Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10


Narra Camila

Abordamos el helicóptero junto a dos escoltas, sobrevolamos toda la zona boscosa, asombrándome ante la vista desde las alturas. La mansión se pierde de vista y duramos al menos veinte minutos en las alturas, hasta que aterriza en un helipuerto ubicado aún en la espesura del bosque.

Bajamos, en la zona hay más hombres custodiando el área, hay tres camionetas y uno de ellos abren las puertas de una. Subo, seguida de él, sin dejar de ver asombrada todo e imaginando lo hermoso que se ha de ver cuando caiga la nieve.

Durante el camino Dmitry se pone al teléfono hablando en su idioma natal, no entendía mucho lo que decía sólo logré a traducir un "Custodien toda la zona, no quiero errores" , no le presté atención sólo me dediqué a ver los árboles pasar.

—Sobre lo de mi familia... —comencé a hablar cuando colgó la llamada, levantó su vista del aparato para ponerla sobre mi —necesito verla o hacerles saber cómo estoy.

—¿Y cómo estás, Camila? —inquirió sarcástico

Removí mis manos sintiendo los nervios erizar mi piel.

—Tengo salud, que es lo importante.

Alzó sus cejas e hizo un gesto burlón.

—No, y no voy a recordarte mis condiciones —dio por terminada la conversación volviendo su atención a su móvil. Apreté mis dientes, conteniendo la rabia. Me jodia que me estuviera excluyendo de todos, no solo de mi familia sino del mundo.

—Necesito mis documentos, mis tarjetas, mi móvil y todo eso lo tengo en casa. Necesito volver

—Cállate que me estás exasperando y si sigues con lo mismo te mandaré de vuelta a la mansión.

Maldito, hijo de puta —susurré en algo inaudible para él, sólo me miró de reojo ignorándome por el resto del camino.

Entramos a la ciudad levantándome el ánimo al volver a la civilización, el tráfico estaba terrible haciendo más difícil e incómodo la estadía en el interior del auto. El hombre a mi lado ni siquiera me miraba, estaba actuando como si no estuviera a su lado, logrando exasperarme por su maldita actitud.

Nos detuvimos frente a un centro comercial, abrieron la puerta de mi lado para que saliera, sonreí admirando mi alrededor, sintiendo la emoción al ver a tantas personas caminar sumergidas en su propio mundo, el ruido de los autos y el olor a gas, reí entre dientes, nunca pensé extrañar el ruido y la atmósfera de las ciudades.

Caminé rodeando el auto llegando al lado de Dmitry quien comenzó a caminar al interior del edificio. Aún recuerdo la primera vez que visité está ciudad, quedé fascinada.

—¿Recuerdas cuando me trajiste aquí? —pregunté tratando de seguirle el paso para caminar a su lado.

—Si —contestó con sequedad

Me trajo para mi cumpleaños número diecinueve, para ese entonces ya vivía con él. Me regaló un apartamento en la zona más costosa de la ciudad, con una vista increíble. Cómo todos los momentos a su lado, los recuerdos eran nítidos, no le permitía a mi memoria borrarlos porque fueron los momentos más felices de mi vida.

Porque aunque ahora camine a su lado las cosas cambiaron, hace cinco años caminaba tomada de la mano de un hombre que no se cohibía a demostrarme cariño, a dedicarme palabras de amor así como comentarios atrevidos que me ponían la cara más roja que un tomate. Ahora, en cambio, el hombre a mi lado parecía más un témpano de hielo que ser humano, parecía no soportar mi presencia, hastiarlo con cada palabra que salía de mi boca y me rehuía cada que intentaba tocarlo. Mi corazón se quemaba ante la indiferencia, pero trataba de entenderlo, porque si fuese al revés yo actuaría igual o peor que él. Lo hubiese eliminado de mi vida y si es posible jume hubiera mudado al centro de la tierra para no volver a saber más de su existencia.

Cada noche durante estos cinco años lloraba amargamente, recordando esa última noche. Como su mirada se transformó al oírme, al verme partir vi el sufrimiento en sus ojos, sin saber que ese día yo también me ahogaba en dolor al dejarlo, sabiendo que jamás volvería a ser feliz como lo fui a su lado, a pesar de todo.

—¿Qué tal este? —me preguntó la muchacha de la tienda mostrándome un corto vestido

—No creo que sea lo ideal, el frío está a nada de llegar

—Lo es si lo acompaña con unas medias —dijo logrando convencerme, elegí muchos atuendos mientras el ruso me esperaba en un sofá con sus ojos pegados al móvil. Me molestaba ver como cada mujer que pasaba a su lado le coqueteaba y trataba de llamar su atención. Caminé enojada cuando le volteó a ver el trasero a una de ellas, me posé frente a él mostrándole el mío.

—Este es el que te comes, así que deja de mirar otros —no pude controlar el impulso, pero es que me desquiciaba pensar que ese hombre ya no era solo mío.

—¿Disculpa? —enarcó una ceja sonriendo, mostrando su dentadura blanca y perfectamente alineada —Me como el que se me da la gana, puedo ver el que quiera.

—¿Ah, si? Haberme dicho que no éramos exclusivos, supongo que no tengo inconvenientes en mirar otros hombres y comerme su... —ni siquiera supe en que momento se levantó y pegó sus labios contra los míos, callándome de inmediato.

—Hazlo y conocerás al demonio que habita en mi —volvió a unir nuestras bocas en un beso demandante y territorial —no trates de jugar conmigo y cuida esa boca.

—No te tengo miedo

Río

—No me conoces, Camila. Vete a buscar tu ropa que me estoy aburriendo aquí —volvió a sentarse y a sumergirse de nuevo en su móvil.

—También quiero un celular

—Ni lo sueñes

—No te estoy pidiendo permiso, sólo te lo comentaba, porque lo compraré.

—¿Y con qué dinero? —se burló —¿Con el de las tarjetas que tienes en tu casa?

Me incliné hacia el quedando muy cerca de su rostro.

—Si, porque tú me llevarás a ella, dejarás que saque mis documentos y todo lo que necesito, de lo contrario —me acerqué a su oído para susurrarle: —no volverás a tocar este culo, bebé.

Tensionó su mandíbula e hizo su cabeza para atrás, mirándome con su oscuridad emanando de sus ojos.

—No es el único disponible para mi, hay muchos, no te hagas la importante. Además ni siquiera seré yo quien te buscará —se relamió los labios —lo harás tú, vives ansiosa por que te monte todo el tiempo.

Odiaba que me conociera tan bien, pero si mi abstinencia lograría conseguir lo que deseaba, haría mi esfuerzo por contralor mis deseos. No creía que me constara mucho, cuando tenía años reprimiéndolos.

—No lo haré, y si me buscas tú primero, entonces me llevarás a mi casa —hice una pausa mirándolo los pozos azules que tenía como ojos —porque sé que me buscarás, podrás tener muchas disponibles pero ninguna de ellas soy yo, con la única mujer que sacias esas ganas, porque con dos años nunca te aburriste, me follabas con las mismas ansias que lo hiciste la primera vez, es más, hasta me atrevo a decir que cada vez las ganas te aumentaban. Y mírate ahora, sigues disfrutando y rompiendo mi culo de la misma manera. Estoy metida no sólo en tu negro corazón, sino en tu mente también.

Su mirada subió de intensidad intercalando entre mis ojos y mis labios, los cuales relamí haciéndole la invitación para que los tome como le de la gana.

—No me impongas estupideces, te tomaré cada que quiera sin tener que cumplir con tus ridículas estipulaciones.

Reí palmeando suavemente su mejilla la cual apartó de inmediato.

—Eso sólo me confirma aún más lo que acabo de decirte —besé sus labios lentamente —no te pongas duro, no me escaparé, volveré contigo y dejaré que hagas lo que tú desees.

No me dijo nada, con una mirada entendí y volví a buscar más ropa, elegí calzado, ropa interior, mas blusas, americanas, abrigos y algo de joyería. Le pagaría cada billete cuando tuviera acceso a mi cuentas bancarias, era de gustos caros por lo que no me abstendría de elegir cuanto lujo quisiera.

Dmitry ni siquiera se molestó en escuchar el total, sólo sacó su tarjeta y se la entregó a la cajera. Las bolsas las cargaron los guardaespaldas quienes caminaban atrás de nosotros, al salir miré confundida a los reporteros que comenzaban a tomarnos fotos. Me aferré al brazo de Dmitry cuando comenzaron a hacer preguntas incómodas, los escoltas se encargaron de alejarlos de nosotros pero los flashes no pararon ni siquiera se abstuvieron de gritar sus preguntas.

«¿Este es el hombre por el que dejó plantado a Ángel Davis?» «¿Desde cuando es amante del mangnate Dmitry Ivankov?» «¿Aprueba su padre esta relación?»

Eran algunas de las preguntas, las cuales ignoré abordando rápidamente la camioneta seguida de Dmitry, quien estaba serio. No entendía cómo supieron que estaba aquí, no era alguien tan mediático, era conocida por ser la hija de mi padre y por el compromiso con Ángel, nuestra boda fue titulada como una de las bodas del año. Que mencionaran que dejé plantado a Ángel me dejó descolocada.

—¿Tú planeaste esto? —pregunté mirándolo furioso, era claro que él había sido el responsable, no se mostraba para nada sorprendido y parecía muy relajado, él odiaba los reporteros y siempre les rehuía, sino hubiera sido planeado ahora mismo estaría despotricando contra sus hombres por no haberlo alertado.

—No —mintió

—¡Eres un maldito! —exclamé lanzándole manotadas mientras mis lágrimas se deslizaban por las mejillas imaginando el dolor que esto le causaría a mi ex prometido, no era la manera. No así, él no se lo merece.

—Cálmate —tomó mis manos inmovilizándome —de una u otra manera se iba a enterar. El mundo tiene que tener claro que tú eres mía, no de otro imbécil.

Seguí llorando, parecía que el sentimiento de culpabilidad nunca me iba a abandonar, parecía una maldición. Nunca quise hablarle de lo sucedido con Dmitry porque consideraba que no era necesario, era un pasado que quería borrar y no quería que se pusiera a competir con el amor que le tenía al ruso.

—Es mi culpa —comencé a susurrar —todo esto es mi culpa.

Ty ni v chem ne vinovat, malysh «Nada de esto es tu culpa, pequeña» —me atrajo a su regazo abrazándome como solía hacerlo cuando me amaba, enterré mi cabeza en su pecho, ensolviendo su aroma y dándome esa calidez que necesitaba. Estaba comenzando a colapsar, tantos años reprimiéndome y ahogándome con mis recuerdo, reprochándome a misma por lo que no dije, por haber sido ingenua al creer en las palabras de mi padre. Hoy más que nunca comprendía el inmenso poder que poseía Dmitry, mi padre, un simple empresario jamás hubiera podido contra él. Mi padre me manipuló, jugó con mi miedo y me obligó a hacer lo que él quería para mi.

El auto se detuvo y no molesté en mirar hacia la ventana, sólo me quedé aferrada a él, sujetando con fuerza su camisa con miedo a que me apartara, no quería soltar, nunca más. Él era mi lugar seguro, donde me sentía yo misma. No me soltó, salió del auto conmigo rodeando su cintura con mis piernas y sus manos sujetándome para que no me cayera, no sabía a dónde íbamos y no quería saberlo.

Trataba de calmar mi llanto pero no podía. Cada recuerdo de mi yo llorando desconsolada en mi antigua habitación, visitando los lugares a los que había ido con él, mirando las fotos que teníamos juntos, las promesas, los planes que teníamos a futuro. Lloraba por lo mucho que sufrí en ese entonces, por cómo me dejé manipular por quien se suponía era el hombre que más anhelaba mi felicidad. Pero no, el solo me veía como uno más de sus negocios, algo que intercambiar a cambio de hacer crecer más su imperio.

Sentí como me acostaba en un mullido colchón, sin soltarme, se colocó a mi lado abrazándome y besando mi coronilla, acariciando mi espalda y trazando círculos sin segundas intenciones. Era como si nada hubiese cambiado, como aquellas tardes en las que me consolaba cada que intentaba hacer las pases con mi padre.

—No me dejes, por favor —pedí apretándolo más contra mi.

—Nunca lo he hecho —susurró casi inaudible, tomó mi rostro apartándolo de su pecho para mirarme a los ojos, se quedó así por unos segundos para después presionar sus labios contra los míos, besando mis labios suavemente, haciendo que mi corazón latiera acelerado, sintiendo que no podía con ese amor tan grande que sentía por él.

—Estoy cansada de todo esto, te dañé a ti y ahora lo dañé a él. No merezco ser feliz

—Cálmate y no digas estupideces, duerme que yo estaré aquí —volvió a besar mis labios para después volver a acomodarme en su pecho.

Seguí sollozando, pensando en todo con la cabeza a punto de explotarme. Imaginando a mi padre furioso y decepcionado. Eran tantas cosas que me atormentaban que no pude conciliar el sueño, sólo caí en un estado de limbo.

Las situación me estaba sobrepasando, había llegado al colapso con todo lo vivido estos últimos tres meses y hasta ahora me permití sacarlo todo al lado del hombre que me daba seguridad. Porque aún en mi estado lo sentí acariciarme mientras tarareaba una nana en ruso.

"...no tengo miedo, y no me miento a mi mismo
Mi cuerpo tiene cicatrices y mi palma está sucia
Mi corazón está astillado y mis ojos están tristes
No volveré nunca más, de verdad nunca más"

Cantaba en su perfecto ruso, helándome por el significado de aquellos versos, lo que siguió no pude comprenderlo y no alcancé a terminar de escucharlo todo porque por fin logré caer en la inconsciencia y al fin descansar algunas horas.

...

Desperté sola en la cama, al ser consciente de mi alrededor me levanté de inmediato recordando perfectamente el lugar. Era el apartamento que me había regalado, me levanté para husmear en los cajones y todo seguía tal cual lo dejé, había maquillaje, ropa y zapatos.

Corrí de regreso a la cama, sentándome a un lado del buró del lado izquierdo, rebuscando una caja que guardé al fondo, de nuevo las lágrimas se asomaban por mis ojos cuando la encontré y la destapé, eran fotografías de nosotros dos.

Mi favorita de entre todas era una donde él está acostado sobre la nieve y yo sobre él besando sus labios. Recordaba ese día, fuimos a pasear al bosque para distraernos un rato y alejarnos del ruido de la ciudad.

—¿A dónde me llevas, Dima? —pregunté al ver que estábamos saliendo de la ciudad

—A un lugar lejos de la ciudad, quiero mostrarte algo.

—¿Qué cosa? ¿A caso me tienes otra sorpresa? —hizo una mueca negando con la cabeza

—Algo así

Me encogí de hombros y estiré mi brazo hacia la radio para poner algo de ambiente. Amaba escuchar música mientras viajábamos, a mi parecer hacía romántico el momento.

—Ahh, por Dios como amo esa canción.

"Así que puedes llevarme
Dentro del bolsillo de tus jeans rasgados
Sostenerme cerca hasta que nuestros ojos se encuentren
Y jamás estarás sola

Y si me haces daño
Está bien, nena
Solo las palabras sangran
Dentro de estas páginas, solo me abrazas
Y nunca te dejaré ir
Espera a que vuelva a casa"

Canté sin dejar de mirarlo, lo amaba con cada partícula de mi ser, no me imaginaba una vida donde él no estuviera.

"...Cuando yo esté lejos
Recordaré cómo me besaste
Bajo el poste de luz, en la parte de atrás de la calle 6
Oyéndote susurrar a través del teléfono
Espera a que vuelva a casa"

Terminé de cantar pensando en que yo jamás lo dejaría, estar sin él era como estar sin él oxigeno. Él me apoyaba, me animaba a seguir mis sueños, me amaba y lo demostraba.

Nos adentramos a una área boscosa, fruncí el ceño, no sabía que era tan amante de la naturaleza para traerme hasta aquí. De pronto paró el auto a medio camino, se quedó pensativo con la mirada al resto del camino que se perdía entre los árboles llenos de nieve.

—¿Sucede algo, mi amor? —pregunté tomando su mano, acto que lo hizo despertar de su pequeño ensimismamiento, tomó una larga respiración y negó con la cabeza.

—Nada de que preocuparse —contestó llevando una de sus manos a mi mejilla y acariciarla suavemente.

—¿Qué es lo que me vas a mostrar? —pregunté sintiendo las ansias carcomerme

—Este lugar, bajemos —dijo abriendo la puerta e hice lo mismo con la de mi lado, él llegó hasta mi y rodeó mi hombro con su brazo pegándome al cuerpo

—No sabía que amabas tanto el bosque —comenté mirándolo, él sonrió de medio lado sin despegar la mirada del frente.

—Me gusta el silencio y por eso quise traerte aquí —nos detuvimos para contemplar nuestro alrededor —no es una sorpresa pero quería pasar un momento contigo en un lugar como este.

Sonreí, me gustaba que me mostrara lo que le gustaba, habían veces que se mostraba tan taciturno que se me hacía difícil entenderlo.

—Me gusta —dije librándome de su brazo para caminar a una pequeña distancia lejos de él, me agaché para firmar una bola de nieve y lanzársela, reí asombrada cuando con gran agilidad la esquivó —Tienes buenos reflejos

—Estoy bien entrenado —comentó recordándome lo que era, muy pocas veces tocábamos ese tema, prefería mantenerme al margen y no saber sobre sus negocios sucios.

Una gran bola de nieve chocó contra mi brazo, abrí mi boca indignada hacia él, estaba tan distraída que no me di cuenta cuando se agachó a recoger nieve para lanzármela

—¡Oye! Me las pagarás —corrí hacia él con gran impulso me lancé sobre su cuerpo haciéndolo caer al suelo.

—Creo que me quebraste la espalda —exageró riendo, lo imité mirándolo con un poco de culpa.

—Lo siento, pero te lo ganaste.

—¿Ah, si? —alzó una de sus cejas y asentí —¿Sabes qué si me gané?

—¿Qué cosa? —ronronee rozando nuestros labios

—Una cogida en mi auto —tomó mi labio inferior succionándolo y mordiéndolo suavemente, gemí moviendo mis caderas rozándome sobre él

—Que rico premio, bebé

—Todo para ti, malenʹkiy

Al día siguiente llegó con esa fotografía que no supe cómo la había obtenido, alegó que tenía sus métodos y que no los cuestionara.

La puerta de la habitación se abrió, volteé a verlo, se veía exquisito cubierto sólo con un pantalón de dormir y con la parte de arriba descubierta. Reparó en lo que sostenía en mi mano e hizo una mueca de fastidio.

—Ese día —alcé la fotografía —ibas a llevarme a la mansión, ¿cierto?

Se quedó en silencio por unos segundos viendo fijamente el papel en mis manos sin mostrar ninguna emoción.

—Si —luego de unos largos segundos

—¿Por qué te arrepentiste?

Desvió su mirada a mis ojos encogiéndose de hombros.

—No estabas lista para conocer quien era en verdad

—¿Quieres decir que fingías lo que no eras? —pregunté con el corazón en mi boca

—No, tu conociste mi lado humano.

—Y ahora estoy conociendo al demonio —sonrió de lado

—No has visto nada de lo que soy capaz de hacer, tenerte encerrada en aquel lugar no me hace malvado. Lo hice por tu propio bien, para que no tengas que ocupar de nadie para defender tu propia vida.

—¿Y por qué debería preocuparme por pelear por mi vida? No soy una criminal para que quiera matarme

—Pero si eres mi mujer y solo por ese simple hecho muchos quieren tu cabeza.

Me levanté de un solo mirándolo horrorizada, con el miedo recorriendo cada parte de mi cuerpo.

—¿Qué?

—Mis enemigos te quieren muerta, creen que eres una de mis debilidades.

—¿Y lo soy? —pregunté en un hilo de voz, su mirada se volvió un témpano de hielo negando con su cabeza.

—Yo no tengo debilidades, si te protejo es porque no quiero que hagan lo que yo debería hacer.

Una lágrima se resbaló por mi mejilla entendiendo su referencia.

—¿Y entonces porque no lo haces? —no contestó —¿No tienes el valor? ¡¿Qué esperas para hacerlo, maldita sea?!

Dio unas zancadas hasta llegar hasta mi, me tomó fuertemente de la cintura y pegó sus labios contra los míos, tomándolos con ferocidad, chupándolos, mordiéndolos como siempre. Le correspondí de la misma manera, colgándome de su cuello, elevando mis piernas hasta su cintura, jadeando ante el deseo frenético que se despertaba como un lobo hambriento con cada beso y a veces con una simple mirada bastaba para nos quisiéramos devorar el uno al otro. Ese fuego que un día hubo entre nosotros estaba volviendo a encenderse, tomando fuerzas con cada beso, con cada toque y con cada embestida. Nos pertenecíamos el uno al otro y ninguno podría decir lo contrario, pues no nos habían bastado todos estos años separados para olvidarnos, porque él no lo había hecho, lo demostró cuando fue por mí el día de mi boda, al querer matar a Ángel por haber estado conmigo. Me lo demostraba cada vez que me besaba y me cogía hasta el cansancio, con la misma hambre de siempre, que parecía que nunca la saciaría.

—Porque no puedo hacerlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro