Capitulo 3
Descarga de responsabilidad cualquier personaje usado en esta historiano son míos y solo los uso para mi historia, su creación a sus respectivos creadores.
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Acciones y Efectos.
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La mirada del hijo de poseído era confusa ante las palabras escuchadas.
- oye de que rayos hablas, es muy claro que yo no lo tengo - Percy rugio con una ira palpable ante semejante disparate.
Arthur puso lo ojos en blanco ante la ineptitud del chico frente a él, tomando el escudo que anteriormente él llevaba, movió una de las protecciónes debelando la figura de un relampago de no más de 50 centímetros, los ojos de los presentes se abrieron en sorpresa y confusión sin embargo esto a Arthur no le importaba lo más mínimo y paso a su lado dirigiendose a la salida del lugar.
- por cierto tu madre esta en una de las plantas inferiores.... Ve a buscarla y salgan de aquí - el dijo sin mucho interés.
Tuvo mucha paciencia en esperar a que estos chicos lo resolvería aunque algo le decía que la solución saldría de una situación lamentable, decidió que no esperaria más y si tendría que quemar el infierno para lograr su objetivo lo haría.
.......
Cruzaron el bosque en un silencio los exorcistas seguían las instrucciones que se detallaban en el mapa, cuando por fin llegaron a su objetivo en primera instancia lo que vio los desconserto sin embargo antes de sacar cualquier conclusión presipitada un pequeño destello llamó su atención.
En una de las paredes un círculo intrincado de runas y pictogramas se mostró, tomando el camino más simple desidieron que influir una cantidad decente de mana en el circuito mágico, esto pareció ser la mejor opción pues la cueva oscura y lúgubre desveló un camino hacia el interior qué no era para nada normal, todos lo cruzaron después de un leve asentimiento esperando lo mejor, aunque más que un simple camino era una especie de portal, observando un lugar en absoluto blanco hacia donde los llevó, solo Sam y Medea lo reconocieron.
- genial estamos en un manicomio - Mike dijo con un suspiro.
Medea no dijo nada y camino hacia el centro del lugar, moviendo su mano en medio de la habitación la acción en primera instancia confundio a los exorcistas pero al poco tiempo sus ojos se abrieron como platos.
Allí en medio de la nada una puerta fue abierta.
- vengan es aquí - hablo Medea llamando la atención de los presentes.
Leticia suspiro, Mike se masajeo el puente de la nariz sabiendo que ya no debía sorprenderse con algo así y Alexander bueno el solo sonrió levemente ya acostumbrado a lo inesperado.
Adentrandose en el lugar la pila de armas regadas por las múltiples mesas, los varios sofás en el lugar la gran computadora al fondo del lugar, y sobre todo el báculo en el centro de la sala los hizo suponer que no era un lugar normal.
Podían sentir las múltiples barreras alrededor del lugar sin embargo todo la energía encadenada estaba saliendo del báculo el cual brillo brevemente aunque al poco tiempo se apagó.
- bueno pónganse cómodos - Medea dijo sin más, aunque los había llevado allí no sabia cual era el plan de Arthur pero la escensia más simple era para protegerlos del desastre que estaba apunto de desencadenar.
Pues ella lo sabía pero decidió guardar silencio por orden de su maestro.
- supongo que ahora solo debemos esperar - hablo Sam.
- puedo usar su computador para enviar un mensaje al Vaticano - pidió Alexander.
- claro - hablo Sam mirandolo.
Sin más el sacerdote mayor camino hacia la computadora que para si opinión era la cosa más rara que había visto, tenía más botones que tres computadoras juntas y tenía pantallas que sinseramente sería una pérdida de espacio útil.
- ¿que sitio es este? - dijo Leticia.
-no me quedo claro, pero es una dimensión adyacente al exterior del mundo - explico Sam con algo de confusión.
- ¿exterior del mundo? Estamos en el espacio - dijo Leticia con confusión.
- no, es más relativo que literal sin embargo este lugar está fuera del espacio de este universo pero así mismo comparte una conexión - hablo Medea sabiendo que si dejaba que la pelinegra lo explicara ella misma se confundiría.
- si algo así - hablo Sam sintiendo una jaqueca nacer por el solo recuerdo de la explicación que resivio si bien se durmió la mitad de la platica la otra mitad casi no presto atención.
- que es lo que planea Arthur en el inframundo - dijo Leticia con curiosidad.
- bueno según el plan, solo debía asegurarse de que esos tres chicos recuperen el rayo y que lo lleven al Olimpo - hablo Sam.
- bueno suponiendo que no haga tonterías como molestar el rey del inframundo - Medea puso los ojos en blanco podía ver lo que estaba haciendo el chico y más allá de ser resivido por las hordas del inframundo todo estaba en tinieblas.
- bueno conociéndolo eso puede ser una posibilidad - murmuró Mike en un susurro débil.
Sam lo miro sin poder objetar sus palabras sabiendo lo déspota y prepotente que podía ser Arthur, quien claramente no se dejaba intimidar por nadie y mucho menos mostraba respecto si no se lo daban y bueno ya siendo testiga de la prepotencia de una sabia que esto no podía acabar bien.
.......
El cielo un lugar creado por Elohim hace ha varios oenes, compuesto de varios pisos por donde las almas puras de los cristianos, ángeles, querubines, serafines y también la morada de Dios.
Anaziel caminaba por los extensos pasillos en rumbo al trono de Padre quien la había llamado a ella en especial.
Nerviosa como estaba, la felicidad en sus ojos no se podían ocultar, una felicidad que podría ser verdaderamente plena si tan solo su hijo y el hombre del cual se enamoro estuvieran aquí con ella, sin embargo no todo era posible y ella hizo lo que hizo con la intención de que su hijo tuviera una vida sencilla.
- Anaziel - una voz hablo tan calmada tan pulcra que era una sinfonía calmante para quien la escuchara.
- Lord Uriel - ella saludo a uno de los grandes Serafines un hombre joven pese a los eones de existencia, de cabello blanco plateado, una sencilla túnica en color blanco puro adornada un florituras en una decoración amarilla dorada sandalias sencillo, una expresión gentil pero en sus ojos ardía una llama vibrante de un gran poder que a simple vista cualquiera dudaría que el poseeria.
Un vida sencilla y humilde tal y como padre la llevaba pese a su posición.
- oí qué padre te llamo - el serafín dijo con un particular tono curioso.
- bueno así es, pero no se me ha dicho cual es el motivo - hablo Anaziel con un tono respetuoso.
- entiendo.... Bueno no te dentengo más... Te un buen día - Uriel le dijo con una sonrisa amable mientras se alejaba.
Anaziel hizo una pequeña reverencia de respeto mientras expresaba qué el sentimiento era mutuo. Al notarlo se percató que sus manos estaban sudorosas un pequeño chillido escapo de sus labios mientras que usando su magia apareció una toalla y de las secaba, tomando una nueva resolución en su ser camino hacia la el trono de padre.
Observando su vestido blanco y retocando cualquier imperfeccion qué haya quedado fuera de su vista anterior, se arreglo lo que más pudo para entrar a la morada de Dios Todopoderoso.
Empujando las grandes puertas hacia atrás pudo ver los aposentos de padre, el trono en la misma dirección, la zarza gigante con la cual se manifestaba a los humanos, seguía allí, la pequeña cama que usaba para tomarse un descanso de su labor o para balgame la redundancia darle un poco de tiempo para todos sus hijos o una que otra práctica de estudio.
- Anaziel - una voz repleta de una calma absoluta llamo su atención. De pie en una de las ventanas del lugar la figura de padre estaba allí mirándola fijamente aunque la luz que ocultaba sus facciones le impedía ver su rostro ella tenía el presentimiento que él le estaba dando una sonrisa cálida.
- Padre - ella saludo con el mayor respeto y devoción qué de merecía el todopoderoso.
Dios dejo salir una pequeña risa miéntras la invitaba a pasar, aunque le divirtió lo nerviosa que estaba, le alegraba mucho el tan solo verla un sentimiento que era genuino para cualquiera, pues para el las acciones más simples valen más que cualquier otra cosa.
- acércate - el pidió amablemente mientras que al mismo tiempo caminaba a la zarza de observación en la habitación.
Anaziel se acerco sin dudarlo aunque no podía evitar estar nerviosa por lo que el le quería mostrar, aunque su padre demostraba amor a todos sus hijos el era de pocas palabras y le encantaba oír hablar a sus hijos de cualquier cosa, el era un hombre sencillo pero sumamente feliz.
Poniéndose a lado de padre observo lo que él queria mostrarle y de inmediato su rostro se puso pálido, el sudor comenzó a bajar por su cuello, mientras que un miedo y una culpa muy palpable se comenzó a desbordar de su ser.
Padre puso una reconfortante mano en su hombro, tratando de calmar la creciente ola de sentimientos qué estaban brotando de su corazón.
- puedo explicarlo - Anaziel dijo su voz era temblorosa temia haber decepcionado a su padre pero más que ello tenía que esto le haga perder la única oportunidad con su hijo.
- no hace falta - el dijo nuevamente con una voz tranquila.
En este momento Anaziel se sintió estúpida por creer que podía esconder a su hijo de padre, aunque pudo haber burlado a San Pedro y varios querubines tenía que agradecer a quien sea que haya llamado la atención de los serafínes, volviendo su escape esa noche más fácil aunque al volver tuvo que soportar una reprimenda de sus hermanos por dejar su trabajo, aunque devastada como estaba por haberse apartado de su bebé, ella no presto atención.
- por que no vas a verlo - El dijo distraídamente.
Anaziel abrió sus ojos en sorpresa aunque el solo lo desestimo mientras le daba camino libre para irse.
Ella no lo pensó ni siquiera dos veces antes de salir corriendo del lugar causando qué el dejara salir una pequeña risa.
- así que primero Azrael y ahora Anaziel... Espero que encuentres en tu corazón el perdón para ella....no es una mala niña.... Solo tomo una mal decisión - Elohim reflexionó para si mismo dando a conocer que el sabía la verdadera naturaleza del dios pelinegro en la tierra.
En su inmensa sabiduría sabía que las decisiones que este chico tome cambiaría el mundo por completo, aun siendo un versión menor de su original lo sabía.... Inestable e inserto el destino no estaba escrito no al menos para uno de trece reyes del todo.
Abriéndose paso por los pasillos no le importo en lo más mínimo las miradas de los ángeles y almas que se posaron en ella.
Solo un pensamiento estaba en su corazón el cual la llenaba de felicidad.
- Lady Anaziel - una voz llamo.
La misma no le presto atención y prosigio en su camino pasandolo de largo, en su rostro había una sonrisa enorme mientras su objetivo era el mundo humano.
........
Observando el edificio más alto de Nueva York solo suspiró debía de admitir que optarian por el lugar más obstentos para realizar la entrada hacia el Olimpo.
Levanto una mano bloqueando lo que debía ser una espada y eso fue, la misma cayó en pedazos hacia el piso pero el no le dio importancia, aunque su atención se la llevó el joven pelirubio quien lo observaba con seriedad.
- no es una buena manera de indusirse, Luke - el hablo monótonamente.
- ya dejamos las formalidades atrás Arthur, por que mejor no me entregas el rayo dudo que un simple mago sepa que tipo de poder tiene en sus manos - dijo Luke con seriedad.
- ¡poder! Sabes que tu ganas has lo que desees - esa palabra lo fastidió.
Qué hiba a saber este niño de poder o que sabía de que siquiera significaba el poder lo que este causaba y lo que podría provocar.
Le arrojo el rayo sin mucho interés algo que lo sorprendió mucho, al tomarlo le apunto el rayo hacia él quien ni siquiera le dio importancia alguna.
- así de fácil - Luke indago confuso.
- así de fácil - afirmó Arthur.
- ¿acaso es un truco? - dijo Luke aun más confundido.
- primero preguntar si es un truco es la peor manera de descubrirlo, segundo conozco el poder.... Por que tengo todo tipo de poder, poder cósmica, arcano, poder divina, poder sagrada y demoníaca y el poder más antiguo de la existencia me convirtió en una de las trece mayores mounstrocidad en el Omniverso y sabes lo que me dio.... Nada... Más que una vida rota, perdí a todos los que amaba y no puede proteger lo poco que me importaba...Así que tomalo, Deje mi trono como rey del todo puedo dejar esto, tal vez sirva para ti y tal vez logres tu objetivo... Pareces de los buenos o tal ves seas un ingenuo, Pero si no lo hace no me digas que no te lo advertí - Arthur se lo dijo sin emoción alguna en su voz.
Dejando al niño semidios sin hablar tomo el ascensor y ascendió al Olimpo ante la mirada perpleja de Luke quien no entendía nada pues dejo el arma más poderosa del Olimpo como si fuera cosa menor.
......
El lugar era bastante amplio y a diferencia de ambiente mortal, no existía contaminación alguna cosa que no le sorprendió un aire fresco le dio la bienvenida cuando el piso los suelos del Olimpo.
Al instante de hacerlo este sería resivido por una andanada de flechas sin importarle las personas circundantes extendió su aura a su alrededor y despejo el lugar por completo.
Observando el lugar devastado, los anteriores campos verdes e inmaculados del Olimpo se redujo a un páramo inerte, aunque el solo hecho de que el lugar no se pueda regenerar con su propio poder daba fe del poder del intruso.
Varios guerreros armados con armaduras de procedencia griega se interpusieron en su camino, pero más allá de tan siquiera prestarles atención su vista viajo hacia lo lejos, en una de los palacios una presencia se alzaba ergida y furiosa mirando el su dirección el sonrió con petulancia mientras apuntaba una mano en forma de pistola en esa dirección, dos dedos le apuntaron al dios del sol directamente en su templo.
- ¡Hellbreazer! - dijo con pura burla.
La incandescente energía de color púrpura que ondeaba con un gran poder maligno salio en tan solo una fracción de tiempo que al dios del sol le tomó disparar esa andanada de flechas directamente hacia el templo del dios del sol.
La estrepitosa explosión sacudió el Olimp por completo y borror en su totalidad el templo del parásito.
Arthur frunció el ceño aunque la explosión lo destruyó todo sabía que la savandija amante de las profesias habia escapado a la seguridad de la acrópolis en el lugar más importante del Olimpo.
A paso lento prosiguio su caminó ante la vista aterrorizada de las ninfas, Nereides, Neyades, Driades, varias criaturas y uno que otro dios menor que por temor mantuvieron su distancia del intruso.
Palacio central.....
Observando por una de las ventanas del lugar la inevitable destrucción de uno de los templos de los Olímpicos, Zeus estaba furioso aunque estuvo apunto de ir en busca de la basura que se atrevió a atacar sus tierras, su esposa y hermana Hera lo detuvo pues al parecer quien sea que haya orquestado este ataque se dirigía allí, completamente ignorando al ejército griego.
Como su rey Zeus puso la seguridad de su reino ante las ancias de venganza sobre el cretino que hozo no solo invadir sus tierras, devastarlas y herir a uno de sus hijos.
Observando a su hijo quien era atendido por sus hermanas e hijas, Apolo parecía estar entre la vida y la muerte, el icor caí sin detenerse allí supo que la amenaza no podría ser subestimando pues quien les pueda herirles no era un mortal común.
- Hermano quien es el que ataca el Olimpo - hablo Demeter la angustia se podía oír en su voz.
- el mismo que asesino a Hécate - gruñó Zeus la poca paciencia que le impedia ir a combatir la amenaza estaba desapareciendo.
Aunque trataba de ir, el mejor plan de acción era dejarlo llegar allí, así podrían evitar que más tierras del Olimpo sea destruido.
- padre déjame ir.... Yo lo mataré.... Traeré su cabeza te lo aseguró - Ares dijo seriamente mientras su aura divina ondeaba con fulgor.
- baste Ares este invasor demostró ser algo que no podemos subestimar.... Mira como dejo a Apolo - Poseidon hablo con seriedad en estos momentos debía dejar sus estúpidas disputas.
- ja, enviar a un devilucho amante de la música en lugar del dios de la guerra ese fue su error - hablo Ares con superioridad.
Artemisa le envío una mirada hostil sin embargo no le dio más importancia pues aun seguía pensando en lo que había ocurrido, aunque sabía lo que haría el chico el decidió que hacer lo opuesto, eso solo indicaba que el se hizo con el rayo para si mismo.
Pero con que fin.
Antes de que alguien más pudiera decir alguna palabra más, las puertas del palacio se abrieron abruptamente y un cuerpo cayó en el centro del lugar.
Bañado en la sangre dorada de los dioses el guerrero se levantó a duras penas aunque ya era muy tarde para tan siquiera poder hacer algo, el hombre miró al rey del Olimpo y dejo salir una pequeña sonrisa cansada antes de dejar salir una palabra muy confusa.
- co-corran - el dijo mientras que su existencia se desmoronaba en polvo dorado dando a entender que su forma física fue destruida.
- Hércules - Zeus murmuró, el largo y pausado silencio que lleno el lugar fue ensordercedor mientras pequeños pasos fueron audibles y de la cortina de humo una figura fue visible.
Con un cabello tan negro como la noche con detalles en plateado que parecían brillar con luz propia, enmarcaban un rostro solemne y con un par de ojos que brillaban en una tonalidad rosa oscura con una inteligencia y fiereza qué congelaron a cual ser viviente en su lugar se mostró.
Cada paso que daba estaba lleno de confianza y la rabia que brotaba de su cuerpo era muy fuerte y agresiva.
Inexplicablemente un escalofrío recorrió a todos los dioses del Olimpo, este chico era extraño en todo sentido.
Arthur observo el lugar sorprendido por el tamaño real que tenían los Olímpicos, a simple vista eran de un tamaño similar a un edificios de diez pisos, su mirada viajo por el lugar allí pudo ver a Artemisa quien le lanzaba mirada furicas, Afrodita quien tenía la misma mirada de antes contemplo la idea matarla en este instante pero la dejo aún lado por que su mirada se poso sobre el tipo quien tenía la lanza y el escudo.
El tipo ya estaba sobre el aunque le permitió acertar un golpe eso ni siquiera lo movió de su lugar, la gran lanza de bronce celestia habia encontrado una barrera impenetrable en la piel del guerrero pelinegro.
El sonrió con petulancia y desapareció del lugar y reapareció en el medio de la figura gigante del Dios de la guerra, acertandole un conjunto de patadas dobles en su abdomen.
El icor salió de los labios de Ares mientras era enviado directamente a estrellarse con su trono, obligándolo a sentarse.
- perro rabioso.... Deja que tu amo te de la orden de atacar - el se burlo con una sonrisa.
Allí en medio del anfiteatro Olímpico Arthur estaba en medio de todos los Olímpicos aunque eso muy poco le importa y su mirada viajo hacia los dos hijos de cronos.
- Zeus, Poseidon los estaba buscando - El hablo con tranquilidad.
- Mortal Insolente pagarás por es.... - Zeus bramo furioso el aura divina a su alrededor ondeaba en todas direcciones sin embargo no pudo acabar con sus palabras pues un impacto bestial lo aturdió por completo.
Mirando el techo del lugar el cual se estaba derrumbando, pudo ver los pedazos caer a su lado, el se confundio pues en tan solo un parpadeo veía el piso acercarse a él a una velocidad alarmante y cuando parpadeo nuevamente antes de abrir sus ojos el dolor le invadió por todo su cuerpo.
Cuando abrió sus ojos podía ver al niño mortal frente a él mirándolo con indiferencia, apretando los dientes ignoró el dolor infernal que se esparcia por su cuerpo y se puso de pie como podía, estaba furioso este mortal lo estaba despreciando y eso era algo que no podía permitir.
- te mataré..... Lo juro no tendrás paz ni en la muerte - bramo Zeus nuevamente encendiendo su aura.
- y como harás eso.... Si el inframundo ya cayó - Arthur ladeo la cabeza en fingida inocencia.
- ¿que? De que rayos hablas Arthur - artemisa indagó fuertemente.
- he tomado el inframundo.... No me tomo más de tres horas hacerlo, puse a Hades en su lugar.... Y bueno ahora su reina me sirve - el respondió sin siquiera dedicarle la mirada.
- bastardo si tocaste a mi hija - Demeter gruñó mientras su poder se incrementaba.
Arthur la miro de reojo con la misma indiferencia qué miraba a todos sabía quien era y aun así eso ni siquiera le importó, así que la ignoro y devolvió su mirada hacia al frente, el gigantesco tridente se impacto de lleno en su cuerpo y el mismo fue enviando a volar destruyendo lo que quedaba del techo del lugar.
- mantenlo, a cualquier medio cualquier precio - Ordenó Poseidon sin expresión alguna.
Ante la amenaza que demostró ser el pelinegro nadie estuvo en desacuerdo, aunque en primera instancia muchos de ellos quienes sintieron curiosidad, intriga y lujuria ahora debían dejar sus deseos personales pues era una amenaza para ellos.
A lo lejos......
Apartando las rocas escombros y tierra de su ropa,rostro y cabello el hizo una mueca de desagrado.
- ahhg esta en mi boca, asqueroso - el escupió varias veces para sacarle la tierra de la boca.
Ignorante tal y como estaba el pelinegro una criatura se acerco a él curioso y atraído por la presencia del joven guerrero la bestia alada lo observó con curiosidad, un ser ligado al mundo pero así mismo ligado al cielo, libre pues pertenecía a ambos lugares y al mismo tiempo no, con la disposición de volar por los cielos pero con la voluntad de caminar por la tierra y con las suficientes agallas de oponerse a los dioses.
Cuando al fin se pudo quitar la tierra de la boca se percató de que no estaba solo, girando su rostro lo vio, con un pelaje y plumas de un blanco puro intensos ojos negros, el Pegaso se quedó observando los ojos plateado del pelinegro.
Una batalla de miradas comenzó la bestia trataba de ver lo que hago en su alma había y cuando por fin lo pudo ver dio un paso hacia el, Arthur lo tomó como una señal acercandose del mismo modo.
Extendió su mano hacia el Pegaso apunto de tocarle y cuando estaba por hacerlo un estruendo sacudió la zona, lo vio irse galopando hacia el cielo y suspiro de decepción.
- hubiera sido un buen familiar para Sam - Arthur pensó con un suspiro.
Llevando su mirada hacia el origen del estruendo observó al primer iluso que vení a enfrentarlo aunque no estaba seguro de quien era realmente.
- uhhh, ¿quien eres? - hablo Arthur con simplesa.
- Hefesto - respondió el tipo frente a él.
Observando a su alrededor podía sentirlo estaba en la mira aunque eso no cambiaba nada.
- no deseó luchar contra ti... Solo entreguen a Zeus y Poseidon y me iré en paz - Arthur dijo simplemente.
- crees que después de lo que has hecho te iras así como así, debes pagar por lo que has causado - Hefesto dijo seriamente.
- parásitos como ustedes no son dignos de juzgarme, así que cuida tu lengua - el debe simplemente.
No hubo necesidad de más palabras, una lanza de bronce salió disparada de algún lugar a una velocidad bestial apuntando directamente hacia el cuerpo del pelinegro no obstante este la tomo con sus dedos parandola en secó, aprovechando esto Hefesto se lanzó sobre el joven guerrero impactando un potente golpe el mismo lo envío por los aires, sin embargo más allá de causar algún daño solo lo elevó al aire.
Decenas de flechas salieron disparadas de todas direcciones en dirección del chico, el mismo observo esto aburrido sin siquiera importarle que impactace en el, flechas y flechas caían sobre el cuerpo del joven que más allá de dañar su ropa no hizo verdadero daño, escucho un rígido de batalla alzarse sobre el, el perro de la guerra ya estaba sobre el apuntando su lanza en su dirección y como si se tratase de una ojiba nuclear el impacto resultante sacudió el Olimpo en su totalidad.
Los dioses Olímpicos rodearon el lugar donde el arrogante niño cayó tras el impacto del dios de la guerra, el cuerpo umeante del dios salió de entre la cortina de humo una sonrisa salvaje adorno sus facciones satisfecho con sus acciones.
- je espero y eso te haga entender la diferencia entre los dioses y los mortales - Ares hablo con un aire de superioridad.
Muchos de sus compañeros divinos solo guardarían silencio al final el mortal se busco lo que resivio como dioses no podían permitir que su orgullo fuese pisoteado y mucho menos por un humano.
Artemisa era la única que no compartió este sentimiento pues había sido testiga del poder del chico y esto no fue nada pues por lo que pudo percatarse solo estaba resiviendo sus golpes sin la mínima intención de defenderse y pese a ello jamas pudo observar tan siquiera un pequeño raspón en su piel.
Volteo su mirada hacia la diosa de la sabiduría y la estrategia en combate la misma se mostraba sería, bueno al menos ella lo pudo notar pues no era momento de bajar la guardia.
Con su hermano herido, padre recuperándose, Afrodita, Hera y Demeter quienes no eran combatientes activos sabían que aun los números le favorecían, pero el chico sabía como manejar los números lo había visto y eso no le gustaba para nada.
Saco sus dos espadas lista para cualquier cosa y su pensamiento fue acertado pues vio como Hefesto salía volando tras ser impactado por el puño del joven guerrero, el mismo camino a paso lento hacia Poseidon quien había llegado y tomo la delantera en este enfrentamiento.
El dios del mar se puso en posición de ataque al verlo comenzar a correr en su dirección, al agua que salió de la nada les dio una señal obvia al nada sutil ataque qué desataria sobre el niño quien ni siquiera se inmuto y cayó en la vorágine de aguas tormentosa generadas por el dios del mar, aprisionado tal y como estaba envió cuchillas de agua por todo el líquido pero el resultado fue el mismo más allá de rasgar su ropa no hubo una verdadera herida.
Cuando la lanza de Ares atravesó el cúmulo de agua sacando al pelinegro, tanto Artemisa como Athenea se lanzaron al ataque, las espadas dobles de la diosa de la caza y la lanza de la diosa de la sabiduría impactaron con el joven solo lo empujaron y tras sus pies solo dejaron una línea de destrucción qué era la única evidencia de su ataque pues en la piel del chico no había nada.
Instintivamente ambas se lanzaron hacia atrás una reacción oportuna pues la lanza del dios de la guerra y el mismo en persona cayeron sobre el chico, impactando en diversas ocasiones el cuerpo del niño, la tela destruida de su traje de batalla era el único resultado de su embate pues de el ni una sola gota de sangre se derramó.
Una inmensa consentracion de divinidad les hizo alzar las miradas solo para ver al dios del mar en su verdadera forma divina lanzada su más poderosa ataque sobre el chico.
Ares se apartó con brevedad algo que fue imitado por la diosa de la sabiduría y la caza.
El Impacto tan devastador y estruendoso como fue levantó piedras escombros y los envío en todas la dirección posibles, este ataque dejó una estela de destrucción tan grande similar al gran cañon en ese valla mortal.
Ante esto Poseidon entrecerro los ojos, la energía que puso en tal ataque debió de ser lo suficiente como para volar un planeta entero.
- absorbió la mayoría del daño de mi ataque y la desvaneció - analizo Poseidon en sus pensamientos.
Ares sonrió con petulancia aunque el no fuera quien lo acabo está era una victoria para el Olimpo, Athenea y Artemisa no pensaban lo mismo en cambio su mirada viajo por el devastado lugar en busca de algo u alguien o al menos un rastro de lo que debió quedar.
De un momento a otro el tridente del dios del mar salió dispara con la misma o mayor fuerza en dirección del rey de los mares, su arma envuelta en el mismo elemento que era su dominio se negó a obedecer su voluntad y le atravesó el estómago de lado a lado, dejando solo un hoyo qué no era nada discreto.
- bastardo almaceno la energía restante y la lanzó contra mi mismo - pensó Poseidon comenzando a perder fuerza.
La forma divina verdadera del dios del mar se perdió mientras el caía al piso, el icor dorado manchando el lugar aunque su regeneración este haciendo su trabajo el parecía fuera de combate.
Y en campo de batalla ya solo quedaban tres dioses de los cinco qué estaban combatiendo, cada uno miraba en una dirección opuesta se sentían la presa de un depredador, ante tal sentimiento Artemisa sonrió con autodesprecio, quien se jactaba ser una diosa de la caza ahora estaba siendo cazada por una bestia desconocida.
De entre los encombros salió la figura del dios Herrero aunque mabullado el seguía dispuesto a combatir, lastima que ese sentimiento sería opacado por las figura que se poso tras el.
Aunque trataron de advertirle eso fue en vano barriendo sus pies y enterrando su rostro en el piso el desapareció del campo visual de los dioses tan pronto como fue visible, líneas de destrucción se dibujaron por el campo devastado icor era dejado en señal de que el dios herrero estaba herido profusamente cuando el joven guerrera se sientio satisfecho simplemente lo arrojó como si no valiese nada, cayendo cerca de los tres dioses de pie, Artemisa y Athenea se llevaron una mano a sus labios en señal de sorpresa, el rostro del artesano del Olimpo era irreconocible.
- cobarde.... Sal de las sombras y enfrentame - bramo Ares la ira en su ser burbujaba en s una sed de venganza qué solo crecía más y más ante los acto simples y brutales en la forma de pelear del niño humano.
- oh, dices cosas interesantes chico - la voz del pelinegro resonó en todo el lugar..
- un guerrero de verdad no se esconde en las sombras.... Sal y ven a luchar - grito Ares desafiando al niño a enfrentarle.
- bien, yo jamas me acobardo cuando alguien me desafía - la voz de Arthur sonó detras suyo.
El dios se alejo instintivamente de Arthur, en ese momento tanto Athenea como Artemisa estuvieron apunto de atacarle pero vasto de dos simples palabras para inmovilizarlas.
- de rodillas - dijo Arthur con simplesa.
Ambos Olímpicas cayeron al piso incapaz de moverse debido a una fuerza inmensa que las mantenía con el rostro casi en el piso, aunque ejercían su poder divino tratando de liberarse esto solo fue posible hasta un cierto límite y tal como sus palabras les ordenó, ambas quedarian de rodillas ante Arthur quien ni siquiera se molesto en mirarlas.
- pregunta capciosa, has visto al chico explorador - dijo Arthur distraídamente.
- ¿quien? - dijo Ares frunciendo el ceño.
Arthur no se limito a responder aunque activamente ignoro la presencia de Hermes en la reunió era el único que faltaba en el lugar supuso que debió de salir en busca del rayo.
Ares materialzo una armadura Imperial Gold. Un casco de guerra espartano de la misma composición también estaba adornado sobre su cabeza, luciendo un volante rojo estilo Mohawk en el centro. Su armadura de batalla estaba además acentuada por una capa larga y hecha jirones que estaba teñida de rojo con la sangre de sus antiguos adversarios.
- ¡Prueba cómo se siente realmente la guerra! ¡GRAAAAAA! - Ares gritó enojado, lanzándose hacia Arthur con una fuerza devastadora. El olímpico completamente armado, en lo que parecía ser un veloz destello de luz dorada, enrolló su espada y cortó directamente el cuerpo de Arthur. Este ataque produjo una enorme onda expansiva de energía que envió escombros volando hacia todas las direcciones. Algunos de los cimientos de piedra de arena también se rompieron en pequeños pedazos.
Ares, al ver que su espada divina se detuvo abruptamente en su lugar, asumió que Arthur fue inmediatamente partido en dos. Él se rió entre dientes con orgullo reaccionario.
- Te lo mereces para desafiar.... ¡¿QUÉ?! - Ares gritó con incredulidad. Arthur, completamente ileso, logró bloquear la espada con un solo dedo.
Ares gruñó con absoluta ligereza, sus brillantes ojos rojos explotaron con furia combustible. Arthur simplemente le devolvió la mirada, nada impresionado por el poder del primer ataque de Ares.
- Esta no es la primera vez que trato con una espada ya sabes. Un arma como esa no te servirá de mucho si no se pone suficiente poder en tus cortes - Arthur criticó la implementación de su fuerza por parte de Ares. Sintiendo como si lo estuvieran menospreciando, Ares apretó su mandíbula inferior.
- ¡Grrrgh! ¿Quieres poder? ¡Te mostraré el poder ! - Ares enfureció furiosamente. Su cuerpo estalló con un aura rojo sangre, causando que dicha deidad levitara ligeramente del suelo. En una fracción de segundo, la velocidad de Ares atacó todo el estadio con su arma lista. Corrió desde todas las direcciones cardinales, apareciendo ante el ojo previsible simplemente como una mancha roja dorada. Arthur utilizando su completo dominio de la detección de ki, dirigió sus ojos de arriba a abajo, de izquierda a derecha y en todas las demás direcciones por las que Ares se encontraba actualmente.
- ¡Come esto! - Ares gritó en el aire, preparándose para golpear la cabeza de Arthur desafortunadamente para él, Arthur previó este ataque y dio un paso atrás. Luego, Ares se estrelló sin contemplaciones contra la plataforma arenosa de abajo, cubriendo su arma con pequeñas partículas.
- Tsk. ¡Maldita sea! - Ares se burló con puro odio. Se alejó de Arthur y comenzó a contraatacar desde otras áreas. Primero, el dios de la guerra giró en un tornado improvisado, intentando partir sin piedad la espalda de Arthur. Esta técnica sin embargo fue maniobrada por el pelinegro mediante una combinación de agacharse y múltiples evasiones. Ares perdió ligeramente el control de sí mismo en este rápido giro, pero logró recuperarse con éxito rebotando en las paredes inferiores de la Arena de Combate. Luego voló hacia Arthur de cabeza, para gran decepción del ángel.
- Es bastante rápido, se lo reconozco. Pero esta pelea no llegará a ninguna parte con lo que está haciendo. Es hora de acabar con esto - Arthur suspiró con el ceño fruncido. Respirando profundamente, dobló las rodillas hasta el suelo y apretó con fuerza ambos puños.
El lugar se lleno de una aura roja y espesa vientos torrenciales comenzaron a salir de la nada mientras relampagos de color rojo circulaban por doquier, la insular presión en el ambiente causaría qué Ares se detuviera por a o b razón que el aún ignoraban, sabiendo que no podía subestimar al chico frente a él decido darlo todo.
Ares gritó con fuerza . Toda su forma comenzó a crecer exponencialmente en tamaño, emitiendo una luz blanca azulada que se volvió más y más brillante por momentos.
Arthur se había detenido en su incremento de poder y observo esto curioso, era la segunda vez que lo veía brevemente pudo ver a poseídon pasar mismo proceso y si bien el incremento de poder fue enorme en su estado actual era más que suficiente para enfrentarlo.
- uhh, su poder sigue incrementandose a este punto yo diría que esta al nivel de Frezzer en su última etapa cuando me enfrente a él por primera vez - pensó Arthur mirando la metamorfosis por la cual estaba pasado el dios.
De repente, Ares emergió de su metamorfosis divina. Ahora era un humanoide imponente con piel azul ardiente y ojos anaranjados. También lucía una copia más grande y refinada de la armadura que vestía anteriormente.
-Alguna vez has visto una bomba atómica? Bueno, ¡así es como se sentirá mi golpe! - Ares afirmó con voz retumbante. Cargó energía en su puño, proyectando la apariencia de una nube en forma de hongo. Con eso, Ares rápidamente golpeó a Arthur. Esto creó una onda expansiva de fuego blanco y azul que destruyó el resto del lugar y mando a volar a sus hermanas quienes había sido liberadas de la presión ejercida por el poder del pelinegro.
Arthur estaba tenia la mirada baja, la parte superior de su gi ahora estaba completamente desintegrada. Ares soltó un golpe atómico tras otro, asegurándose de que Arthur estuviera completamente roto sin posibilidad de reparación.
- jajaja no quedara ni el polvo de ti cuando acabe contigo - la voz de Ares sonaba oscura ignorante de la verdadera situación actual.
Cuando concentro su energía en el golpe más poderoso que estaba por dar este último fue detenido en seco por parte de Arthur quien levantó la mirada, en sus ojos había decepción pura y aburrimiento.
Espero mucho solo para resivir tan poco.
- dime es todo tu poder - Arthur dijo con simplesa.
Ares retrocedió con un sentimiento muy fuerte naciendo en su interior, el chico frente a él no era un humano ni mucho menos un mortal era un monstruo por que a pesar de todo los ataques qué resivio estaba ileso no tenía ni un rasguño sobre su piel.
Impactando un puñetazo en su mandíbula seguida de una patada en su estómago el dios fue obligado a retroceder cuando al fin de pudo detenerse el cayó de rodillas el daño con dos golpes fue tan grave que lo envío al piso.
- eres un Mounstro - Ares dijo mientras el icor se escapaba de sus labios.
- ja ja ja ja ja ja - la risa de Arthur comenzó a colmar el lugar.
- bastardo hijo de perra que es tan gracioso, bienes al Olimpo a causar una destrucción sin sentido y aun crees que tus acciones no tendrán consecuencias - bramo Ares furioso.
- crees que tan siquiera me importan las consecuencias, amenazaron mi hogar con una guerra que nadie pidió, sus absurdas disputas me obligaron a actuar y ahora te quejas de los resultados finales, simplemente eres un ser tan patético - Arthur dijo con una crueldad helada.
- Insignificante humano no eres nadie para menospreciarme - grito Ares iracundo.
- su error fue creer que era un humano al que se enfrentaban - dijo Arthur sin emoción alguna.
El rostro de Ares se torció en una mueca de confusion qué Arthur no estaba dispuesto a aclarar.
- por que no te quedas aquí te aseguro que disfrutarás el espectáculo - el se burlo pasando aún lado del inmóvil dios de la guerra.
El gruñía insultaba pero por más que quiso su cuerpo ni siquiera pudo moverse tan siquiera un centímetro.
A paso lento se acercaba a la acrópolis principal del Olimpo aunque seguía sintiendo esa presencia observándole desde las oscuridad no le dio importancia aunque el poder en esa presencia era mayor a todo en este lugar.
- lo averiguare luego - el pensó distraídamente.
Al cabo de varios minutos sus pasos de detuvieron debido a la presencia tras el, aunque no se dio vuelta sabía de quien se trataba.
- no destruiré el lugar.... Solo los voy a disuadir un poco - el dijo mirando las arruinadas puertas del lugar.
- uh.... Y con disuadir te refieres a humillarlos por completo - comento Gaia con un tono divertido.
- esta gente solo entiende a los golpes.... Creí que eran mejores más inteligentes pero veo que no - el dijo con un poco de burla y decepción en sus palabras.
La madre tierra rio hermosamente acercándose lentamente cruzó sus brazos por el cuello del joven pelinegro apegando su rostro al del chico.
- recuerda que no habrá marcha atrás.... Luego de esto el mundo entero sabrá quien eres y de que eres capaz - ella murmuró seductoramente en su oído.
Ella lo sintio retorcerse bajo su abrazo a lo cual sonrió orgullosa.
- celosa acaso - el dijo con una pequeña sonrisa.
- ¿por que lo estaría? Eres mio y yo soy tuya las cosas son así de simple - ella ronroneo antes de darle un pequeño beso en su mejilla.
- nada es tan simple como parece - Arthur puso su mano en una de las puertas del lugar.
Gaia lo dejo libre y observo su figura imponente adentrarse allí donde las mayores autoridades del panteón Olímpico se reunían.
- esto será divertido - ella murmuró mordiendose los labios tentativamente aunque al instante su mirada viajo hacia otro lugar - oh querida.... Me sorprende que no hayas intervenido - ella dijo con una suave sonrisa.
- haría alguna diferencia si intervengo - una voz rezono en el lugar.
- para nada.... No hay ser existente en este mundo que tan siquiera se acerque a una pequeña parte de su poder.... Solo son.... - Gaia hablo con una suave sonrisa.
- parásitos - la voz dijo con un tono molesto.
Gaia quien no pudo terminar sus palabras sonrió ampliamente aunque ella estuvo observando todo este revuelo jamás intervino por que sabía que era inútil tan siquiera hacerlo frente.... El chico no era un Dios normal ni mucho menos un primordial el era más.... Una esencia de poder absoluto en un contener físico.
- veo que lo entiendes Nyx.... Ahora dime que harás - su voz paso de ser suave y tranquila a una ominisa y amenazante.
- nada supongo aunque me gustaría conocer al nuevo gobernte del universo - ella dijo con una suave sonrisa.
Su nombre era Nyx, casi seis pies de altura con sus ágiles brazos cruzados debajo de su amplio busto de copa D que sobresalía a través de su conservadora túnica blanca que caía hasta aproximadamente sus pies y cubría la mayor parte de sus brazos. Su cuerpo, incluso a través de su ropa, era sublimemente curvilíneo, con una cintura delgada y caderas anchas que hacían bien en mostrar una figura de reloj de arena escondida debajo. Tenía el cabello oscuro, suave y sedoso, recogido en un moño con algunos mechones cruzando el centro de su frente alta y arqueándose hacia los lados de su cabeza y alrededor de sus orejas. Justo debajo estaban sus ojos muy abiertos, de un brillante y cautivador tono lila, que eran a la vez tranquilos y concentrados, similar a lo que sería un juez o un legislador. Sus labios carnosos y rojos tenían una expresión neutral que no revelaba nada sobre sus impecables rasgos, con una piel que era pálida, entre ellos estaba su pequeña y linda nariz de botón, y debajo estaba su pequeña barbilla. En otras palabras, otra diosa más cuya belleza era casi indescriptible y avergonzaba a cualquier mujer mortal de cualquier otro universo.
.......
Los pasos resonaron con fuerza el mortal qué tan siquiera demostró esforzarse en causar tanto revuelo en el Olimpo se paro en el medio del lugar dándoles una mirada indiferente, esto molesto a la reina del Olimpo sin embargo se trago sus palabras.
Llevo su mirada hacia los templo que algúna vez de alzaron imponente hacia el cielo la magnificencia de las edificiones se vio opacada por el humo negro el cual era enviado al cielo por esa llamas púrpura, mismas llamas que impedían que el cuerpo de Apolo se regenere, podía sentir un poder oscuro, impío y repugnante saliendo de ellas.
Llevo su mirada a su marido el rey del Olimpo ni siquiera podía pararse de su tronó el dolor aún le consumía y en su cuerpo yacia aun las marcar de ese mismo poder maligno.
- tú.... - gruñó Zeus con un profundo odio.
Al instante una aplastante aura salió de Arthur disparada en todas direcciones la misma era oscura, repulsiva, ominosa y maligna sería una baga descripción para tan siquiera describir tal presencia.
Arthur los seguía mirando con indiferencia aunque sus pensamientos estaban en sus acciones y por consiguiente a las palabras dedicadas por la diosa primordial.
Efectivamente el mundo se enteraría de él y a este punto no le importaba ni siquiera un poco, tenía tiempo, recursos y sobre todo poder, algo que estos patéticos seres ni siquiera conocen en su totalidad.
Contemplando el silencio que se había formado capto su atención llevo su mirada a los presente, Demeter, Hera, Afrodita y Zeus esto le confundio un poco aunque a lo lejos sentía el aura de Athenea y Artemisa y más alejada fuera del Olimpo estaba Hermes no entendía lo que buscaba y mucho menos le importaba.
- esto pudo haber acabado de manera diferente - Arthur dijo mirando al rey del Olimpo directamente.
- fuiste tu quien atacó el Olimpo.... Mataste a varios de nuestro congeneres y aun crees que esto pudo haber terminado de manera diferente.... A que juegas mocoso - Zeus dijo la ira ardiendo en su interior seguía creciendo a cada segundo con tan solo ver a este chico tan tranquilo.
- por lo que veo el eres muy listo, solo mira a tu alrededor... Tus acciones me obligaron a actuar.... Aunque el venir aqui no estaba en mis planes estoy satisfecho con los resultados - Arthur dijo osiosamente.
A ninguno de los presentes les gustó esas palabras este chico no solo los estaba menospreciando sino que no mostraba arrepentimiento por lo que hizo.
- pude haber elegido la opción más sencilla, devolver el rayo rápidamente y solicionar esto de manera razonable .... Sin embargo seres tan repulsivos como nosotros no somos razonables - Arthur dijo mirando a los ojos del rey del Olimpo
- no te compares con nosotros - Hera gruñó molesta por tan siquiera comparación.
- es verdad....yo no soy como ustedes qué se alimenta del poder que da la vida, que usan a los mortales para alimentar su mundano poder, no son dioses sino parásitos - Arthur dijo mirando directamente al reina del Olimpo a los ojos.
Hera se retorció en su trono el miedo la invadió, una inmensa bestia con unos ojos inhumanamente rojos la miro dándole una sonrisa macabra repleta de colmillos, ella creyó verlo rugir por que aun con su gran tamaño ella se sintió tan insignificante ante la mirada de aquella bestia.... No aquel monstruo en piel humana frente a ella.
La insana sed de sangre qué el chico pelinegro dejó salir les helo la sangre y detrás de la figura del pelinegro los Olímpicos presentes pudieron ver la silueta de un inmenso simio de pelaje plateado qué los miraba como menos que insectos.
Luego de unos segundos la mirada del chico dejó de apuntar a la reina del Olimpo y en cambio la misma se dirigió al paisaje que era observable atraves del hueco en la pared.
- Dime Zeus supuesto rey de los dioses crees ser lo suficientemente poderoso como para proclamarte ser un dios - el dijo sin siquiera mirarle.
Zeus no respondió mientras sus dientes se apretaban, el chico que vino aqui a causar destrozos ni siquiera le dedicó tan siquiera una mirada al decir esas palabras.
- ¿por que alguien necesitaría de cantos y alabanzas para alimentarse de inmortalidad y poder? Cuando ser un Dios se eleja con creses con algo tan simple - hablo Arthur con simplesa.
- Dios es una existencia perfecta desde el inicio de los tiempos, Dios no tiene emociones negativas, Dios es justo busca el equilibrio sin perder la perfección, Dios no es juzgado, solo hay que indagar en la historia como Hera, Afrodita, Athenea fueron juzgadas por un mortal y aun así dicen estar por encima de la humanidad - expresó Arthur solemnemente.
Zeus y los Olímpicos presentes estaban más que molestos por las palabras de Arthur, Hera, Afrodita se levantaron mientras sus auras se incrementaban al máximo, habían olvidado quien había dejado el Olimpo en esta decadente situación ambas se dispusieron a atacarle pues el chico estaba de espaldas.
- la mayoría de los dioses son injustos e imperfectos. Afrodita..... ¿Hace falta recordar el destino que corrió Medea por tu culpa? Solo era una mujer enamorada qué fue víctima de tu acciones.... ¡¡Todos nosotros no somos más que basura!! - sus palabras salieron sin ninguna emosion alguna y su mirada era distante.
Arthur se volteo rápidamente esquivando la lanza qué la diosa de la sabiduría había apuntado a su cuerpo y posicióno su mano frente a la diosa quien le miró fijamente.
- ¿Qué vas ha hacer? - Athenea pregunto aterrorizada mientras sentía un inmenso poder acumularse en el chico.
Al lugar habían llegado Hermes el dios mensajero había regreso junto a un Percy y Annabeth el hijo del dios del mar se veía tensó aunque en sus manos llevaba el rayo de zeus.
- Madre - dijo Annabeth conmosionada ante tal escenario.
Jamás penso en su vida ver a los dioses diezmados y su hogar parcialmente destruido.
Los cabellos del Pelinegro se tornaron en un dorado brillante, sus ojos cambiaron a un verde esmeralda mientras un fuego dorado traslúcido le rodeaba por completo.
El cielo se oscureció rápidamente rayos y relámpagos comenzaron a caer del cielo impactando en el los terrenos de ya devastado campo causando más destrozos, temblores masivos sacudían los terrenos del panteón olímpico y todos las infraestructuras una vez imponentes alzadas hacia el cielo con orgullo comenzaron a caer en pesados.
- Desaparece - el dijo su voz no tenía ninguna emoción mientras la intensa luz la rodeo por completo y así el cuerpo completo de la diosa de la sabiduría desapareció en su totalidad.
La ráfaga de energía cruzo los cielos del Olimpo dispuesto a perderse en el horizonte pero la misma se detuvo al impactar en lo que pareció ser el fin del domino griego y como de un cristal golpeado el cielo se agrieto y cuando el cielo no aguanto el poder bruto de la estela de luz el manto de la realidad de partió y la ráfaga de energía continuó su camino sin detenerse hasta perderse de la vista.
El rostro de los Olímpicos y semidioses presentes se puso pálido por lo hecho por el ahora rubio el cielo se caía literalmente a pedazos mientras una oscuridad sin fin parecían querer devorar el Olimpo en su totalidad a medida que este se expandia.
.......
Observando el firmamento lleno de estrellas sus pensamientos estaban colmados de los sucesos tan interesantes en estos últimos días. Una sonrisa adorno sus facciones en respuesta ante sus pensamientos.
Siguió mirando el cielo las estrellas brillaban a lo lejos aunque una de ellas resaltaba más que todas y por un segundo ella creyó verle moverse.
Ella parpadeo con confusión y su suposición no le engaño, a cada segundo esa pequeña estrella dorada se hacía cada ves más grande.
- ¿que demonios? - ella dijo sorprendida.
Al instante vio como los exorcistas y la pequeña maga se hicieron presentes en el lugar.
- alguien inmensamente poderoso se acerca - Medea habló con seriedad.
- esta aura.... - murmuró Alexander.
A medida que la figura se acercaba sus rasgos le hicieron reconocible, ante todos una mujer hermosa como ninguna había llegado al lugar su expresión era amable y un poco confusa mientras que con la mirada buscaba algo que en sus ojos tanto añoraba.
Aunque al poco tiempo su mirada de detuvo en Sam la misma dio un paso atrás llevó su mano hacia el collar en su cuello de manera posesiva.
Mike, Leticia y Alexander había caído de rodillas observando la figura de la dama frente a ellos, cabello negro y plateado, ojos a juego un vestido blanco pero lo más resaltante en su espalda dos pares de alas blancas tan grandes como ella extendídas de lado a lado.
- Tu no eres Raziel - su voz hablo con algo de decepción y tristeza.
Ese nombre llamo la atención de los exorcistas mientras su mirada viajo hacia Sam quien se mostró sorprendida.
- como sabes el nombre de mi hermano - ella dijo el agarre en ese collar se apretó.
- fui yo quien se lo puse.... Aunque me gustaría saber por que tienes el collar qué yo le di - Anaziel hablo con un tono confundido.
- me lo dio hace varios años - Sam respondió.
El ángel solo la miro con tranquilidad aunque sus palabras le hicieron confirmar sus dudar ante la llegada de esa mujer.
- eres su madre - Sam dijo.
Anaziel estuvo apunto de responder sin embargo sus ojos se abrieron en sorpresa mientras su mirada viajo hacia el bosque, no espero ni un segundo y salió corriendo en esa dirección.
Sam imitó su acción pues había sentido la presencia de su hermano llegar en ese mismo instante.
Ambas corrieron sin siquiera darle importancia a que ellas se sé dirigían al mismo lugar, un resplandor dorado comenzó a iluminar el bosque pero a cada paso esa presencia se sentía más cerca.
Atravesando varios arbustos ambas se detuvieron en seco lo que había delante de ellas yacia una figura bañada de un fuego dorado traslúcido mirando el horizonte sin mucho interés.
- Arthur/Raziel - ambas llamaron.
El mendionado solamente volteo su
mirada.
Continuara.....
Espero que les guste y lamento que sea algo corto.
Comente que les pareció.
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