
05
Catedral de Lisboa, Lisboa, Portugal.
11:11 a.m.
Santa María Maior de Lisboa o Sé de Lisboa es la catedral e iglesia más antigua de la ciudad, construida en mil ciento cuarenta y siete, el edificio ha sido modificado en varias ocasiones y sobrevivido a varios terremotos por lo que ahora es el resultado de una mezcla de diferentes estilos arquitectónicos.
El punto turístico hoy se encuentra en su mayor apogeo, muchas personas han acudido a visitar el emblemático sitio, varias familias se mantienen ocupados en tours junto a guías especializados que cuentan a detalle la magnífica historia y su llamativa arquitectura por lo que hasta los niños se ven curiosos en el lugar.
El sol brilla en lo más alto, la brisa fresca termina de hacer perfecto el clima, la temporada ha iniciado de manera esplendida y todos los comerciantes dedicados al rubro turístico saben que deben dar lo mejor de ellos para tener una ganancia considerable al terminar la temporada.
Algunos autobuses se detienen trayendo consigo más visitantes, los autos van y vienen sin cesar, los transeúntes se divierten, ingresa a las tiendas más conocidas, otros son seducidos por las ofertas y sorpresas que varios ingeniosos duelos de tiendas ofrecen, el ambiente es simplemente perfecto.
Un hombre camina por la acera tranquilamente, su hija observa entretenida todo, llevan dos días de vacaciones en Lisboa y han podido disfrutar ya de varias atracciones, mientras el padre termina de pedir algunas indicaciones, la niña de no más de ocho años de edad deja de lado el dulce que saborea, observa el cielo borrando su sonrisa del rostro para cambiarla por una mueca de asombro, allí frente a ella, el sol comienza a brillar cada vez menos, lentamente la intensidad de su luz va menguando y es cuando todos los que disfrutan la jornada alzan la cabeza por primera vez en el día para saber qué es lo que sucede. Cualquiera persona podría decir que lo que están presenciando es nada más y nada menos que un fenómeno natural, como un eclipse de sol, la gente mayor señala en dirección al cielo maravillados, otros, quizás los más jóvenes, toman fotografías y videos con sus teléfonos móviles o cámaras digitales; cuando parece que toda la atracción será la inmensa oscuridad que ha caído repentinamente, la brisa se detiene de inmediato para retomar su presencia convirtiéndose en potentes ráfagas de viento. Los árboles más cercanos comienzan a moverse con fuerza hasta que su ritmo se transforma en uno violento y destructivo, el caos se desata cuando las personas son arrastradas por el viendo, son arrojados al suelo, los autos vuelan por los aires, los vidrios de las tiendas se destrozan en mil pedazos logrando herir a más de uno. El cielo se ha tornado rojizo, el astro luminoso ha desaparecido a la vista de todos y las nubes negras han comenzado a aparecer como por arte de magia. Los gritos no cesan, la desesperación impregna el ambiente, las autoridades policiales no comprenden que ocurre, los bomberos no dan abasto intentando ayudar a los civiles y es que en tanto no cese el misterioso fenómeno no pueden estar a salvo; el ensordecedor sonido similar a un trueno ruge de entre las nubes, un rayo cae estruendosamente sobre la cima de la catedral, a continuación el techo de la misma se incendia y los gritos y pedidos de auxilio desde el interior llenan el lugar de manera escandalosa y perturbadora.
Un par de rayos más caen estrellándose en la base del edificio y avivando el problema considerablemente, los bomberos llegan casi de inmediato pero les es imposible acercarse lo suficiente como para que la bomba del camión pueda siquiera hacer llegar el agua a través de la manguera.
─ ¡Tenemos que acercarnos! ─grita el capitán al mando.
─Imposible, las ráfagas nos lo impiden ─responde quien conduce el vehículo.
─ ¡Debemos sacar a las personas! ¡Morirán en el incendio! ─grita otro.
Uno de los bomberos más jóvenes nota algo peculiar y curioso en verdad, entre tanto desastre en plena calle, muchos de los niños que acompañaban a sus padres se mantienen de pie, observando la catástrofe pero intactos a su vez; ni un golpe, ni un rasguño e incluso el huracán que ahora azota la zona ni siquiera les mueve un cabello, nada. El joven frunce el ceño, ¿Cómo es esto posible? ¿Qué está sucediendo realmente allí? ¿De qué se trata todo eso? Puede ver con claridad, detrás de cada niño parece haber una luz tenue que parpadea lentamente, el bombero talla sus ojos con fuerza y para cuando sus orbes enfocan nuevamente el panorama estas llamativas lucen ha desaparecido y sus compañeros de escuadrón han sido obligados a retroceder una vez más, el camión bomba no puede acercarse y aunque deseen llevar agua en contenedores individuales les es peligroso ya que los ratos comienzan a caer en tanto ellos deciden avanzar un paso siquiera.
Es inevitable, no hay nada que hacer, no hay manera, no hay atajos, la catedral se incendia hasta su último peldaño y comienza a desmoronarse hasta que ya no hay rastro de la que alguna vez fue la ostentosa Catedral de Lisboa.
Lejos de Portugal, atravesando el océano y llegando a San Francisco, en la modesta casa de barrio, un niño observa por la ventana sentado en su cama, entre sus manos sostiene uno de sus juguetes preferidos y suspira; las luces del cuarto ya están apagadas, su madre duerme en su propio cuarto sin imaginar que el pequeño Tomassin se lamenta en silencio, algunas lágrimas corren por sus mejillas, observa nuevamente el cielo estrellado y asiente lentamente, como si tuviera una especie de conversación con alguien.
─Ha comenzado ya, que así sea ─susurra arropándose en su cama, cierra los ojos y pronto se ve inmerso en el profundo sueño, en donde su mente lo lleva a más de una aventura o trata, tal vez, de alejarlo de la difícil realidad que van a comenzar a experimentar, todos.
─Gracias por venir, Emilie, en verdad me has salvado, no he podido encontrar una niñera de confianza anoche ─explico mientras preparo mi maletín e intento peinar mi rebelde melena azabache.
─No te preocupes, sabes que no me molesta en absoluto ─sonríe terminando de preparar dos tazas de café─. ¿Mucho trabajo? No dejas de guardar papeles desde hace unos diez minutos.
─Pues sí, me he atrasado con algunos clientes y francamente debo retomar todo cuanto antes ─asiento, me observo en el pequeño espejito de manos que tengo, parece que finalmente mi cabello ha decidido cooperar, me veo bien─. Tom no tiene clases hoy, su maestra se encuentra enferma por lo que avisó antes de que saliéramos de casa ─suspiro dejando el uniforme escolar sobre el armario más cercano─. El almuerzo está listo, solo tienes que calentarlo, no dejes que coma demasiado a media mañana y que no intente construir una torre con los cubiertos.
─Descuida, está en buenas manos ─palmea mi hombro y señalándome los labios, debo retocarme el maquillaje o pareceré un payaso.
─Estoy segura de que sí, tan solo espero que puedas ser su niñera mucho tiempo más ─ río.
─No es problema ─me imita─. Es un magnífico entrenamiento para cuando decida tener mis propios hijos.
─ ¿En verdad deseas tenerlos? ─la veo de reojo, mi hermana es de esas mujeres que aman su libertad y que gustan de tener su vida completamente a merced de lo que pase día a día.
─No ─voltea a verme─. Era broma, amo a Tomassin y Dios sabe que es cierto, pero no estoy segura de querer toda la responsabilidad que tu llevas, no me agrada.
─Lo sé ─ asiento─. Y me parece fabulosa tu idea de no tener hijos, antes de que digas que soy una desalmada o que "¿Cómo puedes decir esto teniendo un hijo?", pero estoy consciente que la vida de una mujer como madre es maravillosa, tiene sus pros y sus contras y que la vida de una mujer sin hijos es igual de maravillosa, con sus pros y sus contras; querer una o la otra, no tiene nada de malo pero lamentablemente no todos están de acuerdo, una sociedad un tanto retrógrada en varias ideologías arcaicas.
─Creo que estás entrando en tu modo filosófico, ya vete ─se carcajea pero sé que aprecia que le diga tales palabras, especialmente por la mentalidad de nuestro padres.
─Al menos déjame desayunar ─río.
Mientras termino de tomar mi desayuno enciendo la televisión, hago zapping algunos minutos y decido dejarlo en un programa informativo del día, allí entre tantos otros acontecimientos mundiales aparecen raras imágenes y videos, parece que ha habido una catástrofe en Lisboa; Emi se acerca hasta donde estoy y presta atención de igual manera, podemos ver claramente el video que ha sido tomado por una niña con su teléfono móvil, no cabe duda de que lo que vemos es real y no retocado con alguna clase de filtro de esos que los chicos usan tanto, puede verse como el cielo se oscurece, válgame Dios, ¡Qué horror! Las explosiones, los rayos, el incendio en la Catedral es realmente desgarrador, pueden escucharse con claridad los pedidos de auxilio de quienes están atrapados en la infraestructura, los intentos de los bomberos por ayudar y todo el panorama no parece más que otra extraña y espeluznante película del fin del mundo. No se ha podido descubrir cómo es que esto sucedió, no hay culpables, no hay explicaciones naturales ni científicas, nadie sabe qué pasó. Mis ojos no pueden siquiera parpadear, la conmoción es grande, nunca vi cosa igual, llevo mi mano a mi boca en cuanto las explosiones de la catedral se pueden ver, no imagino el pavor de todos los presentes en ese momento.
─ ¿No te parece algo raro que los bomberos no se hayan podido acercar al edificio? ─observo a Em tras escucharla soltar aquellas palabras─. Sin dudas esto no tiene un porqué.
─Los niños del video no son afectados pero el resto de los que estaban presentes incluso han sido heridos por el temporal ─frunzo el ceño viendo una y otra vez el video que transmiten en el canal informativo.
─No puedo creerlo ─susurra mi hermana.─. ¿Cómo explicas algo así?
─No lo haces ─Tom suelta desde el rincón donde juega con sus juguetes─. No hay forma de que puedas explicarlo y entenderlo.
─Puede ser ─respondo─. Tal vez haya sido un atentado.
─ ¿Los bomberos estaban del lado del terrorista y por ello no ayudaron a los damnificados? ─mi hermana me ve sin creerlo─. Vamos, lo que hemos visto no es natural ─niega─. La catedral ha desaparecido de la faz de la tierra.
─No tiene caso tratar de sacar conclusiones, tengo una vida y un día de trabajo que comenzar, puedes hacerlo tú sola mientras no estoy ─le sonrío tomando las llaves del auto─. Por cierto, Tom está actuando algo raro, en caso de que notes respuestas un tanto... peculiares ─susurro lo último.
─ ¿Ha sucedido algo con él? ─me ve seria nuevamente.
─Desde el incidente en el parque no ha sido el mismo ─suspiro algo preocupada, no puede ser una conducta normal.
─De acuerdo, tendré eso en cuenta, tal vez sea bueno que lo vea un psicólogo; ya sabes, a veces los pequeños sienten cosas que no pueden decirle a sus papas por miedo o vergüenza ─me anima─. Me encargo de todo, ten un buen día.
Ni bien me encuentro en la carretera me concentro en lo que debo hacer en el estudio, hace algunos meses me hice socia de un importante buffet y creo que tengo muchas buenas posibilidades y oportunidades pero debo ganar confianza y prestigio con mis nuevos colegas, hasta donde sé son todos muy buenos, tengo que estar a la altura y eso me dará un posible aumento y con ello planeo cambiarme de casa, a una más grande quizás, más cercana a la escuela de Tom y alejada de la de mis padres. Sintonizo la radio, una suave melodía, muy popular hace algunos años está siendo transmitida, la tarareo animada ya que solía cantarla a todo pulmón en sus primeros tiempos de gloria, antes de poder terminarla noto como es interrumpida y escucho atentamente las noticias, no queda de otra sin mencionar que estoy algo atorada en el tráfico, típico de todos los días, típico de las horas pico como esta.
─ "Lo que ha sucedido en ciudad de Lisboa es realmente catastrófico, el número de víctimas sigue ascendiendo, nadie puede explicar con exactitud de que se ha tratado todo este caos ni porqué el sol pareció desaparecer por un lapso de tiempo, algunos incluso se atreven a dar respuestas un tanto esotéricas, religiosas e incluso sacadas de un libro de ciencia ficción [...]" ─lo que el locutor relata me saca de mis pensamientos, sí que ha sido todo un acontecimiento, suspiro, el mundo cada vez está más loco─. "Por otro lado, nos llegan reportes de oyentes quienes aseguran que un extraño fenómeno se está dando en Jordania y Yemen, donde más de tres mil niños de entre uno y doce años parecen estar cayendo presos de una inestable epidemia, no hay manera de saber a qué se enfrentan estos países, tampoco saben si es un virus; lo único que han notado es que los pequeños caen dormidos y no vuelven a despertar, incluso ya hay algunos que han muerto. Esto es un caos, ¿Qué está pasando señoras y señores? [...]"
─Dios... ─susurro, cuánto miedo me da...
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