Entre a tu habitación y dolió tanto...

Te has marchado. No fuiste de viaje, tampoco por tus cigarrillos, ni mucho menos cuidar de tu huerto.

Solo te desvaneciste. Así como se desvanece la nieve al tocar el piso.

Me senté en tu sillón viejo, mirando fijamente la puerta. Esperando que entraras y me abrazaras solo por un momento, - Por un momento abuelo. No me importaba si tardabas en llegar, te esperaría hasta el final de esta historia. Pero jamás llegaste y dolió un poco más. Por qué me di cuenta que jamás volverás a entrar por esta puerta y que mi abrazo sería una misión casi imposible.

Falleciste el 1 de Marzo del 2017, maso menos a las 8 p.m., en la ciudad de Saltillo, Coahuila.

La muerte siempre llega de improvisto, no avisa; solo llega. Tampoco sabemos cuántos años viviremos y el día que ya no estaremos aquí. En ocasiones me pregunto si en realidad disfrutaste tu vida o al menos la viviste. Quizá algún día pueda saberlo.

Tomar un lápiz y borrador no es nada fácil. Así como no es fácil escribir una historia; nuestra historia. Es cansado borrar cada línea y volver a escribir. No es pereza, es tristeza que consume el alma y cada latido del corazón. Consume y regresan aquellos recuerdos, por más buenos o malos que hayan sido.

Así es, ya no estas más a mi lado, ya no llegaras buscándome, no podré ver pronto tu linda sonrisa, ni tu delicada cara, ya no podré tomar de tus brazos para poder abrazarte. No podré volver a vivir sin ti, así como jamás olvidare el vacío que tiene mi corazón por tu partida.

Te has ido, y es para siempre.