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Capítulo 15



El avión aterrizó por la noche en la pista privada en Moscú, varías camionetas aguardaban por ellos y todo el equipo. Esa noche tendrían que escoltar al Jefe a la torre central para reunirse con los líderes de la Bratva.
Mandó a su esposa en una de las camionetas dando órdenes estrictas que la llevaran directo a la mansión sin ninguno contratiempo o altercado.

Aunque Rusia era un lugar intocable no estaba demás tomar precauciones, no se podía arriesgar a descuidar su seguridad, el que sus enemigos lograran atraparla sería tomado como una burla al no proteger sus puntos débiles. Abordó un helicóptero que lo llevó hasta la torre, ya los Vors se encontraban ahí aguardando su llegada.

—El descanso terminó, señores —llegó tomando su puesto en la cabecera de la mesa —es hora de terminar con los afganos que no son más que una piedra en nuestros zapatos.

—¿Cómo procederemos, señor? —preguntó Igor Sokolov

—Hoy me traerán a su bastardo, se lo enviaremos en una caja de regalo en respuesta a su advertencia. El viernes partiremos a Kabul y atacaremos por la noche, necesito las coordenadas de todas las bodegas y búnker donde guardan las drogas y las armas.

—Tienen arsenal de alto calibre, no será tan fácil acabar con ellos.

—Si, es por eso que los iremos debilitando poco a poco. Tengo entendido que hoy harán un intercambio con los japoneses, quiero que coloquen explosivos en sus camiones, esas armas no deben llegar a ellos. Son de las nuestras y no nos conviene que nos ataquen con las mismas municiones.

Un mapa del país y sus fronteras se extendió a lo largo de la mesa, con algunos objetos señalaron las zonas por las que ingresarían al país sin ser detectados, los puntos que destruirían y los que saquearían.

—¿Qué hay de esta zona? —preguntó Nicolay al ve que no estaba marcada

—De esa me encargaré yo, es la guarida de Ahmad.

—Señor, nuestro deber es protegerlo por lo que no estoy de acuerdo con esa decisión, no sabemos lo que ahí se oculta, podría caer en una trampa —Konstantin mostró su desacuerdo recibiendo la oscura mirada del Jefe.

—Esa decisión no entra en discusión, así lo dispongo y así se hará. No quiero fallas, ¿entendido? —pasó la mirada por todos, escaneando que sus posturas no mostraran dudas, al menor error todo se podría ir a la mierda y no estaba dispuesto a fallar.

—Si, señor.

—Largo —con un movimiento de su cabeza todos acataron la orden tomando sus cosas y saliendo del lugar a excepción de Nicolay —¿Tienes lo que te pedí?

—Si —sacó el arma poniéndola sobre la mesa —Una Glock G17 mejorada, con más capacidad de tiro y es más cómoda para maniobrarla.

Revisó el arma cargándola con las balas exclusivas para su uso, estas cuando estaban al cuerpo liberaban un veneno que se esparcía a todo el cuerpo capaz de matar en minutos, con un disparo de eso era difícil de sobrevivir pues si no moría ante el impacto moriría por el veneno.

—Me quedaré en la mansión lo que dure el entrenamiento de tu mujer —anunció recibiendo un asentimiento de cabeza en respuesta, le urgía que Camila aprendiera más de lo necesario, ahora que estaba tomando más enserio que no se marcharía de su lado en mucho tiempo debía estar apta para permanecer en la hermandad.

—Ven conmigo —salieron juntos del edificio abordando el helicóptero que aguardaba por ellos en la azotea, el inmenso bosque que pertenecía a Dmitry se mostraba en todo su esplendor, para muchos era un área de reserva ignorando que dentro de él se escondía la mafia más poderosa y temida del mundo, resguardado al hombre más buscado por una de las ramas de la autoridad, sin saber que estas mismas a la vez lo protegían.

Aterrizaron en la mansión bajando de inmediato y dirigiéndose al despacho para seguir discutiendo algunos asuntos que requerían de su atención, no la vio a su paso por lo que asumió que estaría en su habitación durmiendo.

—¿Enviaste el cuerpo? —le preguntó sirviendo whisky para los dos

—Si, quizá para mañana ya esté a manos de la policía

—Bien

Tomó su celular para hablar con Grigori, aún no se le notificaba si se había llevado a cabo la misión.

—¿Lo tienes?

—Si, señor. Vamos de camino, para el amanecer estaremos allá, también estaba con él uno de sus hermanos, consideré que le gustaría tenerlos a ambos.

El hombre sonrió complacido, no podía ser más perfecto haría a Ahmad revolcarse de dolor antes de morir.

—¿Qué hay de las cámaras de seguridad?

Ya las revisaron, al parecer fueron dos hombres que se escabulleron por la ventana cuando la chica estaba en la habitación de la señorita Ferretti, quizá por ello supieron elegir la joya, raptaron a la chica cuando salió de la mansión.

—¿Los identificaron?

Si, los están llevando ahora mismo a la mansión

Quiero un anillo de seguridad para la mansión Ferretti, también que vigilen al viejo Alessandro. Que no le pase nada o ellos responderán con sus vidas.

Tal vez detestaba a su suegro y aunque su hija había cortado los lazos con él sabía que el corazón de pollo que tenía no se perdonaría nunca que por su culpa terminara muerto.

—Yo mismo me encargaré de escogerlos para que cumplan sin errores la tarea

Eso espero —colgó la llamada pasando su mano por su cabello, estaba estresado y pensar en ella no lo ayudaba mucho puesto que sólo quería subir a esa habitación y hacerle suya de nuevo, constantemente sentía la necesidad de recordarse que la tenía de nuevo sólo para él.

—Hoy llegan nuevas prostitutas al casino de la ciudad —mencionó Nicolay recostándose sobre la silla observando a su amigo con atención —deberíamos ir.

Aflojó su corbata y negó con la cabeza, no tenía tiempo para esas cosas.

—No, tengo mucho trabajo que no puedo seguir posponiendo —abrió una de las gavetas con llave para sacar documentos importantes sobre algunos negocios que aún no se cerraban —Ve tú si quieres, pero recuerda que mañana temprano tienes que estar aquí.

—¿Seguro que es eso? O es que has vuelto a tus días de monogamia —se burló

—No es tu maldito asunto y si vas a estar con estas mierdas sarcásticas mejor lárgate —exclamó furioso

—¡Bien! Me voy

No tenía tiempo para estar soportando mierdas que le recordaran el pasado que no quería recordar, todo era mejor desde que se había desecho del maldito sentimiento que lo ataba y lo hacía débil, si bien ella seguía sin ser una más del montón pero tampoco era el centro de su universo como en años pasados.

Las horas pasaron y cuando estaba a punto de subir a su habitación para dormir llegaron a avisarle que los secuestradores de la chica habían llegado y estaban en los calabozos listos para ser torturados. No dudó en bajar a las prisiones ocultas bajo su casa, adentrándose a los poco iluminados pasillos llenos de guardias que jugaban a las cartas entre ellos tratando de sobrellevar la jornada en ese lugar. Fuera de las puertas el olor no era nauseabundo, por lo que algunos usaban máscaras para entrar a los calabozos y no respirar el olor que las perras qué yacían en aquel lugar agonizando de dolor con una muerte prolongada.

—¿Donde están? —preguntó a uno de los hombres que se encontraban custodiando la puerta

—En la celda de tortura, señor

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Le abrieron la puerta dándole paso a los gritos de lamento de los prisioneros que imploraban porque los mataran y acabaran con el sufrimiento, los cuales eran ignorados puesto que para ellos les era más placentero hacerlos sufrir a acabar con ello.

—Los afganos no han querido soltar ninguna información, señor, dice que actuaron solos.

Río poniéndose sus guantes y tomar una filosa navaja de la mesa que contenía todo instrumento de torturara.

—Actuaron solos, ¿eh? —tomó el cabello de uno elevándole la cabeza para ver el asqueroso rostro amoratado debido a los golpes que seguramente sus hombres le dieron.

—Perdóneme, señor, no me mate, tengo una familia y... —el grito de dolor que lanzó fue desgarrador, le habían cortado la punta de su nariz.

—Tan cobarde es Ahmad para lanzar la piedra y querer esconder la mano —se burló junto a sus hombre que miraban con morbo como su Jefe torturaba aquellos hombres.

—Le diré todo lo que sé y a cambio le pido una muerte rápida —el otro hombre fue más inteligente en su petición, sabía que nadie le perdonaría la vida y que era mejor morir en ese momento a vivir la agonía de todos los prisioneros que los rodeaban. La mafia rusa era conocida por su sadismo a la hora de torturar, condenando a sus enemigos a una muerte lenta y dolorosa.

—Habla y dependiendo la relevancia de lo que digas consideraré tu petición —dijera lo que dijera no le iba a conceder nada, los dejaría vivos para que cuando su inocente mujer se enterara de la forma en que murió su amiga fuera ella misma que asesinara a los culpables.

—Están planeando una rebelión contra usted, quieren destruir a la Bratva y no dejar ningún cimiento para que se extinga por completo. Hay muchas organizaciones involucradas y una de ellas posee mucho poder, conocen unos túneles que los conduce a una de sus fortalezas en Abjasia y también la buscan a ella, la mujer de cabello blanco que salió con usted en una revista —declaró el hombre desesperado por acabar con aquel sufrimiento, le habían cortado una de sus orejas, una gran cortadura en la cara que iniciaba desde su sentido hasta atravesar su mejilla, aparte de los golpes recibidos en diferentes partes de su cuerpo, sis costilla en principal.

—¿Cómo saben la existencia de esos túneles?

—No lo sé, se lo juro —gritó cuando enterró su dedo en la herida de su rostro

—Entonces no me sirve lo que me dijiste

—Un topo, hay un infiltrado en sus tropas, señor

—Nombre

—No lo recuerdo muy bien, pero le llamaban "Ostión"

Dmitry volteó a sus hombres que fruncieron el ceño sin saber a quien se referían, sería una ardua tarea buscar entre los suyos al traidor y el miedo por morir si llegaban a sospechar de ellos. Desde esa confesión todos se volvían sospechosos hasta dar con el verdadero culpable.

—Llévenlos a una celda —ordenó saliendo de aquella apestosa presión.

—¡Señor, le dije todo lo que sabía! ¡Máteme por favor, no me deje aquí! ¡Máteme! ¡Es preferible la muerte a vivir en este lugar!

—¡Por favor! ¡Por favor!

Exclamaban pero de nada servía gritar, de nada servía implorar y llorar, no había salida cuando el gran Jefe los condenaba a pertenecer al Gulag, se resistieron con la poca fuerza que les quedaba pero fue en vano, sus peticiones no fueron escuchadas siendo arrastrados hasta una de las jaulas llenas de desechos humanos con un horrible olor, y algunos gusanos en las heridas infestadas, ratas que mordían a más de uno. Era como un infierno del que no había escapatoria más que la muerte y eso que hasta ella les huía, pues no había manera de quitársela ellos mismo porque les eran quitadas todas los objetos o cualquier cosa que utilizaran como cuerda.

Las risas y burlas de los hombres de la Bratva no ayudaban, sólo los hacía sentir miserables, arrepintiéndose una y otra vez haberse metido con aquel demonio que lideraba la mafia rusa. Cada uno de ellos daba testimonio que nada de los rumores de las torturas sádicas eran exageradas o mentiras, el "Jefe de Jefes" hacía realidad cualquier pesadilla terrorífica jamás soñada.

—¡Quiero morir! ¡Mátenme! —eran las peticiones que se oían todos los días, aunque algunos con menos fuerzas, la mayoría ya no podían siquiera mover los labios de la debilidad de sus cuerpos esqueléticos por la falta de comida, solían alimentarlos una vez por semana con carne de los mismos prisioneros.

La mayoría de ellos prefería no comer para morir por inanición pero cuando los guardias lo notaban los obligaban a ingerirlas, todos quienes entraban a ese lugar deseaban nunca haber nacido y peor, haberse cruzado en el camino del Jefe de Jefes, llamado así por las entidades judiciales y los mismos enemigos.

...

Dmitry salió del sótano caminando hasta su habitación faltaba muy poco para el amanecer, contaba con pocas horas de descanso y los ojos le empezaban a pesar por el cansancio. Se detuvo al final de las escaleras viendo el pasillo que llevaba a la habitación de ella, dudoso caminó en su dirección arrepintiéndose a solo unos pasos de la puerta, se dio la vuelta deteniéndose ante la lucha de si entrar o no. A su lado podía descansar tranquilo y lo sabía, ella le transmitía esa serenidad que tanto necesitaba en su vida pero también estaba lo que implicaba tanto acercamiento, caería de nuevo y esta vez quizá no hubiera retorno.

—¡Al demonio todo! —giró sus pies terminando con los pocos pasos que le faltaban y con gran cuidado para no hacer ruido la abrió, todo estaba a oscuras y requirió mucho esfuerzo llegar a la cama son hacer el más mínimo ruido. Se quitó los zapatos, la camisa incluida la corbata y el saco, y por último el pantalón. Soltó un suspiro mirándola dormir con lo poco que podría ver en medio de la oscuridad, se acomodó en su cama, acostándose a su lado y para su desgracia no fue tan silencio pues ella despertó al sentir su presencia.

—¿Dmitry? —preguntó adormilada pero aún así lo suficientemente consciente para identificar su aroma

—Shh —puso el dedo sobre sus labios —vuelve a dormir.

Cerró los ojos removiéndose a su lado y abrazarlo por su cintura acomodando su cabeza sobre su pecho. Se tensó por unos segundos pero al sentir la respiración de ella a penas perceptible se relajó rodeando su cuerpo con uno de sus brazos. No pensó mucho pues el cansancio se lo impedía y quedó dormido en cuestión de segundos, sintiéndose a gusto con aquel cuerpo que emanaba un calor apacible.

Cuando el sol iluminó la habitación Camila despertó perezosa al sentirse tan a gusto, abrió sus ojos lentamente encontrándose con el pecho blanco lleno de tinta negra, se desconcertó al reconocerlo y moviéndose con cuidado elevó su cabeza para encontrarse con su rostro apacible, profundamente dormido. Entonces el fugaz recuerdo de cuando llegó en la madrugada vino a su mente haciéndola sonreír pues no fue un sueño, él estaba ahí de verdad.

Observó la hora y se desperezó sabiendo que contaba con el tiempo justo para llegar puntual al entrenamiento, por lo que con pesar se levantó de la cama no queriendo despertarlo, se veía tan cansado con algunas ojeras adornado su rostro, no dormía mucho y el trabajo lo consumía demasiado.

Siendo silenciosa se dio su baño, se vistió y se peinó, antes de salir se acercó a la cama para besar sus labios y susurrarle lo que su corazón decía a gritos. No se arrepentía de haberlo elegido, por muy grande error que fuera fijarse en un hombre tan peligroso como lo era él, de algo estaba segura y es que ella lo seguiría eligiendo una y mil veces, en este o en otro universo, en cualquiera de sus vidas. Su corazón, cuerpo y alma le pertenecían por completo y no había nada que hacer, podrían llegar otras personas pero nadie la complacería igual, se conocía y era por eso que lo aseguraba.

Bajó las escaleras yendo al comedor encontrándose con un hombre alto y de un hermoso atractivo, igual de musculoso que Dmitry, se sentó sin dejar de observarlo con curiosidad.

—Tu debes ser la famosa Camila —comentó con el mismo tipo de mirada, era bonita y entendía porque Dmitry se había vuelto loco por ella. Su semblante serio y altivo encajaba con el perfil que buscaban para la mujer que fuera digna de su Jefe, alguien que fuera consciente del elevado cargo que era, pero le faltaba disciplina en cuanto a artes marciales y tiro, había mucho por enseñarle y poco tiempo para lograrlo.

—Eso parece, ¿y tú eres?

—Nicolay Kuznetsov, uno de los jefe de los Vorys —se presentó sin un ápice de emoción en su rostro, Camila lo comparó con un robot carente de expresiones era como un doble de Dmitry.

Asintió en respuesta no volviendo a hablar sólo al agradecer cuando pusieron su plato sobre la mesa. Se sentía incómoda puesto que aquel hombre no dejaba de verla y analizarla, no demostró que le incomodaba y que su presencia no le agradaba, pasar tiempo con el señor de aquella mansión estaban dando resultados.

Al terminar de comer se levantó para lavar su boca e ir al campo de entrenamiento, caminando por entre medios de los árboles sintiendo el frío erizar su piel. Al parecer los días de sol y clima agradable habían culminado. Entró al edificio yendo a la sala donde solía entrenar, encontró a Alexey vigilando a otros de sus aprendices, era bastante duro a diferencia que lo fue con ella, le soportaba muchas negligencias y desconciertos, quizá tal excepción se debía a que era la mujer de su Jefe. Aunque recordaba muy bien las instrucciones que dio respecto a ella mediante Oksana.

«Sin contemplaciones»

No sabía porque el trato especial y realmente no le importaba, lo único que deseaba en ese momento era golpear aquel saco de arena hasta que sus manos sangraran, necesitaba sacar toda esa ira y decepción que le provocó visitar a su padre y recordar la conversación con su amiga no le ayudó mucho. Después de escuchar a Adele descartó llamar a Ava, pues esta solía ser más dura en cuanto de dañar a Ángel se trataba, ellos eran amigos y era entendible que también lo defendiera. Pero aún así le seguía doliendo que la abandonaran por completo, un vacío se extendía por su pecho extrañando las locuras de sus amigos.

Que difícil era la vida, cada día lo iba entendiendo más y trataba de irse adaptando, las cosas para ella nunca eran fáciles y comenzaba a frustrarse, todos pensaban que su estadía en ese lugar era de lo más "maravilloso " que podría estar disfrutando ya que se encontraba al lado del amor de su vida, nada más lejos de la realidad. Desde que llegó le tocó sufrir, encontrarse de nuevo con su pasado más doloroso fue su primer shock y el segundo fue someterla a un estado de vida al que no estaba acostumbrada, por lo que vivió un completo infierno durante esos tres meses pensando que se había olvidado de ella y que quizá nunca saldría de ahí.

—Ya no seré tu entrenador —Alexey se acercó a ella, quien frunció el ceño confundida

—¿Por qué no?

—El señor te asignó otro entrenador, desde ahora serán más duros contigo y tendrás que pasar cada uno de los retos y tarea que se te impongan, sino terminarás muerta.

—Olvidas que no puedo morir sin una orden directa del Jefe —soltó sonando arrogante

—Para la hermandad si tú no puedes siquiera pasar esto, no eres digna de nuestro jefe.

Alzó las cejas sorprendidas al ver la seriedad con la que hablaba Alexey.

—Ok, y quién será mi nuevo entrenador —estaba fastidiada con el cambio, con mucho esfuerzo se había adaptado a ese ritmo y que fuera hora de pasar a un siguiente nivel, no se creía capaz de resistir.

—Yo —la voz a sus espaldas retumbó haciéndola girarse para encontrarse con el mismo hombre del comedor

—¿Usted?

—Si, siempre es bueno hacerle favores al Jefe, suele ser muy generoso con la paga.

Se quedó en silencio viéndolo quitarse la camisa descubriendo su cuerpo lleno de tatuajes similares a los que tenía Dmitry.

—Se acabaron los juegos, niña. Conmigo aprenderás a ser una verdadera mujer de la mafia rusa.

Sonrió, era justo lo que necesitaba y era por lo que se había mentalizado venir todos los días a ese lugar. Debía eliminar los fantasmas del pasado, también a las personas que consideraba parte de su familia. Ya no quería ser tan buena, con ello sólo había logrado salir dañada de muchas formas. Quería saber defenderse sola sin necesitar de nadie, necesitaba más que nunca sentirse como una mujer empoderada capaz de doblegar a cualquiera. Quizá y los deseos de Dmitry si se convertir en realidad, eliminarle cualquier atisbo de luz que existía en su ser. Quería volverla oscuridad, que fuera la dueña de la noche y que temblaran ante ella por la misma crueldad que él poseía.

—Empecemos, entonces, quiero que me demuestres porque eres uno de los jefes de los Vorys —el hombre sonrió sádicamente sabiendo lo que le esperaba a la chica que se mantenía con buena actitud que estaba seguro se iría al suelo después de los primeros diez minutos.

—No querrás averiguar eso.

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