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★. 1

Julie Luna

Camino hacia la puerta del aeropuerto en busca de la persona que vendrá a recogerme, que no será mi jefe sino un amigo suyo. Por lo que sé, es un chico alto, de cabello negro y... olvidé lo demás.

En cualquier caso, busco entre las muchas personas con carteles alguno que tenga mi nombre, y avanzo hasta divisar casi al fondo uno que dice Julie Luna. Esa soy yo.

Me acerco al chico y al estar casi llegando lo detallo mejor: tiene un cabello y ojos negros y una piel blanca, pero lo que más me llama la atención de él son los diversos tatuajes que se pueden ver a través de la camiseta de mallas que porta, en especial uno en su cuello con unas líneas punteadas, una tijera en medio y junto a esta la palabra "córtame" en inglés. Y por supuesto, de su dedo se extiende el hilo que simplemente flota alrededor suyo.

Lo saludo con la mano en lo que quedo en frente.

—Hola, un gusto. Yo soy Julie Luna —digo en francés. Él baja un poco su mirada, es al menos una cabeza más alto que yo, y me sonríe. Sus ojos se achican al hacerlo.

—¡Hola! Soy Helio, —Me estrecha su mano a la vez que baja el cartel—, y el gusto es mío.

Se da la vuelta y me hace una seña para que lo siga hasta un auto negro parqueado en el estacionamiento del lugar.

Lo primero que noto al subir es el olor a cuero, pero sobre este se siente un aroma más fuerte, como un perfume, y en cuanto el chico, Helio, se sube al auto puedo darme cuenta que no es de él. Él aroma que él desprende es diferente a este.

Helio me saca conversación a lo largo del camino, a pesar de su apariencia y de la impresión que da, es alguien bastante agradable, me señala cada que pasamos por algún sitio turístico y no duda en preguntarme si no quiero parar en alguno, pero yo me niego amablemente, ya habrá tiempo después para eso, luego de un vuelo tan largo solo quiero conocer el lugar donde viviré y descansar un poco.

Durante lo que resta de camino me dedico a observar la ciudad y el cómo las calles están repletas de hilos entremezclándose unos con otros, sin saber a quienes pertenece cada uno de ellos.

El sol en el cielo comienza a descender mientras pinta las nubes de tonos anaranjados y rosáceos, y a medida que eso ocurre la ciudad se va iluminando con luces blancas y las farolas comienzan a pintar las calles de amarillo.

Nos tardamos al menos una hora en llegar hasta una cafetería en una zona algo más apartada de lo que intuyo es el centro de la ciudad. Allí, unas enredaderas escalan por las paredes de esta hasta un balcón en el segundo piso, lo cual solo hace que esta resalte entre los negocios contiguos.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunto sin entender muy bien.

—Esta es la cafetería de Cardan. La casa se encuentra en el segundo piso. —Y señala el balcón.

—Oh, entiendo.

Él me invita a entrar, el letrero en la puerta dice "Cerrado" pero al empujarla esta enseguida cede, y no puedo evitar que un sentimiento de nerviosismo se asiente en mi estómago.

Estoy a solo segundos de conocer al que será mi jefe por un año, podría ser un idiota, o incluso peor, firmé un contrato, aunque lo quisiera no podría irme antes de pasado el año.

¿Y si él resulta ser un imbécil y el niño un engendro?

Oh, demonios, por los correos se escuchaba como alguien decente.

Ya basta, me regaño.

Me obligo a concentrarme en la realidad nuevamente. Lo primero que veo al terminar de entrar es a una chica tras una barra de madera, está sirviéndose un café al parecer. Su piel morena y su cabello rizado resaltan en medio del lugar.

Las paredes son de un color crema que resulta bastante acogedor, y los focos que iluminan todo poseen una tenue luz amarilla que hace que todo resulte mucho más agradable a la vista.

La chica alza su mirada del café y se concentra en nosotros. Me fijo como su hilo se extiende hasta la puerta de la tienda y sale de allí, quién sabe hacía donde lleva. Ella me mira de arriba abajo, juzgándome sin decir ni una palabra, pero luego de unos segundos simplemente sigue con el café, y pasa totalmente de Helio. ¿Será siempre así?

—No le prestes atención —me indica él en lo que me guía a través de una puerta por la que pasamos a otra habitación y subimos unas escaleras—. Lena siempre es así con todo el mundo. Su expresión de amargura solo cambia cuando finge alegría frente a los clientes para conseguir buenas propinas.

Ríe y yo no puedo evitar hacerlo un poco también. Su risa es contagiosa.

Llegamos al segundo piso y él empuja la puerta. El departamento es bastante acogedor, al entrar una pequeña cocina nos recibe a la derecha y a la izquierda un par de muebles junto a una pequeña mesa de cristal y un televisor a un lado.

Enseguida noto el mismo perfume que sentí en el auto. El lugar está impregnado de el.

Helio me llama y nos dirigimos hacia un pasillo corto con dos puertas a ambos lados, él toca la primera puerta de la derecha y se escuchan pasos dentro y luego un sonido de llave seguido de un "pase".

Él me insta entrar y al hacerlo cierra tras de mí, dejándome a solas con la persona dentro.

Frente a mí está el que imagino que es mi jefe encorvado sobre un escritorio, porta una camiseta negra con las mangas arremangadas y unos pantalones del mismo color. Está de espaldas a mí, por lo que solo puedo observar la forma en la que la camiseta se adhiere a su espalda.

Bueno, eso hasta que se gira para finalmente verme.

Mi mirada en él va desde su cabello marrón que luce desordenado, hasta su rostro en donde unos lentes se posan sobre sus ojos azules que me escudriñan con una expresión neutra. Da unos pasos hasta mí y el aroma del perfume que he estado sintiendo desde que llegué golpea con fuerza mi nariz. Es su perfume.

Me extiende su mano y yo bajo mi mirada hacia ella, dispuesta a estrechársela, hasta que noto como el hilo en su dedo luce demasiado corto.

Me tardó lo que en mi cabeza parece una eternidad, pero que en la realidad apenas fueron unos segundos, en darme cuenta.

No es que su hilo luzca demasiado corto: es que está entrelazado con el mío.

Carajo. Esto no puede ser verdad. No quiero que él sea mi alma gemela. No ahora. No mi jefe.

Él no puede ser con quien mi destino está entrelazado.

No puede ser la persona preparada para estar junto a mí. No puede ser él.

Mierda. Mi jefe no puede, no, no, no debe ser mi alma gemela.

Mierda —digo en voz alta sin darme cuenta mientras subo mi mirada a su rostro, aún sin haber estrechado su mano. El azul de sus ojos ahora me parece mucho más oscuro e intenso que antes, y los lentes que lleva solo enmarcan su mirada, como si estuviera viendo un acuario lleno de peces a través del fino cristal.

—¿Perdón? —dice él sin entender la palabra. Cierto, la dije en español. Él habla francés.

Al escuchar su voz por primera vez no puedo evitar pensar en lo bien que suena.

—Oh, nada. —Finalmente estrecho su mano—. Un gusto. Soy Julie Luna.

—El gusto es mío, Julie. Cardan Leroux. —De repente, el cómo pronuncia mi nombre suena diferente a la forma en la que las personas lo han dicho durante toda mi vida. Suena... único.

Oh, mierda. Me gusta su voz. Mierda mierda mierda.

Mi jefe es mi alma gemela.

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Bueno gente, primer capítulo de esta nueva historia, espero que les guste y que la historia de aquí en adelante sea de su agrado gente.

Para que lo entiendan, cuando en algún dialogo el texto esté en cursiva, inclinado, o como le digan ustedes, significa que Julie está hablando en español, pues recordemos que en la historia están en parís, por lo que hablan en francés, pero se entiende ;3

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