
64. El regalo perfecto
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Marinette no estaba muy segura de cómo terminó en el distrito comercial con sus amigos. Sus verdaderos amigos. Después del día loco que había tenido.
Fue una mezcla de Mireille y Aurore sugiriendo que probablemente querría conseguir los materiales para su vestido pronto. Marc recordándole que había prometido acompañarlo a elegir su ropa para el baile. Y una mezcla de comentarios alentadores.
En un principio, Marinette estaba preocupada. No tenía idea de qué motivo había traído su abuela de vuelta a casa, ni cuánto tiempo se quedaría esta vez, y lo último que quería era que se repitiera lo de su cumpleaños.
Entonces, Luka, Aurore y Marc habían sido los que preguntaron a sus padres si estaba bien que se la llevarán un rato al centro comercial.
Marinette le dio una mirada de cachorro a su abuela, la cual, probablemente entendió su predicamento, y le aseguro que se quedaría un par de días más antes de viajar a Lyon, y luego regresaría para pasar el día de los héroes con su familia. Esa noche cenarían juntos.
De modo que, a fin de cuentas, Marinette obtuvo permiso de salir, y todo el grupo se dirigió a la zona comercial.
Para la alegría de todos, la diseñadora entró en ambiente muy rápido. Se unió con Aurore y Mireille al frente del viaje, las tres tratando de señalar diversas opciones a Nathaniel y Marc, sobre sus vestimentas para el baile.
—El próximo año, recuérdame encargarte con antelación —Nathaniel se quejó juguetonamente con Marinette, antes de que su atención fuese atraída por una chaqueta de cola larga, color café.
Marinette se rió entre dientes —te haré espacio en mi agenda —le regresó el mismo tono, antes de mostrar su aprobación hacia la prenda, apreciando los acentos en diferentes tonos cálidos como dorado y terracota.
Durante el trayecto, Marinette también noto que Marc parecía estar inclinándose hacia la apariencia clásica del héroe forajido: pantalones ajustados y de tiro muy alto, camisa holgada de manga larga, y quizás un chaleco para complementar.
En algún momento, la oji-azul se encontró escabulléndose hacia una bodega de telas, solo con Marc y Luka.
Cuando el músico fue a conseguirle una canasta para ella, Marc tomó su mano para llamar su atención.
— ¿Sabes? ¡Voy a hacerlo! —susurró, pero con determinación.
Marinette lo miró sin entender —eh... ¿Hacer qué?
Las mejillas del escritor empezaron a ponerse rojas —voy a... v-voy a i-invitar a Nath —tartamudeó un poco —tú sabes... al baile.
Solo por pura fuerza de voluntad, Marinette contuvo el chillido de emoción que estuvo a punto de salir por su garganta —oh, Marc, eso es fantástico. Sabes que te apoyo al cien por ciento —ella lo tomó de ambas manos — ¿Y? ¿Cuándo se lo dirás?
El pelinegro se mordió los labios con nerviosismo —uh, planteamos almorzar fuera mañana... así que, tal vez...
Marinette frunció los labios en un puchero reflexivo —para el almuerzo ¿Eh? —Marc la miró, confundido sobre por qué ella parecía estar haciendo cálculos en su cabeza —sí creo que puedo lograrlo esa noche.
—Lo siento ¿Qué? —el escrito no estaba muy seguro de la dirección en que se había movido la conversación.
—Te dije que tendría algo para que le dieras a Nath junto con la invitación ¿recuerdas? —Marinette le hizo memoria, con una gran sonrisa.
Marc le dio una sonrisa nerviosa de regreso —no tienes que hacer nada como eso, Marinette.
—Oh, tonterías —ella lo desestimó. Y, en cuanto Luka regresó, tiró de ambos hacia los estantes que contenían los rollos de seda y buscó por un momento hasta encontrar lo que quería, seda degradada, de naranja a crema.
—Nettie ¿Qué es lo que piensas hacer? —Marc preguntó, sin poder evitar su curiosidad.
Mientras colocaba el rollo de tela en la canasta para llevarla a cortar, Marinette sacó su cuaderno de bocetos con una mano y la abrió en la página que necesitaba, pasándoselo a Marc antes de señalar con el índice el artículo que planeaba hacer.
Marc y Luka miraron con curiosidad. Al pelinegro se le iluminaron los ojos, recordando el interés que Nathaniel había expresado en estos diseños en particular de Marinette.
Honestamente, Marc tenía una amiga increíble.
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Después de una hora y media, Nathaniel y Marc estaban bastante seguros de cómo serían sus atuendos para el baile. Aurore había adquirido una nueva paleta de sombras escarchada. Y Marinette tenía una gran bolsa con telas, un paquete de cuentas y unos cuantos hielos nuevos.
El grupo hizo una parada en un adorable local bohemio, con una gran variedad de tés de burbujas, donde todos consiguieron uno para sí mismos, y finalmente decidieron despedirse por la tarde.
Luka se despidió con un abrazo de Marinette, aprovechando para susurrarle una pregunta que nadie más escuchó, a lo que Marinette asintió suavemente. Después de eso, subió al auto que transportaba a Aurore, quien se había ofrecido a llevarlos a él y a Nathaniel. Marc se iba con ella y Félix, ya que vivía más cerca de la panadería que de sus compañeras de clase.
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Minutos más tarde, cuando el SUV de Félix se detuvo fuera de la panadería, Marinette presionó suavemente su hombro contra el de Félix — ¿Puedes subir un momento? Te prometo que no tomará mucho tiempo.
Félix negó con la cabeza —no me importa en absoluto ¿Necesitas ayuda? —señaló con la cabeza las bolsas que descansaban en el suelo del auto, ya alcanzando una de ellas.
Marinette hizo una pequeña mueca —no pregunté por eso, no es pesado. Es que tengo algo que mostrarte —sin embargo, tomaron sus compras entre los dos antes de que Félix abriera la puerta.
—Regresaré en cinco minutos —el rubio le hizo saber a su conductor.
Jeeves asintió hacia el hijo de su empleadora con una pequeña sonrisa, en total silencio.
Entraron por la puerta del edificio y subieron de inmediato al departamento. Marinette dejó sus bolsas sobre el escritorio, cerca de su máquina de coser, y Félix la imitó. Justo después, ella lo tomó de la mano y tiró de él hacia la pequeña escalera que subía hasta su cama.
Félix estaba confundido.
Ella estaba un poco nerviosa, y caminaba delante de él, cubriendo la mayor parte de su vista del altillo en su habitación. Félix arqueó una ceja, preguntando en silencio, hasta que ella se apartó.
El maniquí femenino estaba allí, a un costado de la cama. Sobre él reposaba la chaqueta que Félix había encargado para su madre.
Cuando Marinette soltó su mano, Félix caminó hacia la prenda para poder apreciarla adecuadamente.
Estudió las costuras, la simetría de las piezas y el estado impecable de la tela.
Todo estaba perfecto, como sabía que lo sería.
—Mira la parte de atrás, espero que te guste —Marinette instruyó en voz baja, antes de que Félix pudiera decir cualquier cosa.
Haciendo girar el maniquí con mucho cuidado, Félix observó el elaborado bordado en la espalda. Sus ojos se deslizaron por la figura, al igual que la yema de sus dedos trazó con sutileza el ave y las flores.
—Esto es una golondrina ¿Verdad? —el rubio preguntó, ya sabiendo la respuesta, y el significado detrás de la criatura — ¿Qué pasa con las flores?
—Sedum amarillas, creo que también las llaman crespinells —ella informó, mirándolo hacia arriba, entre sus frondosas pestañas.
Félix se tomó un momento para sacar su teléfono y hacer una rápida búsqueda al respecto. Mientras tanto, el ritmo cardíaco de Marinette estaba tan acelerado que la chica sintió que iba a tener un ataque solamente por la anticipación de su opinión.
Una vez que Félix terminó su pequeña búsqueda, se guardó el teléfono en el bolsillo del pantalón y tomó una de las manos de Marinette. Un suave tirón y ella estaba envuelta entre sus brazos, con una familiaridad envidiable, como si fuera la posición perfecta para ellos.
Félix envolvió un brazo alrededor de su cintura y ella se apoyó en su hombro, exhalando un suspiro de alivio.
— ¿Si-significa que te gusta cómo quedó? —ella balbuceó después de un momento.
Félix respiró despacio, relajándose con el toque de coco que matizaba el aroma a postre de la chica ese día —estoy seguro que mamá lo va a adorar —le aseguró.
Y solo entonces, Marinette pudo relajarse completamente en su abrazo.
Parecía que, cada vez que se abrazaban, les costaba un poco más dejarse ir.
Antes de que Félix encontrara la voluntad de retirar su brazo, Marinette apretó suavemente sus manos justo debajo de sus hombros, llamando su atención.
— ¿Félix?
El rubio tarareó en respuesta — ¿Sí? —preguntó en voz baja. Estaban a tan solo un palmo de distancia, solo lo suficiente para mirarse, y ella aún se encontraba envuelta en su abrazo.
Dios. El autocontrol que hacía falta para no besarla ahora.
Félix no sabía cuánto tiempo más iba a poder resistirse a ella.
La boca femenina se abrió y cerró un par de veces. Ella estaba claramente nerviosa por lo que sea que iba a decir, lo cual no ayudaba mucho a su voluntad, pero también elevó su curiosidad.
Sí, mejor concentrarse en la curiosidad que en sus hipnotizantes y rosados labios.
—Y-yo... me preguntaba... tal vez podría- quiero decir, podríamos... —los ojos de ella saltaron por su rostro durante un segundo, o menos, para luego tratar de mirar otras partes de su habitación.
Félix levantó una mano, afianzando al mismo tiempo su otro brazo alrededor de ella, y tomó el mentón femenino entre sus dedos, aplicando una presión ligera —Marinette. Para —él le dijo, firme pero suavemente, igual que su toque, centrando su atención. Ella se calló, apretando los labios con vergüenza —respira despacio y profundo... otra vez —él hizo el mismo ejercicio con ella, sintiendo como se tranquilizaba bajo su toque —ahora ¿Qué era lo que querías decirme?
Marinette se obligó a tragarse el pequeño nudo que aún se atoraba en su garganta, e intentarlo de nuevo —quería... saber si no te importaba-
Félix la detuvo con un ligero apretón en su barbilla cuando los ojos de ella empezaron a desviarse de nuevo —No —ella se tensó —Mírame a los ojos e inténtalo de nuevo, Bluebell —finalizó con una pequeña sonrisa ladina en sus labios.
Marinette vio eso. Sus mejillas se calentaron, pero ella lo ignoró en favor de mirarlo con ojos entrecerrados, segura de que él se estaba divirtiendo con esto —cruel —ella le susurró, a lo que Félix simplemente ensanchó un poco su sonrisa. Marinette tomó un respiro profundo, sin dejar de mirar sus ojos —me preguntaba si estarías de acuerdo en ayudarme más con mi baile —ella logró decir, claramente, sin balbuceos ni enredos de lengua.
Aunque su corazón estaba yendo a un kilómetro por segundo.
La sonrisa de Félix se suavizó hacia ella, y el agarre en su mentón se convirtió en una suave caricia de su dedo pulgar.
¿Ella quería volver a bailar de nuevo con él? Porque la respuesta era sí. Un millón de veces sí.
No es que no estuviera planeando invitarla al baile de la escuela como una cita, pero esto era incluso mejor.
—Por supuesto, Nettie ¿Cómo suena practicar aquí, un rato, durante las horas de almuerzo? —él respondió.
Marinette bien podría haberse derretido contra él, asintiendo a su sugerencia. Volvieron a abrazarse por unos segundos, mientras el corazón de ella volvía a latir a un ritmo saludable.
—Déjame poner la chaqueta en una bolsa para ti —ella suspiró, separándose sin querer de su abrazo —tu conductor te está esperando.
Él asintió, igual de reticente a soltarla, pero haciéndolo de todos modos.
Marinette encontró una bolsa de papel resistente, con un bonito diseño de ramas y flores rosadas. Ella misma había hecho un montón de esas hacía un año o dos, como participación en una de las actividades ecológicas de las que Mylene siempre estaba hablando.
Dobló cuidadosamente la prenda y la guardó en la bolsa, ambos bajaron las escaleras antes de que le entregara el artículo a Félix.
Recibiendo la bolsa, Félix aprovechó para tomar su mano nuevamente. Está vez, en lugar de tirar de ella en un abrazo, levantó su mano y besó suavemente sus nudillos, del mismo modo en que lo hizo cuando ella le regaló la bufanda.
Ella, en respuesta, se puso de puntillas y lo besó en la mejilla.
Inmediatamente después, Félix le regresó el beso en la otra mejilla.
—Nos vemos mañana.
—Ha-hasta mañana —ella lo despidió en la puerta del departamento, sintiendo que era muy probable que se tropezara y cayera aparatosamente por las escaleras, si intentaba bajarlas, en el estado soñador y aturdido en el que se hallaba.
Tikki salió de su bolsito y la miró, después de que ella cerrara la puerta.
—Ese chico va a hacer estallar mi corazón un día de estos, Tikki —la niña suspiró, recostándose contra la puerta antes de dejarse caer al suelo.
La kwami le sonrió dulcemente a su portadora —a mí me parece que, lo que realmente quiere, es cuidarlo, Marinette —Tikki respondió. Estaba honestamente sorprendida con la forma en que Félix había manejado el nerviosismo de Marinette, y la había ayudado a decir claramente lo que quería, sin burlarse de ella o hacerla sentir avergonzada por eso.
—Ojalá fuera así, Tikki —la niña suspiró.
La kwami roja revoloteó un momento a su alrededor, antes de sentarse en su hombro —vamos, Marinette. Tienes que ponerte al día con las lecciones que te perdiste ¿Recuerdas?
La heroína adolescente suspiró profundamente antes de ponerse en pie —Sí, tienes razón —para su fortuna, Félix y Nathaniel le habían pasado los apuntes de las clases que se perdió, tanto esa tarde después del almuerzo, como en la mañana por estar poniéndome más atención a sus diseños.
Por ahora tenía que ponerse al corriente, trabajar en el regalo de Marc para Nathaniel... y comenzar a pensar qué diablos iba a decir a sus padres y a su abuela sobre lo que había pasado con Alya durante el almuerzo.
~∆~
Félix jugueteó con la chaqueta de camino a casa, tratando de encontrar la escurridiza firma de diseñadora de Marinette en la prenda.
Finalmente la halló, después de dos minutos completos, justo bajo el cuello de la chaqueta, bordada en el forro interno de la prenda.
Félix no estaba exagerando por ella. Sabía que su madre amaría el regalo.
Una vez devolvió el artículo a la bolsa, se relajó contra los asientos de su transporte, cerrando los ojos mientras rememoraba el abrazo de hacía unos minutos, y la petición de Marinette.
Honestamente ¿Cómo esa chica había puesto su mundo de cabeza en tan poco tiempo?
Félix solo tenía una respuesta para eso. Ella era increíble.
Solo un poco más, se animó a sí mismo, recordando el anhelo de besarla que lo atropelló más de una vez ese mismo día. Estaba prácticamente seguro de que Marinette había desarrollado sentimientos románticos por él.
La forma en que ella se sentía cómoda en su cercanía, en su toque; la forma en que ella se aferraba en sus abrazos, tanto como él mismo; la forma en que ella lo miraba. No era solo exageraciones de su anhelo por ella, o su deseo de que ella sintiera lo mismo. Eran hechos. Estaban ahí y Félix lo sabía.
Solo había una última barrera que superar, para demostrarle a ella que podían compartir cualquier cosa uno con el otro. Que podían confiarse cualquier cosa el uno al otro. Cómo ella se lo había demostrado entendiendo y cuidando de su desagrado por la invasión a su espacio personal.
Solo un poco más. Solo quedaba que Félix encajara las últimas piezas del rompecabezas y confirmara completamente el vínculo entre Marinette y los héroes de París.
~∆~
—Buenas noches, Viperion —Ladybug saludó con una sonrisa al joven en traje de serpiente que la esperaba en el tejado de su escuela.
El chico rasgueó las cuerdas de su lira suavemente mientras le devolvía el saludo —buenas noches a todos —Viperion sonrió suavemente cuando vio a la multitud de kwamis revoloteando alegremente alrededor de la heroína en rojo y negro — ¿Tenemos compañía esta noche?
La chica se paró junto a él mientras se encogía de hombros —les prometí que los dejaría acompañarme de vez en cuando, en la patrulla —explicó — ¿Quieres llevar algunos contigo?
—No me importa, si todos están de acuerdo —asintió. Roaar, Daizzi, Barkk, Ziggy, Orikko y Fluff volaron alrededor de sus hombros cuando Ladybug asintió — ¿Dónde necesitas que vaya? —el músico preguntó, a lo que Ladybug le dio un rápido resumen de cómo se dividirían el patrullaje —entendido, por cierto ¿Cómo te fue en casa, después de...? —Viperion dejó la pregunta en el aire.
Ladybug suspiró, apoyándose en un barandal —traté de darles la menor cantidad de detalles posibles respecto a la ruptura de mi amistad con Alya. Ya sabes, el clásico 'las personas a veces simplemente crecen y cambian, y las amistades se separan'... Pero Alya y yo dijimos algunas cosas realmente duras y fuertes hoy... y me di cuenta de que no estaban del todo satisfechos con lo que dije.
— ¿Por qué no les cuentas todo, Bug? —Viperion se apoyó a su lado, y le dio un suave empujón de hombros en consuelo.
Los ojos azules se lanzaron al cielo, donde casi no se podían ver las estrellas, gracias a las muchas luces de la ciudad —Cuando Lila logró que me expulsaran... ellos le creyeron —sus ojos se humedecieron levemente —cuando ella se retractó, y dijo que tenía esta 'enfermedad' que la hacía exagerar las cosas sin control... ellos, mi maestra y el director la creyeron... Entonces ¿Qué se supone que les diga, Vip? —terminó, sonando casi como un sollozo.
Era difícil para Luka asimilar que los padres de Marinette pudieran pensar que su hija cometería las cosas de las que Rossi la acusó, o que no la escucharan por sobre la italiana, pero obviamente ningunos padres eran perfectos, Y Tom y Sabine habían caído en la misma telaraña que la mayoría de la clase de Marinette.
Pero Marinette no era más que un alma bondadosa, que no duda en ofrecer segundas oportunidades a las personas... incluso a aquellos que no lo merecían.
—Aun pienso que deberías intentar hablar con ellos nuevamente. Explicarle las cosas que sucedieron... además, tu abuela no estuvo aquí cuando sucedió ¿No es cierto? —Marinette asintió en silencio —bien, solo piénsalo, mélodie ¿Te veo en un rato? —le sonrió.
—Sí. Gracias, mon serpant —ella le sonrió de vuelta, antes de lanzar su yoyo en una dirección, y llevarse a una parte de los kwamis por ella.
Viperion la observó alejarse antes de tomar la dirección opuesta, asegurándose de que ningún kwami con él se quedara atrás.
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Yo, INMEDIATAMENTE despues de ver que Gabriel baila la canción de Félix.
Me importa un rabano que 'cronologicamente' sea primero de Gabriel que de Félix. Argos la canta y actua un millar de veces mejor.
¡Ver bailar a Gabriel me quita años de vida! Alguien paseme el cloro para que pueda marinar mis ojos en eso UmU
Con su permiso, me voy a escuchar la versión de Félix en portugués que le sale muchísimo mejor. Que, por cierto, me gusta más la canción en portugués, luego en francés, y la de inglés en último lugar. Si no han escuchado los diferentes doblajes vayan a hacerlo en YT y me cuentan cuales les gustan más.
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Pues, Feliz San Valentín, supongo.
No sé si lo he mencionado antes, pero no es una festividad que celebremos en mi país. Pero espero que hayan pasado un lindo día todos aquellos que si lo celebran.
No tengo mucho que decir sobre el retraso en este capítulo además de: lo siento, y gracias a todos los que se preocuparon por mí y por mi bienestar.
No trato de excusarme, sino de responder a aquellos que preguntaron por mi estado. En casa tuvimos un percance. Parte del techo del garaje se nos desmoronó en medio de la noche hace algunas semanas. Fue un susto terrible en el momento (yo estaba en la sala, que se separa del garaje por solo media pared. Literalmente salté del sófa donde estaba hasta la otra punta de la sala del susto) luego vino el repararlo, las obras, y aún nos falta remplazar todo el cielo raso del garaje y la sala.
Gracias a todos por su preocupación.
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