Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11. Tenemos que hablar


Marinette había logrado unos buenos y sólidos... 35 minutos de sueño ininterrumpido.

Después de eso, estuvo entrando y saliendo del sueño en tramos de unos pocos minutos, durante otros 45, hasta que finalmente se hartó y avisó a los kwamis antes de levantarse.

—Marinette ¿No deberías descansar un poco más? —Tikki se elevó frente a sus ojos primero, seguida de Mullo, Wayzz y Sass.

La niña negó con la cabeza —lo intenté, no puedo seguir durmiendo, Tikki —se levantó de la cama —mejor hacer algo productivo con mi tiempo.

De modo que, tomó sus patrones, sus telas e implementos de costura y los regó en el suelo para ponerse a trabajar. Antes de eso, sin embargo, decidió que necesitaba una ducha rápida y un cambio de ropa más cómodo, así que sacó algo de su guardarropa e hizo precisamente eso.

~∆~

Félix estaba muy inclinado a pensar que había más magia, a parte de los miraculous, regada por París.
Porque la magia tenía que ser la única explicación a los impulsos más extraños que estaba teniendo, cada vez con más frecuencia.

¿Cuándo, en su vida, Félix se imaginaría tomándose la molestia de fotocopiar sus notas de clase para dárselas a una compañera de asiento?

...

Pero ahí estaba él, en la biblioteca de su nueva escuela, sacando copias a sus cuadernos.

Recogió las hojas de papel, aún tibias, y dejó rápidamente la biblioteca para volver por las escaleras hacia el primer piso. Mientras, se reprendió en silencio ¡Podría simplemente haber tomado fotos de su cuaderno y enviárselas a Dupain-Cheng! ¡Él había obtenido su número esa mañana, por amor a Dios!

Sacudió la cabeza para despejar el lío en su cabeza.
Si tenía que ser totalmente honesto, él solo quería una excusa para hablar con Dupain-Cheng, encontrar una respuesta a su abrupta huida y ver si podía arrojar alguna claridad sobre la nueva mentira de Rossi.

Con eso en mente, se encaminó fuera de la escuela con intenciones de dirigirse inmediatamente a la panadería en la esquina cuando la mención de su primo, seguido por la voz del mismo lo hizo desviar su atención instintivamente.

—No estoy contenta con esto, Adrien.

Félix observó caminar junto a su primo, a una chica del tamaño de Marinette, con el mismo tono de cabello, solo que más corto, y pequeños ojos cafés; era de ascendencia obviamente asiática, tal vez japonesa, si estaba escuchando bien el ligero acento escondido y el tono formal en su voz. Vestía un uniforme que gritaba prestigio y tenía el porte de alguien versado en la pelea.

Se le hacía familiar de algún modo.

—Me disculpo, Kagami —Ah, la heredera del Clan Tsurugi, proporcionó su mente, la rival esgrimista de Adrien —la sesión se adelantó inesperadamente, y no corre por cuenta de mi padre, estamos trabajando en conjunto con otras marcas.

La chica Tsurugi lanzó un suspiro que parecía más exasperado que resignado, pero simplemente asintió. Félix finalmente se aburrió y decidió volver a su plan original de sacarle información a Dupain-Cheng, hasta que...

—Ah, Félix, ahí estás —Oh, bendita suerte. Adrien lo había visto antes de salir por completo de la escuela —Kagami, te presento a mi primo, Félix. Fél, ella es Kagami Tsurugi —los presentó felizmente.

Félix se vio obligado a seguir su educación y saludó cortésmente —Tsurugi-san —dio la más breve inclinación, pero aun así notó el fugaz destello de sorpresa en los ojos de la chica ante el uso de los honoríficos de su lengua materna —un gusto conocerla.

Kagami correspondió debidamente su inclinación —igualmente.

— ¿Qué traes ahí, Félix? —curioseó el de ojos más claros.

Félix chasqueó ligeramente la lengua, antes de enseñar las hojas en su mano —las notas del último bloque de clases, tenía la intención de dárselas a Dupain-Cheng-

La reacción inmediata de Kagami sorprendió al propio Adrien — ¿Marinette? ¿Dónde está ella? —la joven lanzó una mirada aguda entre los dos rubios antes de clavarla en Adrien, exigiendo respuestas — ¿No vino a clases? ¿Está enferma?

—Uh ¿Supongo que en su casa? —Adrien se tomó un momento para repasar las preguntas de Kagami —sí vino, pero se fue después del almuerzo, y no sé si está enferma, ella... no contesta mis mensajes —sabía que Marinette no estaba enferma, claro, pero eso era por Chat Noir así que fingió estar desinformado, sin embargo, ciertamente había enviado algunos mensajes a la chica durante las últimas horas y no había recibido respuesta alguna.

Félix le lanzó una mirada extraña. Adrien había salido corriendo tras ella ¿Cómo es que no sabía qué había pasado? ¿La pequeña Dupain-Cheng se las había arreglado para dejarlo atrás?

Kagami frunció el ceño antes de tomar su celular y llamar a uno de los pocos contactos en su teléfono. Esperó los cinco tonos, pero luego se fue al buzón —Marinette, soy Kagami. Escuché de tu comportamiento inusual hoy en la escuela, llámame cuando escuches este mensaje. Hasta entonces —directo y escueto, pero Kagami nunca había sido de muchas palabras.

Félix miró a su primo con más preguntas en sus ojos ¿Dupain-Cheng era amiga de la chica Tsurugi?
Adrien simplemente le dio una sonrisa nerviosa y un encogimiento de hombros. Nunca había recibido la historia completa de lo que había pasado en el Día de la Amistad, pero seguro había cambiado radicalmente la dinámica de las dos chicas.

—En fin —el británico se aclaró la garganta —si Dupain-Cheng está en su casa, estaré allí, avísame cómo va tu sesión —dejó dicho, como recordatorio de su charla pendiente, antes de dar un gesto de despedida y moverse hacia la panadería.

Adrien le dio una mirada nerviosa a Kagami, quien le daba una última mirada a su teléfono, con la preocupación bien escondida en su expresión. Al rubio le calentó el corazón saber que dos amigas tan importantes para él se llevaban tan bien.

— ¿Vamos? —Adrien señaló al patio —aún tengo que reportarme con el profesor D'Argencourt.

La japonesa resopló ligeramente, pero accedió, guardando su teléfono para seguirlo.

~∆~

Cuando Félix cruzó la calle se dio cuenta de que, aparentemente, no era la única persona que había pensado visitar a Dupain-Cheng. Estaba bastante seguro de haber visto a ese chico pelinegro, de sudadera con capucha roja, cerca de la franco-china antes.

El pelinegro entró a la panadería y Félix se apresuró a sostener la puerta antes de que se cerrara, para entrar él mismo. Entonces, el pelinegro se volteó para verlo.

Félix notó el reconocimiento en sus ojos —oh, tú eres amigo de Marinette ¿Verdad?

—En realidad- —el rubio estaba por hacer la corrección, por segunda vez en el día, cuando una voz femenina lo interrumpió.

— ¿Marc? ¿Félix? —Sabine, detrás de la caja registradora, los había notado —Bienvenidos —los miró un momento más antes de recibir un pago y devolver el cambio. Los chicos notaron que la panadería estaba bastante llena.

Marc se dirigió a la mujer con una tímida sonrisa, no queriendo estorbar —hola Madame Cheng ¿Podría subir a ver a Marinette?

La mujer hizo un rápido gesto de sorpresa al notar que ambos llevaban sus maletines —Oh, cielos. Ni siquiera me di cuenta de la hora. Marinette debió haber visto la panadería llena y entrar por la otra puerta. Hoy ha estado bastante ajetreado.

Félix ya no estaba tan seguro de que la chica estuviera en casa, y dudó si decirle a la mujer que su hija se había salido de la escuela hacía un par de horas pero, aparentemente, el otro adolescente se puso nervioso y empezó a hablar rápido —uh, eso no es extraño, Madame Cheng, su pastelería es la mejor de la ciudad. Eh, entonces ¿Está bien si...? —nerviosamente, Marc señaló la trastienda.

Sabine cobró un nuevo pedido antes de hacerle un gesto a Marc y levantar una parte del mostrador —Claro, ustedes dos pueden subir. Marinette debe estar en su habitación.

Marc le dio las gracias y pasó rápidamente. Félix lo siguió, un poco más cauteloso. Sabine le dio a Marc una pequeña bandeja con aperitivos y los envió arriba.

—Uh... ¿Disculpa? —Félix miró al chico que iba dos escalones sobre él, dudando de haberlo escuchado con el tono tan bajo —n-no quisiera ser entrometido, pero... este, ¿Algo pasó en su salón después del almuerzo? —Marc luchó por preguntar. No era bueno hablando con extraños, pero estaba realmente preocupado por su amiga —es que... vi a Marinette y a Adrien pasar corriendo... algo parecía estar mal.

Ambos se detuvieron justo frente a la puerta del lugar —No estoy seguro de por qué ella salió corriendo, es una de las razones por las que estoy aquí —dijo sencillamente.

Marc asintió sencillamente, entonces, tendría que preguntarle directamente a Marinette. Realmente espero que no fuese nada grave, pensó mientras hacía malabarismos con la bandeja de bocadillos para abrir la puerta.

Ahora un poco curioso, Félix siguió al otro chico por la sala hasta otras escaleras, subieron hasta lo que parecía el acceso a un ático, y Marc golpeó con el puño — ¿Mari? Marinette, soy Marc ¿Se puede?

Félix escuchó un sonido ahogado, lo que haya sido, parecía ser suficiente para el criterio de Marc, porque el pelinegro empujó la 'puerta' de acceso y deslizó la bandeja de bocadillos a un lado antes de subir por completo.

Un poco fuera de lugar, Félix lo siguió, escuchando una exclamación ahogada —Dios mío, has estado ocupada ¿Eh, Marinette?

El rubio se detuvo en seco, justo detrás de Marc. Sus ojos verdes se ensancharon ante la vista.

Unos pocos metros delante de ellos, Marinette estaba arrodillada entre dos maniquíes: uno masculino y otro femenino, ambos exhibiendo prendas.

El masculino lucía una chaqueta oscura que claramente estaba en las primeras fases de creación.
El femenino, por otra parte, al que Marinette le estaba prestando atención, ostentaba un vestido que, sin nada más, parecía listo para salir de allí a una pasarela.

Félix podía distinguir un vestido sencillo como base, largo hasta media pierna con escote corazón, todo de un suave azul celeste pálido; lo más llamativo, sin embargo, era la capa de tul, de un tono que parecía bailar entre un azul más pálido y el plateado, con apliques bordados de color blanco perlado (no parecían hacer alusión a nada en particular, pero Félix se encontró pensando en las nubes). La malla creaba un cuello ilusión y mangas holgadas hasta el codo, los apliques hacían una línea vertical por el brazo, un par de tirantes gruesos, y luego cubrían todo el corpiño del vestido hasta la cintura, de ahí simplemente bajan algunas líneas, pero dejaba la malla limpia en caída hasta unos cinco centímetros debajo de la falda interior, donde los apliques se curvaban para dar la sensación de una falda plisada.

Justo en ese momento, Marinette estaba trabajando en el vestido sencillo, asegurándose de que el dobladillo quede justo por encima de los apliques en la capa superior.

El británico no diría una palabra de esto en voz alta, pero ¿sinceramente? Se esperaba ver un vestido así en un evento social de alto estatus... no en la habitación de una chica de secundaria.

La mente de Félix empezó a colocar a la chica en ese vestido, entrando al mentado baile de la escuela.
¿Ella se soltaría el cabello? ¿Lo llevaría rizado? ¿Lo recogería en un moño?

"¿Por qué demonios me importaría?" Pensó, levemente frustrado, hasta que Marc habló de nuevo.

— ¿Ese es el vestido de Aurore? ¡Va a gritar de aquí a Burdeos! ¡Es precioso!

¿Ese vestido... ni siquiera es para ella? Bien, ahora Félix estaba infinitamente curioso sobre cómo se vería el vestido que la franco-china haría para ella misma, si lo que estaba viendo era para otra persona.

Escuchó una suave risa, y finalmente Dupain-Cheng habló —Sí lo es. Está casi listo —la niña, aún de rodillas, retrocedió un poco para comprobar su obra —los últimos arreglos y creo que mañana puede venir a probárselo —decidió ella.

Marc rebotó sobre las puntas de sus pies —Oh, tengo que estar aquí cuando lo vea ¡Ya quiero ver su cara!

Marinette se giró para mirar a su amigo y casi se fue de espaldas al ver al otro adolescente allí, en silencio —Oh, no sabía que estabas allí —la chica se puso de pie, torpemente.

Félix le dedicó un cabeceo al vestido —es una pieza hermosa —comentó, aparentemente ignorando sus palabras.

Marinette resopló ligeramente con una sonrisa —gracias a los dos. Lamento el desorden, por favor, pasen y pónganse cómodos —la chica se sacudió las rodillas del inexistente polvo antes de señalar a su diván, ofreciéndoles asiento.

Marc aceptó, recuperando la bandeja con la que Sabine lo había enviado.

Mientras los tres se movían, Félix se tomó la oportunidad de mirar por primera vez la habitación de su compañera. Rosa, fue lo primero que llenó su cabeza; mucho rosa, y blanco, en el escritorio, la computadora, la estructura del diván y otros detallitos. La madera de color claro en el suelo y el soporte de un pequeño piso superior hacían una muy buena combinación.
Todo parecía bastante ordenado, excepto por el pequeño desastre en el centro con almohadas y cojines, hojas grandes cortadas de forma que Félix supo que eran patrones, reglas, lápices y piezas de tela. Por lo demás estaba limpio y organizado. Las paredes tenían adornos pegados aquí y allá, pero parecía que fotos o posters habían sido retirados recientemente.

Félix se sentó al borde del diván, mientras que Marc se acomodó contra los cojines, cerca de una sombrilla decorativa. Marinette se inclinó sobre él para tomar un aperitivo de la bandeja, pero se quedó de pie frente a ellos.

—Entonces... ¿Qué los trae por aquí, chicos?

Marc, que se habían llenado la boca con un par de galletas, miró a Félix. El rubio no le devolvió la mirada, pero habló primero, mientras estiraba una mano para tenerle las hojas fotocopiadas a la chica —las notas y la tarea del segundo periodo.

Los ojos de Marinette se ensancharon, recogiendo los papeles —oh, gracias al cielo ¡Muchas gracias! —Marinette se movió para colocar las copias sobre su escritorio, junto a la computadora —no quería molestar a Adrien con esto, y no estoy segura de querer hablar con los demás —murmuró más para sí, frotando su brazo a través de la tela negra de su sudadera con capucha.

Félix resopló —hablando de Adrien, dijo que te envió mensajes, y había una chica con él que te llamó justo antes de que yo saliera de la escuela —comentó casualmente — ¿Le pasó algo a tu teléfono?

Marinette se detuvo en seco — ¿M-mi teléfono? —echó un rápido vistazo a su escritorio mientras palpaba los bolsillos de su sudadera y del short que llevaba debajo pero el aparato no estaba en su persona —un segundo, ya vuelvo —les hizo un gesto de espera antes de subir corriendo las escaleras a su cama, donde encontró lo que buscaba, cerca de sus cosas escolares y bolsito descartado. Al revisarlo encontró mensajes de Adrien, Alya, Rose y Juleka... y una llamada perdida de Kagami.

Oh, no. Marinette odiaba no contestar a Kagami cuando esta la llamaba. No sucedía a menudo, pero en algunas ocasiones dejó pasar sus llamadas por estar en tiempo de héroe o demasiado distraída con sus diseños. No le gustaba porque sabía que Kagami la consideraba una de sus muy pocos amigos y no quería, bajo ningún concepto, dar la impresión de que Kagami era una molestia.
Así que Marinette le envió un mensaje de voz diciendo que lamentaba no haber respondido su llamada, que había dejado su teléfono olvidado mientras trabajaba y que le avisara al terminar la clase de esgrima para que pudieran hablar.

—Lo siento. Gracias por avisar —Marinette le dio una suave mirada al rubio y este procedió a, simplemente, encogerse de hombros.

—Mari... —Marc la llamó, palmeando el espacio entre él y Félix en el diván —necesitamos hablar.

Marinette obviamente sabía por dónde iría Marc, y realmente no quería tener esa conversación.

De nuevo, se frotó un brazo, en un gesto evasivo y nervioso —Uh ¿Marc? No es ne-

—Mari, por favor —el escritor la miró con esos bonitos ojos esmeraldas, resaltados por el sutil maquillaje que usaba, en su mejor interpretación de cachorro pateado.

La diseñadora se mordió el labio inferior y trató de desviar la mirada, pero un vistazo a los ojos curiosos de Félix le dijo que, incluso si el rubio no estaba interesado en el aspecto emocional de esto, él también estaba ahí por respuestas; así que no, no tenía escapatoria de esto.

Lentamente, ella se sentó en el diván, entre ambos. Marc se sentó derecho y la atrajo más cerca, colocando un brazo sobre sus hombros.

Félix observó en silencio, leyendo su lenguaje corporal. Marinette se tensó ligeramente cuando Marc la abrazó, pero sus ojos hablaban de represión en lugar de incomodidad. La niña apretó y soltó repetidas veces las manos en puño, antes de dejar ir un suspiro, girar levemente el cuerpo y ceder, inclinándose en el abrazo que su amigo le ofrecía al ocultar su rostro en el hombro de Marc. Félix la vio aferrarse al otro chico, apretando -dudosamente al principio- la sudadera roja, antes de cambiar y abrazarlo por la cintura.

—Mari... ¿Qué te pasó? ¿Qué te hicieron? —preguntó despacio, en susurros, mientras acariciaba suavemente el cabello de la chica, ahora recogido en una sencilla coleta, en lugar de dos.

—Estoy cansada de tener que lidiar con ella, Marc —murmuró la oji-azul, después de unos segundos.

El pelinegro, desconcertado, miró entre su dulce amiga y el rubio un par de veces — ¿Ella? ¿Quién?

Félix, ligeramente incómodo, se arrastró más cerca de la espalda de Marinette, para poder escuchar mejor cualquier cosa que ella susurrara —Rossi, yo supongo —proporcionó al pelinegro.

Marc sintió a Marinette asentir a la voz del rubio, así que la abrazó un poco más fuerte — ¿Hablas de esa Lila Rossi? ¿Sigue inventando esas historias?

El escritor sintió a su amiga tensarse en su abrazo, sólo para que ella levantara bruscamente la cabeza para mirarlo con ojos ensanchados, como un ciervo ante los faros —T-tú... ¿Sabes que ella miente?

Félix bufó y Marc se rió entre dientes —escribo y leo muchas historias, Mari, sé reconocer un cuento cuando lo escucho —bromeó el chico —pero, hablando en serio, creo que tu clase es la única en la escuela, salvo por algunos estudiantes aquí y allá, que creen en los cuentos de Lila.

El suspiro de alivio de la chica hizo que el corazón de Marc doliera por alguna razón. Él necesitaba saber ¿Qué le había pasado a su amiga?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro