Hoy experiencia e inocencia de la mano han entrado, en el día en que el pasado y el futuro en el presente se han encontrado.

Lado a lado se han sentado entre las risas del joven infante de no más de ocho, que exaltado disfrutaba del viaje, aparecían las placidas palabras de su abuelo que un poco de orden intentaban dar.

Ante el relato que el anciano con parsimonia contaba los ojos impresionados del pequeño con orgullo lo miraban. En su blanco cabello el aroma de otros tiempos llenos de historia aun permanecía y él con cariño a su nieto un poco de ella quería transmitir.

Mano con mano, una pequeña, deseosa de asirse a lo que vendrá y la otra ajada y curtida repleta del tesoro de una vida de arduas andanzas.

Sus rostros alegres delatan su casta común. En la blanca tez limpia de desaires un pergamino en blanco será donde línea a línea se escribirá lo que habrá de venir. En la otra con orgullo se resaltan las marcadas señas de expresión que cuentan el paso de un tiempo pasado dejando en aquel amable rostro a toda vista el mapa de toda una vida.

A sus ocho años solo mirar hacia adelante es lo que cuenta, de él el futuro será, mientras que su abuelo a su espalda un largo recorrido lleva que no quiere olvidar. Lugares y gente en su memoria se albergan que con cariño algún día a su nieto de ellos le contara.

Ambos dos de la mano comparten su paso por este mundo, uno con el porvenir por delante y el otro a la espera de un último suspiro. Pero mientras tanto que este mundo espere su turno que una historia pendiente esta aun por contarse...