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5 - 'canción marchita'

Capítulo 5
'Canción marchita'

Allen.

Se había pasado toda la noche sin al menos parpadear para tratar de descifrar las cartas. Pero no lograba entender el por qué de estar escritas de esa manera, la forma en que la persona firmaba y el hecho de que ni siquiera su visión pudiera encontrar algún indicio de magia que lo sellará.

Solo eran cartas escritas a mano, en un idioma que Allen desconocía, con una firma que nunca había visto y eso que Allen había visto más de un millón de firmas por cada decada que había vivido.

—Señorita Allen—uno de los mayordomos de Allen se asomó por su puerta—Su hermana Julianne se encuentra aquí.

Allen se preguntó por qué no había sido Gelin la que había entrado a dar el aviso, y ahora que lo pensaba no la había visto en toda la mañana, y se suponía que tenía que estar aquí para la vestimenta de Allen.

—Dile que espere en el jardín, por favor —el mayordomo asintió y salió de la habitación antes de volverse a girar para dar una breve reverencia.

Allen escondió las cartas bajo un encantamiento en una caja musical que tenía y no solía usar. Así que pasaría desaparecida si alguien intentaba buscar ahí. Después de todo era una caja vieja y se le veía lo polvorienta y maltrataba que estaba. Hasta en algunas veces Ágora y sus hermanos le sugirieron que debería deshacerse de ella.

Pero a Allen le gustaba la melodía dulce que tocaba, y algunas veces la ponía. Pero llegó un momento donde ya no podía ni disfrutar de la dulce melodía. Todo le recordaba a él. Y eso le afecto mucho.

Allen decidió no cambiarse, tenía un vestido color crema que le llegaba más arriba de las rodillas, con un Escoté abierto en sus hombros y en la espalda tenía una pequeña rosa color rojo de decoración.

A Allen siempre le gustó las flores, siempre fue su interés favorito. Cuando vivían en Cordelia podía pasarse horas enteras en el bosque recolectando flores soñando que en un momento podría tener su propio jardín repleto de las flores que más le gustaban a Allen.

Y así fue. Cuando Allen llegó a el castillo lo primero que hizo fue pedir su propio jardín. Y tal como lo dijo, se hizo. Pero ahora ese jardín estaba hecho cenizas. Y Allen no quería ni pensar en el.

Allen ya había echo su propio jardín de nuevo, como una nueva etapa para su monarquía. Pero nada cambiaba, siempre volvía a marchitarze o volvía a terminar en cenizas.

' Para que las flores crezcan como deseas es necesario dejar el rencor de lado'

La madre de Allen lo repetía cada vez que uno de los hermanos de esta hacían algo malo.

Una sonrisa apareció en los labios de Allen.

Allen pensó que últimamente estaban sonriendo mucho y tal era bueno, tal vez eso ayudaría a que su jardín no se marchitarse.

Tal vez Nix tenía razón. El positivismo ayudaba en algo. Y aunque el insistía en que el signo de Allen era uno de los peores, Allen ni siquiera sabía de qué se trataba eso. Pero esperaba que el positivismo fuera bueno, por qué así sonaba la palabra.

Allen elimino todos los pensamientos que tenía en su mente dejando su mente totalmente en blanco, al ver la entrada al jardín. Era una vitrina, decorada con oro de las tierras de Feen. El oro más puro jamás visto. Algunas piedras de Meer y otros objetos que Khorne le había regalado para decorar.

Una rara sensación recorrió el cuerpo de Allen. Hace mucho que no iba a ese lugar.

Al entrar se encontró con Julianne quien vestía igual que siempre. Un vestido sofisticado, pero a su vez elegante. Los mechones negros con algunos rayos rojos se salían de su perfecta cola de caballo.

—¿Hola?—saludo Allen. Julianne se puso de pie dejando una pequeña cosa a su lado.

Julianne hizo una reverencia casi real dirigida para Allen. Allen intento no mostrar su fastidio por tal acto.

—Espero consiguieras los ingredientes que te he pedido —Allen tomo asintió en una de las bancas de el lugar esperando a que Julianne se acercará.

Julianne noto las ojeras profundas de Allen, Julianne sabía la respuesta. Las cartas que había conseguido de el armario de Khorne, y todo para que casi la atraparán.

Julianne gruñó por lo bajo para que Allen no lo notase, pero Allen estaba más centrada en esperar por los ingredientes para si té de caoba. Los ingredientes eran raramente fáciles de conseguir, casualmente Julianne era amiga de el dueño de el establecimiento donde se traficaban —Ilegalmente, Claro —.

Allen empezó a mover su pierna ansiosa cuando Julianne le entrego la pequeña canasta con todos los ingredientes.

—Bien, con esto podemos empezar —Allen tomo un ojo de Zarenpu un extraño animal que tenía un veneno tan potente como para acabar con un pueblo entero.

Julianne la observó asqueada para después sentarse en la banca que Allen había puesto al frente de ella.

— ¿Sabes que te va a doler? —Allen seguía disgustado la parte de aquel asqueroso animal.

Allen sentía como el veneno así que sus sentidos empezarán a trabajar de forma maravillosa. Aunque ignoro esa parte que siempre le fastidiaba cuando ingería cualquier tipo de veneno.

Julianne asintió.

—Tal vez podría —trato de sugerir Julianne, pero Allen rápidamente negó.

—Ni lo pienses, podrías morir.

—Pero tu lo haces, eso me vendría bien — Julianne quería probar el té de caoba de el que su madre alguna vez hablo maravillas.

Pero a la única de sus hijos que le heredó está receta, fue a Allen.

—Empecemos, por favor —Allen pido y Julianne no se negó.

Julianne trato de calmarse y relajar la respiración, tal como Allen le había explicado que debía hacer.

Un olor profundo a flores inundó las fosas nasales de Allen y Julianne.

Para cuando la visión empezó Allen sabía que lo poco que vería ahí no le gustaría ni un poco. Pero esta siguió. Hasta que apareció el último segundo de vida de Julianne.

Julianne estaba atónita por lo que había visto. Pero Allen le hizo prometer que no arruinaría la línea temporal con sus estúpidos caprichos de querer hacer que todo avanzar más rápido.

Allen dudo que Julianne aceptara pero rápidamente lo hizo y abrazo a Allen.

—Gracias, era la mejor —para después salir de el jardín donde saltos de lo que Allen interpretó era alegría en su máximo esplendor.

Allen tomo un respiro y decidió tomar una siesta en el jardín, para después cuando está se despertara de su siesta seguir con la investigación de las Extrañas cartas.

Así que Allen se sumergió en un profundo sueño.

Allen se encontraba en un lugar oscuro. Trato de caminar un paso cuando la luz aturdió sus sentidos. Era luz solar.

Estaba en su jardín, pero este estaba completamente hecho cenizas. Cada una de las flores que había cultivado con amor estaba echa polvo.

Allen negaba sin saber que había hecho. Cuando la estúpida canción que tanto le gusto empezó a escucharse llegando a sus oídos.

—Para ya —Allen trató de que la música parara, pero sus gritos solo hacían que la música se hiciera más fuerte.

Con cada respiro que Allen daba, la música aumentaba.

— ¡Que pares he dicho!—Allen grito tan fuerte que su garganta ardió de forma dolorosa. Sentía que no le salía más voz. Esta cayó de rodillas entre toda esa ceniza.

Esta de nuevo estaba sumida en una oscuridad cuando la música paro y sintió la presencia de otra persona.

—No.

Allen se levantó de lo que pareció ser una pesadilla tratando de comprobar que todo fuera un sueño, y así era. Su jardín estaba perfectamente bien, sus flores sobresalían en su sima.

Pero lo más extraño era que sentía que algo estaba fuera de lugar. Para cuando observó a su lado se encontró con su vieja caja musical. La cual acaba de parar.

Allen se sobresalto y desplegó el hechizo, las cartas no estaban. En su lugar un pequeño sobre firmado con la misma letra apareció.

Allen lo abrió con suma rapidez encontradoce con un pequeño papel que se encontraba quemado en sus bordes.

'Una hermosa canción marchita'

[Gracias por leer]

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