Ausente, perdido y distante en mi mundo alejado del barullo del autobús, tanto así que ni tan siquiera atención preste en quien a mi lado se sentó.

Suaves golpes que sobre mi hombro se sienten, aun abstraído la vista levanto de mi teléfono y me encuentro con una sonrisa casual, ojos pizperetos inquisidores y una interrogante en el aire.

¿Eres tú?...dos palabras que resonaban en mi cabeza y más estruendosas se volvían cuando mis ojos seguían su dedo señalando la pantalla de mi teléfono.

¿Ere tú de verdad?...una segunda pregunta más inquiriente que la primera, más demandante de una pronta resolución que en ese momento ni yo mismo sabría dilucidar.

Si yo pudiera decir lo que por mi cabeza pasaba en ese momento y solo me atrevo a un pasivo si pronunciar. Aunque tortuoso no fue, por una vez ha sido mía la suerte del gato negro y ante ella he caído en descubierta actitud.

Dulces dieciséis que con la ilusión de lo encontrado, ahora una declaración por sus labios asomó. Nuevamente el mutismo de mi su títere hizo al dejarse escuchar en claro mensaje "tus historias me gustan".

El anónimo pseudo autor que por unos minutos no lo fue más, ante los más tiernos ojos de la verdad su telón digital se dejó caer. Y ahora toca responder ya que este incógnito ser a una dama no es capaz de abandonar en la nube de la curiosidad.

Ojos inquietos que ofrecen un trato, para ella seguiría siendo ese que tras las palabras se esconde y de esa suerte del gato negro no se hablara, dejaremos que sin tacha siga tal cual. Pero como no hay un dos sin tres una deuda hay que pagar y aquí mi humilde muestra de cariño en este pequeño escrito esta.