Jamás olvidare tus cariños.

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Para ser franca, el aroma de tu piel sigue en casa.

La casa, tu casa quedo intacta. Nada se movió de lugar, incluso tu ropa permanecía en los mismos roperos, tus guitarras colgadas a la pared, tus lámparas de petróleo en el lugar de siempre, tu chaqueta a un costado de la cama, y tus rifles en el mueble. Así se mantuvo todo durante dos largos años.

Pero durante esos dos años, me fue muy difícil entrar en ella. Al abrir la puerta un aroma se desplegaba fuertemente, tu aroma; ese aroma constante a cigarrillo.

Cuando vivías, todos los sábados por la mañana iba y recogía toda tu casa. Quedada impecable y cuando llegabas me dabas $5, por haberla limpiado. Así fue mientras lo recuerdo, pero también vagamente recuerdo que un tiempo deje de recogerla. Y ¿sabes porque? Porque volviste caer en ese vicio terrible, ya no llegabas a casa a las 4 p.m., ya no llegabas buscándome, ya no me invitabas a cenar contigo, simplemente ya no llegabas. Pensé que te habías olvidado de mí y deje de hacer tantas cosas.

Ahora tu casa ha cambiado. Creo que más bien ya no es tu casa.

Tus cosas se han ido, tu ropa la porta alguien más, tus muebles ya no se encuentran en el mismo lugar. Alguien más habita esa casa y no eres tú. Todo ha cambiado y tu aroma ya no se encuentra en el aire.

Solo tome tus cigarrillos, solo eso. Nada más.

Tu casa y tus cosas, jamás me importo tenerlas, ni mucho menos sacar provecho de ellas. Solo me importabas tú y como ya no estás conmigo, ya no importa nada, nada en definitiva.