaban Vory v zakone* criminales que se rigen bajo un estricto código, a parte de ellos también estaba un ejército que se dedicaba a proteger la seguridad de Dmitry, entre otras cosas.

La reunión con ellos se dio por terminada, salimos rumbo a otra sala en el segundo piso con Nicolay a nuestro lado, al abrir las puestas del ascensor se podía observar la multitud de gente que se encontraban hablando entre ellos, hombre con mucha masa muscular, con vestimentas de combate, de estaturas alta y con rostros intimidante. Me sentía diminuta ante ellos, ganándome una reprimenda de Dmitry que me susurró al oído: "Tienes que mostrar firmeza, seguridad y poder si quieres que tu palabra sea escuchada, pero si caminas como una niña temblando entre ellos lo único que recibirás serán burlas. Tienes que imponer tu presencia, Camila"  , tenía razón por lo que traté de ocultar cualquier ápice de miedo e inseguridad, hice tronar mis pasos caminando a su lado, adoptando su misma postura erguida.

Todos guardaron silencio y nos abrieron paso hasta quedar frente a ellos, pude divisar a Oksana mirándome con odio mientras se abría espacio hasta quedar en la primera fila, con sus brazos cruzados y su cara de culo. Me divertía que se ahogara con el nudo en su garganta, sufriendo por el puesto que siempre quiso y él que nunca tendrá. Porque es mío, y si no se lo dio antes es porque no se lo merecía.

—Ya se les dieron las instrucciones para mañana, no quiero errores y si alguno falla no duden que sino mueren a manos de los enemigos será con las mías. Quien tenga miedo que hable ahora para sacarlo de mis filas, porque aquí no quiero maricas cobardes.

Ninguno dijo nada, todos permanecían con sus posturas que gritaban por sí solas que no tenían miedo, que eran ellos los que lo esparcían pues no por nada también era conocidos como los repartidores de muerte. Sádicos asesinos entenados para matar en un solo movimiento con golpes certeros. Y en eso me convertiría ahora que había descubierto mi lado más oscuro y despiadado, algo cambió en mi anoche y no fue para bien.

____

*Halcones: personas de la mafia asignadas para vigilar y alertar sobre la presencia de las autoridades o enemigos. Se les considera como los espías del crimen organizado por sus funciones de información, a cambio de dinero.

*Vory v zakone: también llamados como "ladrones de ley" rango más alto en la jerarquía del crimen organizado ruso. Una sección del grupo criminal más complejo y peligroso de Europa.

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